El instante viajero (XI): Un pasadizo de puertas rojas en Japón
Un instante también puede llegar a ser un lugar. Como si de un escenario posible únicamente en el anime o el manga se tratara aparece Fushimi Inari alejada lo suficiente del bullicio de Kyoto, apenas a cinco minutos en tren y en una zona de colinas boscosas donde gobierna el silencio. En realidad en este templo sintoísta, la religión ancestral japonesa presente en la vida de sus ciudadanos mucho antes de la llegada del budismo a las islas niponas, lo mundano se queda atrás. Una vez atraviesas la primera de sus puertas rojas sólo permanece el interior de uno mismo.
Fushimi Inari es, probablemente el templo que más me maravilló durante mi viaje a Japón. Mucho antes de que apareciera en una de las tomas de la película Memorias de una Geisha se me habían quedado grabadas fotografías que había tenido ocasión de ver de larguísimos corredores escalonados creados a partir de toriis, esas simbólicas puertas rojas que en los monumentos sintoístas sirven para dejar al otro lado el mundo real y acceder a lugar sagrado. ¿Pero por qué hay centenares de tooris juntas en un mismo templo? La razón es sencilla, dado que se adora a la Diosa Inari, deidad del arroz, el sake, las cosechas y también los negocios, ha recibido durante siglos gran cantidad de donaciones en forma de estas puertas que paso a paso se colocaron una detrás de otra. De esa manera en una inmensa colina, además de pequeños santuarios con zorros de piedra vigilantes y velas encendidas permanentemente, aparecen diversas cicatrices por la que los peregrinos y visitantes acceden en un respetuoso y sepulcral silencio.
Los pasadizos de toriis rojas, imponentes laberintos a lo más profundo del subconsciente, son la mejor metáfora al Japón más tradicional y auténtico, el país con el que siempre había soñado. Es un lugar que demuestra que se puede viajar a los orígenes de un pueblo capaz de levantar y consumir ciudades de neón pero que no se olvida de encender incienso y pedir protección a la Diosa del arroz y el sake. Tengo que reconocer que esa dualidad nipona me parece del todo fascinante. Por eso aquella vez que tuve la oportunidad y la suerte de atravesar el templo de las toriis rojas no pude evitar ser invadido por una sensación inmensa de felicidad.
Si os interesa saber más de Fushimi Inari podéis leer el reportaje completo de mi paso por este templo en «Viaje a Japón y las 2 Coreas: El laberinto de las puertas rojas». Mientras tanto seguiré buscando y compartiendo lugares como éste…
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
* Podéis ver aquí más fotografías correspondientes a la sección El Instante viajero.
4 Respuestas a “El instante viajero (XI): Un pasadizo de puertas rojas en Japón”
Estuve en el Fushimi Inari cuando viajé a Japón, tuve mala suerte de que me llovió, pero aún así fue una experiencia increíble. La paz que se respira en este sitio es indescriptible. Y tomarte un kitsune udon por la zona es un must! Me ha gustado tu post 🙂
He tenido la gran suerte de visitarlo dos veces, y además en la última de ellas con mis dos peques. Es un lugar mágico en el que se respira paz y tranquilidad sobretodo si vas a primera o a última hora del día. A todo aquel que viaje a Kyoto le recomiendo que lo visite. A mis hijas les encantó y corriendo entre los toris me recordaron la famosa escena de «Memorias de una geisha»:
http://mochilerosdospuntocero.blogspot.com.es/2012/07/dia-11-castillo-de-hikone-uji-y-fushimi.html
Saludos
Hola Sele!!! Excelente post! Visitamos el Fushimi Inari hace tres meses y lo podemos catalogar como un lugar mágico. Lleno de gente, pero a la misma vez tranquilo y lleno de espiritualidad. ¡Qué lo pases genial por Alaska! Un abrazo
Fushimi Inari se me quedará siempre grabado en la memoria.
Gracias por vuestro comentario.
Saludos desde Alaska!!
Sele