Un viaje a Laponia Noruega contado en 10 latidos
Siempre he pensado que hay algo muy atractivo en los extremos. Las sensaciones que he podido obtener a lo largo de mi vida cuando he tenido ocasión de viajar a ciertos confines o hitos geográficos del globo me han reactivado como en pocas aventuras. Laponia Noruega es uno de esos lugares que más me han llenado de entusiasmo. Y no es para menos. Se trata de un territorio que se columpia con la línea del Círculo Polar Ártico, que está habitado por uno de los últimos pueblos nativos del continente europeo como es el sami, en el que hay casi más renos que personas y donde existe la posibilidad de observar las auroras boreales durante los meses de invierno (también en parte de la primavera). Por otro lado, a lo largo del verano el sol no llega a esconderse del todo regando con su luz de medianoche un panorama fabuloso de fiordos, montañas afiladas y archipiélagos como Lofoten o Vesteralen.
En mi último viaje a Laponia Noruega en época primaveral he tenido tiempo de experimentar grandes momentos como ver por primera vez las auroras boreales, realizar una travesía en trineo de perros por territorio nevado, hacer trekking con raquetas de nieve, dar de comer a los renos en una granja sami o disfrutar de la belleza de las Islas Lofoten en pleno Mar del Norte. En definitiva, vivir el norte de Noruega en 10 latidos que todavía soy capaz de escuchar cuando voy a dormir.
Recibimiento en Tromsø con auroras boreales
Nuestro viaje a Laponia Noruega comenzaría en Tromsø, la mayor urbe del norte del país y a 350 kilómetros por encima del Círculo Polar Ártico. Se dice de ella que su localización la convierte en uno de los lugares más excepcionales para observar auroras boreales. Y esta aseveración no pudo ir mejor encaminada de cara a nuestras esperanzas (nunca habíamos visto las luces del norte). Antes de entrar por la puerta de la cabaña donde pasaríamos la primera noche de nuestra aventura con Tierras Polares (Tromsø camping) una línea verde se situó por encima de nuestras cabezas. Acababa de comenzar un espectáculo para no olvidar jamás.
A pesar de que el cielo no estaba plenamente despejado, las luces verdes se contonearon durante la siguiente hora. El frío desapareció de la emoción. Y es que fue llegar y besar el santo…
Si las luces del norte son también tu sueño no te pierdas estos 10 consejos para ver auroras boreales en el norte de Europa. Mejor época, lugares más idóneos, trucos fotográficos y otras recomendaciones.
Bajo el sol de Tromsø
Amaneció en Tromsø sin una sola nube. La larga noche polar se había acabado hacía ya tiempo y la luz solar era capaz de pintar las casas de colores del puerto, de reflejarse a uno y otro lado del gran puente que comunica la isla en la que se ubica la ciudad lapona. Aprovechamos a pasear por Storgata, la calle principal de Tromsø que reúne además gran cantidad de edificios tradicionales de madera. O a tomar fotos de la catedral protestante, de las casas del puerto y llegar a los pies del Museo Polar, probablemente el lugar más visitado de la localidad.
También cruzaríamos el característico puente de Sandnessund para reparar en la moderna iglesia católica de Tromsdalen, más conocida como la catedral ártica. Levantada en 1965 sus formas se inspiran en los paisajes del norte de Noruega, aunque hay quien dice que podría tratarse de un iceberg e incluso de los característicos secaderos de bacalao de las Islas Lofoten. Sea como fuere, no deja indiferente a nadie este edificio donde el diseño escandinavo contrasta con las estructuras clásicas conservadas en el casco viejo de la ciudad.
La web oficial de Turismo de Noruega cuenta con una sección especial con información para llevar a cabo un viaje a este país en invierno.
Travesía por la nieve en un trineo de perros
A poco más de media hora desde Tromsø nos dirigimos al Villmarketssenter (recomendado por la Oficina de Turismo de la ciudad y con muy buenas críticas en TripAdvisor. Se puede reservar previamente online) en el que tuvimos la oportunidad de realizar una de las actividades estrella durante el invierno y la primavera en Laponia Noruega: el mushing. Montar en trineo de perros nórdicos y disfrutar de los paisajes nevados en un día absolutamente soleado (aunque durante la noche polar también tiene su punto) nos llevó a disfrutar del medio de transporte en la zona ártica desde hace muchos siglos.
Había montado en trineo de perros en Andorra, incluso en Finlandia. Esta vez en territorio noruego además de hacer una travesía por unos paisajes realmente fabulosos conocimos muchas de las particularidades de estos perritos desde que nacen hasta que son capaces de liderar un equipo. Me llamó mucho la atención la historia de un joven can que había nacido ciego y que lo sacaron de una perrera. Y que ahora es uno de los más valiosos. Sólo pide correr y correr… y tiene una técnica perfecta para sincronizarse con sus compañeros. La verdad que resultaba asombroso ver su entusiasmo en esa mirada que, aunque opaca, no dejaba de transmitir alegría.
Trekking con raquetas de nieve por la montaña en las Vesteralen
En primavera la nieve apenas ha comenzado a derretirse una mínima parte, así que para nuestro viaje de abril por territorio lapón le dimos buena cuerda al senderismo. Y en la nieve ya se sabe, hacen falta raquetas si no te quieres quedar clavado más allá de las rodillas (algo que me sucedió en más de una ocasión cuando no las llevaba). Parte del valor añadido de las expediciones organizadas por Tierras Polares tienen que ver precisamente con las actividades de trekking. Todos o casi todos los días le dedicamos unas horas a caminar por la montaña.
Si bien acabé con la lengua fuera, la de las raquetas de nieve fue toda una experiencia en la que fuimos siguiendo las huellas de unos alces y lo que terminamos viendo fue un grupo de renos que pastaban libres en las zonas en las que la nieve se había esfumado por el buen tiempo de los últimos días.
Todo lo que puede dar de sí viajar a Noruega en invierno. Raquetas, trineo, auroras, mercadillos navideños, trekkings por el hielo. No te pierdas el especial invernal sobre Noruega en El rincón de Sele.
Arropados por las luces del norte en una noche mágica
A sabiendas de que los pronósticos para ver auroras boreales esa noche en Evenskjer eran buenos y que no había una sola nube en el cielo, cenamos rápido en nuestra cabañita roja (Que formaba parte del Hotel Tjeldsundbrua) frente puente que comunicaba por tierra las islas Vesteralen. Trípodes desplegados, cámaras con el ISO bajo y exposiciones altas preparadas… así como la ilusión propia de críos por presenciar algo que hace de este mundo algo más mágico. Por fortuna las previsiones no fallaron y junto al puente empezaron a dibujarse unas líneas verdes que no dejaban de moverse. Como si las auroras boreales en realidad fueran un baile magnético que se dedicaban a cambiar el cielo de color.
Tras un rato admirando la gran actividad de auroras de la noche al otro lado del puente tomamos la furgoneta para alejarnos de cualquier contaminación lumínica. Y durante horas a la intemperie (y bien abrigados) vimos mecerse a las luces del norte bajo un manto de estrellas que hacían que no necesitásemos de luz artificial para nada.
Nos dieron la una… las dos y casi las tres de la madrugada. Ninguno de nosotros quisimos irnos a la cama porque aquella noche dormir era de cobardes. Bailaron las auroras boreales en el cielo lapón. Y algunos terminamos de rematar un sueño que llevábamos persiguiendo muchos años y que por fin se hizo realidad.
Te recomiendo el artículo Noche de auroras boreales en Laponia Noruega en el que cuento cómo fue la primera vez que presenciamos las luces del norte.
Caminando por un lago helado de las Vesteralen
Unas suelas antideslizantes para las botas fueron suficientes para poder hacer otra caminata en Laponia con bastante emoción. En esta ocasión transitamos por un lago que tenía todavía una buena capa de hielo. In situ nuestro guía Marc nos enseñó cómo había que reaccionar si el lago congelado se empezaba a agrietar. Y correr no es la solución, aunque parezca fácil. Lo que se debe hacer es tumbarse en el suelo (para repartir el peso corporal) e ir retrocediendo lo máximo posible. En el caso de que una persona haya caído al agua habría que irla a socorrer antes de dos minutos, suficientes para morir por hipotermina. También acudiendo al punto roto arrastrándose tumbado como una araña. Porque si se hace puesto en pie lo más probable es que tú también termines cayéndote al agua helada.
Pero afortunadamente esta clase de supervivencia en parajes helados sólo fue teórica. Caminar por el hielo es arriesgado y es del todo necesario hacerse entre el invierno y los comienzos de la primavera, asegurándose que la capa helada sea suficientemente gruesa.
Conociendo de cerca el pueblo sami
El pueblo nativo sami vive repartido entre el norte de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia, pero casi el 70% lo hace en el primero de ellos. Es la etnia autóctona de la región y, aunque ahora los samis (o saamis) conviven con el resto de la población nórdica, conservan muchas de sus tradiciones. Por ejemplo, en Noruega sólo ellos pueden poseer y criar renos (algo que llevan haciendo siempre). Sus tiendas típicas se llaman lavvu y se caracterizan por tener la hoguera en el centro, la puerta de entrada y opuesto el espacio al que sólo puede acceder el chamán. Fueron evangelizados por el cristianismo protestante, pero aún mantienen sus creencias animistas y sus lugares sagrados que tan sólo ellos conocen. Los dioses y espíritus están en la naturaleza y para ellos las auroras boreales son senderos que se llevan a los vivos para siempre.
En los alrededores de Sortland, en el archipiélago de Vesteralen, Laila y su familia, samis autóctonos, nos recibieron en su granja. Son poseedores en la actualidad de varios cientos de renos y alrededor de una hoguera en un lavvu típico la propia Laila nos contó algunas particularidades de su pueblo. Como, por ejemplo, que uno de los errores clásicos es llamarles lapones. Son samis, puesto que lapón es para ellos una definición despectiva (significa algo así como «ropajes viejos») que nada tiene que ver con ellos (algo comparable llamar jíbaro a un miembro de la tribu shuar en Sudamérica cuando esta palabra quiere decir «salvaje»)
Laila nos cantó un joik (canto típico sami) mientras nos calentábamos alrededor de la hoguera en su lavvu y nos ofreció una sopa deliciosa en la que además de verduras había carne de reno. Y es que los renos son su leit motiv. En un territorio con un clima tan hostil la crianza del reno les ha permitido sobrevivir a lo largo de su historia. Algunos los mantienen dentro de la granja pero más del 90% de los mismos viven libres en la montaña comiendo pastos y líquenes.
Estuvimos un buen rato dando de comer a los renos. Y a mí con lo que me gustan los animales hubo que echarme a la fuerza de allí porque no me quería ir de ningún modo…
Ruta por carretera por lo mejor de las Islas Lofoten
Sin duda recorrer Islas Lofoten fue la mejor parte de este viaje a Laponia Noruega. Allí hicimos una ruta muy completa por carretera, ya que la mayor parte de las islas del archipiélago están unidas por puentes. La espectacularidad de unos paisajes donde sólo caben las mayúsculas es la línea de uno de los mejores escenarios de todo el país y, probablemente, de toda Europa. La silueta de los picos nevados de Lofoten, que sólo se vuelven completamente verdes durante el verano, se reflejaba en los fiordos como si éstos fueran espejos. Allí la simetría se cumple a rajatabla.
En las Lofoten las aldeas de pescadores con sus clásicas cabañas rojas, los rorbuer, se mezclan melancólicamente con los secaderos de bacalao que representan el porqué y el cómo de la economía local. Localidades como Nusfjord o Reine, entre otras, nos regalaron algunas de las mejores postales de las Islas Lofoten durante la primavera.
Pasar la noche (y despertar) en un rorbuer típico de las Lofoten
Todos y cada uno de los días de este viaje al norte de Noruega con Tierras Polares nos hospedamos siempre en cabañas de madera. Ya fuera en Tromso o en Evenskjer, en medio de la naturaleza y el silencio de la noche lapona, supimos sacarle el partido al calor tras los cristales. Pero la experiencia de dormir en un rorbuer típico de las Lofoten junto a un fiordo y rodeado de montañas nos regaló uno de los mejores momentos de nuestra andadura primaveral. Fue en la isla de Hamnøy, junto a Reine, en un alojamiento que no puedo dejar de recomendar: Eliassen Rorbuer.
Y esa noche cenamos tataki de bacalao aprovechando los filetes que un pescador tuvo a bien regalarnos. ¡Crudo y con soja, partido en taquitos, sabe delicioso!
La mayor corriente de mareas del mundo en el Estrecho de Saltstraumen
La última jornada del viaje consistió en poco más de tres horas en el ferry que nos trasladó de Moskenes (Lofoten) a Bodø. Si bien la propia Bodø no tiene mucho para ver ni hacer, a menos de 30 kilómetros (ni media hora en coche) existe una buena razón para hacerse una escapada por los alrededores. Se trata del Estrecho de Saltstraumen, un cuello de botella que une dos fiordos Salt (Saltfjorden) y Skjerstad (Skjerstadfjorden) en los que cuando sube o baja la marea se da un gran espectáculo de corrientes y remolinos. Y de récord puesto que se ha sabido que es con diferencia la mayor corriente de mareas de todo el planeta.
Asistimos al momento cumbre de la pleamar en la que literalmente un fiordo llenaba al otro. Lo hicimos desde la orilla, pero donde mejor comprendimos este proceso fue subidos a un puente que pasaba por encima a suficiente altura para capturar los remolinos que se formaban de manera instantánea. Todo un espectáculo en un emplazamiento natural magnífico.
Este viaje a Laponia Noruega que os he contado latido a latido me sirvió para volver a descubrir pedacitos con lo mejor de Escandinavia y añadir otro favorito más a la lista rincones del mundo donde querría perderme un tiempo. Sea en los fiordos, en el lejano Cabo Norte, en un bosquecillo de trolls o en un rorbuer de madera roja anclado en mis amadas Islas Lofoten. Da igual, pero que sea en Noruega…
¡¡Salud y viajes!!
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
6 Respuestas a “Un viaje a Laponia Noruega contado en 10 latidos”
Magnifico reportaje de Laponia Islas Lofoten ,lagos helados , los renos ,los trineos con perros y las auroras boreales. Una preciosidad los remolinos de los fiordos, total que una maravilla , me ha gustado mucho y muchas gracias por dejarnos ver esas vistas únicas. Un saludo Sele y hasta la próxima.
Gracias Francisca!! Fue un viaje precioso, la verdad. Me alegra que te gustara!
Saludos,
Sele
Buenas tardes ,
En qué fecha hicieron el viaje?
Este viaje fue a primeros de abril de hace dos años.
Saludos,
Sele
[…] gélido se ocupaba de formar un imponente aura en nuestro trayecto por aquellos paisajes de Laponia Noruega teñidos de blanco. Durante aquella mañana de cielos despejados la nieve se había convertido en […]
[…] Toca volver a caminar por el hielo como hice en Laponia Noruega […]