Guía alternativa con esas otras cosas que ver y hacer en Lisboa
Con el término olisipófilo se define a «aquella persona que ama o le tiene un afecto superlativo a la ciudad de Lisboa, la cual los romanos denominaban Olissipo en lengua latina». La vez que supe de la existencia de esta curiosa filia me di cuenta de que la padecía por los cuatro costados. Pero que no se trataba de nada malo en absoluto. Al contrario, eso explicaba que todos mis viajes a ella me parezcan pocos y que siempre me quede con ganas de más. Si bien ya había podido estar unas cuantas veces en la capital portuguesa, incluyendo petición de matrimonio en uno de los fines de semana más románticos que he vivido nunca, tuve la suerte de regresar una ocasión más abandonando los consejos de las guías de viaje y de repetir las mismas visitas a la parte más monumental de la ciudad. Tenía ganas de conocer otra Lisboa, la de los alfacinhas (que significa lechuguitas, el apodo cariñoso con el que se les conoce también a los lisboetas en Portugal por sus cultivos de lechugas en la antigüedad) y así descubrir nuevos escenarios en los que no había reparado en mis anteriores recorridos.
En una escapada express de 48 horas hice una visita alternativa que me sirviera para conocer esas otras cosas que ver y hacer en Lisboa. Una ruta diferente, con un toque de fado, arte urbano, cementerios que parecen museos, jardines majestuosos que no quedan a la vista, factorías reconvertidas en cultura, historias curiosísimas e incluso pastelerías donde preparan unos pastelitos de nata tan buenos o más que los de Belém (y eso es decir mucho). Y tras regresar de la ciudad de los tranvías amarillos, del Tajo, de Camões, Pessoa o del aroma al mejor café que se toma en Europa me gustaría compartir con vosotros una breve guía alternativa con la que sacarle más partido a un viaje sólo apto para olisipófilos reincidentes.
Volver a Lisboa…
Hay amores que nunca me han fallado. En Lisboa me enamora la capacidad de seducción que poseen sus calles decadentes cuando llega la noche, esas tascas donde todavía se escucha buen fado, un sonido de guitarra en el Mirador de Santa Lucía, el atardecer en São Jorge, la ruta del tranvía 28, el arroz con marisco de las terracitas de Calçada do Duque y pasarse las horas en la la Praça do Comércio observando los últimos suspiros del río Tajo. Me vuelve loco la Alfama, viajar a la Edad Media en la Sé e imaginarme cómo debía ser Lisboa cuando llegaron los árabes o incluso minutos antes del fatídico terremoto de 1755 en que nada volvería a ser como antes. Pero, sobre todo, lo que más me gusta de Lisboa es REGRESAR.
Para esta vez me decanté por buscar sitios diferentes o que no había tenido ocasión de conocer anteriormente. Conté con la ayuda de City Guru, una empresa joven que se ocupa de organizar itinerarios temáticos por Lisboa y alrededores (también Sintra) saliéndose de los rincones más trillados por los turistas. Yo iba muy interesado, sobre todo, por su particular ruta en el Cementerio de los Placeres, ya que me encanta hacer fotos a cementerios pintorescos de las distintas ciudades del mundo que visito. Pero la idea se fue ampliando. Y con ellos, auténticos alfacinhas y una andaluza que pasaría por lusa con sólo escucharle falar portugués, viví 48 horas bien intensas indagando en lugares fantásticos que se me habían escapado en anteriores viajes a la ciudad.
¿Queréis saber qué encontré en mi último viaje a esa otra Lisboa? Tomad nota, porque merece la pena si os estáis planteando volver a la ciudad y deseáis ver cosas nuevas.
Un cementerio de placeres, bellezas y símbolos
Lisboa posee en una de sus siete colinas su propio cementerio de ilustres. Bajo la denominación de Cémiterio dos Prazeres (Cementerio de los Placeres) Es comparable en espectacularidad con otros camposantos célebres como Père-Lachaise en París, La Recoleta de Buenos Aires o San Isidro en Madrid. Aristócratas, literatos, políticos, actores, fadistas y múltiples personajes de la farándula portuguesa de los siglos XIX y XX tienen aquí sus lápidas o jazigos (panteones). La simbología en muchas de ellas refleja una particular sintonía con la masonería (Incluso está enterrado en estelugar Carvalho Monteiro, el responsable de esa bendita locura que es la Quinta de la Regaleira en Sintra). Basta con darse una vuelta por el cementerio (la entrada gratuita) y sumergirse en «otra Lisboa», con visillos tras las ventanas de los jazigos desde donde se dejan entrever las tumbas de madera de sus ocupantes y una recopilación de lo mejor del arte escultórico de la época.
Se puede llegar en la famosa línea 28 del tranvía o cerrar una visita guiada por las tumbas más curiosas y solicitando el acceso a su jazigo más imponente, el de los Duques de Palmela, que consta de una auténtica pirámide que se considera el panteón de mayor tamaño en el continente europeo. Y con tantos símbolos masones que si te los explican bien es como recibir una clase teórica y práctica al respecto.
NOTA PRÁCTICA: El Cementerio de los Placeres abre a diario de 9 a 17:00 horas (entre octubre y abril) o de 9:00 a 18:00 horas (entre mayo y septiembre). No permite la entrada media hora antes del cierre.
No te pierdas el reportaje: Paseo fotográfico en blanco y negro por el Cementerio de los Placeres de Lisboa
Picoteo y buena gastronomía en el Mercado de Campo de Ourique
Apenas a dos minutos caminando desde la puerta del Cementerio de los Placeres tenemos un mercado de toda la vida que ha dedicado parte de sus instalaciones a la degustación gastronómica. En el Mercado de Campo de Ourique un puede comprar alimento de primerísima calidad y después comérselo en unas mesitas de madera que se encuentran en el centro. Solomillos, empanadas, hamburguesas gourmet, ahumados, sushi, bacalao, un amplísimo surtido de quesos o lo mejor de la repostería lusa pueden formar parte de un menú improvisado en el que picotear antes de proseguir con la ruta por Lisboa. ¡Incluso riquísimos helados italianos en Gelatti di Chef!
Abre todos los días, de domingo a miércoles entre las 10:00 y las 23:00 horas y de jueves a sábados entre las 10:00 y la 1:00 de la madrugada. Hay que reconocer que las tascas de tapas del Mercado de Campo de Ourique son todo un éxito, sobre todo los fines de semana en que cuesta coger sitio. Sería la versión lisboeta del clásico Mercado de San Miguel en Madrid.
La cuna del fado en Mouraria
Es curioso cómo se promociona el barrio de Alfama como uno de los barrios de fado más famosos de todo Portugal. Pero los buenos alfacinhas saben de sobra que no hay barrio más fadista en Lisboa que Mouraria. El que fuera el distrito musulmán a un costado del castillo de San Jorge mantiene su esencia de calles estrechas donde las puertas no se tocan las unas a las otras de puro milagro. Y allí precisamente nació Maria Severa, la fundadora de un género que lleva dos siglos llenando de melancolía muchas de las tabernas de este país. A Severa, como se le conocía, fue una prostituta nacida en 1820 que murió tan joven que apenas acababa de cumplir los 26 años. Pero su Leyenda se extiende en Rua do Capelão, donde actualmente se encuentra el «Largo da Severa» y la casa en que vivió. Los marineros portugueses y británicos vibraban con esa voz profunda que acompañaba de una guitarra que ella misma tocaba. La tuberculosis se la llevó para siempre aunque desde entonces Moureria es el hogar del fado en Lisboa.
Existe una ruta del fado que pasa por las casas de los fadistas más célebres que ha dado esta ciudad. Se recomienda entrar desde la Plaza de Martim Moniz (que tiene restos de la vieja muralla árabe y la puerta por la que se cuenta los cristianos entraron para reconquistar la ciudad) y pasar por el costado interior de la preciosa iglesia de la Real Irmandade de Nossa Senhora da Saúde e de São Sebastião, que es del siglo XVI. Por Rua da Mouraria a mano derecha se entra de lleno en la parte más castiza del barrio a Rua do Capelão. Existen paneles informativos que hablan de los muchos fadistas que nacieron en el barrio y se llega hasta la casa de Maria Severa. Pero no es la única. Cerca queda la de Fernando Maurício, el Rey del Fado cuya única patria para él era precisamente la Mouraria.
Toda ruta del fado que se precie debe empezar justo por aquí. Es un barrio desvencijado pero encantador, con muchísima vida día y noche en lo que parece un pueblo dentro de una gran ciudad. Calles estrechas y empinadas ascienden hacia el castillo en un sendero nada concurrido por los turistas. Es fácil toparse con alguna tasca de las que no caben más de diez personas donde pararse a tomar un buen vinho antes de seguir adelante o simplemente no salir hasta el cierre.
El callejón del arte urbano
Sin salirnos de Mouraria en Largo de São Cristóvão salen unas escaleras que buscan Rua da Madalena. Justo en ese tramo de escadinhas hay un espacio en la pared que tiene pintado un completo graffiti que refleja buena parte de lo que significa Lisboa. Este trabajo fue realizado por el Movimento os Amigos de São Cristóvão, quienes quisieron plasmar por medio del arte urbano la idiosincrasia de todo un barrio y toda una ciudad en distintas imágenes en las que destaca la fadista Maria Severa así como Fernando Maurício, la típica vecina que se asoma al balcón, así como símbolos lisboetas reconocibles como el cuervo (cuenta la Leyenda que una pareja de cuervos acompañaron a los restos de San Vicente traídos en barco, por lo que se forman parte hoy día del escudo de Lisboa).
Un lugar imprescindible para los amantes del arte urbano. Lisboa tiene mucho a lo largo de toda la ciudad, pero quizás la muestra de las escadinhas de São Cristóvão es la más popular y recomendable. Desde hace varios años se está utilizando el movimiento Street Art para solventar la degradación de muchas fachadas de la ciudad y se nota bastante.
La librería más pequeña del mundo
Basta con dar apenas tres pasos en escadinhas de São Cristóvão cuando estamos a punto de llegar a Rua da Madalena y aparece de repente un habitáculo minúsculo dedicado a las letras. Con algo menos de cuatro metros cuadrados uno puede acceder a unos tres mil libros en varios idiomas. Su propietario Simão Carneiro, que fundó la librería hace una década, trata con mimo su catálogo y se dice conocer los títulos de toda la colección puesta a la venta. La librería do Simão puede ser quizás la más pequeña del mundo (no se ha encontrado otra con menores dimensiones), pero lo que no le falta en absoluto es ambición por seducir a sus visitantes con algo tan grandioso como es la lectura.
La estatua del Doctor Sousa Martins, el Santo de los enfermos
En la zona que actualmente pasa por Campo Mártires da Patria se trasladaron a muchos de los heridos del terremoto de Lisboa de 1755 así como a los enfermos que entonces ocupaban los hospitales que quedaron devastados. La zona, a partir de entonces, fue agrupando instituciones médicas y universidades destacando sobre todo el Instituto Bacteriológico. En la misma se encuentran casas palaciegas hermosísimas (en una de ellas hay un Centro Gallego) así como vistas de la ciudad muy poco conocidas por los extranjeros pero sí por los lugareños. En el centro de la plaza de Mártires da Patria frente a la Facultad de Medicina de Lisboa se halla la estatua de un médico que para muchos es santo, aunque no lo haya reconocido nunca la iglesia católica sino la devoción de sus pacientes y seguidores.
El Doctor Sousa Martins (1843-1897) dedicó toda su vida a la lucha contra la tuberculosis. Fue el doctor de los pobres y ayudó de manera constante a las personas más desamparadas de la ciudad. Tras su muerte hubo gente que empezó a poner velas a Sousa Martins como si fuese un santo para pedir su intermediación desde el más allá para curar enfermedades. Y hoy día su estatua reúne cientos de placas y mensajes de auténticos devotos que han agrandado su imagen.
Es realmente asombroso ver la cantidad de personas que hoy día le siguen dejando velas y mensajes de agradecimiento en placas de mármol al Doctor que nunca fue santo para la iglesia pero sí para quienes creyeron en la figura de un hombre dedicado por completo a los demás.
La Quinta dos azulejos en Lumiar, «la pequeña Sintra» de Lisboa
Este descubrimiento es para nota. Lumiar es un pueblo situado en las proximidades del aeropuerto internacional de Lisboa y que, por supuesto, está fuera de cualquier ruta turística que se precie. Si no hubiera sido por mis amigos portugueses de City Guru reconozco que jamás lo hubiera encontrado. Hace varios siglos se empezaron a construir en la zona mansiones y grandes jardines, las famosas «Quintas», de quienes querían tener su residencia palaciega fuera de la ciudad pero lo suficientemente cerca para poder ir a ella sin requerir de demasiado tiempo.
Hoy se conservan muchas de estas quintas dentro del Paço do Lumiar, pero la más insólita y hermosa se ubica en el patio trasero de un colegio privado, el Manuel Bernardes. Y se la conoce como Quinta dos azulejos. Para acceder en días de diario hay que pedir permiso (gratuito) con antelación pero merece muchísimo la pena. Su patio es un jardín del siglo XVIII con una primorosa colección de azulejos con distintos motivos ornamentales (religiosos, mitología griega, festejos de la época, animales, etc.). Es la quintaesencia de la azulejería portuguesa, a pesar de que no aparece en ninguna guía de viaje.
Yo tuve la ocasión de visitarla en pleno invierno y me pareció fabulosa, pero es la primavera la mejor época para no perderse la Quinta dos Azulejos en la considerada como «la pequeña Sintra» de Lisboa. También recomiendo darse un paseo por la localidad. Es otro viaje…
El jardín escondido de Bordalo Pinheiro
Si de por sí es altamente recomendable visitar el Museo da Cidade de Lisboa (entrada gratuita) en el antiguo Palacio de la Pimienta (Campo Grande 245, junto al Estadio José de Alvalade, donde disputa sus encuentros el Sporting de Lisboa), los jardines que tiene detrás del edificio son para no dar crédito. Nada más pasar la puerta principal hay un jardín que lleva a un pabellón de exposiciones temporales (cuando fuimos había uno sobre el terremoto de 1755 con una simulación real del temblor), pero hay que ir a mano izquierda e ir bordeando un sendero hasta entrar de lleno al que fuera uno de los caprichos más sonados del artista Rafael Bordalo Pinheiro. El ilustrador, caricaturista, escultor y ceramista más prolijo que dio Portugal en el siglo XX creó un jardín de fantasía en el costado del Palacio de la Pimienta en la que animales de cerámica forman parte de esta especie de Edén imaginario.
Abejas gigantes, monos en los árboles, ranas, peces, iguanas, caracoles reptando por las paredes, y la compañía real de varios pavos reales (¡uno de ellos es albino!) hacen de ésta una visita curiosa en la que conocer mejor el universo ideal de tan polifacético personaje sin el cual no se comprendería el arte portugués de los últimos cien años. Y la visita al palacio es, por supuesto, muy aconsejable puesto que muestra la Historia de Lisboa en sus distintas etapas dentro de un verdadero palacio señorial del XVIII.
NOTA PRÁCTICA: Abierto museo y jardines de martes a domingo de 10:00 a 13:00 y de 14:00 a 18:00 horas. Cierra lunes y festivos. La entrada es gratuita.
¿Un lugar con los mejores pasteles de nata de Lisboa? Toma nota de Manteigaria
Sé que sólo insinuar la idea puede parecer una locura a sabiendas de la fama de los pastéis de nata de Belém, pero varios amigos portugueses me pusieron en la pista. En un pequeño local de Bairro Alto situado apenas unos metros después de pasar la Praça Luís de Camões en Rua do Loreto número 2 puede que se estén gestando en estos momentos los mejores pasteles de nata de todo Lisboa. Manteigaria se trata de una fábrica de pastéis de nata en los que uno puede ser testigo del proceso de elaboración de este tesoro culinario y probarlos allí mismo junto a un buen café. El sitio es minúsculo, con una barra en la que no caben muchas personas, pero el resultado final recién salido del horno y espolvoreado con azúcar glas y canela termina convirtiéndose en una dulce adicción.
Si sois muy fans de los pastéis de nata de Belém (que reconozco son extraordinarios), nunca está de más contrastar sabores para decidir cuáles son para vosotros los mejores pastelitos de nata de la ciudad. Sólo os aseguro una cosa… repetiréis.
LX Factory, universo hipster
En el barrio de Alcántara, junto al famoso puente del 25 de abril (el que se parece al Golden Gate de San Francisco) ha surgido un nuevo espacio creativo que se ha puesto muy de moda en Lisboa. Lo que se conoce como LX Factory se trata de una vieja zona industrial llena de fábricas que han variado su actividad para reconvertirse en librerías, galerías de arte, comercios de artesanía, restaurantes o escenarios de actuaciones teatrales. Es un lugar con cierto aire bohemio que recuerda la transformación que tuvo en su día el Matadero de Madrid. Abre hasta altas horas de la noche (2 de la madrugada a diario, aunque si hay eventos especiales puede llegar a cerrar a las 4).
Muy recomendable me parece la librería Ler Devagar («Leer lento» en portugués) que además de vender libros realiza exposiciones, sirve buen café con pasteles, así como wifi gratis para sus clientes. Las gafas de pasta y las barbas pobladas hipsterianas tienen en este rincón de LX Factory un baluarte al que agarrarse. Además cabe decir que el establecimiento es realmente fotogénico.
Los graffitis de algunas fachadas son extraordinarios y uno puede encontrar ropa tanto fashion como vintage en algunas de sus tiendas. La cantina tiene fama de servir buena comida, por lo que sobran los motivos para perderse unas cuantas horas en LX Factory.
Cena cinco estrellas en el Palacio del Governador
Nadie duda de que Lisboa es una ciudad cinco estrellas y en la que todos los caprichos son pocos. En esta guía alternativa que va dando saltos por los escenarios más diversos de la ciudad también hay espacio para el lujo y la buena gastronomía. Palácio do Governador es la última adquisición de la cadena NAU hotels en la capital lusa. Se ha elegido un emplazamiento primoroso en el barrio de Belém a dos pasos del monasterio de San Jerónimo. Y es que ocupa la antigua residencia palaciega del gobernador de la célebre Torre de Belém, que se ha acondicionado para ofrecer una experiencia única a sus clientes. Cuenta con un spa magnífico y en sus propias instalaciones hay yacimientos romanos relacionados con el almacenamiento de garum (una salsa de pescado hecha a base de vísceras que se utilizaba para condimentar los alimentos).
No tuve la suerte de quedarme a dormir en el hotel pero sí de cenar en el restaurante ÂNFORA que tiene en la planta baja y probar la fusión de la cocina moderna con recetas tradicionales portuguesas. El Chef André Lança Cordeiro, con dilatada experiencia en diversos restaurantes con Estrellas Michelin de París, ha llevado a Lisboa uno de los mejores trabajos de alta cocina que se recuerdan últimamente en la ciudad. Y el precio no es inasequible, con una media de 50-60 euros aproximadamente por comensal. Un disfrute para los gastrónomos más exigentes sin que sea necesario pedirle un crédito al banco.
Queda tanta Lisboa aún…
Hasta aquí esos rincones que pueden redondear un regreso a la capital portuguesa. Pero advierto de que nunca serán suficientes las escapadas a Lisboa para hacernos a la idea de toda su magnitud. Estoy convenido de que regresaré en muchas más ocasiones porque estoy deseoso de seguir descubriendo cosas nuevas y, por supuesto, trayéndome pastelitos de nata a casa…
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
9 Respuestas a “Guía alternativa con esas otras cosas que ver y hacer en Lisboa”
Quem mais realmente percebe isso
Sergio Cabeza Abarrio
Gracias Sele!
Dame algún consejo para Paris,… gracias!!!
Que bien, muchas gracias !
Allí que nos vamos estas vacaciones!!! Antes a Sintra dos días
Mayte Torró Carmina Cerdán Cabanes Cristina Ferrándiz Navarro
No puedo abrir el enlace .
No viste un graffitti de Mario Bross,Sele?