Con los orangutanes de Sepilok en el Borneo de Malasia - El rincón de Sele

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Con los orangutanes de Sepilok en el Borneo de Malasia

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En una época en la que los seres humanos alegando un falso progreso estamos reduciendo los espacios naturales a su mínima expresión, observar orangutanes, los grandes simios asiáticos, se empieza a convertir en una auténtica proeza. Reducido tan sólo a las selvas de dos islas como Sumatra y Borneo, el orangután no vive su mejor momento. Es víctima de la caza furtiva, el comercio como especie exótica y la deforestación imparable de su hábitat. Escurridizo como pocos, con razones muy de peso, se hace cada vez más complejo poderlo encontrar fuera de un zoológico, por lo que viajar por Malasia o Indonesia se convierte en la excusa perfecta para disfrutar de la presencia de este animal de pelo naranja y sonrisa fisgona.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Durante el último viaje que hice por Malasia, más concretamente dentro Estado de Sabah, acudí al Santuario de Sepilok donde todavía es posible ver de cerca las acrobacias de quienes pueden considerarse los últimos orangutanes de Borneo.

Orangutanes, escurridizos hombres de la selva

Orang utan en lengua malaya viene a significar hombre de la selva, pero estoy convencido de que a este primate asiático que antaño se extendía por gran parte del continente no puede gustarle que le comparemos con la especie que está acabando con él. Sus gestos son tan humanos como los de un niño pequeño pero vive con el temor en su rostro de una extinción no demasiado lejana. Afortunadamente existen todavía lugares en los que tienen sus santuarios y se les respeta, cuida y reintroduce cuando regresar a la vida salvaje no es tan fácil. Hay cuatro de estos santuarios en todo el mundo concentrados en Sumatra y Borneo en los que se está realizando una labor encomiable que permite que quienes nos emocionamos con ellos y no queremos que los orangutanes dejen de ser libres podamos contemplar su tierna mirada y ese caminar para nada torpe en el que utilizan sus largos brazos que les dan equilibrio en el suelo y les impulsan en las ramas de los árboles.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Hace algunos años había tenido la inmensa fortuna de viajar a Kalimantan, el Borneo indonesio (la isla está dividida en dos partes, Malasia en el norte e Indonesia en el centro y sur, aunque dentro de Malasia se encuentra también el Sultanato de Brunei). El objetivo fue Tanjung Puting, una reserva de orangutanes escondida en plena jungla a la que para llegar hacieron falta muchas horas en barco a contracorriente del río Sekonyer y en la cual viví una de las mejores experiencias viajeras que recuerdo. Compartir espacio, tiempo y miradas con ellos fue realmente maravilloso. Así como fotografiarlos cuando tienen la suficiente serenidad y confianza como para mostrarse tal y como son.

Santuario de orangutanes en Sepilok

Mapa de Sepilok en BorneoEn el norte del Borneo malasio el mejor lugar para ver orangutanes en Sepilok, apenas a 25 kilómetros de Sandakan, dentro del Estado de Sabah. Allí se encuentra un santuario que lleva cerca de cuatro décadas abierto y que se ha ocupado de proteger, ayudar y devolver a estos primates a su hábitat. Dentro de una extensión inmensa de selva impenetrable los ejemplares recuperados de las manos de contrabandistas o, peor aún, crías huérfanas cuyas madres fueron abatidas por cazadores al ser extremadamente difícil separarlas de sus hijos, son alimentadas y educadas antes devolverles la libertad definitiva. Viven libres digamos que a medias ya que por un lado se desplazan donde quieren pero por otro aún son algo dependientes de las comidas que los responsables del santuario dejan dos veces al día en unas plataformas a las que se pueden asomar los viajeros, respetando siempre las distancias. Es ahí donde el azar juega su baza y permite ver la llegada pausada de los grandes simios procedentes de la espesa jungla. No se sabe a ciencia cierta si aparecerán muchos o ninguno, pero la emoción está garantizada. Y la espera siempre merece la pena.

Dos turnos, dos posibilidades de contemplar orangutanes en Sepilok

En Sepilok hay dos horas en que se deja comida a los orangutanes, lo que se conoce como el feeding time. La primera a las 10:00 y la segunda a las 15:00 horas. Es el turno de la mañana el más masificado pero en el que las guías y experiencias leídas con anterioridad contaban que había más probabilidades de ver orangutanes. Por eso nada más llegar a Sandakan organicé el transporte con el objeto de estar en el primer feeding. Logré contratar una ruta en el hotel donde me hospedaba que me llevaría también a ver otro santuario de osos asiáticos y un concepto similar en una finca de palmas de aceite a la que gustaban acercarse numerosos grupos de monos narigudos, especie endémica de Borneo y realmente curiosa.

Sepilok Orangutan Rehabilitation Centre (Borneo, Malasia)

Dejé la mochila en unas taquillas y me lavé las manos con un jabón antibacterias. La entrada costó 30 ringgits (aprox 7€) y el permiso para fotografiar 10 (aprox 2´5€), pero no me importó aflojar la cartera puesto que el dinero recaudado con estas visitas se invierte en el propio centro y, por tanto, en la ayuda a una de las especies animales más desprotegidas que existen en nuestro planeta. Cada entrada vale para dos turnos, siempre que sean dentro de un mismo día, por lo que se puede entrar a Sepilok por la mañana y por la tarde. Yo ya tenía comprometido un viaje al río Kinabatangan, el Amazonas de Borneo, donde esperaba encontrarme con la Naturaleza original de una isla única, así que todas las cartas las tenía puestas a las 10:00 horas.

El tiempo se detiene cuando aparecen los orangutanes

Al ser más fácil llegar a Sepilok que al indonesio Tanjung Puting era lógico que hubiese un mayor número de viajeros esperando observar y fotografiar orangutanes. Particularmente me pareció que era demasiada la gente que allí estaba pero me olvidé de todo cuando por ramas y cuerdas fueron apareciendo los señores de la selva. Su inconfundible pelaje naranja acompasaba unos movimientos casi circenses. Los rostros de los primates, hermosos y serenos, parecían estar acostumbrados a ver a personas al otro lado de una plataforma en la que plátanos y otras frutas estaban a su disposición a pesar del afán de algunos macacos de cola larga de rapiñar lo que fuese necesario.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Dos jovencísimos orangutanes, uno macho y otro hembra, respetaban el turno de una madre con su cría que no se soltaba de sus brazos de ninguna manera. Era asombroso ver cómo habían aparecido de la nada, de una espesura demasiado hermética para ser imposible superarla sin trepar los árboles. En un instante allí estaban quienes se habían querido pasar aquel día, aquella mañana cubierta de nubes. Otros se habían incorporado definitivamente a una nueva vida totalmente independientes, puede que a orillas del Kinabatangan o en el bosque nublado que jalona el apartado Valle del Danum. Esa es la mejor noticia, que desde la inabarcable reserva de Sepilok muchos simios de sonrisa inocente se aferran a un enorme premio llamado libertad.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Fotografiando orangutanes

Mientras estudiaba cada gesto de aquellos animales que me hacían olvidarme de todo lo demás alguna parte de mí se ocupaba de apretar el botón de la cámara. Es cierto que no tenía la cercanía e intimidad de Tanjung Puting y que ese momento lo estaba compartiendo con mucha más gente, pero me invadía la maravillosa sensación de que todo el esfuerzo que me había llevado a estar allí merecía mucho la pena.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Los jóvenes orangutanes eran bastante revoltosos. Mientras la madre con su cría no parecía muy amiga de los aspavientos sino de comer y marcharse en cuanto pudiera, los otros animales juguetearon alrededor nuestro durante casi una hora. Eso sí, a las 11 de la mañana, ya no quedaban más que los macacos que cola larga que se ocuparon de las sobras que habían dejado los orangutanes.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Pero Sepilok no queda ahí, en los feeding time. Quienen se quedan, que son realmente pocos, tienen la posibilidad de caminar por la selva y toparse con aves increíbles y otros mamíferos, incluido el ágil orangután. Su hogar tras los árboles me permitió observar exóticos caláos y alguna que otra serpiente venenosa camuflada entre las ramas. Pero quién me iba a decir que a la salida, cuando no quedaba absolutamente nadie, tenía una enorme y peluda sorpresa por delante.

Víbora venenosa en Sepilok

Uno de los orangutanes que habían acudido a comer había venido hasta allí, sin espectadores. Se subió al tejado de la caseta de entrada y me dejó hacerle las fotos que quiso antes de desaparecer definitivamente con varios saltos de por medio. Sólo aquel momento había pagado sobradamente la entrada. Ya podía irme bien satisfecho al bote de madera que me esperaba en el Kinabatangan.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Sepilok siempre ofrece segundas oportunidades

Días después, cuando ya había vuelto de navegar por el río que mejor define lo que siempre ha sido Borneo, me vi en Sandokan a mediodía. No estaba lo suficientemente cansado como para no hacer nada y tenía más ganas de naturaleza por lo que me animé a regresar a Sepilok, esta vez la turno de la tarde. Y aunque el feeding time era a las 15:00, y no tenía demasiadas esperanzas de tener una suerte que considero siempre hay que salir a buscar, me presenté en el santuario de orangutanes con una hora de antelación. Sin preverlo había sido la mejor decisión de todo el viaje…

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

No me encontré ni con la vigésima parte de las personas del primer día pero sí cuatro hermosos y peludos orangutanes que parecían ignorar que la plataforma estuviese desierta de cuidadores y de comida. Para ellos no había más que selva y algunos curiosos huéspedes que habíamos acudido a deshora. Para mí  eran el motivo por el que yo estaba allí. Si creía que lo de Indonesia era irrepetible, en Sepilok viví algo muy parecido, como si una burbuja se hubiese puesto en medio de aquel instante con objeto de que nunca pudiese terminar. La segunda oportunidad resultó ser gloriosa.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Saltaron de rama en rama sin descanso, se acercaron a quienes estábamos allí en ese momento, nos regalaron gestos para guardar siempre en nuestra memoria. Personalmente no podía creerme que estuviese siendo posible, que aquellos “hombres de la selva” de pelo anaranjado, frente prominente y dedos ágiles fuesen ellos mismos delante de quienes fácilmente podían temer e incluso odiar. Posiblemente sin quererlo estaban dándonos una lección de humanidad improvisada. Únicamente siendo ellos mismos, no huyendo de nuestras miradas de sorpresa, nuestras risas emocionadas y nuestras impertinentes cámaras fotográficas.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Aquel rincón de Malasia es capaz de dibujar preciosos intantes cargados de verdad, la naturaleza de un mundo sin filtros que poco a poco se está evaporando. No es ver orangutanes sin más al otro lado de unas rejas o practicando números circenses en televisión. Están allí realmente y provocan que nos sintamos muy próximos al origen de nuestra existencia, empezando con la admiración y gratitud de lo que la Tierra nos ha dado. ¿No es acaso más racional respetar el entorno en el que vivimos que forzar a miles de especies a una extinción segura? Que aquellos primates estuvieran allí moviéndose libremente, dejándose incluso ver por quienes probablemente no les importen un bledo, es ante todo un regalo de la propia vida.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Sepilok, así como los demás santuarios que hacen que momentos así no se acaben nunca, es la constatación de que el mundo puede ser mucho mejor. Al fin y al cabo no sólo ayudan a los orangutanes sino a nosotros mismos, a una concienciación gradual que infunda amor y respeto a la biodiversidad, a los escenarios en los que la Naturaleza sigue siendo la madre de todo lo que nos rodea.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

Hacía mucho que no lo pasaba tan bien, quizás desde la última vez que había estado junto a los orangutanes de Borneo. Mi cámara echó humo de nuevo, pero volví a encontrar un motivo por el que gritar a los cuatro vientos que viajar es lo más bonito que me ha pasado en la vida.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

INFORMACIÓN PRÁCTICA

– Existe un autobús que va de Sandakan a Sepilok y que pasa cada poco tiempo.

– El precio de la entrada al santuario es de 30 ringgits + 10 por cámara y es válido para todo un día (incluye 2 feeding time).

– No se permite el acceso a la reserva con mochilas ni botes de repelentes antimosquitos. Hay taquillas gratuitas junto a la entrada.

Orangután en Sepilok (Borneo, Malasia)

– Frente al santuario de orangutanes hay otro de osos asiáticos que lleva poco tiempo funcionando. El feeding time de éstos es a las 9:00 y su misión es igualmente favorecer la reintroducción de estos mamíferos en su hábitat natural. Es una buena opción combinar ambas visitas.

– A Sandakan se puede ir bien desde Kuala Lumpur o Kota Kinabalu en avión por un precio que va entre los 30 y los 50 euros. No es necesario reservar con demasiada antelación. El bus entre Kota Kinabalu y Sandakan, ambos en Sabah, tiene una duración de 6 horas mientras que por aire el trayecto se hace en apenas 40 minutos. Particularmente creo que no vale la pena viajar por tierra a no ser que no nos quede otra posibilidad.

– Una de las mejores y más rápidas opciones para viajar entre España y Malasia es a través de Turkish Airlines, aerolínea que hace escala en el Aeropuerto Internacional de Estambul.

Sele

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