Visita a los castillos señoriales en el valle del río Esgueva
El vallisoletano más universal, Don Miguel Delibes, tenía una forma muy original de explicar la razón por la cual la gente de Valladolid tiende a llamar desde siempre la Esgueva al río Esgueva y en cambio el Pisuerga conserva intocable su género masculino. Decía que «Esgueva es la, femenino, tal vez por sus curvas y redondeces, tal vez por sus arrebatos intempestivos que, en determinados momentos de la historia, pusieron a remojo la ciudad. El Pisuerga, como río macho, es más ancho y corpulento, pero también más controlado». No le faltaba razón al definir a la Esgueva como curvada e intempestiva si seguimos su último viaje hasta fundirse definitivamente con el Pisuerga. Los aproximadamente 60 km que el río recorre en Valladolid dejan un mar de páramos teñidos en primavera con el blanco de los almendros, un suave aroma a vino en bodegas agazapadas bajo inocentes lomas y la robustez de castillos señoriales capaces de impedir que los siglos imiten el curso acelerado de las aguas. En Valle Esgueva todo es posible menos el tiempo.
Precisamente en el castillo de Villafuerte, así como en el castillo de Encinas, ambos con el río Esgueva como insigne apellido, nos detuvimos a admirar sus murallas cuadradas y su torre del homenaje. Y aprendimos que no todos los castillos estuvieron hechos para la guerra. Es el caso de los castillos señoriales que enderezan la silueta del Valle del río Esgueva nos encontramos con símbolos inequívocos de la ostentación de familias de rancio abolengo que con los siglos se olvidaron incluso de su propia existencia. Os animamos a que nos acompañéis en esta ruta poco conocida en una provincia como Valladolid que no deja de sacar ases en la manga que nos obligan a regresar una y otra vez.
La Escuela de Valladolid, toda una tendencia en los castillos señoriales
Que se hable de una escuela vallisoletana en la construcción de castillos es situarnos en un contexto (y un concepto) que nace en Castilla a partir del siglo XV . No nos referimos de una escuela con pizarra, pupitre y borrador de tiza, sino de una manera nueva de entender el levantamiento de edificios que siempre habían sido ideados para la guerra. Una vez la reconquista de la península ibérica había llegado hasta las puertas de Granada y se establecía una paz relativamente estable a los territorios alejados de la última frontera del Islam, la funcionalidad defensiva de los castillos había dejado de tener cierto sentido. Algo similar había sucedido en Francia con los castillos del Valle del Loira y de la Dordoña en el Périgord con el final de la Guerra de los cien años y la retirada inglesa del país vecino.
¿Quiénes y por qué se construyen entonces nuevos castillos? Además de los monarcas, los señores y familias más poderosas se encargan de hacerse nuevos castillos en los que residir con manifiesta opulencia. Eso mismo ocurre no sólo en Villafuerte o Encinas sino en muchos otros, personajes poderosos hacen ostentación con la tenencia de castillos en pequeños (o grandes) señoríos que imitan los viejos castillos medievales, aunque con una vulnerabilidad que los convierte en inválidos para cualquier guerra. Esa demostración de fuerza se podía medir con maravedíes pero no con anchas murallas fácilmente derribables con la nueva artillería.
Con Escuela de Valladolid uno no se refiere únicamente a la modalidad de castillos residenciales levantados por nobles que adquieren señoríos en vida sino en una serie de parámetros reconocibles en lo que se puede considerar una moda en la región. Son castillos de poco tamaño con planta cuadrada y una torre del homenaje tan imponente como obsoleta en su uso original. Sus proporciones son también estándares, con la altura de la torre exactamente igual al lado del recinto cuadrado, y el doble de la altura del mismo.
Valle Esgueva y dos grandes ejemplos de castillos señoriales
La Esgueva discurre por el oriente de Valladolid casi paralelo al Duero, separados por páramos donde pasta el ganado. La carretera de Renedo estrecha sus miras por un valle que no parece exactamente un valle. La planicie se ve retocada en altozanos improvisados y tímidas ondulaciones que a un lado y otro de la carretera nos lleva a preguntarnos más de una vez dónde se encuentra el río al que debemos seguir a contracorriente. La VA-140 nos acompaña durante 40 km desde Pucela para llegar a nuestro primer destino (y nuestro primer castillo), Villafuerte de Esgueva. Unos 20 km después, en Encinas de Esgueva, se encuentra el otro bastión señorial que deseamos introducir en nuestra ruta.
El castillo de Villafuerte
El primero de los castillos que visitamos desandando el curso del río Esgueva fue Villafuerte. Quizás uno de los mejores ejemplos de la escuela vallisoletana y de cómo los nobles, y no sólo los monarcas, se empezaban a hacer con castillos señoriales a finales del siglo XV. El culpable de la existencia de un castillo en Villafuerte de Esgueva fue Garci Franco de Toledo, un noble vallisoletano judeoconverso que mandó construir «su propia fortaleza residencial» allá por 1464 en un momento convulso para los «cristianos nuevos» que despertaban muchos recelos en la población local y, sobre todo, en la iglesia. No iban a ser años fáciles para los conversos, sobre todo para quienes cambiaron de religión a la fuerza para evitar las persecuciones y destierros que tenían su punto de mira en ellos. De hecho se sabe que un hermano de Garci Franco de Toledo murió en 1467 durante una revuelta contra los judeoconversos.
De ese modo una población cuyo nombre hasta el momento había sido Vellosillo, pasó a ser para siempre Villafuerte de Esgueva por decisión del Señor de estas tierras. Con su propio castillo donde el blasón familiar en piedra de la familia estuviera presente en el nuevo castillo señorial. Y así llegó a nuestros días sufriendo avatares, guerras y abandonos prolongados (y vergonzosos) hasta que por fortuna para todos se hizo con él la Asociación Española de Amigos de los Castillos presidida por Don Javier Bernad Remón para devolverle el esplendor perdido y montar allí su sede.
Tuvimos la suerte de que el propio Bernad nos mostrara el castillo por dentro y por fuera, explicándonos las particularidades de la escuela vallisoletana con sus preceptos bien definidos en Villafuerte. El castillo tiene planta cuadrada y torres redondas en tres de sus esquinas y una gran torre del homenaje con cuatro torrecillas semicirculares que duplica la altura de la muralla. Son las dimensiones normales de una edificación que jamás fue pensada para la guerra y que se repite en la región dentro de un estilo que encuentra pocas variaciones.
De un castillo en que muchos habitantes necesitados en tiempos de pobreza arrancaron hasta las vigas de madera o en que alguien tuvo la feliz idea de poner un frontón en la muralla tenemos ahora un maravilloso conjunto arquitectónico en el que se notan tres décadas de trabajos de restauración bien hechos y una gran inversión para arreglar los numerosos desperfectos que poseía el castillo. Incluso el interior de la torre del homenaje se ha amueblado para devolverle el aspecto que quizás algún día tuvo. En el patio se organizan festejos, actividades culturales patrocinadas por la Diputación Provincial de Valladolid e incluso bodas. De hecho la capilla está habilitada por el Obispado para la celebración de ceremonias religiosas y existe también una biblioteca.
+ Nota práctica (horarios y precios de entrada): El castillo de Villafuerte de Esgueva es visitable durante todo el día pero hay que concertar cita con el guarda-guía del mismo (precio 2€, niños 1€). Los teléfonos de contacto son +34 983 683 722 y +34 687 851 930
+ Alojamiento: Nos quedamos a dormir en una de las cuatro fabulosas casas rurales de Mirador del Valle www.miradordelvalle.es, en el corazón del pueblo y con vistas a los páramos. Son para quienes les guste el turismo rural con encanto, buen gusto y todas las comodidades. Los cuartos con jacuzzi de la casa Arrebol (y su precioso salón con chimenea) son para tirar cohetes, pero la «Suite» cuenta hasta con su propia bodega dentro de la casa. Y sus dueños son realmente adorables.
El castillo de Encinas de Esgueva
Casi un siglo antes que en Villafuerte nació en Encinas de Esgueva otro castillo, sin los patrones exactos de la mencionada escuela vallisoletana aunque sí en la consabida función residencial de los señores de estas tierras. El primer morador sería don Diego López de Zúñiga, aunque en el siglo XVI pasó a formar parte del patrimonio de la poderosa familia Aguilar tal y como podemos ver en los escudos que permanecen en las esquinas de las torres.
De planta cuadrada deja entrever cuatro torres, aunque sólo dos de ellas no son elementos puramente decorativos. La más importante es la Torre del Homenaje, donde había grandes ventanales (añadidos renacentistas) que posteriormente se cegaron. El interior del castillo no es visitable y, aunque tuve la suerte de pasar a verlo unos minutos, no tiene nada de interés. Durante un largo tiempo sirvió de silo para almacenar el grano e incluso de vivienda, pero hoy día hoy día tan sólo sirve para almacenar elementos utilizados en las fiestas de Encinas. Afortunadamente el exterior del castillo tiene interés por sí mismo y su estado de conservación es excelente.
La de Encinas de Esgueva es una visita que quizás lleve menos tiempo que la necesitada en Villafuerte porque está dedicada únicamente al exterior de su castillo, pero cuenta con otro lugar muy próximo (2 km al oriente) que no está de más incluir en nuestro recorrido. Me refiero al Embalse del Encinas, donde en verano la gente se baña y pasa el día, se lleva comida a los merenderos y, en definitiva, se relaja en un paraje natural lo bastante hermoso como para pasarlo por alto en toda ruta por el Valle del Esgueva que se precie. También es ideal durante todo el año para observar aves acuáticas.
Valladolid, tierra de castillos, tierra por descubrir…
Son muchos los castillos y atalayas de Valladolid para visitar, siendo la provincia española más prolífica en fortalezas de este tipo. Como acabáis de ver no sólo está Peñafiel, para mi uno de los mejores fortines medievales que he visto en toda Europa, sino que me vienen a la mente Fuensaldaña, Tiedra, Torrelobatón, Portillo, Íscar, Curiel, Villagarcía de Campos y, por supuesto, Medina del Campo. Y en la lista de grandes castillos he podido añadir Villafuerte y Encinas, ambos a orillas de la Esgueva y con la particularidad de no ser demasiado conocidos a pesar de su belleza.
En mi caso se trató de la primera vez que tomé la carretera que se introduce por el valle, lo que me demuestra que tengo que volver más veces a Valladolid y que me siguen quedando muchas cosas por ver. Valle Esgueva es esa parte de la provincia que susurra en voz baja pero su mensaje se te queda grabado a fuego. Doy fe de ello.
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
PD: No te pierdas más artículos sobre Valladolid en este blog o el apartado dedicado a RINCONES DE ESPAÑA.
2 Respuestas a “Visita a los castillos señoriales en el valle del río Esgueva”
Castillo de Encinas de Esgueva.
Ha aparecido en el capitel de la ventana original de la torre del homenaje y fotografiado por primera vez el escudo de los fundadores del castillo los ZÚÑIGA, junto con cuatro cabezas y dos palmeras a los lados.
Un saludo.
A.Rivera
[…] de los castillos más hermosos de España, pero a la vez de los más desconocidos (un ejemplo los que siguen el cauce del río Esgueva). Personalmente me considero un entusiasta de estas fortificaciones que salpican la península […]