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10 ingredientes para hacer turismo rural del bueno en Navaluenga

Hubo un tiempo en el que en España se asoció el concepto de turismo rural a dormir en el pajar cochambroso que la tía Paquita tenía en el pueblo. Se estaban dando los primeros pasos (a ciegas) y han hecho falta años y destreza para equilibrar este tipo de experiencias turísticas que no tienen que reñir con la calidad y confortabilidad de sus posibles usuarios. Recientemente pudimos practicar turismo rural del bueno pasando un fin de semana extraordinario en Navaluenga, un pequeño pueblo abulense situado en la comarca del río Alberche y en lo que se consideran ya estribaciones de la Sierra de Gredos. En una casa rural gigantesca de la localidad comparitmos chimenea, caminatas, fotografías y juegos con otros bloggers de viajes a los que nos une una buena amistad y ganas de vivir grandes momentos.

Otoño en Navaluenga

Vista (y vivida) la experiencia os voy a dar los 10 ingredientes necesarios para disfrutar de la mejor escapada rural en Navaluenga en el que no importará si llueve, truena o nieva.

¡YA DISPONIBLE EL VÍDEO RESUMEN DEL FIN DE SEMANA RURAL EN NAVALUENGA!

Tanto Rebeca como yo somos muy aficionados a escapar de la gran ciudad en cuanto podemos para permitirnos las tan necesarias pausas a la rutina. Desde Madrid basta un ratito para intercambiar el asfalto y el tráfico por paisajes deslumbrantes que nos recarguen las pilas para el resto de la semana. Un poco de aire puro, buenas vistas y el calor de una casa rural cuando el invierno se deja tocar con su aire gélido, siempre ayuda. Y es otra forma de viajar por el país, de indagar en lo que no queda tan lejos pero que también sorprende y, además, revitaliza.

Por eso mismo cuando el portal Escapada Rural y los responsables de Casas Rurales Navaluenga.net nos invitaron a compartir un fin de semana con otros amigos bloggers no nos lo pensamos dos veces. Navaluenga nos esperaba en las profundidades de un otoño frío en el Alto Alberche, donde las montañas nos mostrarían el color anaranjado de los árboles caducos y las primeras nieves de la temporada. El pueblo se volcó con nuestra llegada y el hasthag de twitter #NavaluengaRuralTrip se convirtió en nuestro lema de viernes a domingo tanto a un lado como el otro del bellísimo puente romántico que inmortaliza a esta localidad de la provincia de Ávila.

Otoño en Navaluenga

Esta experiencia rural forjó una receta con diez ingredientes esenciales para disfrutar al máximo de Navaluenga y sus alrededores. Como si de un libro de cocina se tratara, tomad nota y después encontradle el equilibrio que vosotros le daríais para cerrar una escapada perfecta a la zona.

Un pueblo abierto y amable

Navaluenga nos recibió con los brazos abiertos y, sobre todo, ganas de que viéramos cómo viste durante el otoño. El icono más monumental que ofrece es un puente de piedra que data del Siglo XVI, el cual merece la pena fotografiar desde distintos ángulos, así como perderse en la chopera que tiene a sus espaldas en las que durante la estación incide especialmente (y salen setas por todas partes).

Puente románico de Navaluenga

En el Ayuntamiento una pancarta con el hashtag que estábamos utilizando en twitter sirvió para darnos la bienvenida, pero con lo que nos quedamos es con la cercanía de la gente. Que en el Bar El Bodegón sacaran el cajón de percusión para cantarnos un rato con motivo de nuestra boda en 2014, o en el Restaurante Avenida nos trataran con tanto cariño, fue la chispa que necesitábamos para sentirnos a gusto. Hizo mucho para ello Rodrigo, Gema, un micólogo profesional y todas y cada una de las personas que nos hicieron sentir Navaluenga como algo propio. Yo, además, que no tengo pueblo y siento una enorme frustración por ello, me encariño enseguida con estos lugares tan acogedores.

Una casa rural de película

La Fortaleza, que es el nombre de la casa en la que pasamos el fin de semana rural en Navaluenga, no es una casa cualquiera. Aquello es una casona de piedra de tres plantas en la que pueden pernoctar hasta treinta personas con todas las comodidades y un salón inmenso que rodea una chimenea que cuando se enciende insufla magia en cada llamarada. Esa atracción por el fuego «televisado» en directo que calienta los huesos propios y ajenos, es uno de los imanes de una casa preciosa con habitaciones muy personales y, sobre todo, confortables. Como dije antes turismo rural no es dormir sobre muelles rotos y paja. En realidad La Fortaleza (así como las otras que se gestionan en Navaluenga.net tales como La Encinilla, la casa de cucu, etc…) agrupa lo mejor de las casas rurales con lo mejor de los hoteles, dejando una perfecta autonomía a los ocupantes con el ojo siempre atento de Rodrigo o Gema, que permanecen atentos de que todo esté perfecto.

La Fortaleza (Navaluenga)

De forma simpática a la casona La Fortaleza le apodábamos «La Casa de Gran Hermano» precisamente por su salón y sus sofás dando a la chimenea y a una enorme televisión plana en la que en cualquier momento pudiese aparecer la Mercedes Milá de turno con un vestido elaborado con lechugas de la tierra. Sea como fuere es un salón en el que cabe muchísima gente sin apreturas. Y con una cocina con isla a las espaldas en la que irse preparando un café calentito o robar algún que otro churro del desayuno (confieso que yo lo hacía…).

Casona La Fortaleza de Navaluenga

Un parque para ir por cuerdas de árbol en árbol

A los amantes de la suelta de adrenalina en plena naturaleza Navaluenga les obsequia con el Paque de aventura en los árboles Las Cabezuelas, comunmente conocido como «parque de cuerdas». Allí uno se deshace de los vértigos para ir de árbol en árbol caminando por cuerdas o lanzándose por tirolinas de aúpa. Hay distintos circuitos y yo me animé con el comienzo de cuerdas y canopy, pero tuve un mareo bastante fuerte mientras hacía equilibrios en una cuerda de la ruta y decidí bajarme no fuera a tener un susto.

En el Parque de las cuerdas (Navaluenga)

Pero aún así la experiencia compensa. Y esa aventura en los árboles es uno de los atractivos de la zona con los que abrir boca antes de irse de barbacoa o picoteos varios.

Con Miguel Páez

Caminar y disfrutar del paisaje

Hacer senderismo en la zona es Ley, ya sea un paseo corriente por los alrededores de Navaluenga o internándose en esas montañas antecesoras de Gredos. Ahí el premio está en las panorámicas envidiables de naturaleza de verdad, que en otoño se pone el traje ocre, amarillo y rojo. En nuestro fin de semana cayeron las primeras nevadas de la temporada, adelantándose el invierno y decorando las cumbres con un blanco que probablemente no se retire hasta bien pasada la primavera.

Paisaje de Navaluenga

El paso del Alberche es accidentado, vertiéndose en pantanos y dejando al trasluz un sendero natural que consigue relajarme con sólo mirarlo. Simplemente estar allí, verse rodeado de todo aquello, es salud. La calidad de vida no se mide en decibelios o centros comerciales sino en lo sencillo que sea lo que hay a nuestro alrededor. Y en Navaluenga puedo decir que encontré sino eso, algo que se le parecía mucho.

Rebeca y yo en Navaluenga

Hay rutas para hacer avistamiento de aves (la ornitología está cada vez más en boga), para ir a buscar setas o montar a caballo por los prados. Son maneras de disfrutar del paisaje y olvidarnos de todas esas cosas ruidosamente poco importantes que son un estorbo más que una virtud. El aleteo de un buitre, la combinación de colores en los valles y ese sentir la tierra que tiene la gente de la comarca, son razones para hacer de Navaluenga una escapada perfecta y necesaria.

Paisaje de Navaluenga

Buen yantar…

¡Cómo se come en Navaluenga! ¡Cómo se come en la comarca! Es cierto que en España es difícil que haya lugares en los que no se coma bien. Pero si existe, no está aquí. Eso es seguro. La materia prima es excelente, con esa ternera serrana que en formato chuletón, entrecot o como se quiera, se muestra tan jugosa que puede decir está en la Champions League de carnívolos como el que os escribe. O el pollo de corral del que no quedan ni los huesos.

Pollo de corral del Restaurante Avenida de Navaluenga

A mí me parece muy bien eso de las Estrellas Michelin, los Top Chef y la cocina de vanguardia que tan de moda está en todo el mundo. Pero reconozco soy más aficionado a la comida casera, a las recetas de nuestras abuelas y a confiar en el producto para saber que el plato estará bueno sin añadidos o experimentos raros. Soy un clásico en «el buen yantar», por lo que en el fin de semana en Navaluenga disfruté de lo lindo del secreto ibérico, el chuletón hecho en la barbacoa, las migas del pastor, las judías de la Avenida, chuletillas, huevos rotos, torreznos, croquetas… Lo que viene siendo comida de verdad, sin trampa ni cartón. Y de la máxima calidad. Eso en la comarca, en los pueblos de las siete navas, lo saben muy bien.

Comiendo en El Bodegón

… y buenos vinos

Si no en todas, casi todas las veces que nos sentamos a la mesa los platos venían regados de vinos 7Navas de la Bodega Garnacha Alto Alberche. Con lo mejor de viñedos familiares que se agruparon hace menos de una década, sus tintos proporcionaron un excelente maridaje con lo que íbamos probando. En la bodega, a las afueras de Navaluenga y en mitad del campo, probamos unas chuletillas de cabrito que estaban para chuparse los dedos. Pero sobre todo aprendimos nuevamente de que la sencillez de la gente de Garnacha Alto Alberche es la clave para que sus visitantes se sientan a gusto y aprendan a valorar los productos de la tierra.

7Navas

Salir a por setas

El turismo micológico es otro de los muchos atractivos de Navaluenga. Aunque estas cosas siempre conviene hacerlas con alguien que sepa – y mucho – de setas y hongos. Por suerte una de las personas que estuvo con nosotros en todo momento era un experto micólogo que se ofreció a enseñarnos todo lo que sabía sobre el tema. Capaz de identificar todas las setas que le salieran por el camino, nos enseñó a diferenciar las que eran venenosas de las que no lo eran, y las que resultaban más ricas para cocinar. E incluso de algunas que recogimos bajo las hojas de una chopera junto al puente romántico nos las prepararon en la barbacoa que montamos en la casa el domingo antes de marcharnos de regreso a casa.

Turismo micológico en Navaluenga

Jugar al cluedo en vivo

Una casa tan grande da para jugar. Y no hace falta tablero cuando se puede hacer real asignando un papel de un personaje a cada uno y descifrar un asesinato lleno de interrogantes regresando a los años 20. La gente de Mystery Games nos montó un Cluedo en vivo invitándonos a «la inauguración» de un local en el corazón de Nueva York (que, en realidad era una de las casas rurales) en el que había muertos y, sobre todo, muchos motivos para sospechar de todos y cada uno de nosotros.

Equipo jugando al Cluedo en vivo en Navaluenga

La gente estudió sus personajes al máximo para sacarle todo el partido posible al juego. Con disfraces, atrezzo y tomándonoslo muy en serio nos creímos realmente en la Manhattan de 1920. A mí me tocó empezar de Capo de la Mafia neoyorkina, pero el resto del juego se quedará solo para nosotros. Porque cada partida es diferente y lo mejor es probarlo y que no te lo cuenten…

Haciendo del capo Big Tate Pizzarelli

Cada vez están más de moda estos juegos en vivo para fiestas, despedidas de soltero y, por supuesto, casas rurales en las que se junta mucha gente con ganas de pasárselo bien. Y esta, os aseguro, que salió de 10.

Charlar junto al fuego

¿Que hace frío? ¿Que no deja de llover? ¿Que anochece muy pronto en invierno? Da exactamente igual si no nos olvidamos de la esencia de hospedarse en una casa rural. Reconozco que muchos de los mejores momentos del fin de semana en Navaluenga los pasamos junto al calor de la chimenea, charlando, riéndonos y comentando las jugadas del Cluedo o de lo que nos estaba deparando un destino fabuloso como aquel en el que estábamos.

Doris y Cristina junto a la hoguera

De nuevo una retorno a las cosas sencillas, a olvidarse de lo que no es verdaderamente importante y entablar diálogos en carne y hueso. Desconectar… esa es la palabra que muchos asociamos al turismo rural. Y aunque sea complicado no buscar wifi hasta en las copas de los árboles (como ya demostramos en el vídeo de La dura vida del blogger de viajes), viene bien de vez en cuando no hacerle demasiado caso al teléfono móvil o al ordenador. Y dejarse llevar por lo que nos cuente la chimenea. Porque charlar junto al fuego puede ser lo mejor que podemos hacer en una casa rural. De esa forma no importará si llueve a cántaros o fuera hace un frío de pelar.

Una buena compañía

Sin duda es la gente con la que viajas la que envuelve a toda escapada rural. Al fin y al cabo la compañía es quien pone la nota definitiva a una experiencia. En el caso de Navaluenga conocíamos a prácticamente todas las personas con las que convivimos en la casa rural La Fortaleza. Y los nuevos se integraron pronto para formar tal piña que después nos dio muchísima pena despedirnos con tan sólo 48 horas juntos. Sin olvidar a los organizadores, que pusieron todo muy fácil para lograr que estos 10 ingredientes para hacer turismo rural del bueno en Navaluenga compusieran la receta perfecta de una escapada en el Alto Alberche.

Mención en Diario de Ávila

Los componentes de 3viajes, Viajes Rock y Fotos, Viaje al Atardecer, EduyEriviajes, Está en tu Mundo, Fotonazos, Ocho Leguas y Revista 80 Días, Viajero Rural TV y, por supuesto, de este blog, nunca olvidaremos aquellas tardes de otoño en Navaluenga.

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13 Respuestas a “10 ingredientes para hacer turismo rural del bueno en Navaluenga”

  • […] Y esta fue nuestra participación con un juego de misterio en navaluengaruraltrip. Podéis encontrar una descripción completa de la actividad en el Rincon de Sele. […]

  • […] 10 ingredientes para hacer turismo rural del bueno en Navaluenga […]

  • […] gracias a Escapada Rural y su #NavaluengaRuralTrip pudimos reunirnos con muchos amigos blogueros, El Rincón de Sele, Viaje al Atardecer, 3 Viajes, Fotonazos, Viajes, Rock y Fotos, Edu y Eri Viajes, Ocho Leguas y […]

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