Tiedra y el castillo que vigila los cielos
Viajar al interior de la provincia de Valladolid empieza a convertirse en una afición consistente en dejarse llevar, manteniendo siempre abierta la capacidad de sorprenderse. Y a no dar nada por sentado porque cuando crees que lo has visto todo aparece un nombre que jamás habías oído escuchar y trastoca incluso los mapas de tu propia conciencia. Tiedra es uno de los ejemplos que han revuelto mis emociones dentro de un viaje por los rincones históricos, geográficos, gastronómicos y culturales de esa Castilla tan pura que te abraza fuerte en unos horizontes que tienden al infinito y donde el mar mece sus olas en el mismo cielo. Su discurso es la humildad vestida de grandilocuencia dentro de una fortaleza medieval que convierte en inútiles las manecillas de cualquier reloj.
El castillo de Tiedra, así como su ermita, el verde tapizado de sus campos rasos y su facilidad para mostrarte los cielos más limpios, tanto de día como de noche, hace de este pueblo una de esas bonitas ilusiones que me he llevado como viajero y que no puedo dejar de compartir.
El castillo de Tiedra, frontera entre dos reinos
Tiedra es una línea imaginaria que absorbe el final de los Montes Torozos y desde el cual se vislumbra Tierra de Campos. Siempre ha estado entre dos mundos, incluso cuando históricamente fue la frontera entre dos reinos como León o Castilla, y viceversa, ya que llegó a pertenecer a ambos en distintos momentos. De ahí se explica el nacimiento de uno de esos castillos denominados de frontera, puesto que marcaba una posición estratégica esencial divisada desde una de las últimas lomas que anteceden a una alfombra rotundamente llana en la que juega el cereal. Se puede llegar a vislumbrar Toro en los días claros, lo que hace más evidente que Tiedra se mantenga justo en el borde.
Mucho antes estuvieron los romanos en la conocida como Amallóbriga, aunque se han hallado yacimientos vacceos que demuestran la presencia de este pueblo tan aferrado a lo que es actualmente la provincia de Valladolid (no hay más que ver la magnífica necrópolis de Pintia, muy cerca de Peñafiel). Pero es quizás el medievo quien otorgó a Tiedra el esplendor de ser uno de los faros, fuertes y lindes tanto del Reino de Castilla como del Reino de León. Y de todo aquello es testigo un castillo que, sin tener una cuarta parte de otros mayores como el de Medina del Campo o Peñafiel, es uno de los más hermosos que se pueden encontrar en las estribaciones de los Montes Torozos y las planicies de Tierra de Campos.
Tras pasar una de las curvas que rodean al pueblo tuve suerte de que mi primera imagen del castillo de Tiedra fuera con un cielo y una luz que se salían de lo normal. Detenerse era una obligación para tomar fotografías y disfrutar de ese mar de nubes esponjosas que me recordaban mucho al algodón de azúcar que tanto me gustaba comer de crío.
Cuadrangular, humilde y de líneas sencillas en lo que parecía un mar que se había dado la vuelta, con un velero de piedra y almenas desafiando a las olas, no pude evitar en pensar cómo Valladolid es poseedora de algunos de los castillos más hermosos de España, pero a la vez de los más desconocidos (un ejemplo los que siguen el cauce del río Esgueva). Personalmente me considero un entusiasta de estas fortificaciones que salpican la península desde la época musulmana y que dan nombre precisamente a Castilla, y tengo que reconocer que Tiedra, sin gozar de la majestuosidad y la fama de otros como Peñafiel o La Mota, es de esos lugares que te tocan la fibra, que te guiñan un ojo para hacerte cómplice de un juego consistente en no creer nunca que lo has visto todo.
Hace algunos años el castillo de Tiedra estaba en una situación en la que su conservación corría serio peligro. Los años, el buen hacer de ir realizando las cosas poco a poco y ese amor profundo hacia la historia de uno de los castillos de frontera más emblemáticos de la provincia, han logrado devolverle su esplendor. O mejor aún, devolvernos a todos la oportunidad de disfrutar, aprender y fotografiar a este monumento cuyos muros albergan las cuitas del Rey Sancho y Doña Urraca con Zamora en el horizonte y el Cid Campeador de mediador entre ambos. Tiedra no quiso ser moneda de cambio de nada y la suerte y el empeño de quienes desearon no fuera una mera ruina que imaginar hacen que hoy podamos leer sus muchas historias abrigados por las bóvedas y las vigas de madera que jalonan el interior de la Torre del Homenaje.
Modesto y austero empequeñece al visitante cuando se aproxima a la puerta por un foso que se ha logrado recuperar del olvido. Murallas cuadradas y un torreón minúsculo son el abrazo a la gran torre que se puede subir peldaño a peldaño hasta situarnos en lo más alto. Es entonces cuando la llanura se hace una oda a sí misma en un puzzle muy evidente de verdes, líneas y senderos que se esconden a cientos de kilómetros a la redonda.
Las vistas panorámicas desde el castillo de Tiedra han sido escritas muchas veces con la tinta de Miguel Delibes y Antonio Machado, dibujadas con miles de pinceles castellanos que confunden el cielo con el suelo, las nubes con la hierba y el cereal espigado con miles de estrellas fugaces que se escapan durante las noches despejadas. Allí se sigue sintiendo el viento y el vértigo desde los matacanes que sostienen elementos defensivos de madera en los que las almas de los centinelas protegen los 360 grados de una frontera que sólo existe en la memoria de manuscritos y cartografías.
El castillo abre sus puertas los sábados, domingos y festivos para realizar visitas guiadas como por cuenta propia. De abril a octubre (incluidos) mañanas de 11:00 a 14:00. De noviembre a marzo de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 18:30. Y en los meses de julio y agosto también abre los miércoles, jueves y viernes, aunque sólo de tarde. El precio de entrada es de 2€.
La ermita de Nuestra Señora de Tiedra vieja
Pero Tiedra es más que su castillo. Precisamente al otro lado de la carretera resulta más que interesante visitar una ermita imponente con su propio patio porticado, y que es más grande que las iglesias mayores de muchos pueblos castellanos. En el lado en el que nació realmente esta localidad se encuentra la conocida como Ermita de Nuestra Señora de Tiedra vieja, donde sobrevive una bóveda reconstruida en el Siglo XVIII sobre una estructura anterior, con una capilla magníficamente decorada y colorida que preside la Virgen María. Destaca la profusión de su techo cupulado, para nada comparable a otros templos de este calado que se caracterizan por su sobriedad más absoluta.
Un órgano precioso traído del Monasterio de la Santa Espina después de la Desamortización de Mendizábal nos recuerda que esta ermita no es usual. Curiosos son también los exvotos y fotografías (tanto en blanco y negro como actuales) que desde hace más de un siglo han sido colocadas para pedir protección y dar gracias a la Virgen. Mientras que en muchos templos cristianos limpiaron sus paredes de estos obsequios personales de los feligreses, hoy día continúan vistiendo casi entero uno de los laterales de esta ermita a la que conviene hacer un alto. Sobre todo porque tiene casi más de catedral o basílica que de ermita…
La ermita suele estar abierta prácticamente todo el tiempo, hasta la noche en que se cierran sus puertas.
Un observatorio astronómico entre Cielo y Tiedra
Tiedra es una caja de sorpresas y, a pesar de ser una población muy pequeña, alberga rincones inimaginables. Pocos podrían pensar que en mitad del campo hay un Centro Astronómico capaz de acercar a la gente las estrellas, los planetas, cúmulos y nebulosas. Este observatorio llamado «Cielo y Tiedra», aprovechando el juego de palabras con el nombre del pueblo, es un coqueto planetario preparado para un máximo de 30 personas con el que se pretende divulgar y promocionar el conocimiento de los astros y no sólo con teoría, sino con la práctica de poder mirar en dos potentísimos telescopios desde los que se distinguen perfectamente los anillos de Saturno, las estrellas muertas o los satélites de Venus. Y además con profesionales que logran hacer terrenal lo que a muchos nos suena a extraterrestre.
Se hacen visitas y observaciones tanto diurnas como nocturnas, sobre todo en fines de semana y festivos. Viene a costar una entrada ordinaria 15€ (noche) y 10€ (día) variando dichas tarifas para grupos organizados (colegios, empresas, etc.). Y aunque no es imprescindible reservar para participar en una de estas observaciones, sí es muy recomendable, ya que está preparado para no más de 30 visitantes, y en los veranos y noches despejadas es muy normal que se complete rápidamente el aforo. Más información de horarios, tarifas y reservas en www.cieloytiedra.com (su twitter es @cielotiedra).
En realidad en mi caso lo que iba a ser una tardía y corta visita al Centro Astronómico de Tiedra terminó alargándose más de dos horas, simplemente porque nadie se quería ir de allí. Es un lugar en el que si el cielo está despejado y da la casualidad de que uno está en la zona, conviene tenerlo muy en cuenta y no perdérselo.
En verano, tiempo de lavanda en Tiedra
Si bien la capital de la lavanda en España está en Brihuega (Guadalajara), conviene resaltar que Tiedra también cuenta hectáreas que florecen en el mes de julio. Esas semanas antes de la siega son excepcionales para visitar los campos de alrededor y sentirse por unos instantes en la Provenza.
MUCHO POR EXPLORAR EN LOS ALREDEDORES DE TIEDRA
El castillo de Tiedra puede ser uno de los puntos de una ruta de un día muy completa que incluya por cercanía:
+ A 11 KILÓMETROS–> La iglesia de San Cipriano en San Cebrián de Mazote, con uno de los mejores mozárabes de la península ibérica. Se cree que fueron monjes provenientes de Córdoba los que la construyeron.
+ A 13 KILÓMETROS–> Urueña, un precioso pueblo medieval amurallado con la mayor densidad de libros por habitante (Es la única villa del libro de España).
+ A 17 KILÓMETROS–> Villagarcía de Campos, con la famosa Colegiata de San Luis, una maravilla renacentista a la que le llaman por su grandiosidad «el Escorial de Castilla» así como las ruinas del castillo de los Quijada en el que fue educado el pequeño Jeromín, hijo ilegítimo del Emperador Carlos I, y que sería más conocido como Don Juan de Austria.
+ A 20 KILÓMETROS–> El monasterio cisterciense de la Santa Espina (Siglo XII).
+ A 45 KILÓMETROS–> Ya dentro de la provincia de Zamora, quien le guste observar pájaros, tiene las Lagunas de Villafáfila, un auténtico paraíso de aves invernantes.
Tiedra es castillo, ermita, yacimientos romanos, planetario y, sobre todo, un pueblo de verdad que sorprende porque va mucho más allá de los folletos turísticos. Personalmente hasta horas antes de ir no había escuchado ni siquiera su nombre. Y ahora es una de esas visitas del Valladolid más profundo y desconocido que merece mi respeto y mi más sincera recomendación a los viajeros de aquí y de allá.
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
PD: No te pierdas más artículos sobre Valladolid o el apartado dedicado a RINCONES DE ESPAÑA
10 Respuestas a “Tiedra y el castillo que vigila los cielos”
Muchas gracias por tu valoración de Tiedra. Realmente hasta hace pocos años yo la llamaba la bella desconocida (como la catedral de Palencia), pero poco a poco y gracias a personas como tú que sabéis valorar la propia esencia de cada lugar, cada vez será más conocida. Muchas gracias. Nunilo.
Nunilo me ha encantado el artículo que sobre Tiedra se escribió hace unos años. Yo lo acabo de leer y me ha traído a la memoria tantos recuerdos del castillo la ermita y sus campos como yo los veía en mi niñez que me ha emocionado.
Miguel Ortega
Visca Tiedra mi bonito pueblo
Lo es, Francisco, lo es. Y con un castillo desconocido por la mayoría pero que te deja con la boca abierta.
Un saludo!
Sele
Hola gente. Acabo de conocer vuestra web y me ha llamado la atencion. Os doy la enhorabuena por la buena lectura. Venia a preguntarles si pueden recomendarme algun sitio de confianza para comprar relojes de lujo falsos.
[…] nos faltan, empezando por la propia Pucela y terminando por castillos como el de Medina del Campo, Tiedra, Peñafiel o Fuensaldaña, el formidable Canal de Castilla o los viñedos de sus nada menos que […]
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