Atacama no es de este mundo

Blog

Atacama no es de este mundo

Unos pueden decir que Atacama es el desierto más seco que existe, que hay zonas en las que no se ha registrado una sola gota de lluvia, que se hace fuerte entre el litoral norte de Chile y los tramos más elevados de la antojadiza cordillera de los Andes. Son datos y son verdad. Pero cuando se está en Atacama las cifras no valen de nada y sí la incredulidad de unos paisajes que no parecen ni de nuestro planeta ni de nuestra propia galaxia. La tierra ebulle por todas partes, recrea formas caprichosas en piedra, despliega por igual lagunas saladas visitadas por los flamencos que humeantes géiseres a más de 4000 metros de altura. Y además conserva parte del espíritu nativo de América atrayendo la inmodesta inquietud de los viajeros que vienen a perderse en esta linde de arena y rocas inusuales en los que una noche estrellada resulta ser algo más que eso.

Valle de la Luna en el desierto de Atacama (Chile)

La última etapa chilena de este viaje me llevó a saborear las hermosas extrañezas de un territorio único desde mi atalaya en San Pedro de Atacama. Y hoy tengo empeño en demostraros con hechos la razón por la que Atacama no es de este mundo.

SAN PEDRO: SANTO, SEÑA Y MORADA DE VIAJEROS

San Pedro de Atacama es un lugar especial y del que puedo decir con seguridad que me ha marcado. Y no creo que sea por su diminuto tamaño, sus lindas casas de adobe o por tener volcanes de fondo como el imponente Licancabur. Su magnetismo va más allá. Posee una energía diferente que hace que los viajeros estrechen lazos bien con otros miembros de una aventura sudamericana o bien con los propios habitantes. Aquí nadie es extranjero sino un buen amigo con el que tomar una cerveza en el bar de la esquina. Historias legendarias traspasan cada una de las puertas del pueblo (sobre todo del Export) y se generan hermandades tan férreas como el acero. Quien conoce San Pedro lo sabe.

En el sentido más práctico de un viaje por la región ni que decir tiene que es la base predilecta para las mejores expediciones que se pueden realizar en la región. Situado en mitad de ese planeta salino, desértico, pedregoso, volcánico e incluso altiplánico llamado Atacama, está perfectamente preparado para absorber viajeros y lanzarlos de cara con muchos de los rincones extraordinarios que brotan por todas partes. Hoteles, restaurantes y agencias de viaje dan forma al empeño inevitable de querer explorar impactantes fenómenos naturales o históricos ya sea en este Chile tan lejano o en la vecina Bolivia. De hecho ese no sólo fue muy plan sino que es el de muchos.

Ya que moverse por cuenta propia para ciertas rutas no es demasiado sencillo, ni tampoco económico yendo en solitario, me hice fiel aliado de los amigos de IncaNorth Tours (C/Toconao 441) Jorge y Diego Sepúlveda, quienes me dieron el mejor soporte para disfrutar de las maravillas atacameñas. Con ellos me sentí cómodo en los recorridos que tuve la suerte de realizar. Para mí fueron todo un acierto no sólo porque no le puedo poner una sola pega a cómo me fueron las cosas, sino también porque fueron los mejores anfitriones que pude tener en San Pedro. De hecho Diego, con quien es fácil hacerse amigo y escudriñar los entresijos del pueblo, se convirtió en otro de esos buenos ejemplos que tiene viajar lento y disponer de tiempo para conocer a las personas.

A continuación podéis ver un mapa que muestra los recorridos que realicé en la región, utilizando en todo momento a San Pedro como base y a IncaNorth como valedor:

Hoy día hay, además, otras agencias que permiten reservar excursiones por Atacama de manera online y con suficiente antelación. Y es que esta zona da para varios días, muchos si se quiere o puede, porque las opciones son tan amplias que lo lógico es marcharse de aquí jurando regresar.

Pero os había dicho que Atacama no era de este mundo y que lo iba a demostrar, ¿no? Pues allá van los lugares que más me impactaron y que considero esenciales en todo viaje con parada en San Pedro.

EL VALLE DE LA LUNA…Y DE LA MUERTE

Para salirse del Planeta Tierra nada mejor que darse un paseo por la luna. En Atacama existe un valle en el que la roca y la sal han completado una simbiosis tan perfecta que juega con el visitante a hacerle olvidarse del globo terráqueo. Simplemente porque la Naturaleza ha sido tan caprichosa de modelar un paisaje absolutamente «intergaláctico» que hace suspirar al más pintado.

La visita al Valle de la luna se compone de cuevas de sal, dunas inmensas, panorámicas inolvidables y unos cambios de color de los que el Sol se adueña cada tarde. De hecho es a partir de las 16:00 horas cuando la gente se desplaza a este lugar, puesto que para las fotografías las tres o cuatro últimas horas de luz del día son sublimes.

El final de esta obra teatral de la Naturaleza se desarrolla en una inolvidable puesta de Sol en los alrededores del impreciso Valle de la Muerte que, enrojeciéndose a pasos agigantados, vuelve a ofrecernos un viaje a otro Planeta. ¿Quizás al ardiente Marte?

LOS GEISERS DEL TATIO

A 4200 metros de altura el tercer mayor campo de geisers del mundo (primero en el Hemisferio Sur) abre sus puertas humeantes en cada amanecer. El olor a azufre y el burbujeo del agua hirviendo me hizo pensar si así podía ser un paisaje propio del averno, pero la luz nacida en las altas montañas nevadas, lo reconvirtió repentinamente en una rotundo ejemplo de que la tierra vivía, vibraba, latía a mi lado. Una auténtica maravilla que me hizo olvidar de los siete grados bajo cero que se colaban por debajo de la ropa.

El Tatio es, sin duda, uno de los imprescindibles en todo viaje a Atacama. Puedo decir que incluso llega a emocionar, a romper nuevamente unos esquemas preconcebidos y a preguntarse (lo hago cada día) «¿Qué será lo siguiente?»

LA LAGUNA CHAXA DEL SALAR DE ATACAMA

La fingida planicie atacameña tiñe de blanco más de 3000 kilómetros cuadrados. Es la sal la que vuelve a modelar a su antojo un paisaje árido, inhóspito pero bello. Esta blancura, vista desde distintos ángulos, puede traer a la cabeza los conceptos de infinito e imposible, que acostumbran a formar parte del diccionario del viajero apasionado.

Pero quizás lo mejor del Salar es una laguna nacida en sus entrañas, cuyo nombre es Chaxa, y que permite observar cómo el agua se convierte en un perfecto espejo que juega con la vista del espectador. Ya dije en su momento que Chile era tierra de volcanes y espejos, pero en Atacama esta percepción roza lo sublime y hace que sobren las palabras.

En dicha Laguna entran en juego los flamencos (de hecho esta parte forma parte de la Reserva Nacional de los Flamencos) acentuando los efectos mágicos  y haciéndonos confundir a todos sobre cuál es el ave real y cuál la reflejada en las aguas más quietas que jamás he visto. Como parte del este puzzle, retuercen el suelo acuático y el cielo para que podamos disfrutar de su afilado estilo. Sin duda lo consiguen…

Allí acuden los amantes de la fotografía para retratar verdades y reflejos. Pero ni ellos mismos saben dónde se encuentra el secreto mejor guardado de Chaxa, por eso lo buscan incesantemente desde sus grandes objetivos sin darse cuenta que lo único que es real es la inocencia con la que se muetra la Naturaleza.

LAGUNA MISCANTI Y MIÑIQUES

Miscanti y Miñiques, además de grotescos y explícitos volcanes, son los nombres de las Lagunas altiplánicas más célebres, y probablemente hermosas, de Chile. Son de esos lugares que no había oído una sola vez en mi vida y que desde ahora procuraré que no se me olviden sus nombres puesto que aquí «los espejos» me proporcionaron, a casi 4500 metros de altura, las más gratificantes sensaciones en territorio atacameño. Quizás por la sorpresa, porque la ruta fue siendo mejor a cada kilómetro o simplemente porque es difícil describir la potencia azul de sus aguas contradiciendo la rugosidad de las montañas volcánicas que las acompañan.

A Miscanti las palabras que pueda dedicarle nunca le harán suficiente justicia. Además al llegada a la misma fue triunfal, con música popular inca en el coche y el silencio abrumador de quienes aceptábamos que nos econtrábamos en un lugar especial, deslumbrante.

Con Miñiques lo mejor fue echarme en el suelo y no dejar de observar detenidamente otro paisaje hermanado con Misconti, pero más diminuto y asequible a las miradas. Mascando hojas de coca, para prevenir cualquier mal de altura que, por fortuna, no se hizo presente, disfruté de otra panorámica que me dibujó una sonrisa por sí sola.

La sorpresa final la ofrecieron las vicuñas (como el guanaco pero más pequeño, y también asilvestrado) correteando por las orillas de la Laguna, como si hubiesen querido regalarnos su espectacular carrera como culmen perfecto a una visita que me agradó porque no me la esperaba para nada. Algo bueno tiene que tener no gustarme ver fotos o vídeos de los lugares a los que voy a ir…

PERO ATACAMA ES MUCHO MÁS…

Esas fueron mis opciones predilectas en mi paso por San Pedro de Atacama. Pudieron ser otras, pero para una primera incursión a la zona estuvieron realmente bien. Lo mejor de todo es que siempre tendré buenos motivos para volver.

Aunque San Pedro me engancharía aunque no tuviera absolutamente nada alrededor (harto inverosímil). De hecho lo considero un espacio hecho para la gente que no desea quedarse únicamente con las experiencias de las excursiones o visitas sino que busca cargar energías y compartir buena conversación con desconocidos que se vuelven amigos.

Diego, Jorge, Claudio, Nerea, Pamela, Guillermo, Reinaldo o los simpáticos rastafaris con que tuve la suerte de compartir parte de mi tiempo en San Pedro de Atacama fueron los mejores valedores de mi opinión de que un viaje queda en nada cuando la gente no forma parte de él. Gracias a ellos siempre pensaré que aquí siempre tendré mi casa y que hay buenas razones por las que algún día programaré un ansiado retorno a este rincón viajero que no pasa desapercibido para nadie.

Y con Atacama se termina la fase chilena de mi ruta de Mochilero en América, que ha superado el mes de duración, para iniciar otra etapa ilusionante como es la de Bolivia. El Salar de Uyuni dará cobijo a nuevos sueños cumplidos (son muchos ya) y se erigirá como el pistoletazo de salida a una aventura que me hará moverme, en este caso, por territorio boliviano. América Latina pura y dura, sin conservantes ni colorantes…

Salud y buenos viajes para todos,

Sele

+ En Twitter @elrincondesele

+ Canal Facebook

+ Instagram @elrincondesele

* Recuerda que puedes seguir todos los pasos de este viaje en MOCHILERO EN AMÉRICA

30 Respuestas a “Atacama no es de este mundo”

  • […] Atacama, en Chile, es el desierto más seco del planeta. En el norte del país el Pacífico y los Andes forman una barrera inexpugnable no sólo geográficamente sino en lo que a climatología y lluvias se refiere. Es realmente extenso y sus rincones más interesantes están en las partes más altas, a muy poca distancia de Bolivia, donde prácticamente se entremezcla con el altiplano. Con San Pedro de Atacama como base, descubrí lugares asombrosos como el Valle de la luna, el salar o una zona de géiseres (El Tatio) a la que se le oye estremecer […]

  • Deja un comentario