Así fue el viaje destino Malmö con El Sueño de Morfeo
La pasada semana disfruté de una experiencia personal y profesional extraordinaria. Como parte del equipo de Los40viajes, marché como medio de comunicación a vivir y cubrir el viaje en barco del grupo que representará a España en el Festival de Eurovisión 2013 con el tema «Contigo hasta el final». Raquel del Rosario, David Feito y Juan Luis Suárez llegaron a Malmö con una semana de antelación y de una forma distinta… en crucero. El Buque Empress de Pullmantur fue el medio con el que la delegación española, músicos y prensa, viajó hasta la ciudad sueca. En mi caso me subí a bordo en Amsterdam tras visitar la capital holandesa para después continuar hacia Hamburgo y navegar por el Mar del Norte hasta llegar a la sede eurovisiva.
Fue una aventura profesional que mezcló música y viajes, en las que conseguí departir con el grupo sobre anécdotas y sueños viajeros y en las que me sentí en familia con la organización y mis compañeros de otros medios de comunicación. Una experiencia nueva para mí que además me regaló unas escenas en ciudades tan apetecibles como Amsterdam, Hamburgo, Copenhague y la propia Malmö.
Allá van unas pinceladas sobre este viaje. Eso sí, ya podéis leer la entrevista que le hice a El Sueño de Morfeo publicada en Los40viajes. Pero antes de llegar a Malmö sucedieron muchas cosas:
TODO COMENZÓ EN AMSTERDAM
Llegamos a Amsterdam muy temprano, y dado que no podíamos embarcar hasta la tarde, tuvimos tiempo para salir por la ciudad. Era mi cuarta vez en Ámsterdam, la que siempre he dicho es mi ciudad preferida en Europa. Siempre es buen motivo para regresar, así que aquel día primaveral que superó los 20 grados, aproveché para captar la esencia de sus calles y sus canales. De hecho dimos un paseo por algunos de los principales canales principales de la ciudad utilizando una embarcación que se ajustaba al milímetro al mar de puentes por las que cruzaban peatones a pie o en bicicleta.
Siempre había recorrido Amsterdam caminando, por lo que esta vez en barco supuso observar la ciudad desde otro ángulo, a pie de canal. Buscando detalles en las casas, el porqué de sus grúas en las fachadas o de esas estrecheces debidas a tasas de origen medieval. O viendo pasar a la gente que siempre abarrota el centro y le da tanta vida a la capital holandesa.
También hubo tiempo para pasear y captar el aroma del Mercado de las flores, donde no todo eran tulipanes… En primavera este mercado se encuentra en plena combustión y merece mucho la pena.
Ya por la tarde, con la llegada de una repentina tormenta, embarcamos con nuestras maletas en el Buque Empress, una ciudad flotante con más de 2.000 personas en su interior. Y con piscina, restaurantes, biblioteca, sala de juegos, teatro e incluso un rocódromo. Ese barco que Pullmantur fletó para llevar a la gente a Eurovisión y donde sonaban canciones de Massiel, Salomé o Abba en el hilo musical. ¡Rumbo a Hamburgo!
HAMBURGO, OCHO SIGLOS DE PUERTO
No pisaba Hamburgo, en el norte de Alemania, desde hacía doce años nada más y nada menos. Fue en un interrail en el que pasamos por la ciudad para dar un salto hacia Escandinavia y recuerdo preparamos con gran cariño y tino una fabada asturiana de lata en uno de los andenes de la Estación de trenes. ¡Qué tiempos aquellos!
Esta vez llegamos al puerto de Hamburgo en el Empress, adentrándonos prácticamente 100 km por el Río Elba desde el Mar del Norte. Y tuvimos la suerte además de coincidir con que era día festivo en Alemania y se celebraba además del 804º cumpleaños de la fundación del puerto de Hamburgo. Por ello había un buen número de barcos de vela, algunos muy antiguos, surcando las aguas del río Elba y proporcionando una preciosa escena visual. Desde nuestra embarcación pude recoger numerosas imágenes de estas naves.
Después hubo tiempo de hacer un bonito recorrido por Hamburgo partiendo desde el puerto. Y encontré una ciudad muy arreglada desde la última vez. Me pareció entrañable la zona de los antiguos almacenes, con edificios restaurados para otros usos más actuales y engalanando uno de los barrios más auténticos de la ciudad.
Y es que Hamburgo tiene su ciudad-almacén o Speicherstadt que recuerda una época en el Siglo XIX en la que fue puerto franco. Y ha sabido convertir su faceta más industrial en un precioso paseo de canales y puentes.
Entre diversos incendios y el devastador efecto de la II Guerra Mundial gran parte de la ciudad fue destruída, aunque todavía permanecen restos en calles como Deichstrasse, que muestra las típicas casas de origen medieval. El casco histórico no va mucho más allá de esta calle, que viene a rematar en un recuerdo de la destrucción por parte de los bombardeos aliados. La iglesia de San Nicolás (St Nikolai) conserva su torre quemada (a la que se puede subir y donde dicen están las mejores vistas de la ciudad) y parte de su templo, aunque resulta impactante verlo en semejante estado. Hoy funciona como un Memorial de la guerra que repasa los peores episodios vividos en la ciudad de Hamburgo, especialmente afectada en la contienda.
Después nos fuimos a la Plaza del Ayuntamiento de Hamburgo (Rathausplatz) con el que probablemente sea el edificio municipal más hermoso de toda Alemania y que tan bien recordaba de mi primera vez en la ciudad. Es, sin duda, un motivo que justifica de sobra un viaje hasta allí, más allá de que tenga una oferta de ocio tan espléndida y se coma (y beba) muy pero que muy bien.
Pasamos por el barrio de St Pauli (una especie de barrio rojo a la alemana) y vimos caer la tarde en el Lago Alster, formado por la desembocadura del río del mismo nombre en las aguas del Elba. Y es que Hamburgo cuenta con dos lagos en uno, porque el Alster tiene su parte exterior (mucho más grande) y la interior (próxima a la Rathausplatz). Y eso supone estar en plena naturaleza sin salir del centro de la ciudad, algo que los locales y turistas saben aprovechar al máximo.
Al anochecer regresamos al barco. El Sueño de Morfeo había llegado y, a partir de ese momento, compartimos con ellos cena, brindis y unas palabras de ánimo de cara a su participación en Eurovisión.
DÍA DE NAVEGACIÓN ENTRE EL MAR DEL NORTE Y EL BÁLTICO
El día previo a la llegada a Malmö lo pasamos por entero navegando. Había que rodear la península danesa de Jutlandia por el Mar del Norte y desde Skagen por el Mar Báltico. La jornada la aprovechamos para realizar las entrevistas a los chicos de El Sueño de Morfeo y disfrutar tranquilamente de las instalaciones del Buque Empress. El Restaurante Wei fue el lugar elegido para las entrevistas y allí fuimos entrando uno por uno. Todos los medios (TVE, Semana, Hola, 20 minutos, Revista DT, etc…) abordaban el tema de Eurovisión. En mi caso el interés era sacar su faceta más viajera y hablar del trayecto en barco y de esos rincones que le roban el sueño a El Sueño de Morfeo (valga la redundancia).
Estaba expectante pero tengo que reconocer que Raquel, David y Juan me lo pusieron fácil. El de los viajes es un tema que siempre los artistas agradecen, y si servía para descongestionar los interrogantes surgidos en Eurovisión era más bienvenido todavía. Puse la grabadora a actuar y tras romper el hielo con una anécdota personal con ellos años antes (el padre de Rebeca participó en el videoclip de la canción Demasiado tarde donde hacía de padre malvado de Raquel) empezamos a charlar amistosamente. Y tengo que decir que estuvieron muy bien. David el más hablador, Juan más callado y Raquel con ganas de compartir sur rincones favoritos.
Antes de que leáis la entrevista completa a El Sueño de Morfeo puedo adelantar que Raquel del Rosario conoce Tokyo y se confiesa como una apasionada de la cultura japonesa, que David es un enamorado de Nueva York y que Juan, a pesar de haber viajado mucho, se sigue quedando con su Asturias querida por encima de todo y, sobre todo, con Salinas, su pueblo.
Tras las entrevistas todos nos fuimos hacia el puente de mando para charlar con el capitán y que nos contara los entresijos de la ciudad flotante en la que vive durante prácticamente todo el año. Manejar una embarcación de este tipo, con más de 600 tripulantes, no es sencillo ni mucho menos. Requiere de mucha sincronización y, sobre todo, de un trabajo en equipo que no puede contar fisuras. Mientras mirábamos mapas del Mar del Norte y el litoral jutlandés eran unos cuantos que no quitaban ojo a la mar con sus prismáticos.
La tarde fue bastante más relajada, más de leer, siesta, tratar de conectarse a internet y tomarse un cafecito en la barra de bar. Y estar con mis compañeros de prensa, con los que hubo un feeling especial. Sin conocernos de nada hicimos todos piña enseguida. Y para mí fue una master class en toda regla.
Ya por la noche asistimos al concierto que dio El Sueño de Morfeo en el Salón Broadway. Su primer showcase en alta mar, donde no hacía falta pedir que el público se moviese (con el oleaje bastaba), y en la que me sorprendió mucho cómo Raquel se metía en el bolsillo a la gente, muchos de ellos turistas vacacionales que no habían escuchado al grupo en su vida. Me lo pasé muy bien cubriendo el espectáculo, estando en primera línea (y canturreando los temas que me sabía). Era un último empujón hacia los chicos de cara a defender su canción eurovisiva «Contigo hasta el final».
Tras cenar y recopilar fotos tuve que hacer la maleta porque al día siguiente desembarcábamos temprano en el puerto de Malmö. La historia estaba a punto de acabarse, pero aún quedaban cosas buenas por pasar.
ENORME RECIBIMIENTO EN MALMÖ
Fue bajar las escalerillas del barco y empezar a tocar una banda de música sintonías de Abba. Nunca nos imaginábamos que fuésemos a tener un recibimiento así. Y no hablo de la prensa o del grupo, sino de todas y cada una de las personas que fueron saliendo del buque. Con banderitas españolas en las manos, las música de fondo y El Sueño de Morfeo desembarcando también se produjo un subidón anímico total.
El capitán del barco entregó una placa conmemorativa al grupo y fue momento de despedirnos de ellos y darles el último aliento. Mi consejo fue que se divirtieran, que no pensaran en resultados… que iban a vivir algo único.
UNAS PÍLDORAS DE COPENHAGUE
Ese último sábado tuvo un poco de todo. Aprovechamos para hacer una visita a Copenhague, a sus rincones más emblemáticos. Y es que la capital danesa está tan sólo a media hora de Malmö atravesando el puente de Oresund. Es una especie de salto en el Báltico que te permite pasar de Dinamarca a Suecia, y viceversa, en un plis plas. Yo lo había hecho en tren mucho tiempo atrás. Esta vez era en minibus y por carretera.
Había tenido la suerte de estar en Copenhague dos veces en los últimos años, por lo que aquel «viaje express» me sirvió tan sólo para recordar sitios, escenas y disfrutar de un bello cielo azul adornando una de las ciudades más bellas de Escandinavia. La Sirenita, el puerto Nyhavn, el Palacio de Amalienborg y tomar un barco que nos llevara por los canales y nos mostrara otra visión de la ciudad. Fueron unas horas espléndidas en las que, como siempre que estoy en Copenhague, acabo confirmándome a mí mismo que me fascina la ciudad. Cada vez más, de hecho.
Del recorrido que hicimos os muestro unas pequeñas píldoras, imágenes que me recuerdan una y otra vez que no me importa regresar en absoluto a la capital danesa:
MALMÖ: DESTINO FINAL
Malmö es la hermana pequeña y sueca de Copenhague. Muchas veces pasa desapercibida a pesar de encontrarse a tan sólo un paso de la misma. Las comunicaciones no pueden ser mejores entre una ciudad y otra. En aquel interrail de 2001 simplemente la utilizamos como enlace para tomar un bus nocturno a Oslo, por lo que no tuvimos tiempo de verla. En esta ocasión me quité la espina, sobre todo, cuando pudimos mezclarnos en el ambiente excelente de Lilla Torg, «La Placita» de Malmö. Es el corazón medieval de la capital de la provincia de Escania y sus bares funcionan por igual tanto en verano como en invierno.
Lilla Torg es la esencia de Malmö recogida en un pequeño espacio. Entramados de madera abrazando edificios de colores realmente antiguos, terrazas de restaurantes a rebosar, una vieja cabina de teléfono y cientos de bicicletas aparcadas por doquier. Aquel sábado, además, era la víspera de Eurovisión, por lo que bandas callejeras entonaban algunos de los grandes éxitos de la Historia del Festival. No lo voy a negar, me hubiera encantado quedarme toda la semana y seguir el ambiente. Esos días tenían previstos muchísimos actos y las discotecas iban a funcionar los siete días hasta que fuera la finalísima.
También tuvimos tiempo de acercarnos a ver de cerca el Turning Torso, rascacielos residencial de 190 metros de altura levantado por el arquitecto español Santiago Calatrava. Esta torre retorcida, además de ser uno de los edificios de apartamentos más alta de Europa, se ha llevado muchos premios internacionales. Y le ha dado a Malmö un color más moderno, sobre todo a la que era una zona un tanto deprimida que ha empezado a despertar en torno a aquel edificio.
Terminamos almorzando (casi merendando) un salmón en salsa excelente en el restaurante del Moderna Museet (Museo de Arte Moderno) de la ciudad. Allí, como siempre se suele hacer, recopilamos los mejores momentos de un viaje de prensa que se había convertido finalmente en un viaje entre amigos. Porque mira que nos dió pena despedirnos después en el aeropuerto.
A veces los viajes de trabajo pueden convertirse también en viajes de placer. Basta con proponérselo y tratar de absorber todo lo que tienes a tu alrededor. Y cierro con el estribillo de la canción que tocará en Malmö El Sueño de Morfeo el sábado 18 de mayo…
«Quiero que me invites a viajar… contigo hasta el final»
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
PD: Si queréis leer la entrevista que le hice a los componentes de El Sueño de Morfeo en el barco que nos llevó a Malmö pincha aquí.
4 Respuestas a “Así fue el viaje destino Malmö con El Sueño de Morfeo”
Joer, me has dejado asombrado con tu nueva faceta. Felicidades Sele, me encanta que se cumplan los sueños de la buena gente. Te seguiré también en esa nueva faceta periodística 😉
Que tal Sele?
Muy buena entrevista y seguro que vendrán muchas mas. Enhorabuena por todo, sabemos que te va genial.
Un abrazo desde Las Palmas.
Buenas Sele,
Gran entrevista y mucho mejor viaje, Que envidia me das!!!
[…] puerto de Santo Domingo al barco Zenith de la compañía Pullmantur (con quienes hice años antes un viaje a Malmö con El Sueño de Morfeo por Eurovisión). Será el medio para disfrutar de un gran viaje y llegar a islas soñadas. […]