El instante viajero (II): La joven que dibujaba Isfahán
Me encanta observar cuando alguien se pone a dibujar. Quizás porque no soy capaz de hacer algo que pase de dos garabatos mal enlazados o una línea recta con más curvas que una carretera de montaña. En muchas ocasiones he ido fijándome en artistas que se colocan estratégicamente frente a lugares hermosos con el objeto de retratarlos in situ, sin que sean necesarias fotografías sino la inspiración propia de lo que sus ojos les dicten. Mejor musa que esa no la hay en el mundo.
En la ciudad iraní de Isfahán me fijé en una chica joven que se había buscando un rinconcito discreto en la Plaza Naqsh-e Jahan (La Plaza del Imán) para dibujar la fachada principal de Mezquita del Shah y parte de los jardines de tan emblemmático lugar. Concentrada en las líneas de la calzada de una de las plazas más impresionantes de Oriente Próximo, y probablemente del mundo, había logrado hacer un boceto asombroso de la mezquita incluyendo el detalle de los andamios que en esa época compartían espacio en la cúpula principal del templo. Junto a ella había más dibujos, como si tuviese tan en la memoria aquellos trazos que era capaz de terminarlos con una rapidez increíble.
La dibujante no se percató ni un instante de que alguien se le aproximó lo suficiente para perseguir con la mirada el recorrido de sus líneas. Estaba tan concentrada en su trabajo de inmortalizar en papel la Mezquita del Shah que acabábamos de contemplar desde lo alto de un minarete apenas unos minutos antes que parecía no existir nada ni nadie más alrededor. La Plaza era su objetivo, su frenesí en una tarde perfecta de octubre junto a uno de esos marcos de la Irán más fascinante que hablan solos.
Llevaba vaqueros, y debaja escapar un mechón de pelo del pañuelo que cubría su cabeza. Era una de esas mujeres jóvenes iraníes que con su vestimenta se imponía al chador negro que se sujeta por el cuello. Poco tenía que ver con la clásica mujer que practica la ortodoxia islámica (por convicción o imposición) y apenas deja que sus ojos vean el Sol. No parecía el estereotipo de sumisión que nos muestran los medios. Quizás, quién sabe, es el empuje hacia un futuro más libre en un país que lleva décadas (o siglos) de retraso e injusticia con sus madres e hijas con la excusa de una mala e interesada interpretación de la religión. Al menos quiero verlo así, que ella, la anónima joven que dibujaba Isfahán es algo más que una buena corazonada…
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
* El instante viajero, una sección que ha venido para quedarse.
2 Respuestas a “El instante viajero (II): La joven que dibujaba Isfahán”
Me encanta! Una forma muy original de enseñarnos la Mezquita del Shah.
Un abrazo
Me gusta el texto. Tengo curiosidad por otros articulos, por cierto voy a seguir! Me ayudará en español 🙂