Llegar a Buenos Aires y sentirme en casa

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Llegar a Buenos Aires y sentirme en casa

Lo que me ha sucedido con Buenos Aires tiene una única explicación, amor a primera vista. Me ha estrechado en sus brazos como muy pocos lugares han conseguido, al menos de forma tan rápida. Sin duda iniciar este gran viaje a tierras latinoamericanas en la capital bonaerense me ha servido para aplacar los nervios del principio y encontrar ese hilo del que ir tirando poco a poco para saber dónde me dirijo. Si tuviera que decir una palabra diría «personalidad». Eso precisamente es Buenos Aires, carácter, representación de un estado de ánimo en calles que laten con mucho amor propio. Como si en vez de ser únicamente una metrópoli inabarcable fuera un ser vivo que ríe, llora, grita o habla sin parar con su característico acento porteño. Dicen que los argentinos te psicoanalizan casi con mirarte. Y Buenos Aires es su diván preferido.

La gente que he conocido en este poco tiempo está siendo la clave de sentirme tan bien aquí. Desde ese punto descifrar los enigmas de esa personalidad tan marcada de la capital argentina es mucho más sencillo.

Hace algún tiempo comenté que tenía un tío en Buenos Aires. Es un hermano de mi madre que se vino como misionero hace casi medio siglo. Aunque hay una gran variedad de alojamiento en Buenos Aires él me ha ofrecido alojamiento en la Casa de los sacerdotes de la Iglesia de la Medalla Milagrosa, a la que se tiene un gran fervor en estas tierras. Y desde la mesa de una habitación parroquial muy sencilla estoy escribiendo estas líneas con las primeras impresiones de un viaje que no ha hecho más que comenzar.

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RECORRIENDO RINCONES DEL CENTRO DE BUENOS AIRES

Casi nada más llegar, sin siquiera abrir la mochila, comenzó la primera de las muchas incursiones a este Buenos Aires sumergido todavía en el verano. Con mi tío me marché a caminar por el centro, utilizando siempre como referencia la Plaza de Mayo. Desde aquí, con el Cabildo (edificio municipal de los tiempos en que España manejaba las riendas de gran parte de América) en un extremo, y la Casa Rosada (Sede del Gobierno de la Nación) en el otro, un monumento de forma piramidal coronado por la imagen de «La libertad» recuerda la Revolución argentina de mayo de 1810.

La Plaza siempre tiene alboroto, sea el día que sea, y es muy conocida por ser foco de protestas de los ciudadanos de Buenos Aires. Su símbolo viviente son «Las madres de la Plaza de mayo», que no se olvidan de los desaparecidos durante la Dictadura Argentina de entre los años 1976 y 1983. Probablemente ellas sean la imagen que llega al mundo de este lugar emblemático como pocos.

La Plaza de mayo fusiona la época colonial española con los Siglos XX y XXI asomándose al otro lado de una carretera que nunca detiene su ritmo. Buenos Aires vive aquí, late aquí.

Podéis ver a continuación algunas fotografías:

Entramos a la Catedral Metropolitana, del Siglo XVIII y vimos el cambio de guardia de los soldados que custodian el Mausoleo del General José de San Martín, líder de las campañas militares que llevaron la Independencia de Argentina, Chile y Perú. El Héroe Nacional yace con todos los honores en este bonito templo religioso que toma de distintos estilos (románico, barroco, neorrenacentista) para engrandecerse y engalanarse junto a los edificios que la rodean.

Después caminamos por la kilométrica Avenida de mayo, surcada por árboles, teatros y cafés con solera como el Tortoni, donde viniera Gardel, Borges y compañía.

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Antes nos dejamos seducir por la ajetreada Calle Florida, peatonal y comercial en la que lo que no se encuentra directamente no existe.

Pero fue la Avenida de mayo, la vena yugular de Buenos Aires, la que nos llevó por rincones indisolubles de esta ciudad. Cruzando Avenida 9 de julio (¡con 18 carriles en algunos de sus tramos!) y deteniéndonos en un Cafetín cualquiera, charlamos de forma amena de nuestras cosas, de Argentina, de España, de la vida a uno y otro lado del Atlántico. Mi tío es una persona con la que da gusto hablar y con la que siempre se aprende algo nuevo. Toda la vida viniéndonos a ver a nosotros y por una vez era yo el que aparecía en esta tierra porteña que ya toma como suya propia.

Llegamos hasta el Palacio del Congreso, momento en el que la tarde empezó a bajar el sol y a traer un aire más fresco y sumamente agradable. Este edificio imponente de finales del Siglo XIX nos vió devolver nuestros pasos por donde habíamos venido.

El acento de Buenos Aires sonaba en cada paso, en cada esquina. Algunos detalles de su personalidad no pasaron desapercibidos… En realidad nunca lo hacen.

De esa forma volvimos a la Medalla Milagrosa en el metro, al que aquí llaman «Subte».

MI ENCUENTRO CON VÍCTOR ALONSO, VIAJERO, ABORÍGEN Y DE ALUCHE

De esas casualidades que tiene la vida. Resulta que un gran viajero como el madrileño Víctor Alonso, uno de los miembros de Aborigenes.net que se convirtió en un proyecto de vuelta al mundo apasionante, vive actualmente en Buenos Aires. Nunca habíamos hablado hasta que pocos días antes de venir me animé a escribirle vía Twitter. Y después de compartir algunos mensajes me doy cuenta que no sólo conoce elrincondesele.com sino que ha vivido toda la vida a una calle de mi casa. La conexión del barrio de Aluche con el mundo nunca va a dejar de sorprenderme. Este es un claro ejemplo de ello.

Pero lo que ya no es una casualidad, sino una causalidad o parte del destino, es que tenga su piso a cinco minutos caminando de donde estoy yo hospedado. En una ciudad de más de doce millones de habitantes, tan grande que nunca parece verse el fin, eso no es demasiado normal. ¿Cómo no íbamos a conocernos entonces?

Víctor es un tipo fascinante, con una historia cargada de viajes, historias y emprendizaje aquí y allá. Rápidamente congeniamos y nos pusimos a divagar de mil rincones del mundo, incluído la infinita Argentina. Nos fuimos a tomar una pizza de horno deliciosa y después un helado que apenas duró un par de minutos invicto. La influencia de la inmigración procedente de Italia es muy fuerte, y se deja ver en la cocina y en algunas de las tradiciones del país. Aquí casi todo el mundo proviene de los emigrantes que cruzaron el Atlántico buscando un mundo mejor. Y después de España, Italia es el país que más gente dejó en la Argentina.

Al final, en el que era mi primer día de viaje, con los efectos del jet lag dejándome un surco bajo los ojos, el que iba a ser un saludarse y charlar un rato se convirtió en una larguísima conversación de dos personas que no habíamos hablado jamás pero que parecíamos conocernos de toda la vida.

VUELTA A LOS ESCENARIOS MÍTICOS DE BUENOS AIRES

Con un merecido descanso de por medio, inicié un nuevo día marchándome temprano en el Subte hacia Plaza de Mayo. Lo que no sabía es que a esa misma hora un gravísimo accidente de tren se vivía en la Estación Once, a no demasiada distancia de donde yo estaba. Lamentablemente las noticias son cada vez más desesperanzadoras, con medio centenar de fallecidos y seiscientos heridos. Una auténtica desgracia.

Mi idea fue retornar a algunos de los espacios que había visitado el día anterior, pero haciéndolo a paso lento, deteniéndome en lugares, librerías, cafés, tiendas..

Con Plaza de mayo enarbolando su bandera celeste y blanca, me quedé quieto algunos minutos observando el trasiego de gente que acudía con prisas a sus trabajos. Alrededor, poderosos edificios de color gris gobernaban la sombra de las calles que tenían a sus pies, rivalizando con el blanco inmaculado del Cabildo y el rosáceo de la Casa del Gobierno.

El escenario es vibrante a cada minuto. Siempre se cazan detalles, y más en una mañana cualquiera de trabajo (o laburo, como dicen aquí) en la que aparecen miles de actores anónimos que emprenden la obra de su día a día.

Recorrí, continuando la incursión del día anterior, la Calle Florida de arriba a abajo, tomando algo para desayunar, y perdiéndome en la magnífica Galería Guemes, que surge de la nada para convertirse en el más apetecible y deslumbrante pasaje Art Nouveau de la ciudad de Buenos Aires. Que en una de las viviendas de dicho lugar residiera un tiempo Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito, no hace más que corroborar que uno se encuentra en un rincón especial de la capital argentina.

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Terminé en la Avenida Corrientes para llegar a la Plaza de la República, otra de esas imágenes insustituibles de Buenos Aires, ya que aquí se levanta el Obelisco que conmemora el IV Centenario de la Fundación de la ciudad por parte Pedro de Mendoza. Desde 1934, sus más de sesenta metros pulidos de color blanco conforman este glorioso icono en mitad de la que para muchos es la Calle de mayor anchura del mundo, la Avenida del 9 de julio.

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Este emblema nacional se eleva mirando al cielo argentino, mientras que el ruido de los coches y las pantallas de los edificios aledaños nos hacen recordar que nos encontramos en un punto vital e hiperconcurrido de la ciudad. No hay más que ver el tráfico que se genera siempre allí, sea la hora que sea.

UN CAFECITO EN EL TORTONI

Una experiencia clásica en Buenos Aires es beber algo en el mítico Café Tortoni (825 de la Avenida de mayo), el más antiguo de la ciudad, en una de las mesas donde pudo estar sentado Borges, Lorca, Gardel o alguna de las muchas personalidades del mundo del Arte que encontraron aquí su escenario de libertad, debate y buenos ratos.

Si su fachada exterior llama la atención, el interior no le va a la zaga en absoluto. Cuando entré al Café para dirigirme a una de las pocas mesas que estaban libres a esa hora de la mañana, me vi retrocediendo en el tiempo al primer tercio del Siglo XX. Su techado de cristal, sus barras de madera ondulantes y cargadas de detalles, sus camareros siempre atentos a las nuevas visitas, hacen de ésta una parte esencial con la que comprender la idiosincrasia de un país que no descuida los rituales de su cultura. Donde los versos, los tangos y el café viven un amor eterno bajo las cuatro paredes de un lugar llamado Tortoni.

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FACHADAS ADMIRABLES, LIBROS Y SABOR A CIUDAD ÚNICA

Con el estómago humeando el último cafelín me dispuse a entrar a ver el Museo del Cabildo (6 pesos), quizás el recuerdo colonial más evidente de la ciudad. Un lugar importante para conocer la Historia no sólo de Buenos Aires sino también de ese país llamado Argentina.

Después casi no recuerdo ni dónde fui a parar. Me fui detrás del Edificio de Defensa para llegar a una Iglesia franciscana realmente hermosa… y seducido por una Farmacia de las de antes, caminé por Alsina hasta entrar a la Librería Ávila y perderme en su baúl de libros de todo tipo y todas las épocas.

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Hay quien dice que Buenos Aires es la capital de los libros. No me extrañaría que así fuera, porque hasta el momento me he topado con infinidad de librerías. Aunque en la Ávila me he empapado de literatura de viajes, mapas antiguos y tratados sobre el asado argentino o los secretos del Tango. Cada una de las estanterías parecía ser el castillo de Naipes de la sabiduría de ayer, hoy y siempre.

COMIENDO UN BUEN BIFE EN UN BODEGÓN CON UN LECTOR DEL RINCÓN DE SELE

Si a mí me cuentan un día que probaría la carne argentina en compañía de un lector de mi blog, les hubiera dicho que estaban completamente locos. Pero la magia existe, y así ha sido. La Plaza de mayo me reunió con un porteño amabilísimo, atento y divertido llamado Martin Gregoric, que se siente un bicho raro con sus amigos cuando enarbola la bandera de los viajes en muchas de sus conversaciones.

Un tipo apasionado y hablador que no quiso que probara la carne en un sitio caro lleno de turistas y que me ha llevado a un bodegón sin nombre de la Calle Chacabuco para probar un bife de chorizo (carne obtenida juto a las costillas de la vaca) dentro de un menú de aproximadamente 35 pesos (no llega a 6 euros). Una carne jugosa… deliciosa, que me abre el apetito mientras termino de contaros la historia de un día que aún no ha terminado.

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Siempre dije que Buenos Aires quería conocerla a través de la gente, y por ahora estoy logrando ese objetivo. No puedo evitar dejarme psicoanalizar en este diván inmenso en el que la palabra juega un papel importantísimo. Me siento a gusto, me siento cómodo, me siento como en casa.

Buenos Aires, vos me habés conquistado!

Sele
* Recuerda que puedes seguir todos los pasos de este viaje en MOCHILERO EN AMÉRICA

39 Respuestas a “Llegar a Buenos Aires y sentirme en casa”

  • […] continúan luchando por sus sueños, siguiendo la voz de su corazón. Os dejo su primer post desde Buenos Aires de este gran viaje. Seguidle en su periplo, estoy seguro que nos hará vivir un viaje con letras […]

  • […] luchando por sus sueños, siguiendo la voz de su corazón. Os dejo su primer y excelente post sobre Buenos Aires. Seguidle en su periplo, estoy más que seguro, que nos hará vivir un viaje con letras […]

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