Crónicas de un viaje a Indonesia 10: Los Ngadas de Flores
A Bena se puede ir caminando perfectamente desde Luba porque está casi al lado. Se hace bajando una cuesta bastante empinada, por lo que una buena idea es ir a pie en la ida y salir de allí en coche. El premio se lo encuentra uno a mitad de camino, antes de empezar a bajar cuando se tiene de cara una panorámica definitiva de la aldea (aunque la mejor está en el santuario cristiano, justo al otro lado). En ese instante queda a todas luces retratada Bena como el mayor de los poblados Ngadas de toda la región. Y se ve nítida una vez más la disposición de dos hileras paralelas de casas que, separadas por un terraplén escalonado, se miran las unas a las otras.
Lo primero que hicimos cuando alcanzamos por fín la aldea fue hacer la firma pertinente del libro de visitas y dar nuevamente un donativo de 10000 rupias, que aunque no es obligatorio por Ley es algo así como una norma no escrita que todos cumplen. Justo después iniciamos nuestra andandura en Bena con la misma ilusión que lo habíamos hecho antes en Bela y en Luba. Éramos los únicos extranjeros que había allí en ese momento. No sabíamos lo que podía durar y teníamos que aprovecharlo. Así que caminamos en relativo silencio disfrutando las escenas cotidianas que nos deparaba el poblado como, por ejemplo, dos muchachas jóvenes moliendo café en el interior de un tronco hueco de árbol.
Bena es la Catedral del Arte y la Arquitectura Ngada, la Capilla Sixtina de una tribu que vive con otro tempo muy diferente al nuestro. Fue, junto a Luba, el acierto que hizo buenos los kilómetros en coche, las nieblas del Kelimutu y hasta la habitación tóxica de cucarachas y babosas en la que habíamos llegado a dormir. Por ello Rebeca y yo no podíamos estar más contentos y orgullosos de poder conocer de primera mano un lugar como este.
Era como Luba pero a triple escala y no le faltaba ni una sola de las particularidades que siempre acompañan a la cultura Ngada: Los Ngadhus, las Bhagas, los ikats tendidos, las mandíbulas y cuernos de búfalo procedentes de los sacrificios, los niños revoloteando alrededor del forastero…y el más agradable alegato a la sencillez y a la inocencia de quienes no necesitan para ser felices los coches más caros, teléfonos móviles de pantalla táctil, cuarenta canales en una televisión de plasma, ni muchas otras cosas que en ocasiones no sé si se nos impone o nos autoimponemos quienes vivimos en lo que venimos a llamar Primer Mundo.
He aquí un vídeo de Bena:
Resultaban más que curiosos los monolitos también agolpados en el terraplen junto a algunas de las casas y que corresponden a los monumentos megalíticos idénticos encontrados en puntos dispares del Sudeste Asiático e incluso de Oceanía. Son tan antiguos que se desconoce al 100% su objeto pero la hipótesis de que su función sea probablemente funeraria es la más admitida por los expertos que han fijado su centro de investigación en la Región Ngada.
Decía al principio que la panorámica de la aldea desde la cuesta que viene de Luba es fabulosa. Pero sin duda la mejor está justo es sentido opuesto, casi al final del poblado donde hay que subir hacia un pequeño santuario cristiano dedicado a la Virgen María. Ahí directamente la imagen que uno se encuentra es sencillamente espectacular.
En el momento que subimos a dicho santuario la niebla casi palpaba el filo de los tejados de paja. El volcán aparecía y desaparecía en cuestión de segundos, envolviendo su cono por completo para después dejarlo libre, a la vista de todos. Así una y otra vez. Bena estuvo siempre al borde de quedar cubierta por aquella espesura blanca pero en esta ocasión hubo piedad de la Madre Naturaleza y no dejó que esto sucediera. De ese modo pudimos gozar de una de las mejores imágenes posibles de una aldea de belleza superlativa.
Nos marchamos de Bena a la par que entraba un minibús lleno de holandeses que ya habíamos visto en Luba. Justo a tiempo, la Gran Aldea Ngada había sido para nosotros durante buena parte de la mañana. Más de lo que hubiéramos pensado.
WOGO, LA CUARTA Y ÚLTIMA ALDEA NGADA DEL VIAJE
De Bena a Wogo había una distancia razonable. Nuestra último poblado a visitar en la región se encontraba bastante cerca de la TransFlores Higway, lo que influía que contaran con algún que otro adelanto como el de la luz eléctrica. Aún así Wogo poseía todas sus casas levantadas al modo tradicional y tampoco le faltaba una gran cantidad de parejas de Ngadhus y Bhagas repartidas en bastante más espacio que en otras aldeas. La separación entre las hileras paralelas de casas era mucho mayor, lo que dejaba más sitio para la colocación de monumentos funerarios y la celebración de rituales.
El pueblo estaba completamente embarrado, probablemente por no contar con niveles de mayor a menor profundidad, a modo de terraza de arroz, que evitara se acumulara el agua. Así estaban dispuestas precisamente Bela, Luba y Bena y quizás por ello no nos encontramos con el barro de Wogo. Afortunadamente junto a las casas habían levantado unas aceras estrechas para evitar que la gente se pusiera totalmente perdida nada más llegar a la aldea.
La gente con la que hablamos, o al menos con la que lo intentamos, nunca despegaba la sonrisa de su boca. Aunque tampoco despegaban los efectos letales de masticar a todas horas la adictiva nuez de betel.
En Wogo pudimos estar unos minutos en el interior de una casa. Justo una de las chicas que vivían allí hablaba algo de inglés porque estuvo un par de años trabajando en Singapur, por lo que con la charleta aprovechamos para entrar y ver sus dominios. Y así aprender cómo es por dentro el hogar de una familia Ngada.
Salvo la cocina, que fue la parte que más me llamó la atención, las estancias a las que pasamos resultaban ser bastante oscuras. Aquella casa, que era como las demás del poblado, contaba con muy pocos vanos abiertos. El dormitorio principal directamente carecía de cualquier ventana donde poder entrar la luz. La luminosidad quedaba reservada únicamente a la cocina. Lógico, porque de otra forma la familia se asfixiaría con el humo cada vez que encendieran la lumbre. La mujer que hablaba inglés nos explicó algunas peculiraridades tanto de las casas como del poblado, aunque mientras aprovechaba para tratar de vendernos algún souvenir hecho a mano. Para dos gatos que iban a Wogo en todo el día tenía que intentarlo.
Firmamos el libro de visitas (vacío en aquel día), entregamos una propina y nos tomamos la última fotografía en un poblado Ngada. Porque Wogo cerraría nuestra ruta por la región…
La «Ngada Experience» había sobrepasado cualquier expectativa. Sin duda fue una de las partes del viaje que mejor sabor de boca me dejó. A pesar del olor a muerto en Bena, las sonrisas de nuez de betel y alguna que otra discusión en torno a la suciedad de unas pobres sillas y que no da para alargar más esta crónica.
¿Y SI CAMBIAMOS LOS PLANES Y NOS VAMOS CON LA MÚSICA A OTRA PARTE?
Regresamos a Bajawa para comer y después ver cómo se planteaba la tarde. El almuerzo nos costó 50000 rupias en total en el Lucas Bar. Nos gustó mucho más que el Dito´s donde habíamos cenado la noche anterior y habían tardado en servirnos la friolera de una hora desde que nos tomaron nota. Ambos, a izquierda y derecha del Korina Hotel donde estábamos alojados, eran las opciones más cercanas y a mejor precio que teníamos.
Después de comer fuimos a la habitación donde tanteamos si echarnos un rato en la cama o hablar con Eppy para salir a hacer otra cosa. Así que salí del cuarto y fui a hablar con nuestro condutor. Mientras departía con él tanteé la posibilidad que había de marchar esa misma tarde a Ruteng y de esa forma ahorrarnos unas cuantas horas de carretera el día siguiente. De esa forma podíamos hacer alguna que otra visita con relativa tranquilidad (un poblado Manggarai, los arrozales en forma de tela de araña, etc.) y llegar no demasiado tarde a Labuanbajo para cerrar lo antes posible una ruta en barco a la Isla de Komodo y probablemente a Rinca.
El único pero que había en este cambio de planes era tener que perder una noche en Bajawa que ya habíamos pagado, además de financiar una noche extra a Eppy (puesto que contratar un nuevo alojamiento no entraba en el presupuesto acordado). Aún así estuvimos todos de acuerdo y nos pusimos en marcha rumbo a Ruteng. De todas formas lo explico mejor en el siguiente vídeo:
El trayecto de Bajawa a Ruteng tuvo una duración de cuatro horas. Hubiese sido menos en condiciones normales, pero nos agarró pronto la noche y tuvimos que soportar una niebla cerrada e inquietante que no dejaba ver nada a dos metros de nuestro coche. Hubo tramos de bastante peligrosidad, que ya lo son de por sí por el estado del asfalto o las innumerables curvas peligrosas, donde tuvimos que ir bastante despacio. Por fortuna Eppy se conocía esas carreteras de memoria, puesto que las había hecho en numerosas ocasiones. Precisamente el coche en el que íbamos lo trajo él mismo desde Jakarta en lo que debió ser un larguísimo viaje. Fue la única vez que tuvo oportunidad de salir de Flores, su isla, su hogar.
BUENAS NOCHES, RUTENG
A las ocho y media aproximadamente llegamos a Ruteng, la capital de otra región, de otra etnia, la Manggarai. Esta ciudad de casi 40.000 habitantes suele utilizarse como escala entre Labuanbajo y Bajawa. Aunque también algunos viajeros aprovechan para hacer alguna visita interesante por sus alrededores.
Buscamos un hotel donde pasar la noche y el primero que en el que paramos fue finalmente en el que nos terminamos quedando, el Hotel Sindha. Tenía habitaciones de tres tipos en función de una mayor o menor calidad (que en el caso de Flores quiere decir, una mayor o menor limpieza) por las que pedían 125.000 Rp, 225.000 Rp y 275.000 Rp. Escogimos la segunda puesto que estaba relativamente limpia o lo único que la diferenciaba de la más cara era que esta última tenía televisión. A sabiendas de que la calidad del alojamiento en Flores es humilde tirando a mediocre, el Hotel Sindha no estaba del todo mal. Aunque tampoco era para tirar cohetes, a esas alturas no era algo que nos importara demasiado. Rebeca estaba empezando a inmunizarse ante la toxicidad y eso era una una gran satisfacción para mí.
Cenamos en un restaurante chino-indonesio llamado Merlin cuya mezcla oriental no fue la más sobresaliente del viaje. Y después nos fuimos a dormir, ya que habíamos fijado una hora de salida muy temprana, las siete de la mañana. Teníamos por delante aún un sinfín de experiencias en una isla que poco a poco estábamos haciendo más nuestra.
19 de julio: RUMBO A LA BAHÍA SALPICADA DE ISLAS DE LABUANBAJO
Despertamos en Ruteng. Una luz tibia reverdecía las montañas y bajo el frescor propio de primera hora de la mañana me
Lo que está claro es que la diversidad natural y antropológica es una de las señas de identidad de una isla que es un mundo aparte. Si hacía tan sólo un día habíamos disfrutado de las formas de vida de una etnia como la Ngada, en esta ocasión era turno de ver algo de lo poco que queda de lo más primigenio de los Manggarais. Un pequeñísimo poblado de nombre Compang Ruteng a 3 km del hotel marcaría un inicio de ruta que nos llevaría hasta Labuanbajo, el fin de nuestra ruta terrestre por Flores, pasando antes por unos arrozales realmente originales.
Antes de subirnos en el coche de Eppy caímos en la cuenta de que no llevábamos demasiado dinero en efectivo y que podía ser buena idea hacernos con unas cuantas rupias en algún cajero. Cuando nos enteramos que en Labuanbajo a julio de 2010 no existían cajeros ni lugares donde sacar dinero con tarjeta extranjera la buena idea se convirtió en obligación. Y es que, aunque nos pareciera mentira, Ruteng era la última población antes de llegar a Labuanbajo (4 ó 5 horas de distancia en coche) con bancos que aceptaban la obtención de dinero con tarjetas internacionales Visa, Mastercard o American Express. Justo enfrente del Sindha Hotel teníamos un banco, así que aprovechamos para sacar el dinero que pudiéramos necesitar en los días que aún teníamos que pasar en Flores (contando este eran cuatro) a sabiendas que teníamos que pagar aún parte del dinero acordado con nuestro conductor, el hotel de Labuanbajo, las comidas y los costes de hacer la «Misión Dragón de Komodo». No podíamos jugárnosla con un dinero de plástico que en ciertos lugares no sirve de absolutamente nada.
COMPANG RUTENG, UNA ALDEA TRADICIONAL MANGGARAI
Con nuestras rupias en el bolsillo iniciamos la ruta. Nuestra primera parada, muy cerca de la casilla de salida, tenía que ver con la etnia Manggarai, predominante en la región oeste de Flores. Compang Ruteng es una pequeñísima aldea con la que uno se puede hacer vagamente a la idea de cómo eran los poblados Manggarais no hace demasiado tiempo. Y digo vagamente porque en realidad tan sólo quedan dos casas construidas al modo tradicional, es decir, cuadradas, levantadas medio metro sobre pilotes, de madera y con un enorme tejado de paja (más grande que la fachada) rematado en pico puntiagudo.
Al tener una buena disposición de ventanales estas casas son mucho más luminosas que las Ngada. Por dentro son además prácticamente diáfanas, sin apenas paredes que separen las dependencias de las que constan. Las pudimos ver porque nos las encontramos con las puertas abiertas de par en par y no había absolutamente nadie. Y ya que estábamos, le echamos un ojo por dentro para así poder conocer un poco más cómo eran las viviendas típicas Manggarais y sus diferencias con las Ngada que, por cierto, son bastantes.
Otro elemento característico de las aldeas tradicionales Manggarais y que no faltaba precisamente en la que nosotros estuvimos es el Compang. Un Compang es una especie de altar de piedra situado normalmente en el centro del pueblo en el que tienen lugar los sacrificios a los Dioses así como la entrega de ofrendas. El que allí había era una elipse levantada con piedras y con un árbol en el centro. Sólo en las celebraciones y ritos funerarios goza de vida propia. Al contrario que en los poblados Ngadas, los desconocedores de la materia nque echarle bastante imaginación para saber que aquel saliente de piedra posee semejante funcionalidad.
Compang Ruteng no da para demasiado. Sólo para una visita de no más de cinco o diez minutos en el que los mejores momentos los ofrecerán esos locos bajitos, más bebés que niños, que salen a recibirte a gatas para pronunciar un agudo a la vez que trastabillado «Hello Mister».
Grabamos un pequeño vídeo en esta aldea donde podréis ver todo lo que os acabo de contar:
LOS ARROZALES DE TELA DE ARAÑA
Salimos de Compang Ruteng y continuamos nuestro camino hacia Labuanbajo. Las carretera, sin ser buena, permitía más florituras que en anteriores itinerarios, puesto que la zona más cruda de montaña la habíamos dejado atrás. Así que Eppy le dió más velocidad al coche y pudimos avanzar un buen tramo casi sin enterarnos. Pero aún había algo que deseábamos encontrar y que personalmente tuve constancia de su existencia gracias a la recomendación de Ricardo, un buen lector de www.elrincondesele.com, quien había estado en la isla y le había llamado poderosamente la atención. Se trataba de una enorme extensión de campos de arroz diseñados como si de telas de araña se trataran. Muy cerca de Cancar, una villa que no viene indicada en muchos mapas de Flores, pudimos ir a presenciar en directo esta maravilla. Afortunadamente Eppy sabía desde dónde se podía observar mejor estos arrozales tan peculiares. Nos acercó a un sendero de tierra que ascendía por una colina y nos pidió subiéramos hasta el final. Eso fue lo que hicimos. A medias había una casa, de la cual salió una niña que nos acompañó durante no más de tres o cuatro minutos que necesitábamos hacer a pie para tener una de las más hermosas panorámicas posibles de las telas de araña de Cancar.
Arrozales de araña o Telas de arroz, independientemente de cómo se les quiera llamar, forman parte de una de las mayores originalidades de la Historia de la Agricultura. Y donde vale la pena detenerse unos minutos. La recompensa lo merece…
LABUANBAJO NOS ESPERA…
Cuatro horas, cuatro horas y media. Esa fue la duración aproximada de lo que nos restaba de viaje a Labuanbajo, nuestro destino terrestre de Flores. Tan sólo un aperitivo en un bar maloliente y mugriento donde el pollo parecía de todo menos pollo fue la única pausa en un camino que desde Cancar hicimos de seguido. Cuando por fín vimos lejano el mar en el horizonte nos alegramos de poner fin a las cerca de veinte horas de travesía por carretera que habíamos dividido en varias jornadas para poder recorrer la isla y llegar a la última etapa del viaje. Que además estaba destinada a ser una de las mejores y más recordadas.
La primera impresión que me dio Labuanbajo es la de un pueblo tranquilo de pescadores que se está adaptando cada vez más a recibir a más del 90% de turistas que visitan la isla. Es el punto predilecto de Flores al que acceden vuelos procedentes de Bali o de Jakarta, y por eso se ve un mayor movimiento de viajeros que en Ende, Bajawa, Ruteng o Maumere. Hay tantas opciones para el turismo que uno podría estar muchos días utilizando Labuanbajo como base y hacer cosas como:
+ Ir en barco a las Islas de Komodo y Rinca para ver dragones (en excuriones de uno o varios días).
+ Hacer buceo/snorkelling en el que es uno de los mejores fondos marinos del mundo.
+ Tumbarse al Sol en una isla desierta de arena blanca.
+ Disfrutar sin más del mar de la Bahía a bordo de un barco.
Labuanbajo (también escrito Labuan Bajo, Labuhanbajo o incluso Labuhan Bajo) es, ante todo, la puerta más cercana a ver las garras de un Dragón de Komodo. Ese era no sólo uno objetivo sino también un sueño. Y este pueblo la catapulta para conseguirlo.
Ya que íbamos a estar allí unos días necesitábamos encontrar un campamento base lo más adecuado y cómodo. Y por ello le dedicamos el tiempo suficiente a ir hotel por hotel hasta encontrar algo que nos convenciera. Nos terminamos quedando en una habitación de 250.000 Rp/día en el Gardena Hotel (Calle Yos Sudarso) que nos pareció lo bastante limpia y confortable. Del cuarto de baño mejor no hablar porque era algo que dábamos por perdido. Pero estaba situado frente al mar y con sólo asomarnos disponíamos de unas vistas espectaculares de la Bahía de Labuanbajo. Además organizaban rutas a Komodo/Rinca o de buceo y disponían de uno de los restaurante más recomendables del pueblo.
Cierto es que al personal del Gardena aún le faltaba un hervor, pero por lo menos el encargado sí se sabía manejar bien con los clientes. Le hablé de nuestras intenciones de ir a Komodo y Rinca y si el precio no se iba demasiado de madre, quedarnos a dormir una noche en alguna de las islas o en el propio barco. Nos dio un precio exagerado que superaba los dos millones de rupias, pero después de contarle algunos de mis viajes y de que a la vuelta escribiría un relato de nuestra aventura por Indonesia bajó sus pretensiones económicas. No había nada mejor que hablar y hablar para irle convenciendo de que éramos unos mochileros sin apenas dinero y que habíamos hecho todo lo posible por llegar hasta allí a cumplir uno de nuestros grandes sueños. Conclusión (y tomad nota porque quienes vayáis ya sabéis una cifra por la que os podéis mover e incluso bajar):
2 DÍAS/1 NOCHE EN UN BARCO PARA 2 PERSONAS PARA VER KOMODO, RINCA Y 2 OCASIONES PARA HACER SNORKELLING (EN KOMODO Y EN LA ISLA BIDADARI) CON LAS COMIDAS INCLUIDAS POR UN PRECIO DE 1.600.000 RUPIAS (Aprox 142€ total, 71€ cada uno).
Trato cerrado y pagado con antelación para salir al día siguiente a las ocho de la mañana. Además se comprometieron a reservarnos la habitación para nuestro regreso y, por supuesto, guardar nuestras mochilas. Lo único que debíamos preocuparnos es de conseguir un equipo de snorkelling alquilado (gafas con tubo y aletas), algo sencillo y asequible en alguna de las agencias de turismo que había a lo largo de la calle del hotel.
Parecía que las cosas iban a salirnos bien. Estábamos contentos de no haber necesitado demasiado tiempo para cerrar un asunto de suma importancia. Quisimos celebrarlo mediante una buena comida en el Gardena (que reconozco que de calidad/precio fue lo mejor en Flores), pero Eppy no nos acompañaría porque quería aprovechar las horas de luz para irse volviendo a Maumere, algo que le llevaría como mínimo dos días completos en coche. Así que le pagamos las 100.000 rupias que nos faltaban y nos dimos un fuerte abrazo porque se había portado fenomenal con nosotros. Un tipo discreto, simpático, que nos trató con muchísimo respeto y que nunca nos exigió ni un hotel ni un restaurante como acostumbran a hacer muchas de las personas que viven del turismo. Nos dio su número de teléfono por si volvíamos a la isla o si viajaban hasta Maumere amigos nuestros (081 337864368) e incidió en que lo normal, si no tenía clientes, es que estuviera en el Aeropuerto de dicha ciudad. Y en silencio se marchó bajando las escaleras del Gardena.
Comimos tranquilamente con la Bahía de fondo y una temperatura simple y llanamente…perfecta. Una comida en la que hubo momentos de bromear un poco con el curioso nombre de las servilletas:
Después de comer lo primero que hicimos fue buscar un local en el que nos alquilaran las gafas y las aletas hasta el jueves por la tarde (cuatro días) mientras huíamos de los cazaclientes de las agencias de viaje que ofertaban tours a Komodo o hacer buceo. No tardaríamos ni cinco minutos en hacernos con nuestro humilde equipo de snorkelling (16€ por 4 días) después de probárnoslo y pagar por adelantado. Para no ir cargando con él lo dejamos en nuestra habitación y nos fuimos a dar una vuelta por Labuanbajo antes de que se hiciera de noche.
Labuanbajo (se pronuncia Labuanbayo) se recorre de un lado al otro en un santiamén. Hay alguna que otra mezquita y, sobre todo, casas de madera dando al mar en un par de calles principales de las que surgen tiendas, algún que otro restaurante y varios negocios turísticos regentados por extranjeros que saben del filón que tiene hacer buceo (scuba diving) o snorkelling en esta zona.
Pero de este lugar de incipiente turismo, si lo comparamos con Bali,tiene algo mucho más especial que sus calles transitadas por motocicletas y bemos a todas horas. Mucho más especial que sus hoteles y sus bares… el mar. Para mí la mejor definición que puedo dar de la Bahía de Labuanbajo es la de ser un Océano salpicado de islas. Y es que son muchas las islas, en ocasiones diminutas, las que pueblan el horizonte que se alcanza desde cualquier punto de este pueblo que hasta hace nada fue sólo de los pescadores.
La imagen del mar es precisamente con la que me quedo de cualquiera que pueda ofrecer de Labuanbajo. Desde la terraza del Hotel Matahari, donde nos fuimos a tomar unos zumos deliciosos, pudimos deleitarnos lo que sin duda nos había enamorado.
Poder disfrutar de estos zumos en un lugar semejante hacía bueno cualquier contratiempo y cualquier lucha diaria. Teníamos la suerte de estar dando unos tímidos sorbitos a la vida. Y si algo tengo seguro es que lo hicimos como en cualquier viaje, deteniendo los minutos y absorbiendo todas las esencias de un momento maravilloso de la misma forma que si fuese la primera…o la última vez.
Porque nunca se sabe cuántos sorbos nos quedan por dar, si son muchos o son pocos, si son dulces o son amargos. Creo que lo más importante es no dejar jamás de sentirlos, no perder la ilusión por seguir degustando las esencias del Paraíso que se encuentra en nuestro Planeta. Que ahí está, aunque en ocasiones le guste jugar al escondite…
El mar oscureció con los últimos rayos de Sol. Mirando al frente, a esas aguas calmadas «salpicadas por mil y un islas», me imaginaba que muy cerca de allí, más cerca de lo que había estado jamás, varios dragones de Komodo salían de caza con sus dientes afilados y dispuestos a no irse de vacío. Los podía escuchar, los podía oler, los podía sentir… Los dragones ya estaban aquí.
CONTINUARÁ…
* Ya sólo queda un relato para poner fin a las Crónicas de Indonesia. Muy pronto el desenlace!
* Puedes ver una amplia SELECCIÓN DE FOTOS pertenecientes a este capítulo.
17 Respuestas a “Crónicas de un viaje a Indonesia 10: Los Ngadas de Flores”
¡¡¡Qué de recuerdos me han traido todos esos poblados! Esperemos que se sigan manteniendo ‘intactos’ durante muchísimos años más.
¿Firmásteis en el libro de visitas que tienen en una casita cercana al arrozal en forma de tela de araña? Allí vivía una familia con varios niños y un recién nacido y guardaban un viejo cuaderno con las firmas de todos los visitantes que por allí pasaban.
Jajaja, Que bueno lo del vídeo de las toallitas Jolín. No me acordaba de que lo habíamos grabado.
Que bonito los poblados con los niños, fue un día que nos cundió muchísimo.. Quiero volver!!!!
Buenas Jose! Me encantan los relatos de las aldeas. Salen unas fotos estupendas! y si son acompañadas de niños mucho más bonitas… Alguna vez tendrías que pensar en llegar a alguna aldea como esas con tu mochila y pedir hospedaje por una noche con ellos. Estoy casi convencido que alguno estaría encantado de recibirte y sería una experiencia única.
Por cierto… muy barato lo del barco dos días… realmente barato.
Buenas Rebeca! Estas muy graciosa en los vídeos, siempre con una sonrisa de oreja a oreja. Estuve viendo el vídeo de las servilletas ayer en youtube y me pasé un buen rato jejejeje… A ver si coincido en algún viaje con vosotros que seguramente nos lo pasemos genial.
Un abrazo a los dos!
Muy buenas!!
Las aldeas Ngadas, sobre todo Luba y Bena, superaron todas nuestras expectativas. Y es sorprendente la poquísima información que llevábamos sobre ellas. Eso al menos significa que la Isla de Flores está «aún a salvo» y no la ha conquistado aún el turismo fuerte que sí hay en otras islas. Como dice Ana, ójala permanezcan así muchos años más.
+ Víctor: No te creas que no me hubiera gustado hacer lo que dices. Espero algún día poder pedir lecho en un poblado perdido de la mano de Dios. Y por supuesto que coincidiremos y lo pasaremos bien en algún lugar del mundo.
+ Rebeca: Yo ni recordaba que habíamos grabado lo de «Servilletas Jolín». Cuando el otro día me puse a repasar los vídeos que iba a subir al capítulo y me encontré con este no pude parar de reir. Estamos hechos unos verdaderos payasos!!
+ Ana (Chick): Nos acordamos mucho de tí en estos pueblos, puesto que sabíamos que habías estado en ellos. Nos imaginábamos tu «Yo antropóloga» desplegándose por esos lares jeje. Respecto a lo que comentas de la casita, sí que entramos a una, pero había una mujer y una niña. Nos sacaron el libro de visitas pero la madre no se debió contentar demasiado con que diéramos 10.000 Rp entre los dos y no más, puesto que no llevábamos nada suelto. Digamos «la voluntad» no la satisfizo demasiado.
Semana intensa, con muchísimo trabajo. Y me lo quería perder… Vaya, qué ganas tengo ya de ir para Bulgaria porque estos días en el curro son mortales.
Poco a poco voy trabajando en el último relato de Indonesia para que esté a punto antes de marcharnos. Será un «Especial sobre los Dragones de Komodo» con el que tendremos un cara a cara con estos reptiles gigantes. La mejor manera de despedir unas crónicas que ya van para tres meses.
Pero todo tiene su final, y esto también…
Un saludo a todos. Será un placer leer y compartir más comentarios!!
Sele
Bua Sele, llevo un rato imanado a la pantalla leyéndote y deleitándome con la fotografías. Si mi pasión viajera suelen ser las zonas más rurales y aisladas, por aprender de sus gentes, te puedes imaginar las ganas que acabo de sentir de teletransportarme a estas aldeas.
Una cosa que siempre tengo en mente con estos sitios, es el «daño» que está haciendo el desarrollo tal y como se concibe en nuestros países. Cómo el contar con electricidad, telefonía móvil y demás hace perder poco a poco la esencia de ciertos lugares y la pérdida de su cultura local. Algo que nos ha pasado a nosotros mismos en cierta medida, y que según se lleve a cabo en otros lugares acaba no igualando las condiciones mínimas de vida y habitabilidad si no haciéndonos perder la propia idiosincrasia.
Este puente me voy fuera, así que si te viene bien la semana que viene nos vemos sí o sí.
Un abrazo!
Hola Antonio,
Sé que el tema de los poblados es uno de tus puntos fuertes. Estoy seguro que lo hubieses disfrutado mucho, pero también lo estoy que algún día irás a estas mismas aldeas.
Un tema interesante es lo de cómo afecta el desarrollo a este tipo de lugares. Esto tiene una dualidad en torno a una mejora de sus condiciones y un empeoramiento de una tradición muy aferrada. Pero, ¿hasta qué punto? Algunos dírían que también tienen derecho a electricidad y agua potable, a contar con avances. Y otros dirían que ese sería el enemigo de que se conserven los valores de la tribu. Qué difícil es establecer un término medio. Creo que sea mucho o sea poco el desarrollo, este tipo de lugares tienden a extinguirse. Por eso lo mejor es disfrutarlos mientras podamos. Y, sobre todo, aprender de ellos.
La semana que viene la tengo un poco chunga porque es la previa de Bulgaria pero a la vuelta nos vemos fijo, ¿vale?
Un abrazo fuerte!!
Sele
Os recomiendo un libro sobre este particular tema. Es una fusión de libro de fotografía y texto editado ‘lujosamente’ por ‘Blume’: «Somos uno». Es un libro que trata sobre todas las etnias del planeta y lo que se debería hacer para preservarlas.
Sele ¿estuvisteis en Riung, la aldea flotante de los Bugis?
Buen fin de semana a todos!
Apenas había visto un par de fotos de estas aldeas y este reportaje ha sido una forma excelente de conocer un poco más en profundidad esa zona de la isla, en la mayoría de reportajes que he visto anteriores de Indonesia apenas se han separado de la costa y es una pena porque lo que se ha visto en esta entrada es una cultura que se mantiene intacta durante siglos digna de admiración en los tiempos que corren.
Y no está grabado el momento del tropezón?? Rebeca… hay que ir con la cámara siempre a mano xDDD
Esa última foto me ha encantado y tus últimas palabras referentes a los dragones de Komodo, ya me veía que lo último que ibas a poner es: «los podía tocar…» digo este es capaz de jugarse un brazo con semejantes sanguinarios de la naturaleza jaja
Saludos Sele 😀
¡Preciosas fotos! Me ha encantado leer vuestra “Ngada Experience” como tú lo llamas. Impresionantes también los arrozales de tela de araña; no sabía ni que existían. ¡Cuánto se aprende leyendo tus relatos!.
Un beso
M.Teresa
¿Te interesa compartir link en el blogroll?
Enhorabuena por tu blog, es muy interesante.
Muy buenas!!
Ya está listo para sentencia. El último relato del viaje a Indonesia saldrá publicado mañana martes 2 de noviembre a las 8:00 horas. Tratará sobre nuestro viaje a las Islas de Komodo y Rinca donde fuimos a encontrarnos con los grandiosos Dragones de Komodo. Quince vídeos, más de ochenta fotografías, información práctica de cómo llegamos hasta allí y peculiaridades de los reptiles más grandes del Planeta.
El de mañana será un reportaje muy a fondo que cerrará de la mejor manera una serie de capítulos del viaje a Indonesia del pasado verano, que inicié hace justo tres meses. Llevo nueve días dedicando muchísimo tiempo a este escrito con el que espero ponerle un buen lazo a una aventura apasionante.
No os perdáis el CAPÍTULO FINAL de las Crónicas del Viaje a Indonesia.
Hasta mañana!!!!
Sele
Claro que no nos lo vamos a perder, no lo dudes!
Me han encantado Sele estas aldeas de los Ngada. Se ven muy originales y auténticas… Ya sabes que a mi, lo de las etnias y sus culturas me gusta mucho…
Y qué pasada con la bahía de Labuanbajo, de verdad, me he quedado alucinado con ese vídeo desde el bar… Y de los arrozales, y de los niños… y en fin! Me ha gustado mucho Flores y supongo que Komodo y Rinca no se quedarán atrás.
Enhorabuena campeón por estos relatos tan buenos y útiles!
Un abrazo,
Blai.
PD. Jolín con los jolín limpiaculetes…. hehe
Hola!
En respuesta al mensaje anterior, que da para varios posts de por si mismo, evidentemente el término medio es lo deseable pero tristemente nunca conseguido. Yo estoy más que a favor de que todas las personas del globo contemos con acceso a las necesidades básicas (luz, agua, atención sanitaria…). Lo que quería comentar es como acabamos tan mediatizados que no hay que irse lejos para ver que en zonas del globo donde no hay red de agua saneada, tienen acceso a comprar coca-cola. Donde no hay hospitales cercanos y la gente muere de enfermedades más que tratables, usan cremas para blaquear la piel o teléfonos móviles. Da que pensar. En el año 2006, se estima que 3400 millones de personas (más de la mitad de la población mundial) no tienen acceso directo a agua potable. El que vendamos una serie de valores e iconos (en mi opinión totalmente vacíos) antes que solventar tales necesidades es el error, y el que ellos se empapen de éstos y olviden los suyos propios es la pena de la que hablaba antes.
Buen viaje a Bulgaria y Macedonia, verás como os encanta ese verde y sus monasterios! Luego miraré a ver qué planes tenéis! No os olvidéis desayunar la leche fermentada en Rila, que está riquísima!
Un abrazo y a disfrutar!
hola,
muy buena aventura, se agradecen todos los datos, tanto es asi que decidi hacerlo y o he terminado hace unos dias. lamentablemente confie en el mismo chofer llamado Epy que continua con el mismo contacto. LLegamos a un acuerdo muy similar al de ustedes, y esa misma manana decidimos almorzar en maumere y mientras almorzabamos, nuestras maletas estaban en su auto. Por alguna razon tubimos un mal presentimiento, mi novia y yo, por lo que cuando decidimos empezar el viaje, volvimos a revisar nuestras mochilas para checkiar lo importante, y resulta que este ladron sin verguenza abrio nuestras mochilas revisando todo y logrando sacar de nuestras billeteras algo asi como 250 dolares, pero de manera «silenciosa» es decir, sacando solo unos billetes de una billetera y otros de otra, de tal forma de que no se notace al revisar.
Cuando nos dimos cuenta lo encaramos y despues de un rato ya no pudo mas con sus mentiras y conseguimos que nos devuelva solo 200 dolares, y lo demas abonado al precio final. Cometimos el error de seguir con el, ya que mostro su arrepentimiento, pero al tercer dia nos mintio con un sitio al cual queriamos ir diciendonos que era muy lejos y por ende no pudimos ir, cuando al final del dia nos enteramos por otros turistas que en realidad no estaba a mas de 15 minutos pero lo que ese mismo dia decidmos cortar todo y continuar el viaje con buses locales.
Les pido porfavor que no promocionen a este personaje porque a nosotros finalmente nos mato todo el viaje de principio a fin.
Hola Tomás,
Tomamos nota de lo que nos dices. Es una lástima que el hombre se lo esté montando tan mal. Y menos mal que os distéis cuenta y le pillastéis. Los lectores de este blog ya saben a que atenerse con semejante tipo. Espero el resto del viaje se os diera bien!
Gracias por avisarnos,
Sele
Hola Sele. Estoy haciendo noche en Labuhanbajo para poner fin mañana a nuestro viaje y quería comentar unas cosas de Flores, ya que has sido nuestro referente. Se trata de la gran diferencia en tan sólo 7 años. Te diré que la ruta ha sido la misma, aunque nuestra carretera está nueva, siguen las curvas pero el asfalto es perfecto, el mejor de toda Indonesia, eso nos ha hecho un viaje más corto al tuyo, así que bien. Precios, muchos más alto, el chófer por 3 millones, y sin negociar tanto, así que bien, además el cambio a euros es mejor al tuyo, pero los hoteles a 300.000 Rp y siguen fatal, y no hay quien los baje. En Bali tengamos hoteles mil veces mejores y más barato. La comida también más cara pero lo que se ha llevado la palma es el barco de Komodo, 3 días, por 8.500.000 Rp 2 personas, con snorkel incluido y de ese precio no bajan, todos igual. Labuhanbajo no es el pueblo sin cajeros que decías. Pero para cambio, Bena y Luba, entrada de 20.000 Rp por persona, las casas son iguales pero tiene televisión por satélite y la madre entretiene a su niño con un vídeo en el móvil. Nos dijeron que pueda un pueblo, de los Manggarai, no es Ngana, llamado Waerebo, al que sólo se llega andando 4 horas de ida y otras de vuelta, tienes que dormir allí en una casa. No lo hicimos porque nos lo dijo el chófer y ya no teníamos margen de tiempo, nos enseñó fotos. Comento todo esto porque creo que está bien saberlo si alguien tiene interés. A veces las cosas cambian muy rápido, para bien y para mal. Ah, tu puente de Indiana Jones ya no existe. Un saludo
Fantástica tu aportación, Manolo. Gracias por aportar esta información atualizada. Veo que las cosas están cambiando en Indonesia a pasos agigantados.
Ayyy mi puente de Indiana Jones. ¡Qué pena saber que no existe!
Mil gracias!!!
Sele