Recién llegados de Tierra Santa - El rincón de Sele

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Recién llegados de Tierra Santa

Aún resuena en mi cabeza el cantar del almuecín desde lo alto del minarete de Al Aqsa, los lamentos de los judíos ante los restos del Muro del Segundo Templo, y las campanas repicando desde el barrio cristiano de Jerusalén. Todavía puedo sentir el brillo dorado de la Cúpula de la Roca, el tacto de la piedra sobre la que el cuerpo de Jesús fue ungido tras bajarle de la cruz, el olor a la madera de olivo y el sabor a falafel de un tenderete palestino. Sigo flotando sobre las aguas del Mar Muerto, creyéndome arqueólogo en Qumran, viviendo la Navidad en Belén o erigiéndome como improvisado espectador de una guerra sin final en Hebrón. Hoy desde un Madrid que ha amanecido con nieve todo eso sigue vivo, aunque bajo otro prisma. Cada vez late más lejos y lo irá haciendo hasta que sólo pueda tenerlo presente en mi memoria, en el baúl de una experiencia inolvidable.

Durante todos estos días he compartido con Rebeca una ilusión y un sueño que venía de mucho tiempo. Ambos hemos palpado el influjo de Oriente Próximo tratándonos de involucrar en distintas miradas, distintas opiniones, que parecen más enfrentadas que nunca. Israel y Palestina, para algunos un sólo lugar, para otros dos conceptos diferentes, conforman un conglomerado religioso, histórico y cultural complicados de entender pero tremendamente sencillos de vivir en primera persona.

El plan previsto sufrió algunas alteraciones que desembocaron en lugares nuevos que no teníamos pensado visitar. La improvisación en algunos casos también ha protagonizado momentos grandes en los que no supimos lo que iba a suceder en los minutos posteriores. Eso de bajarse en pleno Desierto de Judea, junto a los restos de los esenios de Qumran, y esperar tomar algún medio de transporte que nos sacara de allí hacia otro sitio proporcionó escenas un tanto curiosas en las que se divisaba la aventura en el horizonte.

Hemos venido enamorados de Jerusalén, de la calidez de los palestinos con los foráneos, del paso de los milenios sobre una tierra que puede declararse como otra de las cunas de la civilización, de un desierto montañoso de color amarillo, de las curiosas vestimentas de la ortodoxia judía, del balanceo de los cuerpos contra el muro y de los tirabuzones de quienes «no osan tocar sus barbas».

La vuelta, siempre complicada, trae muchas palabras e imágenes que estoy deseando compartir con todos vosotros, que sé habéis estado pendientes estos días de nuestras huellas por Tierra Santa. Lo que aseguro es que tengo muchas cosas que contaros ya que hemos sido testigos en primera persona un sinfín de circunstancias que nos han llamado mucho la atención. Más que nada puedo decir que hemos aprendido mucho.

Durante las próximas fechas voy a profundizar lo máximo que pueda por medio de unas crónicas que relaten lo sucedido en este viaje. Como digo muchas veces, tengo la cámara de fotos que echa humo y el teclado del ordenador listo para deslizar mis dedos y ponerme a escribir. Sólo pido unas horas para reorganizar conceptos, historias e imágenes y echar tierra «santa» sobre estas lineas.

No quería volver, pero en el fondo estoy alegre por haber traído otra maleta llena de historias, llena de vida.

Hasta pronto!!

Sele

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