En no pocas ocasiones durante las últimas semanas me han preguntado la razón por la cual tenía tanto interés por viajar a Isla Reunión. Y no se me ha ocurrido mejor explicación que mandar in situ una postal desde este paraíso verde. Se trata tan sólo una toma de uno de los paisajes que se advierten cuando vas con el coche para pasar en minutos de la costa al interior del Circo de Salazie, una extravagancia geológica, como todo en este solitario enclave mascareño perteneciente a la República de Francia. Quizás porque se trataba de la primera cascada en este viaje, me he detenido bruscamente para quedarme a admirar esta joya de la naturaleza. Minutos más tarde decenas de caídas de agua de este tipo me han sorprendido en el camino a Hell-Bourg, una vieja estación termal repleta de casonas criollas de madera, cada una de un color distinto.

En Isla Reunión los sobresaltos se viven a base de tomar senderos, de observar cómo las nubes se agarran a las montañas para acariciarlas con suavidad e incluso permitiéndose cerrar los ojos un instante para escuchar los saltos de agua despeñándose contra las rocas. No he hecho más que empezar pero me temo que he encontrado exactamente lo que andaba buscando. 

Isla Reunión se divide, a grosso modo, en tres circos (antiguas calderas volcánicas ocupadas por la vegetación y algunas poblaciones criollas) como son Salazie, Cilaos y Mafate. Después está Le Volcan y su entorno (lo ponen con mayúsculas), que se refiere al irreductible Le Piton de la Fournaise, uno de los volcanes más activos del mundo y que tengo la suerte de que en estos momentos se encuentre en erupción. Por último estaría el litoral cortado por los arrecifes de coral, aunque sin tantas playas de postal como uno puede esperarse de una isla tropical. Eso sí, a quienes les gustan bien estas playas son a los tiburones blancos, que los hay… y muchos. El litoral, sobre todo norte y oeste, está bien ocupado por poblaciones como Saint Denis (la capital), Saint Gilles, Saint Paul y así numerosos santos. La esquina sudeste, dado que está a merced de las embestidas de lava de Le Volcan, es la parte más inhóspita.

NOTA: Este artículo participa en la sección fotografía de los Premios #BlogueroGold que organiza American Express, que me ha nominado entre los mejores blog de viajes de habla hispana.

He decidido hacer la isla en coche en el sentido de las agujas del reloj. Me he tomado tan sólo una salvedad bajando a Saint Gilles primero, aunque por una buena causa, ya que es ahí donde tomado un helicóptero para sobrevolar la isla (pero esa es otra historia que os contaré el próximo día, porque da para mucho). Pero el resto será nordeste, sur… y regreso por el oeste, la vuelta completa a esta pequeña gran isla del Océano Índico situada entre Madagascar y Mauricio. El comienzo tras aclimatarme de un largo vuelo desde Madrid, se trata concretamente de Salazie, donde pasaré unos días.

Con mi coche alquilado Sixt detenido en el arcén para tomar la foto-postal de hoy ¿Sabes que te estoy contando este viaje en directo en las redes sociales? Sígueme en twitter (@elrincondesele , instagram (también @elrincondesele) y Facebook (En la Fan Page de El rincón de Sele).

Grand-Mère

Cuando abandonaba la ajetreada Saint Denis para buscar Salazie, el circo más frondoso y verde de la isla, el agua empezó a caer de las ramas  de los árboles al cristal del coche. La carretera se fue estrechando cada vez más para introducirse definitivamente entre las paredes verticales de un gran macizo. Y ahí estaba esa inmensa cascada quebrándose en dos partes. Su nombre, Grand-Mère, que en francés significa «abuela», y que quizás se deba a su larga cabellera blanca. Ni siquiera aparecía en las guías que llevaba conmigo. Aunque reconozco que tampoco le hacía falta puesto que así la sorpresa para el viajero es mucho mayor. La mía fue de tal manera que he decidido que esta sea la primera postal que os envíe desde Isla Reunión. Quizás no sea de un lugar conocido pero sí de la puerta que lleva a un viaje de naturaleza exuberante que no ocupa demasiado espacio en la literatura de viajes (y que los franceses bien se han ocupado de mantener el secreto)

La abuela, esa señora de pelo cano sobre un fondo verde tropical, marca las líneas de un sendero de Ultramar por el que me pienso seguir perdiendo. Prometo desvelaros más razones por las cuales me he venido a reencontrarme con el Planeta Tierra nada menos que en Isla Reunión. Como adelanto va esta foto tan especial para mí que espero que os haya gustado.

¡Hasta la próxima!

Sele
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