Una visita a la necrópolis vaccea de Pintia
Se sabe que los vacceos, pueblo prerromano que vivió en la Meseta norte, incineraban a sus muertos y enterraban sus huesos y cenizas en vasijas junto a objetos que tenían que ver con la vida de cada uno de ellos. Los guerreros muertos en combate requerían de otro ritual consistente en ser descarnados por buitres quienes les hacían subir a los cielos. Estas son cosas que nos cuenta la Arqueología y que tuve la ocasión de aprender de la mano de grandísimos profesionales realizando una ruta por yacimientos milenarios de la provincia de Valladolid. Y es que junto a arqueólogos expertos en cultura vaccea descubrí un lugar que sin ellos jamás hubiese encontrado, Pintia. Uno de esos rincones no demasiado conocidos por el público viajero con una energía especial incapaz de defraudar a nadie que se declare un verdadero apasionado de la Historia.
A cuatro kilómetros de Peñafiel, junto a la población de Padilla de Duero, se ha constatado la existencia de una ciudad en la que vivieron los vacceos que resistieron a Roma hasta la extenuación y que durante siglos fue olvidada. En los campos de cereal y viñedos de esa despensa llamada Castilla se han encontrado restos arqueológicos de gran valor, aunque es la Necrópolis de las Ruedas la verdadera joya de Pintia y con la cual se están descifrando muchos secretos en torno a cómo era este pueblo celtíbero que puso de los nervios a más de un Emperador romano.
Muy poco se conoce de los pueblos que habitaban la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos y su conversión en lo que se conoció como Hispania. La romanización fue tan fuerte que se perdió la pista de muchos lugares de origen celta, íbero o celtíbero. Uno de estos pueblos fue el Vacceo, cuya presencia se sitúa en la Meseta norte a ambas orillas del Duero (Valladolid, Salamanca, Palencia, Burgos, León, Segovia y parte de Ávila), y del que las crónicas nos cuentan tuvieron grandísimos guerreros, dominaron el arte de montar a caballo y su principal actividad económica fue el cultivo y comercio de cereal. Los vacceos resistieron como pudieron las embestidas del ejército romano hasta finalmente desaparecer y convertirse prácticamente en Leyenda. Pero la Arqueología y el empeño de grandes profesionales que trabajan con poquísimos medios está consiguiendo desempolvar y recrear aquellos tiempos con los que rescatar del olvido una parte de nuestra Historia.
Hablar con arqueólogos como Carlos Sanz Mínguez, que ha pasado la mitad de su vida estudiando el yacimiento de Pintia, es recoger el espíritu de pioneros del estilo de Federico Wattenberg quien ya hace muchas décadas nos habló de este gran hallazgo dando nombre además a un importantísimo Centro de Estudios Vacceos adscrito a la Universidad de Valladolid. Que el máximo responsable de las excavaciones explique los porqués de los vacceos en este lugar y cómo han ido logrando avances año tras año fue para mí una de las mejores experiencias que he vivido como «arqueólogo frustrado» que soy y siempre seré. Gracias a él y a todas las personas de la Diputación de Valladolid que me permitieron adentrarme en algunas joyas prehistóricas y romanas de la provincia como Almenara-Puras, Valoria la Buena, Matallana o la propia Pintia, pude sentirme uno más. En este caso mi labor no era la de desenterrar, que todo se andará, sino difundir esos trabajos, esos lugares que con presupuestos pírricos y la voluntariedad de historiadores y estudiantes están saliendo a la luz varios miles de años después. Quienes nos gusta contar experiencias y compartir lugares del mundo tenemos, en el fondo, una bonita responsabilidad con esos sitios nada trillados ni publicitados.
El propio Carlos Sanz me insitió en más de una ocasión que existe la convicción en muchas esferas de que «el mejor yacimiento es el no excavado porque no da problemas» y que por esa razón no se investiga suficiente o incluso estamos perdiendo parte de nuestro Patrimonio histórico. Sabe bien de lo que habla puesto que en parte de las 125 hectáreas protegidas hay un campo de cultivo privado cuyo dueño sigue arando con los consiguientes desperfectos que se pueden estar generando.
Pintia fue una ciudad con miles de habitantes. Una población eminentemente agrícola cuya huella está en Las Quintanas, un antiguo crematorio en Los Cenizales, un barrio artesano en Carralaceña y, por supuesto, en la Necrópolis de las Ruedas, la joya de la corona y la parte más «disfrutable» por el público, turísticamente hablando. Y es que salvo aquí, los restos son de una «visibilidad limitada» más complicados de leer por profanos en la materia.
Si nos separamos apenas a un kilómetro de Padilla de Duero y seguimos un sendero convenientemente señalizado entramos a este camposanto vacceo compuesto por multitud de estelas funerarias. Estas piedras nos ayudan a situar las tumbas en las que se hallaron cerámicas con huesos, joyas primitivas y algunos objetos usuales de la época. El propio Carlos Sanz y su equipo ha sido responsable de encontrar y estudiar más de doscientos túmulos y volver a sacar a la luz esas estelas funerarias de gran valor, aunque muchas fueron expoliadas o reventadas en trabajos de campo a lo largo de los siglos.
La primera impresión que tuve al ver la necrópolis de Pintia fue la de un lugar extraordinario como pocos. Quizás fuera el momento, las llamaradas de un incipiente atardecer o el olor a hierba fresca propia de un verano que estaba a la vuelta de la esquina. O que no me esperaba ver algo de semejante envergadura cuando había pasado varias veces por delante sin haberme dado cuenta durante uno de mis muchos viajes a Peñafiel y su castillo. Es evidente que el factor sorpresa hizo mucho, así como el precalentamiento ofrecido por los arqueólogos que me vendieron aquella historia mucho antes de contemplarla con mis propios ojos.
Aquellas piedras estaban llenas de vida y tenían todo el sentido para mí. Me vinieron a la mente otras lejanas necrópolis a muchos miles de kilómetros de allí y como contraste el desconocimiento que tenemos en España de lugares como este. Si no fuera por la insistencia y pasión poco valorada de maestros y estudiantes de Arqueología quizás el de Pintia sería apenas una marca extraña bajo los campos de cereal que nutren Castilla. Por fortuna esas desventajas hacen que el viajero que se asome a este cementerio vacceo encuentre un motivo excitante para disfrutar del paso de la Historia por estos lares.
¿Qué sería de Pintia en otro país? Quizás sería algo más que un Bien de Interés Histórico y sus parajes gozarían de la mayor de las protecciones. Para ello hará falta que se siga invirtiendo en investigar y que la divulgación de los resultados vuelen no sólo en los libros sino también en el boca a boca, en un turismo que haga comprender que «los yacimientos arqueológicos no son un problema» sino todo lo contrario, parte de la dinamización cultural y económica de una localidad que jamás saldría de su anonimato.
Ver caer la tarde en la Necrópolis de Pintia fue algo magnífico, un empujón a esa moral de seguir queriendo «ser arqueólogo por afición» dentro de una vocación que busca viajar por el mundo y por todas y cada una de las civilizaciones de nuestro Planeta. Aquel mar de estelas funerarias que recuerdan un pueblo olvidado como el vacceo pintan un paisaje exquisito con aroma a cebada y a muy buen vino.
INFORMACIÓN PRÁCTICA
La necrópolis de Pintia está abierta al público constantemente, pero para comprender todo aquello conviene hacer una visita guiada (precio 4€) que comienza en la Plaza Mayor de Padilla de Duero, junto a un edificio muy colorido convertido en Centro de Interpretación. Allí se conservan múltiples piezas del yacimiento y uno puede hacerse una composición de lugar. Después se recorren con guías las zonas excavadas y si se va en verano es posible ver en directo los trabajos que realizan arqueólogos provenientes de distintos países del mundo.
También se llevan a cabo distintos actos conmemorativos, escenas teatralizadas de la vida y muerte de los vacceos, que es una manera de acercar y divulgar lo que allí se está consiguiendo descifrar. Mucha más información sobre Pintia en pintiavaccea.es.
Pintia, así como Almenara-Puras, Zorita o Matallana (con el gran Germán Delibes a la cabeza), de las que os hablaré en otra ocasión, son retazos de arqueología viva. De ellas nos contaron, nos cuentan y nos contarán los libros de Historia. Conforman un viaje a nuestras raíces. Y más cerca de lo que creemos, en Valladolid.
Sele
8 Respuestas a “Una visita a la necrópolis vaccea de Pintia”
Un lugar curioso para visitar!
Sin duda, un lugar curioso si.
Es necesario ir a su web y reservar con antelaci´n para que se vayan formando grupos para la visita guiada…si se forman, te mandan email para confirmarlo…si no se forman, no se realiza la visita guiada.
Un lugar fascinante, sin duda!
Estuvimos este ultimo 7y de Diciembre…Niebla, frio intenso a las 11 AM 4 grados bajo cero, pero no desertamos. Os imaginais como lo sufrieron aquellos pobladores ???. Y el Director del Proyecto y Profesor de la Uni. de Valladolid..D. Carlos Sanz, toda una eminencia en la materia. Voloveremos en primavera.
Estuvimos este ultimo 7 de Diciembre pasado (anteayer)…Niebla, frio intenso a las 11 AM 4 grados bajo cero, pero no desertamos. Os imaginais como lo sufrieron aquellos pobladores ???. Y el Director del Proyecto y Profesor de la Uni. de Valladolid..D. Carlos Sanz, toda una eminencia en la materia. Volveremos en primavera.
Perdon por las 1ªs. erratas.
[…] de este pueblo tan aferrado a lo que es actualmente la provincia de Valladolid (no hay más que ver la mangífica necrópolis de Pintia, muy cerca de Peñafiel). Pero es quizás el medievo quien otorgó a Tiedra el esplendor de ser uno […]
[…] Valladolid es una sorpresa. Son muchos los yacimientos de la época vaccea (véase, por ejemplo, la necrópolis de Pintia junto a Peñafiel), pero más si nos vamos a los tiempos en que Hispania era la despensa del […]
[…] para una escapada de un día o, para estar más tranquilos y explorar también la zona (Curiel, Pintia, Santa María de Valbuena o visitar alguna bodega de la provincia de Valladolid), un fin de semana […]