Lugares donde ver la berrea del ciervo en España
Cuando el desenlace del verano se aproxima, en el momento justo en que las primeras lluvias de septiembre aplacan el calor templando el ambiente, se alcanza un periodo mágico en nuestros bosques, nuestras montañas y nuestras dehesas. Llegan las noches donde la naturaleza se empeña (y hace bien) en no callarse. Y en las cuales los ciervos llevan la voz cantante. Nace la berrea como uno de los últimos ecos de la vida salvaje, un grito de resistencia que, para quienes apreciamos este tipo de cosas, se trata de algo que pone la piel de gallina. Y así durante buena parte del otoño, porque los ciervos aún están postulándose ante las hembras para conformar su propio harén y liderar su porción del territorio. Aunque haya que berrear, o incluso pelear utilizando sus cuernas, para lograrlo. El ciclo de la vida no sólo es una canción de una película de Disney sino la misma esencia de la existencia de todos los seres vivos. Sea en África o al lado de tu casa.
¿Cuáles son los mejores lugares donde ver la berrea del ciervo en España? O, no sólo ver, también escuchar esa sintonía de fondo que conforma la Banda Sonora Original en múltiples parajes naturales de todo el país. Para ello me gustaría mencionar una serie de rincones donde asistir al fenómeno de la berrea es un éxito seguro.
«Se inicia el periodo de amores… los venados en solitario andan mucho y con el cuello estirado y ladeando la cabeza, bebiendo los vientos como un perro de caza en un intento de descubrir mediante el olfato la presencia de ciervas enceladas. Aún antes de encontrarlas berrean cada poco tiempo, rascan el suelo con las patas anteriores y producen en conjunto una poderosa sensación de fuerza, armonía y violencia». Miguel Delibes.
¿Qué es la berrea? ¿Cuándo se produce?
Hay quien define la berrea como una auténtica «tormenta de voces» que definen el periodo de celo o apareamiento del ciervo rojo. Los machos marcan su territorio y se postulan para conformar sus propios harenes así como protegerlos. Emiten graves bramidos con el objeto de atraer la atención de hembras receptivas y, cuando es necesario, enfrentarse a otros grandes machos entrechocando sus astas gruesas y puntiagudas. Aunque parezca lo contrario se trata de combates incruentos, algo así como pulsos, con los que mostrar su fortaleza. Y raras veces se hieren físicamente con la cornamenta, aunque la derrota concluya con una dolorosa retirada frente a la bestia dominante. Pura selección natural, pura genética.
Las incipientes lluvias de septiembre, las cuales definen los últimos coletazos del estío y la transición dulce hacia el otoño, suelen marcar el inicio de la berrea del ciervo. Que se extiende hasta mediados, finales de octubre, en incluso noviembre en algunos casos. Un momento del año con cada vez más adeptos. Y es que poder contemplar o escuchar a los machos de pobladas astas cómo marcan su presencia es, sin duda, uno de los mayores espectáculos de la naturaleza que presenciar y a los que, por tanto, viajar. Aunque en este caso no demasiado lejos pues se trata de algo que sucede en no pocas comunidades y provincias españolas.
Mejores horas del día para observar y escuchar la berrea
Los momentos clave de estos animales o, al menos, en los que existe una mayor actividad, acontecen por la noche cuando refresca más (en general a los animales lo del calor no les va mucho). Ya de por sí, escuchar la berrea del ciervo, aunque sea a oscuras o con la compañía de la luna y las estrellas, es un premio. Pero de cara a poder contemplar a estos animales o fotografiarlos las horas más idóneas se dan al amanecer y con la caída del sol. Que no significa que no se dejen escuchar algunos bramidos casi a cualquier hora del día, pero esos instantes en que un mayor número de voces desgarran los bosques y dehesas otoñales tienen que ver siempre con la noche y su transición de bienvenida y despedida. Por lo que aprovechar los primeros y últimos momentos de luz del día es esencial para garantizarse la asistencia a este fenómeno de perpetuación de estos grandes herbívoros.
¿DÓNDE VER LA BERREA DEL CIERVO EN ESPAÑA?
Escuchar el auténtico grito del otoño se ha convertido en un atractivo turístico dentro de parques y reservas naturales a lo largo y ancho de España. Todas las Comunidades Autónomas y prácticamente todas las provincias cuentan con la presencia de venados en su territorio. A excepción de las islas Baleares y las Canarias, por lo que se puede hablar de una distribución poblacional puramente peninsular. Con Extremadura, Andalucía, la Cordillera Cantábrica y el sur de Castilla-La Mancha llevándose la palma en cuanto a número de miembros de la especie.
A continuación puedes leer una relación con una breve explicación de algunos de los lugares más importantes donde poder presenciar la berrea. Espacios los cuales, además, tienen a este fenómeno dentro de sus propuestas turísticas y se han convertido en valores seguros para la correcta observación de cérvidos y la consecuente escucha de sus vigorosos bramidos.
Parque Nacional de Cabañeros (Toledo y Ciudad Real)
A Cabañeros le dicen el Serengueti español por su semblanza con la sabana africana. Este Parque Nacional enclavado entre las provincias de Toledo y Ciudad Real a menos de dos horas de Madrid cuenta en su raña con una población de alrededor de 3000 ciervos. Este magnífico bosque mediterráneo, con una magnífica visibilidad por sus vastas llanuras con escasa pendiente, está considerado como uno de los mejores rincones de España donde disfrutar a la berrea del ciervo ibérico. Se realizan salidas guiadas en 4×4 durante esta época del año para observar y escuchar los bramidos de estos herbívoros. Para la buena fotografía de naturaleza (se han fotografiado y filmado infinidad de peleas entre machos dominantes) es absoluta referencia.
Más información para visitas guiadas en 4×4 o a pie en visitacabaneros.es. Sólo una empresa (la del link) tiene permitido acceder a la raña, que en esta época es donde más cantidad de animales se ven.
Parque Nacional de Monfragüe (Cáceres)
Junto con Cabañeros, otro de los rincones emblemáticos para la berrea. Hay buena parte del mismo que puede hacerse por cuenta propia, aunque recomiendo los safaris 4×4 con expertos, quienes se saben los mejores sitios. Aunque no suelen fallar los avistamientos en los miradores de La Tajadilla, La Higuerilla y Malavuelta. Aunque basta con adentrarse un poco y detener el vehículo (temprano, de tarde o por la noche) para escuchar los gritos huecos rebotando en estos parajes donde sobrevuelan otras especies asombrosas como la cigüeña negra o el buitre negro. Incluso se puede salir en barco por el río Tajo y poder contemplar el movimiento en la ribera del río así como escuchar el eco de los ciervos en plena actividad.
La provincia de Cáceres y Extremadura en general es excepcional para asistir a la berrea del ciervo. Un buen ejemplo es el valle Guadarranque, dentro del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara, con menos tránsito que Monfragüe. También Las Hurdes o el Parque Natural Tajo Internacional son sinónimo de éxito en una de las comunidades autónomas con mayor población de cérvidos.
Sierra de Andújar (Jaén)
Sierra de Andújar, en la provincia de Jaén, es famosa por su nutrida población de lince ibérico. Y de águila real y buitre negro. Pero además de los BIG FIVE de la fauna ibérica existen inmensas posibilidades de observar a los ciervos en sus estruendosos rituales de apareamiento y liderazgo. El mirador de la presa del Jándula es uno de los lugares donde rebuscar ese fervor otoñal. Y si además de ciervos te topas con la figura de un lince o el sobrevuelo de un águila imperial, pues es para irse con una sonrisa a casa por haber vivido una de las mejores experiencias de naturaleza en tierras andaluzas. Y en toda España.
Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén)
Si salir tan siquiera de la provincia de Jaén, aunque escorándonos hacia el este, uno se topa con los escenarios donde al parecer Félix Rodríguez de la Fuente realizó sus filmaciones sobre la berrea del ciervo para la mítica serie de «El hombre y la Tierra». Entre los Llanos de Bujaraiza y la isla Cabeza de la Viña en el entorno del embalse del Tranco puede divisarse y escucharse el llamado atronador e imponente de estos animales.
Monte de El Pardo (Madrid)
1 minuto en el Monte de El Pardo es suficiente para darse cuenta de que a escasos minutos de la ciudad se conserva uno de los bosques mediterráneos más valiosos de Europa. Desde mediados de septiembre y a lo largo de varias semanas, durante los largos amaneceres, las tardes postreras y las noches, los ciervos ibéricos se erigen como los responsables de llenar El Pardo de voces gruesas que se pierden en la espesura. Un paseo a orillas del Manzanares o subiendo hacia El Torreón trae, en plena capital de España, una posibilidad fabulosa de escuchar la berrea. Y no son pocas las veces en que los ciervos se dejan ver junto a gamos y jabalíes en este reservorio de naturaleza al que los ciudadanos pueden acceder tan sólo a un 5%.
Del cercano Soto de Viñuelas, lamentablemente de gestión privada y organizador de cruentas monterías, mejor me muerdo la lengua. Quién sabe, quizás algún día la cordura nos lleve a convertir a éste y al Monte de El Pardo en un parque natural protegido pero visitable.
Parque Natural de Somiedo (Asturias)
Uno de los rincones de naturaleza más prodigiosos de la Cordillera Cantábrica. El Parque Natural de Somiedo, en el Principado de Asturias, es el reino del oso pardo, de las nieblas y las brañas. De los lagos glaciares y valles profundos, con roquedos y praderías donde se deja sentir, como no, la presencia del gran ciervo ibérico. La berrea suele llevar adelanto en esta parte de España, pero hasta desde los mismos pueblos (incluso Pola de Somiedo, el más poblado) se escucha el bramido de estos animales con el único gesto necesario de abrir la ventana y prestar atención. En cualquiera de los cuatro valles se puede observar y oír a los ciervos, aunque uno de mis rincones predilectos para presenciar la berrea es subir al mirador de El Collado de Aguino camino a Perlunes (a escasos tres minutos de Pola de Somiedo). 100% garantizados los avistamientos. Aunque conviene madrugar y llegar con las primeras luces del día (o incluso antes) para gozar de una formidable experiencia de berrea. Incluso, con suerte, es posible divisar algún oso pardo (algo que ocurrió en mi segundo viaje a Somiedo, cuando entre las voces de los ciervos apareció un oso macho caminando por una pradera).
Pero podría dedicar un artículo entero a la cantidad de lugares de Asturias donde presenciar la berrea. Como, por ejemplo, el consejo de Aller, uno de los destinos pioneros en organizar actividades de avistamiento en el Principado durante esta época del año. O el Parque Natural de Redes (subiendo al collado de Arnicio), la Sierra de Peñamayor, la Sierra del Sueve y un larguísimo etcétera.
Sierra del Boumort (Lérida)
No se me ocurre lugar más apropiado para tener una inmensa experiencia de berrea en Cataluña que el Espai Natural Protegit de la Serra de Boumort en pleno Prepirineo de Lleida. Enclavado entre el Pallars Jussà, Pallars Sobirà y el Alt Urgell se ha convertido en un atractivo en todo el territorio acudir entre septiembre y octubre, aunque se recomienda contractar con guías expertos en la zona para rutas en 4×4 y, de ese modo, ser testigos de las escenas más imponentes entre estos cérvidos en plena expresión de vigor.
Sierra de la Culebra (Zamora)
Tanto en Sanabria como en la comarca zamorana de La Carballeda (sobre todo aquí), a no mucha distancia de la frontera portuguesa, tenemos uno de los territorios predilectos para quienes les gusta observar animales en libertad. La Sierra de la Culebra es bien conocida por la presencia del lobo ibérico (uno de los Big Five de nuestra fauna) y por establecerse como el destino pionero en las actividades ecoturísticas relacionadas con esta especie. Pero mucha gente desconoce que también se trata de uno de los rincones esenciales de Castilla y León para acudir al fenómeno de la berrea durante el otoño. Con la particularidad, además, de que probablemente se hallen en esta zona algunos de los ciervos macho de mayor tamaño y calidad genética, puesto que, al contrario que en la mayoría de parajes naturales, cuenta con su propio depredador natural, el lobo, por lo que sobreviven y se reproducen los más fuertes y ágiles.
¿Dónde verlos? En Villardeciervos está la clave, así como los lugares que lo circundan (Valparaíso, Cional, Fresna de la Carballeda, Villanueva de Valrojo, etc.). También, al otro lado de la frontera, ya en Portugal, el Parque Natural de Montesinhos continúa este hilo conductor en tierras lusas.
Sierra de Aracena y Picos de Arroche (Huelva)
El norte de la provincia de Huelva viste con una frondosidad a la que no tienen más remedio que huir los prejuicios. Y es que el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche cuenta con una vastísima masa forestal e inagotables dehesas donde no nos llega tan sólo el aroma del inimitable jamón de Jabugo sino que, también, como no podía ser menos, aparece la seductora berrea del ciervo, la cual se puede disfrutar en su máximo esplendor durante varias semanas entre el fin del verano y el comienzo del otoño. Los senderos de entre Higuera de la Sierra y Zufre o los alrededores del embalse de Aracena son idóneos para intentar estos avistamientos y escuchas. En la propia Aracena hay empresas que organizan salidas para disfrutar de esta temporada de bramidos (y setas).
Montaña de Riaño (León)
Los picos puntiagudos de la montaña de Riaño, en el nordeste de León, han servido como refugio durante miles de años a los osos, lobos y otras muchas especies de mamíferos entre los que se encuentra, por supuesto, el ciervo ibérico. Con uno de los mejores paisajes de la Cordillera Cantábrica como telón de fondo, y con la posibilidad de combinar otro tipo de avistamientos, surge la berrea como la banda sonora de unos otoños radiantes, pura explosión de vida salvaje que antecede magistralmente a los durísimos inviernos en este territorio.
Finca del Palacio Real de Riofrío (Segovia)
Muy cerca de Madrid y en plena Sierra, a sólo 11 km de la Granja de San Ildefonso (buen sitio también para estos menesteres), alrededor de un palacio de diseño italiano mandado construir por la reina Isabel de Farnesio en el siglo XVIII, hay en torno a seiscientas hectáreas de bosque donde se da una población ingente de ciervos y gamos. Una reserva ecológica absolutamente accesible donde se dan nada menos que cuatro ecosistemas diferentes como son el encinar, sabinar, rebollar y la fresneda. Por lo que sobra decir que este espacio histórico y natural segoviano es un valor seguro a la hora de querer presenciar la berrea en su periodo álgido. De hecho, es de esos sitios donde tienes que ir despacio con el coche por si se te cruza un animal.
Valle de Liébana (Cantabria)
En tierras cántabras la berrea también es un precioso regalo. ¿Y dónde poder asistir a este momentazo de naturaleza? No son pocos los lugares donde observar y escuchar a estos grandes herbívoros, pero entre el Valle de Liébana y el Valle Saja-Nansa anda el juego. Como sucede en otros casos, escuchar la brama del ciervo es incluso una excusa. Porque el mero hecho de tocar esos paisajes pone el vello de punta.
Parque Natural de Gorbeia (Euskadi)
Entre tierras vizcaínas y alavesas, con el monte Gorbeia (1481 metros de altitud) presidiendo un tapiz de hayas, pinos y robles, hay mucha de la esencia de esa Euskadi aliada con la naturaleza y las leyendas transmitidas durante generaciones. Se puede hablar del Parque Natural de Gorbeia como un ente casi mitológico. Donde, cómo no, sus otoños son primorosos. La densidad del bosque le sirve de cobijo a no pocas especies, aunque el ciervo en las áreas de Gorbeia, Gibijo, Badaia así como Urkiola se yergue como monarca con una cornamenta como corona y los bramidos como ley.
La ronca del gamo, otro reclamo otoñal
El celo del gamo es prácticamente coincidente con el del ciervo, aunque algo más tardía. ¿Pero existe entonces la berrea del gamo? Se puede decir que sí, pero con otro nombre, la ronca. Y es que el sonido que emiten los machos, más que una voz es una especie de ronquido (se puede escuchar aquí). Casi más bien recuerda a un rugido. Si esto lo escuchara en un safari africano, pensaría que se trata de un depredador.
En muchos de los sitios mencionados en este artículo hay también población de gamos. Alrededor de Madrid, que es donde más me me suelo mover, diría que tanto El Pardo como el bosque de Riofrío (Segovia), son lugares indiscutibles. Por lo que si se llega a comienzos de octubre poder ser testigos tanto de la berrea del ciervo como de la ronca del gamo resulta un absoluto privilegio al alcance de cualquier persona aficionada a este tipo de espectáculos que brindan la naturaleza.
Un berrido para quien haya llegado hasta aquí. ¡Tienes mucho mérito!
José Miguel Redondo (Sele)
+ En Twitter @elrincondesele