San Cebrián de Mazote, el espíritu mozárabe de Castilla
A mediados del siglo X la convivencia de los cristianos en territorio musulmán de Al-Andalus se hacía cada vez más irrespirable. No fueron pocos monjes precisamente los que huyeron del sur hasta situarse en un lugar más seguro al otro lado de la línea donde las campañas de reconquista de la península por los reinos los reinos cristianos habían dejado el territorio despejado de enemigos para ser repoblado. Uno de los casos más evidentes fue el de un grupo de sacerdotes cordobeses que se establecieron en un lugar conocido como Monzoute, a poco más de 40 km al oeste de Valladolid, y levantaron sobre el viejo templo visigodo existente una iglesia de planta basilical con infinidad de elementos mozárabes. La consagraron a Ciprianus, un santo nacido en Cartago, y utilizaron unas técnicas propias del arte islámico aplicadas a un edificio religioso cristiano. Hoy día Monzoute es la vallisoletana San Cebrián de Mazote y San Cipriano el mayor templo mozárabe que podemos disfrutar en Castilla.
El municipio de San Cebrián de Mazote, de apenas doscientos habitantes y atravesado por el río Bajoz, parece haberse paralizado en el tiempo para seguir en el primer milenio de nuestra era y ser uno de los pocos lugares de la provincia donde se puede respirar el aire mozárabe más puro y escuchar las campanas de una de las iglesias más hermosas y recomendables para visitar de toda la provincia de Valladolid.
El mozárabe repoblacional de la iglesia de San Cipriano en San Cebrián de Mazote
Cuando llegué por carretera a San Cebrián de Mazote dejó de ser por fin una mera señal de carretera en la A-6 con la que me había cruzado en infinidad de ocasiones saliendo desde Madrid (a 216 km). Como con Urueña, Tiedra y otros lugares de Valladolid a los que me gusta hincar el diente de vez en cuando tomando alguna ruta secundaria por la provincia. La gente no se imagina todo lo que hay detrás de una salida de autopista con nombre raro. Porque San Cebrián de Mazote no es un nombre muy común que digamos, pero sí muy fácil de recordar. Y qué sorpresa la mía cuando en un pueblo solitario, de un tamaño diminuto y tan silencioso que no se escuchaba ni el sonido del viento, me fijé en la fachada de una iglesia que para nada podría pasar desapercibida. Era preciosa, especial, con su clásica espadaña castellana en lo alto pero con una cuerpo diferente, muy cuadrado, respecto a otros de la zona. Ayudaba mucho contar con un cielo azul resplandeciente copado por nubes que parecían ovejas saltando la valla. Son mis favoritas. Le dan un toque fabuloso a las fotos y son señal inequívoca de días buenos que conviene aprovechar desde bien temprano.
Una vez crucé el umbral de la iglesia me di cuenta que había echado las campanas al vuelo demasiado pronto. ¡No había visto nada! Aquello era aún mejor de lo que me podía imaginar. Por un instante pensaba que estaba en una mezquita andaluza o, incluso de mucho más lejos. La de San Cipriano es una joya mozárabe donde los calificativos se quedan cortos. Muy pocos interiores en iglesias castellanas muestran tan bien este estilo artístico trabajado por los cristianos que en su día habitaron territorios donde la religión principal era el Islam (lo contrario a mudéjar, donde hablamos de musulmanes en territorio cristiano). Un pedacito de Al-Andalus en plenos Montes Torozos. ¿Quién lo iba a decir?
Tres naves avanzan paralelas sobre una estructura basilical típica del prerrománico. Arcadas en herradura se encuentran en otro arco principal en el medio antes de convertirse en tres ábsides de planta cuadrada salvo el central también de herradura donde se encuentra el Cristo crucificado. Los capiteles en dos en dos parecen tener un origen diverso, así como las propias columnas que, según los historiadores, fueron reutilizadas de estructuras antiguas del período visigodo e incluso romano. No hay que olvidar que esta zona de Castilla tuvo no pocas villas romanas cuyas ruinas fueron aprovechadas para levantar nuevos edificios como es el caso de San Cipriano. Incluso es probable que ya hubieran sido parte del templo que los visigodos construyeron en el siglo VII, casi trescientos años antes de que los monjes cordobeses se encargaran de refundar el lugar.
Se sabe por un documento del año 952 d.C fechado en el monasterio de San Martín de Castañeda (Zamora) que algunos sacerdotes que allí se encontraban habían estado durante un corto período en San Cebrián de Mazote. Muy poco después el gran Almanzor hostigaría aquellas difíciles tierras fronterizas y es posible que ese fuese el motivo de que en varios lugares la repoblación se hiciese más compleja y tuvieran que seguir su camino a otras zonas más seguras. Por fortuna la iglesia de San Cipriano, debida a su aislamiento, nunca llegó a ser hallada por las hordas del gran caudillo del Califato de Córdoba. Y, de ese modo, sobrevivir hasta nuestros días como reflejo del paso efímero de los mozárabes que dejaron sus huellas este lugar.
Los capiteles y algunos bajorrelieves conservados muestran formas vegetales, muy propias del arte islámico. Incluso en una pared lateral restos de colores rojo y blanco recuerdan cómo está pintado el interior de la mezquita de Córdoba, que los autores de la iglesia seguro habían visto con sus propios ojos. Pero el arte califal se entremezcla con otros conceptos del prerrománico repoblacional y se puede disfrutar de un bajorrelieve expuesto cerca de la entrada principal con dos figuras humanas muy propias del arte bizantino. Ya sólo en ese pequeño pedazo de piedra encontramos influencias árabes, visigóticas y bizantinas.
¿Por qué San Cipriano es el nombre de la iglesia cuando el pueblo es San Cebrián de Mazote? pregunté a la persona que nos mostró el conjunto religioso. La respuesta no se hizo esperar porque era más sencilla de lo que intuía. San Cipriano y San Cebrián son en realidad el mismo santo llamado de diferente manera. Ciprianus de Cartago sería el personaje religioso que daría nombre a la iglesia y la población. Y mientras la denominación de Cebrián se fue perdiendo en la liturgia por el de San Cipriano, el pueblo se quedó como había sido desde un principio, San Cebrián. No deja de ser curioso, ¿verdad?
Independientemente del nombre tengo que decir que San Cebrián de Mazote es digno de una escapada, que me dejó con la boca abierta y las ganas de escribir cuanto antes sobre este lugar demasiado desconocido para la maravilla que aguarda al viajero. Una combinación perfecta para una ruta que incluya la Santa Espina, Urueña y Villagarcía de Campos. Incluso Tiedra y su castillo, a los que tiene a apenas un cuarto de hora de distancia. Merece mucho la pena. Y de ese modo dejará de ser un cartel de carretera más…
Horarios de visita de la iglesia de San Cipriano (San Cebrián de Mazote)
Desde el mes de noviembre hasta abril la iglesia de San Cipriano abre sus puertas tan sólo media hora antes de la misa. Domingos de 11:30 a 12:00 y miércoles de 17:30 a 18:00. Una vez llega la primavera está abierta a las visitas todos los días entre abril y octubre, ambos inclusive. En épocas como Semana Santa, aunque caiga algún año en marzo, también abre todos los días. La entrada es gratuita.
Más información en la página web del Patronato de Turismo de la Diputación provincial de Valladolid www.provinciadevalladolid.com/es/san-cebrian-mazote y en la web del Ayuntamiento de San Cebrián de Mazote www.sancebriandemazote.ayuntamientosdevalladolid.es.
¡Nos vemos en Valladolid!
Sele
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