Abecedario para viajar a Groenlandia (De la A a la Z) - El rincón de Sele

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Abecedario para viajar a Groenlandia: Una experiencia de la A a la Z

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Hay viajes que merecen su propio abecedario. Y puedo asegurar que Groenlandia se trata de uno de ellos. Sin lugar a dudas viajar a Groenlandia supuso para mí vivir un recorrido de emociones claramente definidas con consonantes y vocales en las que los fiordos, los frentes glaciares y sus hijos los icebergs, marcaron su territorio de forma rotunda. En la tierra de los inuits, donde permanecen aún las huellas de Erik el Rojo y otros navegantes vikingos, tuve la suerte de retomar el sentido original de la aventura y toparme con un inabarcable planeta polar, confín de una y mil grandes historias.

Sele en Groenlandia

Os propongo realizar un viaje al sur de Groenlandia de la A a la Z con el que resumir los condimentos que endulzaron uno de esos episodios a los que nunca quise ponerle la rúbrica final. Una sucesión ordenada de letras y sus correspondientes palabras con las que definir y vestir una vivencia magnífica dentro de uno de los grandes santuarios de la naturaleza salvaje de los que nuestro mundo depende más de lo que muchos piensan. 

A–> Auroras boreales en Groenlandia

¿Sabíais que Groenlandia se trata de uno de los mejores escenarios del planeta para ver y fotografiar auroras boreales? Pero no sólo durante los meses más fríos del año sino también en verano. A finales de agosto y septiembre, cuando el clima todavía acompaña para vivir una aventura en este territorio, las famosas luces del norte se adueñan ocasionalmente de los cielos nocturnos y de las esperanzas de los visitantes de encontrarse con ellas reflejándose sobre lagos, fiordos e icebergs. De hecho durante muchos años los científicos del Observatorio Astronómico de Canarias se desplazan cada verano al sur de Groenlandia para monitorizar, estudiar y filmar este fenómeno. Aquí tenéis un ejemplo de imágenes de auroras recopiladas por la Expedición Shelios correspondientes precisamente a esta época del año:

En mi caso durante viaje que realicé en pleno mes de julio no vi auroras puesto que hay luz solar prácticamente durante todo el día (y noche).

B–> Belleza polar

La belleza de los paisajes polares marcan la esencia de todo viaje a Groenlandia. Grandiosas montañas por las que fluyen esos ríos de hielo llamados glaciares desde un desierto de color blanco llamado inlandsis. Una red de fiordos y canales naturales por los que navegan, además de focas, miles de icebergs de todos los tamaños que se derriten con suma lentitud mientras se modelan con formas inimaginables.

Iceberg en Groenlandia

El territorio, inmenso e inabarcable, muestra una faceta de nuestro planeta que cuesta cada vez más encontrar. Se ha convertido en algo normal reducir los espacios naturales a pequeñas «islas» rodeadas de zonas habitadas. En Groenlandia es al contrario, las excepciones son los pueblos o las granjas inuits. De hecho en un territorio más grande que México viven apenas 60.000 personas, lo que resume este permanente estado de brutal soledad.

Belleza polar en Groenlandia

C–> Caribúes

Se cuenta que los primeros inuits que llegaron a las nuevas tierras de Groenlandia lo hicieron persiguiendo un caribú. Y no resulta, para nada, una afirmación exagerada. El caribú, la versión americana de lo que conocemos como reno, forma parte de la dieta de los inuits y su caza siempre resultó esencial para su supervivencia. Este cérvido propio de las áreas norteñas de tundra y taiga se deja ver ocasionalmente en Groenlandia, generalmente en grupos grandes. Ese fue nuestro caso en una de las marchas que hicimos en Qaleraliq saliendo del Campamento Fletanes. Había fácilmente dos decenas de caribúes pastando cerca de un pequeño lago. Y algunos de ellos nos pasaron al lado.

Caribú en Groenlandia

D–> Dinamarca

A pesar de encontrarse de facto en el continente americano, Groenlandia pertenece a Dinamarca. Se trata de una región con bastante autonomía salvo en las competencias de asuntos exteriores, seguridad y política financiera, cuyo control pasa por el Reino de Dinamarca, que a su vez le otorga un cuantioso subsidio anual que supera los 600 millones de euros.

Casas de colores de Narsaq en el sur de Groenlandia

Groenlandia desde 2008 tiene derecho a proclamarse independiente pero su dependencia (valga la redundancia) económica con Dinamarca le imposibilita tomar esta medida.

Sabías quéAunque el territorio groenlandés forma parte de Dinamarca, no es miembro de la Unión Europea desde 1982 cuando llevó a cabo su «Brexit» particular. El gran problema residía a las leyes que permitían a los buques pesqueros europeos faenar en aguas de Groenlandia. Para un pueblo que depende, sobre todo, de la pesca y la caza, este tema era inquebrantable y a falta de acuerdo se salió de la entonces Comunidad Económica Europea.

E–> Espíritu de exploración

Más que el lema de un viaje concreto es el lema de una forma de viajar (y el que utiliza Tierras Polares para subrayar sus aventuras). A Groenlandia sólo se viaja cuando uno posee el espíritu de exploración y se agarra a las ganas de descubrir rincones nuevos y, a ser posible, salvajes. O cuando en equipo se toman decisiones y se trabaja de manera en la que todos los participantes en la aventura sumen hasta ser uno solo. Groenlandia, por supuesto, no es Venecia, ni una escapada a Lisboa o una semana en Bangkok. El mero hecho de decidirse por este destino implica la búsqueda de sensaciones únicas, de verse por unos instantes como exploradores improvisados dentro un hermoso y solitario planeta polar. ¡Se buscan soñadores!

Trekking en Groenlandia

F–> Focas

Muy a menudo en este viaje, ya sea navegando con la zodiak, subidos a un kayak en mitad de una bahía donde flotan cientos de icebergs, o incluso a pie por el litoral, es posible disfrutar de la presencia de focas. Los auténticos dueños de los fiordos groenlandeses son, a su vez, el plato favorito de los inuits, que basan buena parte de su dieta y de sus costumbres en torno a este animal. Pero más que probar su carne, lo más interesante de la aventura de viajar a Groenlandia está en encontrarse a estos mamíferos marinos curioseando cerca de la embarcación y escondiéndose bajo un grueso mar de hielo para vigilarnos desde una atalaya color azul. Algo que sucedió, en no pocas ocasiones, durante nuestras incursiones con el kayak en Tasiusaq.

Foca en Tasiusaq (Groenlandia)

G–> Glaciares

Con la «G» no hay lugar a dudas. ¡»G» de Glaciares! No existe una mejor metáfora de Groenlandia que de sus grandes ríos de hielo avanzando desde el desierto blanco (Inlandsis) hasta morir al borde del mar rompiéndose en grandes témpanos. Durante nuestro viaje hubo tiempo de disfrutar de los glaciares de muchas maneras, bien a bordo de una zodiak, subidos a un helicóptero (En Qoroq-Qorqup), acampando frente a sus lenguas azules o incluso caminando con crampones sobre sus crestas de hielo en pleno avance.

Glaciar Qoroq en el sur de Groenlandia

Pocas cosas resultan más estremecedoras que escuchar cómo cruje un glaciar durante una noche en el Campamento Fletanes en Qaleraliq. O admirar las dimensiones de estos grandes colosos desde el aire. Aunque la peor parte para quienes amamos estas grandiosas creaciones de la naturaleza pasa por comprobar el irremediable y lamentable retroceso glaciar que está deshaciendo Groenlandia de arriba a abajo.

Frente glaciar en Groenlandia

H–> Helicóptero

Sobrevolar en helicóptero un enorme glaciar como el Qorqup desde Narsarsuaq (que fuera un importante aeródromo de los Estados Unidos durante la II Guerra Mundial) fue algo asombroso. Durante alrededor de media hora perseguimos por el aire uno de los ríos de hielo más importantes e impresionantes del sur de Groenlandia (con nada menos que cinco kilómetros de anchura). Una manera poco común pero eficaz para estudiar y comprender cómo nace, vive y muere un glaciar mientras modela entre montañas el que será (espero que más tarde que pronto) un futuro valle o el brazo de un fiordo más.

Glaciar Qoroq desde un helicóptero

I–>  Inuits, icebergs e… Igaliku

Con la letra «i» se dan posibilidades triples para definir buenas razones para viajar a Groenlandia. Por un lado es el santuario con mayúsculas de la cultura inuit o esquimal, un orgulloso pueblo nómada preparado para habitar lugares extremos donde durante buena parte del año, salvo en verano, las temperaturas muy bajas. Y que siente y protege esta tierra para muchos hostil e inhóspita como lo que es, su hogar. Aferrados a sus costumbres y creencias, conforman una de las etnias más antiguas y apasionantes de cuantas pueblan el Planeta Tierra.

Ayo, capitán inuit de una de las zodiaks de Tierras Polares

De los inuits a los hijos de los glaciares, sus altezas reales los icebergs. Forman parte del paisaje típico de un viaje al sur de Groenlandia (o al norte, este u oeste, puesto que están en todo el litoral del país). Auténticos gigantes de color azul flotando en bahías, costas y fiordos mientras se deshacen muy lentamente (algunos trozos pueden necesitar meses e incluso más de un año para convertirse completamente en agua). En ocasiones, como las nubes, uno cree ver formas lo bastante reconocibles. Todo es cuestión de imaginación y tiempo… porque se trata de auténticas obras de arte que la naturaleza convirtió en efímeras.

Iceberg en Groenlandia

Y con «i» empieza el nombre de uno de los pueblos más hermosos de Groenlandia, Igaliku. Conocido como Garðar durante la época en que fue la capital religiosa en un territorio entonces vikingo, es un lugar al que se llega normalmente en lancha y caminando casi una hora para encontrarse con esta composición bucólica de coloridas casas de madera protegidas por las montañas y un fiordo.

Igaliku (Sur de Groenlandia)

J–> Juntos en equipo

Antes alabábamos el espíritu de exploración necesario en un viaje de este tipo. Pero lo más importante es olvidarse del individualismo y aportar lo mejor de uno mismo para formar parte de un equipo que funcione coordinado, por muy heterogéneo que este sea, y echar una mano siempre que pueda estando disponible al máximo para fortalecer una experiencia única. Cuando se viaja a Groenlandia no se pueden esperar que los demás estén a nuestro servicio sino ser uno más de un grupo que sólo logrará sus objetivos si todos permanecen JUNTOS EN EQUIPO.

Grupo de Tierras Polares en la zodiak (Groenlandia)

K–> Kayak

El invento inuit con mayúsculas es, sin duda, el kayak. Su significado en la lengua de los esquimales viene a ser el de «hombre-barca», haciendo mención a que no sólo se trata de un medio de transporte sino de un algo que forma parte del propio cuerpo, tratándose de algo que se viste como si fuera un anorak (vaya, otra palabra inuit) y no a lo que se sube. Con el kayak la comunión con el medio acuático es plena y, si bien en un viaje de aventura por Groenlandia no se utiliza para cazar focas y narvales como fue en su origen (faltaría más), puede servir para enmarcar una experiencia inolvidable en paisajes vestidos de montañas, glaciares e inmensos témpanos de hielo.

Haciendo kayak en Groenlandia

De Groenlandia el mejor regalo que me traje es haber descubierto mi afición por el kayak, tras hacer una increíble ruta de dos días en la Bahía de Tasiusaq rodeados de icebergs. Y focas, muchas focas.

Kakaking en Tasiusaq (Groenlandia)

L–> Larramendi, Ramón

Si el espíritu de expedición en Groenlandia fuera una sola persona, ésta sería Ramón Larramendi. Puedo asegurar sin riesgo a equivocarme que este madrileño se trata del explorador polar más importante que ha dado España en décadas. El creador del trineo de viento o participante cuando apenas era un veinteañero en una circumpolar de tres años en que viajó del sur de Groenlandia al este de Alaska sin utilizar ningún medio de transporte motorizado, es también el responsable de hacer más accesible este territorio. Ya hace más de veinte años fundó la agencia Tierras Polares para acercar a los demás su amada Groenlandia. Por mi parte sólo puedo agrardecerle haberme recibido con tanta hospitalidad en Qassiarsuk y formar parte en buena medida de uno de los viajes que más me han aportado en los últimos años.

Sele con Ramón Larramendi en Tasiusaq (sur de Groenlandia)

M–> Mil flores

Cuando imaginamos un territorio como Groenlandia es fácil que dibujemos un mar de montañas, glaciares e icebergs. O iglús y trineos tirados por perros dentro del universo inuit. Y seguro que el blanco es el color predominante durante todo el tiempo. Pero Groenlandia no sólo es blanca. En verano es verde y permanece cubierta de un montón de flores. De hecho en danés Grønland significa «tierra verde», que es como la vieron los primeros vikingos comandados por Erik El Rojo cuando llegaron por mar desde Islandia para formar una nueva comunidad a la que llamarían Brattahlíð (la actual Qassiarsuk). Aunque seguro que cuando pasaron su primer invierno en Groenlandia debieron tener ganas de cambiarle el nombre.

Paisaje florido en Groenlandia

Durante el estío Groenlandia es un auténtico paraíso florido. Y para más inri, uno de los trekkings más famosos que se pueden llevar a cabo en el sur del país inuit se llama «Valle de Mil Flores». En un glaciar en retroceso se puede contemplar una auténtica explosión de vida en la que el hielo dio paso a flores de todos los colores que podamos imaginar.

N–> Narsarsuaq

El aeropuerto más importante del sur de Groenlandia y con conexiones aéreas con Air Greenland desde Copenhague en Dinamarca y Reikiavik en Islandia (menos de tres horas de vuelo) es el punto de partida de muchos viajeros a este territorio. Pero este aeropuerto fue creación norteamericana durante la II Guerra Mundial para tener un papel importante durante la II Guerra Mundial. Se denominaba Bluie West One y albergó a más de cuatro mil militares de los Estados Unidos. Constituyó una base esencial de repostaje para los viajes de los aviones de guerra a Europa y el Norte de África para luchar contra el Tercer Reich.

Museo de Narsarsuaq (Groenlandia)

Hoy día, además de ser plataforma para recibir aviones de Islandia y Dinamarca, cuenta con un museo que explica la Narsarsuaq bélica, así como un gran hotel y un embarcadero desde el que cruzar a Qassiarsuk y otros núcleos de población del sur groenlandés.

Ñ–> ¡ÑAM! Sobre el yantar groenlandés

ÑAM se trata de la onomatopeya que en cómics y cuentos de toda la vida se ha utilizado para el mero acto de comer o masticar. Si bien es cierto que cuando se sale para hacer senderismo de uno o varios días, o para una expedición en kayak, la comida no viene a ser la protagonista principal, conviene hacerse a la idea de que Groenlandia no es un país para vivir siendo vegetariano. Carnes, sean de ballena, foca, caribú, cordero o buey almizclero, así como toda clase de pescados, forman parte de la dieta de los inuits. Y las frutas y verduras son casi inexistentes. Por supuesto que llegan productos del extranjero (en avión o en carguero), pero sus precios son ciertamente elevados para alguien que no sea de allí.

Francesco preparando la comida en el Campamento Fletanes de Tierras Polares en Qaleraliq (Groenlandia)

Por fortuna durante el viaje a Groenlandia teníamos a Rafa, el magnífico cocinero que le daba un toque exquisito a todas las cenas habidas y por haber en el Leif Eriksson Hostel de Qassiarsuk. Sin duda un gran tipo que estoy convencido ha sido uno de los mejores fichajes de la historia de Tierras Polares. Para las salidas, campamentos y demás, nos organizábamos fenomenal con pastas, arroces, latas y verduras deshidratadas. Por no hablar de un alimento imprescindible para desayunos, comidas, meriendas y cenas del que os hablaré algo más adelante. Concretamente en la letra «W».

Sele comiendo un sandwich en un glaciar de Groenlandia

O–> Ovejas. ¡Muchas ovejas!

Si sois de los que os ponéis a contar ovejitas para dormir, Groenlandia es vuestro sitio. Porque las hay por todas partes. Ovejas y cabras que forman parte de solitarias granjas y que no conocen de vallas o lugares cerrados ya que pastan libremente por doquier. Me viene a la mente un grupo de ovejas que me robaron una de mis botas de montaña (por fortuna salió ilesa) o que encontraron en mi mochila un lugar perfecto para proyectar su orina. Las groenlandesas (me refiero a las ovejitas, por supuesto) son curiosas a más no poder y les encanta que les tomes fotos. Algunas son un meme en sí mismo de los de «Ola ke ase» los cuales tanto se popularizaron en internet años atrás.

Ovejas en Groenlandia

P–> Pasado vikingo en la vieja Brattahlíð

Hace más de mil años Erik El Rojo llegó a las costas groenlandesas huyendo de Islandia. Se le considera el primer asentamiento vikingo en el territorio, al cual se le llamó Brattahlíð, cuyo significado es «ladera empinada en una roca» y se refería en primer lugar a la granja familiar del propio Erik El Rojo. Pero a partir de esta fundación en el año 985 se levantaron muchas más y, de ese modo, este enclave meridional frente al Eiríksfjörð (fiordo de Tunulliarfik), se convirtió en la mayor colonia vikinga en Groenlandia. De aquí precisamente saldría Leif Eriksson, hijo de Erik El Rojo, a navegar hacia otros enclaves del continente americano. Y se estableció la primera iglesia cristiana del Nuevo Mundo.

Iglesia vikinga de Qassiarsuk (Groenlandia)

Son muchas las huellas vikingas en esta parte de Groenlandia, algunas protegidas como Patrimonio de la Humanidad UNESCO desde el verano de 2017. Ahora a Brattahlíð se le conoce por su nombre inuit de Qassiarsuk y no sólo se puede rastrear los más de quinientos años de presencia vikinga en la estatua de Leif Eriksson en lo alto de una loma sino que hay restos de la antigua iglesia, así como de otras construcciones. Y unas interesantísimas réplicas con las que comprender mejor cómo fue la vieja colonia vikinga de Brattahlíð.

Qassiarsuk se trata, además, de la base de buena parte de las expediciones de Tierras Polares y cuenta con unas pocas casas, el Leif Eriksson Hostel y un pequeño supermercado.

Q–> Qaleraliq y el Campamento Fletanes frente al gran glaciar

¿Os imagináis dormir en un lugar apartado de todo al que sólo se llega en zodiak o kayak? ¿Y frente a tres grandes lenguas glaciares? Sin gente, sin electricidad, contaminación lumínica ni cobertura móvil. Asilados por completo. Ese sitio existe y se llama Campamento Fletanes, compuesto por algo más de una decena de tiendas de campaña en forma de domo, que se refugia entre una cascada y el fiordo por el que se desplazan los hielos del glaciar Qaleraliq, que se deja oir romperse noche y día. Sin duda, una de las estrellas de un viaje al sur de Groenlandia con Tierras Polares y, particularmente, de las experiencias que mayor huella dejan a quienes se animan a vivirlo.

Campamento Fletanes en Qaleraliq (Groenlandia)

Tres noches en el Campamento Fletanes de Qaleraliq supone dejarse llevar por los sonidos de la naturaleza, hacer trekkings en busca de caribúes corriendo en manada y de caminar con crampones por la cresta del glaciar. Es contarse historias durante la cena y asistir a un atardecer infinito que termina convirtiéndose en amanecer. Y si además se trata de uno de los mejores rincones de la Groenlandia meridional para observar auroras boreales (desde finales de agosto), mejor todavía.

Campamento Fletanes en Qaleraliq (Tierras Polares en Groenlandia)

R–> Retroceso glaciar y cambio climático

Groenlandia es un gran laboratorio al aire libre en el que investigar los efectos del cambio climático. La disminución de la capa de hielo, así como el retroceso de los glaciares no son un invento, ni mucho menos. La realidad nos muestra cómo un glaciar puede llegar a retroceder más de doscientos metros en un año, algo que acarrea consecuencias fatales para un planeta enfermo. El deshielo es un hecho y cada año se superan récords que nos hacen presagiar lo peor. Así que un viaje de este tipo lleva consigo también una concienciación y una comprobación en vivo y en directo de lo que está sucediendo con el cambio climático. El Ártico está en peligro, eso es un hecho, una realidad que duele.

El glaciar Qaleraliq en un evidente retroceso

S–> Senderismo de calidad

Sin duda Groenlandia se trata de uno de los mejores rincones del mundo para practicar el trekking. Los senderistas se encuentran con rutas fascinantes por paisajes inimaginablemente hermosos. El Valle de las Mil Flores, los hielos del glaciar Qaleraliq (con crampones) o los senderos de Tasermiut (la versión groenlandesa de las Torres del Paine) son algunos de los objetivos del buen senderismo practicable en el sur groenlandés. No se me ocurre, la verdad, un mejor sitio para gastar suela.

Trekking con crampones sobre el glaciar Qaleraliq en el sur de Groenlandia

T–> Tierras Polares

La agencia número uno con la que viajar a Groenlandia es Tierras Polares. La niña mimada de Ramón Larramendi cuenta, no sólo con un equipo humano espectacular, sino también con una enorme experiencia y unas importantes infraestructuras con las que poder manejarse en este complejo territorio. De ahí que los precios de esta compañía española sean realmente competitivos tratándose de un destino complicado como Groenlandia y que haya sido capaz de formar una fabulosa madeja de experiencias con las que saborear destinos inolvidables de este aislado planeta polar.

Campamento Fletanes de Tierras Polares

Con Tierras Polares además tuve la suerte un año antes de viajar a Laponia Noruega, hacer una travesía por la nieve con un trineo de perros y cazar mis primeras auroras boreales.

U–> Ulu inuit, un souvenir auténtico de Groenlandia

En un lugar donde apenas hay tiendas es complicado decidirse por algún souvenir o recuerdo que traerse a casa. Uno de mis objetivos fue traerme algunos mapas de la zona, pero el último día encontré un regalo artesanal perfecto que comprar. Se trata de un ulu, el cuchillo que los inuits siempre han utilizado para todo. Como, por ejemplo, trocerar comida, despellejar a una foca o cualquier animal cazado, cortarle el pelo a los niños e incluso como arma. Su curioso filo en forma de media luna es característica. Tanto, que modelos similares se llegan a ver no sólo a lo largo y ancho de Groenlandia sino también en el norte de Canadá y hasta en las islas Aleutianas. Cuando este pueblo cruzó el Mar de Bering dejó buena parte de su impronta. Y el ulu es uno de sus mayores símbolos.

Ulu inuit

V–> Viajar a Groenlandia significa…

  • Presenciar paisajes de belleza infinita en absoluta soledad.
  • Sentirse por unos días como un explorador polar.
  • Dormir cada día en un hotel de un millón de estrellas.
  • Levantarse por la mañana y comprobar lo que se han movido los icebergs que tenías delante.
  • Tocar un glaciar con la yema de los dedos… y caminar por él.
  • Navegar en kayak entre témpanos de hielo y focas como un inuit más.
  • Hacer las cosas en equipo y no dejar de aprender.

Sele en Groenlandia

W–> Wasa, el pan que puede con todo

No se puede concebir una comida en Groenlandia, sobre todo cuando sales de expedición, en la que falte el pan wasa. Se trata de una pan fino, a modo de láminas, y bastante rígido, ideal para llevarse días (o meses) de viaje y que no se estropee. Es, digamos, un superviviente perfecto para las condiciones más extremas que además siempre se encuentra en la mochila de los exploradores polares. A falta de una barra de pan corriente sirve para quitar el hambre, bien solo o untado. ¡Un recurso imprescindible!

Pan Wasa

X–> Desintoxicación a propósito

Una palabra que no empieza por x pero que sí la contiene es «desintoxicación». Y es que a Groenlandia uno viene a desintoxicarse adrede. ¿De qué? Del mundanal ruido, de las malditas prisas, del negro olor a tubo de escape de los coches y del sudor que se inhala en el metro cada mañana, de la contaminación lumínica que nos ha robado las estrellas en las ciudades y, por qué no decirlo, del vecino o vecina que pone la música alta a horas intempestivas.

Sele en Groenlandia

Viajar a Groenlandia es un buen sinónimo de desaparecer del mapa y abrazarse a uno de los rincones más remotos y solitarios del planeta. A menudo resulta necesario embarcarse en una desintoxicación a propósito para volver como nuevos. A la vuelta siempre se mirarán las cosas desde otra perspectiva.

Y–> ¡Ya volveré!

Fueron las palabras que pronuncié en el avión que me devolvía de Narsarsuaq a Copenhague cuando me quedé helado con los paisajes que se iban sucediendo. Apenas había visto un pedacito minúsculo de Groenlandia y son aún muchos los rincones y experiencias que me gustaría tener algún día en este territorio. Sueño, por ejemplo, con poder contemplar un oso polar en completa libertad. Y en Groenlandia se cuentan por miles. O en hacer más kayak entre glaciares. O en conocer más de la cultura inuit. En realidad me haría una ilusión tremenda regresar a Groenlandia. Y sé que lo conseguiré algún día.

Sele en Groenlandia

Z–> Zodiak

En un territorio en el que no existen las carreteras (no hay un solo pueblo o ciudad comunicado de esta manera) la zokiak se convierte en el medio de transporte predilecto. Fueron muchos los trayectos realizados durante el viaje a Groenlandia en este tipo de embarcaciones semirrígidas. Para ello, a pesar de estar en verano, convenía ir bastante abrigado, llevar gafas por el viento y, por supuesto, agarrarse bien. Que se alcanzan buenas velocidades y a los capitanes groenlandeses les va eso de correr (salvo Ayo, un inuit realmente encantador que vivía cada traslado como un nuevo viaje y le encantaba que hiciéramos fotografías de los paisajes y los icebergs).

Zodiak de Tierras Polares en Groenlandia

Y así termino este abecedario en el que espero haber podido expresar buena parte de los ingredientes de viajar a Groenlandia. Aunque si os habéis quedado con ganas de más no os perdáis todos los artículos publicados sobre este viaje hasta ahora, así como este vídeo-resumen de cómo es un minuto en el sur de Groenlandia.

Hasta pronto y… ¡¡Qujanaq!! (Gracias en inuit)

Sele

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