El instante viajero XXII: Amanecer entre grullas en Gallocanta
Llegar todavía de noche, con la luna como testigo, pisando con cierta torpeza un campo helado para buscar un rincón donde cobijarme de un frío que cala los huesos y eriza la piel es sólo la previa a uno de los mayores espectáculos que la naturaleza regala cada invierno, aunque siga siendo desconocido para muchos. En un mirador cualquiera a la laguna de Gallocanta, entre las comarcas de Campo de Daroca y del Jiloca, la linde donde se hermanan Zaragoza y Teruel, todo comienza con una sucesión constante de sonidos que recuerdan a los de las trompetas en un festival de jazz. Son las grullas que, a miles y aún refugiadas en sus dormideros acuáticos se preparan para marchar a alimentarse a los campos aledaños o a proseguir con su viaje a latitudes más meridionales en busca de unas condiciones meteorológicas más favorables que las que les aportan los inviernos nórdicos al otro lado del mar Báltico. Cuando las primeras luces del sol se ocupan de dibujan los moldes de los montes aledaños se apelotonan estas estilizadas aves para iniciar su despegue en bandada. Y, como si el alba fuera el silbato definitivo de una carrera, abandonan su cobijo lacustre aleteando y formando tantas filas que da la sensación de que el cielo se convierte en una sucesión de autopistas de viento construidas por el plumaje y la silueta estilizada de unas aves que hacen miles de kilómetros cada invierno y deciden año tras año que Gallocanta es una parada indiscutible para ellas.
Subido a aquel mirador de madera o refugiado en un chamizo de piedra de los que aún sobreviven en los cultivos que bordean la laguna, viví dos de los mejores amaneceres que recuerdo. Reconozco que no sabía por dónde me venían, pero no dejaban de pasar grullas por todas partes. La cámara de fotos era un tiovivo de indecisión en mis frías manos, aunque la postal predilecta era la de las bandadas enmarcadas de manera magistral en un horizonte de fuego que ganaba en fulgor segundo a segundo. No resulta extraño que paisaje tan resplandeciente esté considerado como el lugar con el privilegio de recibir a más grullas que ningún otro. Tanto de ida a partir del mes de noviembre como al regreso a finales de febrero en el que se han llegado a contabilizar más de cien mil allí reunidas para partir juntas de nuevo a casa donde tener a los polluelos que les acompañarán al año siguiente. Sin duda este lago endorreico y salino sabe tratar y despedir a estas aves como se merecen, con un hasta luego mientras se forma la corriente perfecta que les devuelva a sus lugares de origen.
Esto está sucediendo ahora mismo en España. Muchas están aún en Extremadura, otras en guaridas acuáticas de Castilla-La Mancha o Andalucía. Pero en Gallocanta este invierno (y así desde hace miles de años) se cuentan por decenas de miles concentradas en un solo lugar. No se me ocurre lugar mejor para contemplar el vuelo de las grullas y escuchar su trompeteo como banda sonora original. Y de paso aprovechar para descubrir las Tierras del Jiloca y Gallocanta donde «el encanto del invierno» es un lema marcado en la calidad de sus gentes dispuestas a mostrarte lo mucho (y muy bueno) de dos comarcas vestidas de paisajes gloriosos, rincones medievales, torres mudéjares o espigados peirones de piedra. Donde las fuentes lucen cristalinos carámbanos y el azafrán se encarga de que retengas el sabor delicioso de un territorio digno de conocer.
AGRADECIMIENTOS
GRACIAS a ADRI Jiloca Gallocanta (Asociación para el Desarrollo Rural Integral de las Tierras del Jiloca y Gallocanta) y a las integrantes de Calidad Rural en Aragón por permitirme recorrer una zona realmente desconocida para mí. A todas las personas que me han acompañado en este tiempo, a esos grandes expertos y expertas en aves, en Historia y gastronomía que me habéis regalado otro de «mis lugares en el mundo». A quienes me endulzasteis el camino en todo momento. Nos volveremos a ver. De eso no me cabe ninguna duda.
José Miguel Redondo (Sele)
+ En Twitter @elrincondesele
* Podéis ver aquí más fotografías correspondientes a la sección El Instante viajero. Y un reportaje especial sobre las dos comarcas que componen el Territorio Jiloca Gallocanta en Aragón.