Un tranquilo paseo en barca en La Albufera de Valencia
A tan sólo 10 kilómetros de la ciudad de Valencia se ubica delicioso paréntesis vestido de naturaleza y tradiciones de las de toda la vida al que merece la pena detenerse. La Albufera es un pequeño pero intenso mar interior de agua dulce, canales, vastos arrozales y clásicas barracas levantadas como el gran Vicente Blasco Ibáñez nos contara en «Cañas y barro». Este parque natural no es un disfraz sino una de las más interesantes puestas de largo al que los árabes le pusieron nombre (Albufera significa mar pequeño) y el futuro le ha permitido sobrevivir para disfrute tanto de los turistas como de los propios valencianos que en los buenos días de verano se escapan a probar una paella de verdad con los amigos y la familia en alguno de los restaurantes o casas de comidas de El Palmar. Precisamente allí, en el humilde embarcadero del Tío Pastilla, tuve la ocasión de saborear durante un agradable paseo en barca el sol sobre las aguas calmadas, el revoloteo constante de las garzas y la sensación de que la ciudad debía estar mucho más lejos.
Encuentro de naturaleza y tradición en La Albufera
La Albufera de Valencia es lago más grande de España, puesto que el pequeñísimo corredor que lo separa del mar lo ha aislado del agua salada y, por tanto, es ideal para el cultivo del arroz y la presencia de un buen número de especies de aves en los humedales y las matas desde donde vigilan su alimento. Tradición y naturaleza hacen un buen matrimonio en el que la sostenibilidad será la única vía que logre una sentencia favorable a que «el marecito valenciano» continúe siendo uno de los pulmones de la costa levantina.
Cuando un rápido viaje en bus turistic que me sacó de la Plaza de la Reina de Valencia (el billete de ida y vuelta y el ticket del barco tienen descuento con la Valencia Tourist Card) no pensé que La Albufera quedaría tan cerca. Ese es uno de los secretos de este paraje natural, que te arranca del ruido de la ciudad y te pone a expensas del agua y los pájaros sin que te enteres. Después, en uno de los muchos embarcaderos que hay en la isla de El Palmar, me dejé llevar. El curioso nombre de «Embarcadero del Tío Pastilla» se alió con una experiencia perfecta en la que un octagenario de nombre Vicent Torrent, quien se protegía del sol con un sombrero de paja de los que llevan los campesinos de toda la vida como él, dio forma con un encantador paseo en barca.
El señor Vicent sacó primero esta embarcación alargada de madera (albuferenc) preparada para llevar a más de diez personas sirviéndose de un enorme palo o pértiga que clavó en el suelo poco profundo que tiene la conocida como «Carrera de la reina», un canal esencial para comprender este área natural. El suyo es sólo de los muchos embarcaderos de los que salen barcos para recorrer La Albufera, pero la solera y el encanto personal de este peculiar capitán hace que esté entre los mejores valorados por los viajeros que llegan hasta aquí.
Y es que Vicent, quien repite que el Tío Pastilla no es él sino su abuelo, desconociendo asímismo el origen de semejante apodo, es uno de esos grandes Embajadores que tiene La Albufera. Comparte su férrea sabiduría sobre la zona y responde a todos los porqués con la simpatía y el entrañable acento valencià como bandera. Da igual que haya hecho el mismo viaje (de 35 minutos aproximadamente) miles de veces sin que esté cayendo en la exageración. Siempre se fija en dónde se esconden las aves y te ayuda a buscar sin necesidad de prismáticos a quienes habitan estas aguas y matorrales desde que se creara de forma natural esta laguna interior separada por muy poco del Mar Mediterráneo.
Antes de salir del canal pasamos por las casas campesinas, denominadas barracas, que se utilizaron en 1978 para el rodaje de la serie televisiva «Cañas y barro» basada en la novela de uno de los escritores valencianos más universales. Inmaculadas paredes teñidas de blanco y tejadillos realizados precisamente con las cañas de los alrededores rematan en una cruz que se repite prácticamente en el 100% de las casas de la zona. Cada vez quedan menos y su conservación es garantizar un regreso vocacional al costumbrismo hecho vivienda de personajes labriegos y hortelanos de siempre. Pura historia tanto anónima como novelada de quienes amaron La Albufera mucho antes de quienes venimos de fuera a admirarla en barcas como las del Tío Pastilla.
Tras ellas salimos al pequeño mar propiamente dicho, el lago de aproximadamente seis kilómetros de diámetro por el que revoloteaban garzas grises y navegaban diversos grupos de ánades. En La Albufera hay también sormomujos, cormoranes o cigüeñelas, aunque según épocas vemos a otras aves que se detienen de su largo viaje entre África y Europa en busca de un clima benévolo. De eso Vicent sabe mucho, quien parece un calendario andante de vuelos y nidificaciones de animales de pico, pluma y alas.
Alejándonos de las matas el viento suavizó la fuerza del sol. Muy a lo lejos se distinguían las composiciones futuristas de la Ciudad de la Artes y las Ciencias. Pero allí gobernaba el canto de las aguas y los comentarios del rey del albuberenc que mezclaba sentido común y humor con los que aderezaba una visita indiscutible. Es un lugar del que me han contado se viven atardeceres magníficos y la mejor excusa para volver a vivir una experiencia intensa de naturaleza a dos pasos de la ciudad. Me prometo a mí mismo que regresaré a La Albufera, esta vez dejando mi coche el El Palmar y deteniéndome más tiempo del que dispuse la primera vez para admirar el mayor lago de España y unos humedales de gran valor ecológico y paisajístico.
INFORMACIÓN PRÁCTICA
El paseo en barca desde los embarcaderos de El Palmar no viene a costar más de 4 ó 5 euros con una duración de 35-45 minutos. Algunos incluyen además alguna visita a una barraca convertida en museo tradicional, ya que queda poca gente que viva en ellas. El bus turistic te deja frente a uno de los muchos embarcadores que dispone el pueblo (puede costar 17€ todo el viaje, con el tour en barca incluida en el precio), aunque no es mala idea llevar el coche y quedarse más tiempo después y, quien sabe, si tomar una paella valenciana preparada como se ha hecho toda la vida.
Es un viaje a «esa otra Valencia» que merece la pena, como dije al principio «un paréntesis» al trasiego para verse envuelto en un instante en la dulce cotidianeidad que ofrece la propia naturaleza.
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
2 Respuestas a “Un tranquilo paseo en barca en La Albufera de Valencia”
un lugar precioso a pocos kilometros de una ciudad que merece mucho la pena conocer
me ha gustado mucho el articulo. muchas gracias por el post
un saludo
Un artículo muy bueno. Hay que disfrutar de la naturaleza también.