La cripta de las momias de Liétor en el convento de los Carmelitas Descalzos
En la localidad albaceteña de Liétor, en el corazón de la Sierra del Segura, se mantuvo oculto durante cientos de años el secreto que escondía el viejo convento de los Carmelitas Descalzos. Abandonado a su suerte tras la desamortización de Mendizábal de los bienes eclesiásticos y, ya sin monjes que lo habitaran desde 1835, nadie se había percatado de la existencia de varias sepulturas bajo el altar de la iglesia hasta que entraron unos niños de manera casual por una abertura externa y se encontraron que los cuerpos allí yacentes se habían conservado casi íntegros. Las condiciones de la cripta habían sido las causantes de que no quedaran meros huesos apilados sino auténticas momias, con su gesto incorrupto, los ropajes casi intactos o las manos en posición de rezo sosteniendo cruces de madera. Acababan de descubrir la cripta de las momias de Liétor, un espacio fúnebre en el que durante el siglo XVIII habían sido enterrados frailes y otros personajes que habían pagado para contar con el privilegio de ser sepultados debajo del altar.
Ya hacía mucho tiempo había oído hablar de las momias de Liétor, así que cuando tuve oportunidad de visitar este pueblo mientras estaba de ruta con el coche por la Sierra del Segura y Alcaraz, pedí entrar a la cripta y poderla ver con mis propios ojos.
Érase un lugar de la Sierra del Segura…
Aquella tarde estival la Sierra del Segura había dado una tregua al calor por medio de finísimas nubes que cruzaron las montañas, permitiendo un reconfortante descenso en los termómetros. Ideal para aprovechar y partir desde Aýna, mi base para la ruta que estaba realizando por la comarca albaceteña, y así perderme por el empedrado de Liétor (otro de los escenarios utilizados por José Luis Cuerda para filmar «Amanece que no es poco», película de la que soy absoluto fan). Apenas 20 kilómetros separan ambas localidades, aunque si lo hubiera contado por curvas hubiera perdido la cuenta rápidamente.
Liétor, encajonado en un alto, dejando suficiente espacio al río Mundo para fragmentar libremente el valle, resulta un pueblo acogedor y agradable para pasear. Su sencillez replegada en un sinfín laberíntico de cajuelas estrechas y frescas poseedoras del trazado que le dieron los árabes (algo que sucede en otros pueblos de la comarca, sobre todo en Letur) impide que sus pequeñas maravillas escondidas queden a la vista rápidamente. De todas ellas destaca con cierta soltura la Ermita de Nuestra Señora de Belén, cuyo interior es un prodigio de la pintura popular del siglo XVIII. Los muros exteriores, que la harían confundir con una casa humilde, guarda un auténtico museo religioso de obra anónima que va mucho más allá de haber sido la iglesia elegida por Cuerda para su subversión amanecista (es parte de la Ruta de Amanece que no es poco) sino que por sí sola merece el esfuerzo de llegar hasta aquí. Únicamente se puede visitar por dentro organizándolo a través de la oficina de turismo y así lo hice. Al igual que para llevar a cabo mi propósito y que me abrieran la iglesia del que fuera convento de los Carmelitas Descalzos y acceder a la curiosa cripta de las momias.
Horarios de la Oficina de Turismo (Plaza Mayor 18): De lunes a viernes de 10:30 a 14:00 horas. Sábados de 10:30 a 13:30 y de 17:00 a 20:00. Domingos y festivos de 10:30 a 13:30. Teléfonos 967 200 906 y 673 60 31 28. E-mail: lietorturismo@gmail.com. Grupos requieren reserva con cita previa.
A solas con las momias de Liétor
Del que fuera convento carmelita dedicado a la figura de San Juan de la Cruz en tiempos del rey Carlos II «el hechizado» sobrevive, sobre todo, la iglesia. La fachada revestida de ladrillo y el campanario mirando a que fuera el claustro y no a la calle nos habla de la clausura de entonces. El guía letuario que me acompañaba abrió las puertas para penetrar en aquel templo con más de trescientos años de antigüedad y, de ese modo, disfrutar de su luminosidad, de aquellas paredes encaladas o de la cúpula. Sobre la puerta se elevaba un órgano de bellísima factura protagonista año tras año del ciclo de conciertos que han visto superada la treintena de ediciones del que es todo un acontecimiento cultural en la comarca. Mientras que en el retablo del altar mayor, que no es el original puesto que fue destruido durante la Guerra Civil tras ser trasladado a Murcia, sobresale la figura atribuida a Salzillo de la Virgen del Carmen, una belleza propia del mejor escultor de tallas de vírgenes y santos que ha dado España.
En el suelo del altar mayor, en el costado derecho, había una alfombra que mi acompañante apenas tardó unos segundos en destapar para dejar al descubierto una trampilla. Y antes de que nos diéramos cuenta estábamos completamente solos en la cripta subterránea donde quedan algunas de las conocidas como momias de Liétor y que correspondían no sólo a los frailes sino además a algunos feligreses de cierta condición económica y social.
Aquel espacio era de muy reducido tamaño y tan frío que nos olvidamos de repente que nos encontrábamos en pleno verano. Precisamente esa frescura constante en cualquier época del año había sido la aliada para la conservación de los cuerpos que se dejaban ver en parte tras unos ventanucos transparentes colocados allí a posteriori cuando el secreto de la cripta se había hecho evidente y había atraído la atención de lugareños y forasteros. El mayor daño al conjunto le vino a los cuerpos en las primeras consecuencias de aquel descubrimiento de origen infantil que había atraído a ladronzuelos de medio pelo que se llevaron los pocos bienes materiales que aquellas tumbas pudieran haber albergado. Dicha exposición había sido la causante del deterioro fugaz de unos cuerpos que se habían mantenido incorruptos durante tanto tiempo.
En torno a una veintena de tumbas componen aquel recinto fúnebre. Y tras cada cristal, ayudados con una linterna, y lo que se había sabido tras diversas investigaciones en los archivos durante las últimas décadas, fuimos vislumbrando una a una, todas aquellas historias que cada momia escondía. Como, por ejemplo, la de un hombre cuyo cuerpo fue encontrado en su casa cuando ya llevaba varios días muerto. Sus manos tocando el abdomen y su rostro de dolor mostraban el que, al parecer, había sido una cruenta apendicitis sin solución que se clavó en la soledad de aquel solitario personaje cuyo rigor mortis tuvo a bien congelar para siempre su sufrimiento final.
También vimos una mujer con su bebé quienes perecieron víctimas de un parto que culminó en tragedia. O el cuerpecito de una niña de apenas unos meses de edad a la que le alcanzó la enfermedad cuando no había hecho más que comenzar a vivir.
Salvo algunos casos la mayoría de las momias de Liétor tenían que ver con los hermanos frailes que llegaron a pertenecer a la orden de los Carmelitas Descalzos. Todos ellos esperaban la eternidad con las manos entrelazadas en posición de rezo. Tan sólo un par de ellos soportaban una pequeña cruz de madera que, sumergida entre los dedos, dejaba ver lo que era una tradición de antaño. Los ropajes deshilachados permanecían en aquellos cadáveres momificados por una temperatura constante e idónea para conservar tanto los tejidos como la carne convertida en fino cuero. Uno de los religiosos parecía mostrar su mayor rango a través de la calidad y el grosor de la casuca que portaba así como por su portentoso sombrero desdibujado por la polvareda.
A solas en la cripta de las momias de Liétor, en el subsuelo que los frailes carmelitas habían tapado a propósito por completo tras ser exclaustrados por la desamortización, presenciamos cómo el tiempo se había perdido en aquellos rostros expresivos, en las manos orantes y esa gran cantidad de historias particulares depositadas en aquellas tumbas que un día salieron a la luz en una iglesia situada a poco menos de una treintena de kilómetros en línea recta de Hellín.
Aquella fue una visita fugaz e intensa, de muchas preguntas y muchos silencios. Un encuentro con lo que algún día seremos cuando nos hayamos marchado. Aunque más que pensar en esto me gusta quedarme con la frase magistral de Rabindranath Tagore quien un día escribió que «La muerte no es extinguir la luz; es tan sólo apagar la lámpara porque ha llegado el amanecer.»
OTROS LUGARES DE ESTE TIPO
- El osario de Wamba (Valladolid).
- Las capillas de los huesos en Évora y Campo Maior (Alentejo, Portugal).
- Las momias del cementerio de Chauchilla (Nazca, Perú).
- El osario de Sedlec (Kutna Hora, República Checa).
- El museo de las momias de Quinto (Quinto, Zaragoza).
- El museo de las momias de Guanajuato (México).
- La sala de las momias del Museo de El Cairo (Egipto).
- Las catacumbas de los Capuchinos en Palermo (Italia).
- Las catacumbas de París (Francia).
- El cementerio de Chauchilla (Perú).
Liétor fue uno de los muchos lugares que visité en una ruta en coche por la Sierra del Segura y Alcaraz y que me llevaría a a moverme también por Aýna (mi cuartel general era una preciosa habitación con vistas en el Hostal Miralmundo), Letur, Yeste, Nerpio, Riópar, el Parque Natural Calares del Mundo y de la Sima así como por la monumental y deslumbrante Alcaraz. Lugares de los que me gustaría hablar largo y tendido en este blog y que demuestran que Albacete es mucho más que una llanura de tópicos. La de las momias de Liétor es una simple anécdota que deseaba trasladaros porque ya me conocéis que este tipo de lugares llaman poderosamente mi atención.
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
PD1: Podéis leer más artículos como éste dentro de la categoría RINCONES DE ESPAÑA. También los específicos de Castilla-La Mancha.
7 Respuestas a “La cripta de las momias de Liétor en el convento de los Carmelitas Descalzos”
Magnifico reportaje
Muchas gracias Ángel!
Te apunto un par de lugares más de este tipo que hemos visitado: Las Catacumbas de Palermo (imprescindible, la bambina) y San Bernardo alle Ossa en Milán.
Un abrazo.
Mira que he ido veces a Milán y se me ha escapado San Bernardino alle Ossa!!! Gracias por la recomendación. Lo de Palermo le tengo unas ganas brutales desde siempre.
Por cierto, no te pilla a demasiadas horas el museo momias de Quinto, en la provincia de Zaragoza. En España no hay nada parecido.
Un fuerte abrazo,
Sele
Crónica espectacular. Gracias por compartir. Fantástico trabajo.
Excelente reportaje, Sele!
Muchas gracias por tus amables palabras. En breve tendré que volver por Quinto, ya que el 04/08/2024 comenzará la excavación arqueológica en la capilla de Santa Ana. No creo que encontremos más momias, dado que allí el subsuelo tiene un alto índice de humedad, pero no importa, ya que los huesos también aportan mucha información. Yo iré cuando tengamos que volver a poner de nuevo las momias en la capilla, ya que quiero echar un vistazo a ver cómo se encuentran tanto las momias como sus respectivas indumentarias.
Un cordial saludo!
Mercedes González
Gracias por escribir por aquí, Mercedes!!
Ya estaré al tanto de qué sucede en esa excavación. Os deseo muchísima suerte. Me encantaría volver y ver lo que estáis haciendo.
Sele