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Reunión, isla de convivencia

Isla Reunión no sólo sorprende por su variedad de paisajes y microclimas, que cambian en cuestión de minutos o kilómetros. Este minúsculo refugio isleño en pleno Océano Índico con un tamaño similar a Luxemburgo e inferior al de la Comunidad de Madrid se caracteriza además por la diversidad de razas, orígenes y tradiciones de sus gentes. La población local, sea negra, blanca, india, china, mestiza, musulmana, cristiana o hindú, se pone a la sombra de una sola idea, el orgullo de ser criollos y partes iguales de un mismo mundo en el que les toca convivir.

Gente de Isla Reunión en Saint Denis

Un destino multiétnico como Isla Reunión no deja indiferente a nadie, puesto que en su modo de vida la tolerancia y el respeto por la persona se sitúan encima de los convencionalismos y sinrazones que en otros países del mundo se mantienen presentes en pleno siglo XXI.
Nada más llegar a Saint Denis, o incluso ya en el avión desde París, no cuesta advertir que los tonos de piel de las personas varían del blanco nuclear al negro tizón pasando por otras tonalidades derivadas de la mezcla. Es parte de la diversidad étnica que compone esta isla de algo más de 800.000 habitantes perteneciente a la República de Francia. En realidad fue la Historia la que consiguió que todos se encontraran en este paraíso de montañas, selvas, volcanes y playas de postal. Durante los primeros siglos de habitabilidad de la isla la llegada de población de otros países no siempre fue voluntaria. De hecho Isla Reunión, entonces llamada Ile Bourbon (Isla Borbón) en homenaje a la Familia Real francesa (la rama de los Borbones españoles), se convirtió en una tierra a explotar a base de esclavos y trabajadores forzados que eran necesarios para las plantaciones de caña de azúcar.

Musulmán en Isla Reunión

Los colonos blancos venidos de Francia se subieron a la ola de la riqueza fácil a partir de la labor ajena. La abolición de la esclavitud a mitad del siglo XIX calmó bastante las cosas, aunque no del todo, ya que a los trabajadores les costó mucho hacerse con derechos fundamentales. Y entonces, además de los africanos llegados en barcos desde Madagascar, Mozambique, Kenia y un largo etcétera (llamados cafres, hoy sin tanto sentido peyorativo), empezó a venir gente de la India. Los del sur del país asiático, en su mayoría tamiles, se les conocía como Malbars. Y a los del norte Zarabs. Mientras que los primeros trajeron el hinduismo a la isla, los segundos, en su mayoría del Rajastán, mantuvieron su tradición musulmana. Así hasta hoy.

Templo hinduísta en Saint Denis (Isla Reunión)

Por otro lado a lo largo de los siglos XIX y, sobre todo, el XX, enormes oleadas de chinos aumentaron el batiburrillo étnico que, ya entonces era colosal. Aportaron la faceta de comerciantes que en la actualidad se aprecia fácilmente en casi cualquier localidad réunionnais.
Para añadir más condimentos a esta mezcla, tenemos que sumar el 10% de personas provenientes de la Metrópolis (así llaman a Francia en la isla) que, por unas razones u otras, se vinieron a vivir a Reunión. Quizás atraídos por la gran calidad de vida que uno encuentra aquí enseguida. Estando en la isla me he dado cuenta que enamorarse de sus encantos es bastante fácil. Los criollos naturales se refieren a “los extranjeros” (aunque pertenecen al mismo país) como Zorails. Esta palabra, “zorail”, se considera a veces algo despectiva, aunque el tiempo está haciendo por eliminar connotaciones negativas.

Comprando en el mercado en Saint Denis (Isla Reunión)

El mestizaje en Isla Reunión es un hecho. Se pueden ver parejas de distintos orígenes que han tenido niños. Así ha ocurrido durante varias generaciones y así está ocurriendo ahora. De ese modo los prejuicios étnicos se van quedando cada vez más apartados, siendo éste uno de los mejores ejemplos de convivencia que he visto en mucho tiempo.
Pero hay más. No sólo basta con que todos están juntos sin rehusar de orígenes y tradiciones, sino que la isla es también multi-religiosa sin peros que valgan. De ahí que no sea extraño pasearse por la calle y ver un templo hinduista muy colorido junto a una mezquita que llama a la oración cinco veces al día como se pueda hacer en Marruecos. Y mientras tanto que repiquen las campanas de una iglesia (la mayoría de la isla practica el catolicismo). Sea como sea las creencias no se imponen ni la gente se pelea por ellas. No hay debate sobre a qué Dios rezar (o si rezar algún Dios) o en tener que dar explicaciones a nadie. Esto que nos parece tan normal se juzga (y castiga) en no pocos países del planeta.

Musulmanes en Isla Reunión

Las calles son el mejor ejemplo de esta mirada caleidoscópica a Isla Reunión. La diversidad étnica y religiosa no es un sueño sino una realidad palpable bajo una misma bandera, la de ser ciudadano criollo. Para más inri quienes llevan varias generaciones en Isla Reunión hablan una lengua proveniente del francés de la época colonial con palabras malgaches y de otros países, el créole, que hay que reconocer le cuesta comprender incluso a los propios franceses.

Gente paseando en Saint Denis (Isla Reunión)

Al final el mestizaje lo encontramos en el lenguaje, en las escenas de la vida cotidiana, en los lugares de culto, en la música y, por supuesto en la comida. Aunque aquí tengo que decir que el que ha ganado por goleada ha sido cari (una especie de curry venido de India), que forma parte de los principales platos locales. Los chinos también aportaron bastantes cosas al menú réunionnais, y eso en un viaje como el que estoy haciendo, es de agradecer.

Iglesia en Isla Reunión

Joseph, un criollo con el que estuve charlando en Sainte Rose, de padre negro descendiente de esclavos y madre blanca de tercera generación en la isla, dijo algo que resume a la perfección este ejemplo de concordia. “Somos cuatro vecinos en Isla Reunión. ¿Para qué vamos a pelearnos por diferencias estúpidas? Mejor trabajemos juntos para salir adelante, ser mejores cada día, educar a nuestros hijos y disfrutar de este paraíso en el que tenemos la suerte de vivir”.

Ventana abierta en Hell-Bourg (Isla Reunión)

No puedo estar más de acuerdo. Ojalá fuera tan fácil llevarlo a la práctica en un mundo cada vez más deshumanizado. Mientras deseamos que suceda siempre nos quedará la esperanza… e Isla Reunión.
Sele
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