La magia de una humilde tienda de marionetas en Khiva

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La magia de una humilde tienda de marionetas en Khiva

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La belleza suele encontrarse en las cosas más sencillas que nos rodean. En ocasiones hay lugares que pasan desapercibidos por ser, simplemente, humildes. Si nos fijamos bien en ellos, estaremos más cerca de sentir la magia de esos rincones pequeños capaces de devolvernos sentimientos que creíamos tener olvidados. El ejemplo que os traigo hoy es el de «Alí Babá y los 40 ladrones», la tienda más especial y amable que encontramos en nuestro viaje a Uzbekistán, la cual se dedica a la fabricación y venta de marionetas de papier maché. En la ciudad de Khiva, una auténtica joya en mitad del desierto, se pasea la magia de las Mil y una noches del brazo de madrasas, palacios y elevados minaretes, pero también de lo que hay detrás de algunas puertas en las que los artesanos dan la vida a los objetos. Es el caso de quien moldea los rostros divertidos de unos simpáticos títeres ataviados con trajes típicos uzbekos que tratan de acompañarte en un viaje a lo mejor de la infancia.

Me gustaría que conociérais el interior de esta entrañable tienda que refleja la magia de lo simple. Pasemos un instante para quedarnos a solas con todas aquellas caras coloreadas que esperan hallar un nuevo amigo que se las lleve a casa. A través de un vídeo conoceremos lo que se cuece en esta fábrica de ilusiones tan envuelta en la tradición.

EL HOGAR DE LOS TÍTERES DE KHIVA

Adentrándonos veinte  o treinta metros por la Puerta Oeste de la muralla de Khiva, a los pies del minarete inacabado del Siglo XIX (Kalta Minor) bañado por el brillo de azulejos turquesas y verdes, existe un pequeño bazar de artesanía de no más de seis o siete comercios. Todos a cubierto, tienen sus dueños puestas sus máximas esperanzas de éxito en las mesas que ponen fuera como si fueran escaparates de los productos que tienen a la venta, en este caso souvenirs o recuerdos que reflejan el potencial artesano de las personas que viven y trabajan en ese rincón de Uzbekistán. Unos llaman más la atención que otros, pero en este caso Ali Baba & The 40 thieves in Khiva cuenta con la ventaja de tener toda una pléyade de marionetas sonrientes invitándote a que las visites. Después, el carisma de su creador hace el resto…

Para nosotros no pasó, en absoluto, desapercibida la pequeña cueva en la que permanecían apilados cientos de muñecos en sus estanterías, todos diferentes aunque diseñados con unos mismos patrones tal y como nos explicó el maestro de estos títeres cargados de vitalidad y alegría. Y es que nos gustaba tanto la tienda que cada vez que paseábamos por la ciudad amurallada de Khiva entrábamos a verla. De tanto pasar por ella pensé que merecía un artículo exclusivo para que más gente pudiera conocer su particular encanto. Por ello grabé un vídeo en el que participó el dueño del comercio para que nos mostrara algunos de los secretos de esas figuras que cuentan con personalidad propia. Porque hay cosas que, aunque no lo parezcan, tienen alma. Mirad sino…

¿Verdad que es un lugar que invita a entrar? ¿Verdad que dan ganas de llevarse unos cuantos muñecos?

Una marioneta es ese tipo de regalo bueno, bonitos y barato que uno siempre anda buscando llevarse de un viaje. Para mí es el recuerdo perfecto que recoge la personalidad de todo un país en «papel machacado». Y como no pudimos evitar la tentación, nos acabamos trayendo no uno sino dos títeres ahora posan con sus mejores galas en nuestra casa. Pagamos 5 dólares americanos por cada uno de ellos (aprox 3€) y ahora tenemos siempre a la vista un pedacito de Uzbekistán.

La de las marionetas es una tradición muy arraigada en esta parte de Asia Central. Las horas de trabajo de los artesanos uzbekos que las fabrican se van en modelar con pasta de papel unos rostros que después pintan dibujándoles una sonrisa, una nariz y unos ojos bien grandes. Después llega el momento de vestirlos, ponerles un gorro si hace falta y dejarles en su sitio esperando viajar lejos, tanto como aquellos que mucho tiempo atrás hacían completa la Ruta de la Seda removiendo todo un mundo bajo sus pies que renovaba su savia con influencias nuevas de aquí y de allá.

En Ali Babá y los 40 ladrones queda un poco de aquellos viajes y de la carcajada de unos niños escondida en una caja de juguetes.

Y digo yo… La magia existe, ¿verdad?

Sele
 
PD: Recuerda que la ruta que hicimos en Uzbekistán, los alojamientos, transportes, consejos y el índice de los relatos/artículos que tengan que ver con este viaje lo podrás consultar haciendo un clic en:

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