Crónicas de un viaje a Indonesia 6: La esencia de Bali II

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Crónicas de un viaje a Indonesia 6: La esencia de Bali II

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12 de julio: SEGUIMOS DESTAPANDO EL TARRO DE LAS ESENCIAS BALINESAS

El gol de Iniesta, que aún tenía que estar celebrándose en las calles de toda España y parte del extranjero, nos había dejado muy contentos, con una sonrisilla inamovible.  Y para colmo de suerte, teníamos por delante un día apasionante en Bali y, lo más importante, tiempo suficiente de seguir viajando por Indonesia. Aún estábamos en el ecuador de nuestra aventura. Por lo tanto el espectáculo debía continuar. Y debía hacerlo a través de una ruta prevista solo a medias, porque un pequeño elemento con alas nos haría cambiar parte de los planes. Para bien, claro.

El de aquel día fue probablemente el itinerario más intenso y diverso que haríamos en Bali. En un corto espacio divisaríamos el vértigo de arrozales imposibles, templos eternos que flotan en el agua, lagos rodeados de misterio, montañas nubladas que parten en dos el mundo mágico de la isla o un bosque inmortal que esconde la Naturaleza más primitiva.

Que Bali superó todas nuestras expectativas es un hecho. Una isla relativamente pequeña que cuenta con una aglomeración de atractivos difíciles de reunir en otro sitio y que es capaz de saciar las ansias de aventura, diversión o conocimiento de los viajeros de la más diversa índole.

LA HOJA DE RUTA

Había memorizado el mapa de Bali con el que pudimos diseccionar una ruta que nos llevaría en primer lugar a Mengwi para ver el Templo Taman Ayun, un complejo religioso regio con una escala de merus espectacular, ir dirección norte atravesando dos arrozales como Pacung y Jatiluwih y llegar al Lago Bratan donde se encuentra Pura Ulun Danu, un templo construído sobre el agua. Pero también tendríamos tiempo para subir a lo alto de las montañas y observar entre la niebla a los otros dos lagos cercanos, Buyan y Tamblingan. Allí conoceríamos una especie animal que marcaría nuestro viaje y nos llevaría a querer descubrir más en un lugar que desconocíamos a priori, Alas Kedaton, un «bosque de monos» menos transitado y probablemente más interesante que el de Ubud.

Sin duda aquel fue un día que aprovechamos bastante.

PURA TAMAN AYUN

El cielo permanecía relativamente abierto a primera hora, aunque ciertos nubarrones se mecían al igual que lo hacían las muchas banderas españolas que ondeaban de comercios, farolas, restaurantes e incluso santuarios. El Mundial no había pasado desapercibido en Bali y desde ese momento decir que eras español suponía un agasajo de felicitaciones. Cosas del Deporte Rey, espectáculo globalizador donde los haya, que provocó que muchos balineses no se acostaran esa noche con tal de ver el partido. Como seguro ocurrió en muchos países del mundo.

En el corto trayecto que nos llevó de Ubud a Mengwi vimos fácilmente entre diez y quince banderas rojigualdas. Ni nos imaginábamos cómo debía estar España a esas horas. En Bali ese era el único aspecto diferenciador de un día normal en el que las mujeres portaban sus clásicas bandejas de incienso y flores para contentar a los Dioses y espíritus, los agricultores daban el callo y los artesanos hacían maravillas con un pedazo de tronco de árbol.

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Mengwi fue uno de los múltiples reinos que hubo en el territorio balinés y que sobrevivió hasta finales del Siglo XIX. Su templo principal fue Pura Taman Ayun, consagrado en 1634 por el Rey I Gusti Agung Anom. Hoy día su belleza y sus peculiaridades son admiradas por un buen número de visitantes debido a una situación casi intermedia entre Ubud y Denpasar, que hace que no sea complicado que entre en una de las muchas rutas isleñas.

Lo que primero llamó nuestra atención fue ver que para entrar al conjunto de Taman Ayun hubiese que atravesar un puente de piedra para salvaguardar su foso. Como si más que un templo fuese un castillo o un palacio a proteger cuando y como fuera. Una escultura retorcida de Barong nos advertía que estábamos accediendo a un lugar sagrado. Lugar por el que hubo que abonar una entrada con un precio más que asequible de 3000 rupias (menos de 30 céntimos de euro).

Dos triángulos de piedra separados para dejar paso y presentes en todos y cada uno de los templos balineses, los Candi Bentar, conforman la separación definitiva de lo terrenal y lo religioso. Cada vez que atravesábamos una de estas simbólicas puertas accedíamos a un área mucho más sagrada que la anterior, más cercana a los Dioses buenos. Asímismo, un cartel especificaba que tenían prohibido el acceso al interior del templo todas aquellas mujeres que estuvieran con la menstruación (no fuera a enfurecerse la divinidads).

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La mayor parte de este complejo religioso absolutamente abierto se encuentra ajardinado. Incluso en sus extremos, cercados por el primer y más ancho foso en la que algunos lugareños acudían a pescar, todo parece formar parte de un bosque intocable, haciéndonos recordar que la conjunción monumento-naturaleza debe ser garante en toda construcción dedicada a los Dioses.

La cuarta área, la más elevada de Taman Ayun, es la más importante. No sólo está protegida con un muro mediano al que no pueden acceder los no balineses sino que posee además un foso cuadrangular a escala reducida si lo comparamos con el primero, en el que flotan cientos de flores de loto. Con toda seguridad nos encontramos ante otra representación de la cosmogenia hindú dentro de un templo balinés.

Entonces aparece otro elemento esencial que permite reconocer una construcción religiosa balinesa de la que no lo es, los merus, que son en realidad esa especie de pagodas que se elevan al cielo con tejadillos de madera y paja ennegrecida. En Taman Ayun los hay muy grandes, que llegan al límite máximo de niveles, once. El número de los mismos siempre depende de la deidad a los que estén dedicados estos santuarios que se encuentran dentro de los templos.

La presencia del meru tiene varios significados. Obviamente el principal es la necesidad de representar al mítico Monte Meru, lugar donde habitan los Dioses hindúes, dentro de ese Universo que se recrea en cada uno de los templos. Otro tiene que ver con esa escala espiritual de reencarnaciones y estados del alma que se van acercando a la perfección, a la belleza más pura e inocente que se aleja al máximo de cualquier necesidad material.

Con todo esto nunca se olvida ese carácter simbólico de lo sagrado ni el más estricto sentido aleccionador que pone a la vista del balinés toda una doctrina religiosa.

Numerosos templos en Bali nos resultaron hermosos, pero a Taman Ayun, con sus inmensos merus y su entorno extraordinario de flores, árboles y agua, lo consideramos del todo necesario. Si se logra captar casi vacío como lo hicimos nosotros, se garantiza una atmósfera perfecta para entender y, sobre todo, sentir lo que trata de susurrarte al oído.

Recuerdo que justo cuando nos marchábamos del templo nos encontramos con una araña amarilla y negra que nos trajo a la memoria algún que otro amigo al que le horripilan los arácnidos y que no hubiese disfrutado tanto de su presencia.

ARROZALES DE PACUNG Y JATILUWIH

El escaso movimiento de turistas extranjeros aquella mañana nos llevó a pesar que se debía a que gran parte de la parroquia holandesa (junto los australianos los qué más visitan Bali) no se había despertado aún después del disgusto de perder la final del Mundial. Eran muchos y estaban muy ilusionados antes de disputarse el partido y quizás no era el mejor día para salir a la calle. Esa teoría que me acabo de inventar probablemente justificara que teníamos que aprovechar al máximo lo que ya nos habían avisado iba a estar repleto pero que que en ningún modo lo parecía. El fútbol o, más bien, la crisis, advertía un menor nivel de turismo en la isla del que acostumbraban a tener en el mes de julio. El conductor confiaba en que la cosa mejorara en agosto, su baza más potente.

Camino a Danau Bratan, el Lago Bratán, en una línea recta que partía desde Mengwi, fuimos a atravesar dos arrozales a cada cual más pintoresco. El primero, Pacung, donde nos detuvimos unos instantes a observar el cuidadoso diseño de unas terrazas de arroz que bien parecían conformar una gigantesca escalera de color verde.

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Y el segundo, mucho más grande y conocido por quienes viajan a Bali y lo incluyen en sus itinerarios, Jatiluwih, donde dicho color verde se mezclaba en infinitas tonalidades que se abrían en la totalidad de un valle realmente deslumbrante, en el que nos era imposible apartar la mirada.

Las terrazas de Jatiluwih se asemejan al curso de un caudaloso río que va descendiendo niveles para terminar perdiénsose en la inmensidad del Océano.

Sus vertiginosas ondulaciones recrean por completo un movimiento que sólo existe en los ojos de quien las mira y desea mimetizarse en un extraordinario paraíso rural que, afortunadamente, se repite muchas veces en el interior de la Isla de Bali.

Qué imagen tan distinta la de los arrozales a la que muchas veces nos llega del sur de Bali que tienen más que ver con las playas, el surf y los suntuosos resorts. Este es el aspecto que menos ha variado de la morfología isleña a lo largo de los siglos.

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He aquí un vídeo grabado en Jatiluwih:

En Jatiluwih anduvimos por un montículo elevado que pasaba por encima de un pequeño canal de irrigación. Precisamente en dicho canal sorprendimos a un campesino que se estaba dando un baño como Dios le trajo al mundo y que al vernos a Rebeca y a mí se puso rojo como un tomate, saliendo de inmediato del agua veloz como un rayo cubriéndose sus partes como pudo y escondiéndose en lugar seguro. No fue nuestra intención perturbar a aquel hombre, pero imagino que debió vivir un momento embarazoso y más cuando yo iba con la cámara de fotos desenfundada.

Y con la anécdota de aquel señor bañándose en pelota picada regresamos al coche para seguir indagando en la isla buscando el norte, buscando el Lago Bratan. Mientras tanto las escenas del que era un día más para un balinés de a pie nos fueron ayudando penetrar en la personalidad de un lugar donde lo corriente para unos es extraordinario para otros. Al fin y al cabo, ¿qué es viajar sino aprender de lo diferente?

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EL LAGO BRATAN Y EL TEMPLO FLOTANTE DE ULUN DANU

Las tierras norteñas son más elevadas que las del sur y del centro y, por ese motivo, el paisaje varía al igual que el clima. La llanura y los clásicos arrozales balineses dejan paso a frondosas y oscuras montañas que atraen la niebla y las nubes. Y el calor húmedo se abandona en las alturas para proporcionar un frescor inusual que se hace notar. Bali muda de piel cada pocos kilómetros y eso es algo sumamente atractivo para el que desea encontrar varios mundos en un espacio pequeño.

Aproximadamente a 1200 metros por encima del nivel del mar lo que son calderas volcánicas apagadas por los milenios conforman un paisaje diferente en la que viejos cráteres son ahora lagos. Como, por ejemplo, Danau Bratan (Danau es lago en lengua indonesia), al que sólo le supera en tamaño el grandioso Batur, retirado mucho más al oeste. Aunque es mucho más visitado y reconocible que éste porque quizás sea más sugerente, porque la niebla le regala habitualmente un halo de misterio inquietante y porque tener un templo flotando en sus aguas no pasa desapercibido para nadie.

Pura Ulun Danu Bratan (10000 rupias el coste de la entrada) es el alma mística y sacra de este lago mágico cuya vida no se encuentra precisamente en el fondo sino a flote formando parte de él. Aunque el templo comienza en suelo firme, sus dos puntales más célebres son dos merus levantados sobre dos isletas independientes. Uno más grande, de once niveles, y otro más pequeño de unicamente tres.

Ambos sincronizan a la perfección con un entorno único compuesto por el propio lago y las montañas nubladas de alrededor. De hecho nadie duda que probablemente ofrezcan la imagen más fotogénica de Bali, la misma que aparece en guías, catálogos o anuncios publicitarios. Un reclamo que atrae la atención de quienes buscamos lugares remotos y exóticos y soñamos con acceder a ellos desde el mismo momento en que tenemos noción de su existencia.

Aquella mañana había mucha gente en  Ulun Danu, pero no turistas sino balineses con su clásico atuendo de camisa blanca, pañuelo en la cabeza y sarong de colores, que habían llegado allí como pura peregrinación religiosa.

P1150843Porque al fin y al cabo ese es el sentido de todo templo balinés, venerar a los Dioses y espíritus, y que el pueblo les eleve sus ruegos. En concreto la significación de Pura Ulun Danu, erigido en 1633 por el Rey Gusti Agung Putu, tiene que ver con la adoración a Dewi Danu, la Diosa de las Aguas, a quien los balineses imploran que nunca falte esa lluvia tan necesaria para regar sus cosechas, es decir, los arrozales de los que tanta gente depende para subsistir. Esta manifestación de Shiva que protege al Lago está considerada como una de las deidades más importantes del Hinduísmo Balinés. Es una Diosa Superior.

Pero además de eso este templo guarda una peculiaridad más. Y es que es a su vez hinduísta y budista, puesto que hay representación de ambas religiones dentro del mismo recinto. Por lo que al Ulun Danu pueden ir a rezar tanto los hinduístas como los budistas. Es evidente una correlación de dos creencias con un mismo ADN, aunque al proporción de feligreses de la religión balinesa vence por 100 a 1 al Budismo en lo que al ámbito isleño se refiere.

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Por muchas imágenes que se lleven en la cabeza de antemano, la de los merus de Ulun Danu nunca defrauda. Y más con la niebla estrangulando las montañas que abrazan las aguas del cráter del volcán Catur. No hay mejor postal que llevarte contigo que esa.

Y lo mejor de todo es que el Templo no es una mera comparsa para turistas sino que está absolutamente vivo y absorbe de forma constante un goteo de camisas blancas y sarongs que son, en realidad, la forma y el fondo del significado más estricto del lugar. Dewi Danu puede darse por satisfecha. Quizás por eso nunca escasea la lluvia en Bali.

LA COLINA GOBLEG Y SU EXCELENTE PANORÁMICA DE LOS LAGOS BUYAN Y TAMBLINGAN

Tras sucumbir al hechizo del Ulun Danu nos fuimos con la música a otra parte. Sentido noroeste, sin dejar de ascender por una carretera repleta de curvas nos adentramos a través de unas montañas cegadas por la niebla de forma casi perenne con objeto de admirar dos lagos menores y no demasiado conocidos por muchos visitantes que no se plantean pasar de Danau Bratan. Buyan y Tamblingan, los Lagos gemelos que nacen uno junto al otro, son el tercero y cuarto en lo que a tamaño se refiere.

En la cúspide de la Colina Gobleg hay un mirador desde el cual se pueden admirar sendos lagos gracias a una de las panorámicas más fascinantes de la isla. Los dos por el precio de uno… llegar hasta allí y quedarse sin palabras ante un paisaje que cuesta imaginar que pertenezca a una isla bañada por el Índico.

Sugerentes y bucólicas estampas nos regaló aquella colina en la que la vegetación brota a raudales, dando vida a dos preciosos espejos que recogen la escasa luz que se pueden permitir las elevaciones del norte.

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Encontrarse en Bali es tener la posibilidad de viajar a la diversidad, a regiones que contrastan las unas con las otras por muy poca distancia que las separen. En esta isla la cuestión de playa o montaña sobra. ¿Por qué no ambas? sería la pregunta correcta.

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Pero, ¿qué veríamos en aquella colina que nos robó del todo el corazón?

CON TODOS USTEDES…LOS ZORROS VOLADORES!

Fijamos la mirada a nuestra derecha y vimos enganchados a dos palos lo que parecían bolsas de basura negras. Pero la vista nos falló en esta ocasión, puede que por miopía, incredulidad…o ambas. Porque fue acercarnos a sendas «negruras» y quedarnos absolutamente boquiabiertos de lo que teníamos delante. Científicamente diríamos Pteropus Vampyrus pero en cristiano algo mucho más certero y comprensible, dos ejemplares vivos de la especie de murciélagos más grande del mundo. ¡Los impresionantes zorros voladores!

No daba crédito ante semejantes criaturas de las que tantas ocasiones había oído hablar y nunca pensé tener tan cerca. Sin enganche alguno más que las garras de sus propias patas se sostenían boca abajo, con sus alas cerradas cubriendo su cuerpo peludo. Las orejas puntiagudas y erguidas remataban un rostro inocente que nada tiene que ver con el de los vampiros chupasangre. De hecho los Pteropus Vampyrus sólo tienen lo de vampiro en el nombre puesto que se alimentan básicamente de frutas y no son para nada peligrosos para los humanos.

Más bien lo somos nosotros para ellos. Es el Hombre el que ha provocado que en determinados países del Sudeste Asiático comiencen a ser una especie en peligro de extinción. Calculan que en Malasia puede no quedar ninguno antes de quince años. Y su situación no es mucho más halagüeña en Filipinas, Thailandia o Indonesia donde en ocasiones son cazados o abatidos por puro divertimento. Siempre recomiendo que antes de aniquilar a un inocente animal para soltar adrenalina se haga algo mucho mejor como darse cabezazos contra la pared. Sin duda, ganaríamos todos.

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Este animal nocturno es el «culpable» (entiéndanse las comillas) de la polinización de los bosques puesto que los excrementos basado en una dieta estricta de fruta y néctares son los fertilizantes más eficaces. Es por ello que los zorros voladores cumplen con una función impagable que jamás debería desaparecer.

Sus extraordinarias alas que se ocupaban de cerrar convenientemente como si de una capa se tratara eran de un tamaño más que sorprendente. Un zorro volador tiene una envergadura mínima de 1 metro de longitud, llegando a alcanzar el metro y medio en algunos casos. Con todo eso alguien que ama a los animales no puede observarlos sin emocionarse de tener frente a frente una de las más asombrosas especies del Reino Animal.

Teníamos curiosidad de dónde podíamos ver más ejemplares. Un hombre que estaba con ellos nos confirmó que procedían de uno de los bosques más prolíficos en esta clase de murciélagos, los Flying Fox, en el Bosque de Kedaton (Alas Kedaton) muy cerca de la localidad de Tabanan, situada bastante más al sur de donde nos encontrábamos. Nos sorprendió que no los tuviese atados o sujetos a algo para que no escaparan. Él nos aclaró que no estaban para nada amarrados y que ellos mismos podían volar cuando así quisiesen. Aunque ciertamente no era el día lo que más atrayese a estos traviesos vampiros de la fruta. ¿En Alas Kedaton podemos ver más con seguridad? – pregunté. Él nos aseguró que si profundizábamos en aquel bosque teníamos muchas posibilidades de que así fuera. Sin comerlo ni beberlo ya sabíamos cómo íbamos a culminar la ruta de aquel lunes atípico.

Pero los zorros voladores no eran los únicos reclamos de aquel hombre del mirador de Gobleg. La otra criatura que no dudaba en mostrar a los que allí estábamos era de color verde y sangre fría, tenía una buena longitud y una lengua bífida que no dudaba en airear. Nada más y nada menos que una pitón que no pude ni quise evitar tener sujeta en mis hombros durante unos segundos.

Su piel era gélida pero suave. Se retorcía, sobre todo por atrás, buscando un lugar donde enroscarse y a su vez demostrar que con un mínimo movimiento tenía una fuerza difícil de imaginar. Me encantan las serpientes y aquella no sabía duda que era…una Señora Serpiente. Y de apellido Pitón.

Aunque ya habíamos encontrado algo que nos había enamorado a primera vista, los zorros voladores, e íbamos a hacer lo que estuviese en nuestra mano para poder ver más y en absoluta libertad. Fuera ese mismo día u otro. Ya teníamos otro objetivo en este viaje.

DE CAMINO AL SUR CON LA LLUVIA COMO ILUSTRE COMPAÑERA

Ya teníamos pensado un plan. Después de bajar las montañas iríamos a comer bien próximos al arrozal de Jatiluwih o bien en Pacung, para después ir a otro Bosque de los Monos, Alas Kedaton, e intentar ver a esos zorros voladores que descansan en el interior del bosque enganchados a las ramas de los árboles más altos y resguardados.

El retorno a las tierras bajas contaría con una lluvia torrencial que duraría apenas unos minutos, los que tardaríamos en dejar atrás la cadena montañosa en la que estaba claro que Dewi Danu no quería defraudar a sus devotos. Caía tan fuerte que costaba ver lo que teníamos delante en la carretera.

Y en cuanto descendimos lo suficiente para ponernos a la altura de Danau Bratan dejó de llover, pudiendo  continuar nuestro camino con suma normalidad.

NUEVO ALMUERZO PANORÁMICO

Al final nos decidimos por el Arrozal de Pacung para almorzar en un restaurante-buffet de comida balinesa con unas vistas prodigiosas del paisaje. Continuamos con nuestro procedimiento habitual de informarnos del precio total (tasas incluidas del 21%) y de rechazarlo por caro (con el clásico amago de marcharnos). Y una vez más no falló nuestra estrategia, ya que logramos erradicar dicho porcentaje impositivo y conseguir que la comida se quedara en aproximadamente 6$, con una bebida incluida. Ciertamente aún así es más caro que cualquier warung pero en lugares como este no se paga lo que comes sino dónde te lo comes.

Y es que con semejante telón de fondo incluso parece que el satay toma mejor sabor…

Aunque luego están las clásicas consecuencias de ir a un buffet, que lo quieres acaparar todo y al final te vas con una comilona de muy señor mío. Y la sobremesa se convierte en en un trago pesado y somnoliento que no hay quien logre despegar los párpados. La única siesta posible era la que podríamos tener en el coche en un período de máxima brevedad.

COCHES CON CONDUCTOR EN BALI (Y LA POSIBILIDAD DE RESERVAR POR ADELANTADO)

Bali es uno de esos destinos en Indonesia donde viene muy bien contar con un coche con conductor para aprovechar al máximo la estancia en la isla. Afortunadamente existe una joven empresa española llamada Routive que se encarga de poner en contacto a los viajeros con conductores profesionales tanto de habla hispana como inglesa para moverse en destinos como Bali, Java o Lombok.

Ofrecen coches para jornada completa o mediodía con rutas personalizadas para tener total libertad para elegir dónde queréis que os recojan, a qué hora, lo que queréis ver, dónde comer, etc.. Es ideal también para el que no tenga muy claro el recorrido y prefiera que le den recomendaciones tanto previamente como sobre la marcha. Más información sobre condiciones y precios en www.routive.com

 

ALAS KEDATON: UN BOSQUE SAGRADO DE MONOS Y MURCIÉLAGOS

En la regencia de Tabanan, muy cerca de la villa de Kukuh accederíamos a otra Reserva Sagrada en la que los macacos campan a sus anchas como lo hacen en Ubud, pero al ser un lugar menos visitado tanto por turistas como locales, tiene un carácter algo menos circense. Nuestro objeto era conseguir ver un buen número de zorros voladores dormitando boca abajo en los árboles, pero ya de paso teníamos en mente aprovechar el precio de la entrada (10.000 Rp, incluye guía) y darnos una vuelta por allí.

P1150911Alas Kedaton es un nombre que tiene que ver con el del Templo que hay en su interior, el cual está habitado por un buen número de monos. Se calcula que hay como mínimo unos 500 macacos, los cuales pueblan el bosque y el área en la que pasean los visitantes, pero me dio la sensación que tenían que ser muchos más. Y es que había familias al completo y muchísimas crías que seguro incrementaban las cifras oficiales. La mujer que nos acompañó durante los primeros instantes que pasamos en Alas Kedaton nos aclaró algo que se veía nada más empezar a caminar, que los monos de aquí son mucho más tranquilos que los de Ubud, puesto que están menos maleados y gran parte de su dieta es arroz, algo que les hace ser menos dependientes a los caprichos que tienden a dar los turistas. Y era absolutamente cierto, ya que no tuvimos que tomar precaución alguna para no ser asaltados por unos monos ladrones que si pueden te roban hasta las gafas se Sol.

En los aledaños del templo había tal cantidad de macacos que parecían ser una plaga. Estos se apelotonaban en el suelo, saltaban por las barandillas e iban de un lado al otro con sus crías a cuestas. Tuvimos que caminar con sumo cuidado para no poder pisarle el rabo a más de uno, algo que no era en absoluto sencillo aunque ellos también estuviesen atentos para no importunarles.

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Al Templo propiamente dicho no se podía entrar (como la mayoría en Bali, que quedan reservados para los fieles) pero como los muros eran muy bajos nos bastó darle un rodeo para poder echarle un ojo. Es muy humilde pero bien encajado en la boca del bosque, nada comparado con las dimensiones de Taman Ayun, Gunung Kawi u otros templos importantes. Interesante pero no grandioso.

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Hicimos un vídeo rodeando el Templo Alas Kedaton con nuestros amigos los macacos y el spanglish de la guía balinesa que nos acompañó:

P1150927Pero nosotros estábamos a lo que estábamos, a los murciélagos. Después de preguntar a varias personas llegamos a la conclusión de que teníamos que internarnos al bosque por nuestra cuenta y riesgo (la guía sólo te muestra el templo y aledaños). Y eso fue exactamente lo que hicimos, tratando de seguir un sendero y fijando nuestro cuello hacia lo más alto, a los árboles cuyas ramas se retorcían una y otra vez, cegando cualquier posibilidad de que el Sol incidiera sobre las mismas. Aunque lo único con lo que nos encontramos fue con los macacos revoltosos ejerciendo de saltimbanquis. Ni rastro de los murciélagos gigantes de los que nos habían dicho veríamos por decenas. Y vaya si dimos vueltas porque no nos quisimos dar por vencidos hasta que la evidencia nos hizo desestimar nuestro propósito.

Una vez regresamos a la luz, junto a más personas, logramos ver tres o cuatro murciélagos que tenían relativamente libres pero que se podían tocar o alimentar. Era una especie de semicautividad puesto que alguno de ellos se marchaba para después volver a sus amos quizás acostumbrados a la comida que le daban. Aún así me pareció realmente impresionante cuando éstos estiraban sus inmensas alas para iniciar el vuelo. Es todo un espectáculo disfrutar de ese aleteo en sus idas y venidas al bosque y darse cuenta que uno no está delante de un simple murciélago de los que estamos acostumbrados en la ciudad…

Y es que algo me ha quedado muy claro, que los vampiros existen. Aunque a estos en realidad les vaya más eso de comer frutos que de chupar la sangre de sus víctimas. De los crucifijos, el ajo o el agua bendita ni fu ni fa. Ellos se limitan a dormitar boca abajo en horas diurnas y darse la vuelta en contadas ocasiones para expulsar la comida. Ya de noche abandonan sus ramas para partir en en grupos numerosos hasta el mismo instante en que salga el Sol.

Cierto es que nuestra misión no se completó como queríamos pero no había que olvidar que durante los viajes a menudo se avienen segundas oportunidades en el momento y lugar en que menos te lo esperas. Porque los zorros voladores darían que hablar, al menos una vez más.

RETORNO A UBUD

Alas Kedaton supuso la última visita de un día bastante completo, a mi juicio, que nos mostró de una tacada esa diversidad cultural y paisajística de la isla de Bali. Regresamos a Ubud completamente dormidos y emplazamos al conductor al día siguiente donde teníamos relativamente claro un posible itinerario que, como este, podría estar sujeto a cambios de última hora.

La tarde/noche fue muy tranquila, de descanso en el hotel, un buen baño, una buena ducha y todo lo que uno puede plantearse en un período de relax que también debe complementar un viaje. Salimos a cenar a otro sitio nuevo en la Jalan Monkey Forest, no tan bueno como el del día anterior (ni tan barato) e hicimos recopilación de ofertas en casas de baño y masaje porque sin ese capricho no nos íbamos a ir de Bali. Se ofrecían los paquetes más completos y sugerentes, aunque nosotros estábamos concienciados a darnos un masaje y una sesión de mandi lulur, que quiere decir, baño en pétalos de flor. Finalmente decidimos posponerlo para dentro de uno o dos días.

Y es que esa es otra de las muchas facetas que ofrece Bali, un paraíso para todo tipo de personas.

CONTINUARÁ…

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