El instante viajero (V): Puesto de churros de Alcalá de Henares
No hace falta irse muy lejos para encontrar hermosas escenas que retratar. Y es que en la cotidianeidad está muchas veces lo que necesitamos para captar una imagen que sea capaz de transmitirnos algo. Durante las pasadas navidades hice una breve escapada a la población madrileña de Alcalá de Henares, ciudad natal de Miguel de Cervantes y designada ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1998. Voy una vez cada dos o tres años y siempre pienso que debería hacerlo más porque tiene muchísimos lugares que merecen la pena. Pero en la última ocasión quería verla engalanada de Navidad, sentirla con el frío del invierno, las luces y ojear mercadillos navideños. El que ponen cada año en la Plaza de Cervantes no tiene que envidiar al de otros rincones del mundo en que sus navidades gozan de mayor fama. Allí precisamente, en un puesto itinerante de churros, obtuve la imagen que estáis viendo en estos momentos.
Nada más castizo que unos buenos churros haciéndose, con la melodía de un hervir constante, el reguero de gente esperando los suyos y una humareda que cierra el círculo dentro de una atmósfera impenetrable. Podría ser una fotografía de este año, del anterior, de hace dos décadas o de los años cincuenta. Es una escena absoltuamente atemporal que podría caber tanto en nuestro subconsciente como en el de padres y abuelos. Y es algo que de una forma u otra me traslada a la niñez, a los paseos de la mano con mi familia las largas y oscuras tardes de invierno por Madrid.
Siempre he creído que viajamos muchas veces sin darnos cuenta, tan sólo con cerrar la puerta de casa y saliendo simplemente a disfrutar de nuestras ciudades y pueblos. La distancia y la lejanía son conceptos atractivos para todo viajero que se precie, diría incluso que una droga. Pero lo más bonito es darse cuenta que prácticamente a la vuelta de la esquina hay un viaje esperándonos, un momento entrañable que nos compense durante todo el día. Al final, esas escenas de toda la vida, ese olor a fruta del mercado cuando ibas con tu madre de la mano, la vez que descubriste un museo nuevo, cuando te perdiste por un callejón que poco o nada ha cambiado en siglos o, simplemente la clásica humareda del puesto de churros de la plaza, es lo que terminaremos recordando para siempre. Eso, amigos, también es viajar…
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
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One Reply to “El instante viajero (V): Puesto de churros de Alcalá de Henares”
La de veces que habré comprado en un puesto de churros, cuando vas por la calle paseando a altas horas de la madrugada, totalmente hambriento, y estos señores te ensordecen el olfato con el olor de sus churros fritos, no has acabado de de pensar que ya estás con su papelina caliente entre las manos.