Que el Emperador Carlos IV hubiese estado preso en el castillo de Loket en su niñez no sirvió de impedimento para que éste amara todos y cada uno de los rincones de esta maravilla fortificada a la que el río Ohře se empeña en abrazar con todas sus fuerzas. El hechizo de uno de los escenarios más sugerentes de la República Checa tiene un efecto demoledor para los ojos que lo contemplan. Como si se tratara de una Český Krumlov en miniatura, Loket se yergue sobre los tupidos bosques de Bohemia Occidental, y devuelve a la vida los cuentos de castillos encantados, bellas durmientes y seres imaginarios que se encuentran en un lugar utópico.

Loket, una ciudad diminuta que habita a expensas de un imponente castillo medieval, se apropia del silencio, el viento y la niebla que se juntos mecen alrededor de este estandarte de piedra que no permite distinguir entre leyenda y realidad. 

Loket, un viaje a la Edad Media en Bohemia Occidental

De mis distintas incursiones a la República Checa, un país con el que sostengo un idilio inquebrantable, fue en la más reciente en la que pude visitar Loket. Por tierra tuvo que ser, procedentes de una ruta en coche por los mercados navideños del norte de Baviera, cuando el invierno se estaba dejando entrever entre heladas matutinas y bosques blanqueados por una escarcha de cristal. Camino a Karlovy Vary y en el marco de una incisión a Bohemia Occidental y sus ciudades-balneario, un desvío nos sacó de la autovía para adentrarnos a un rincón destinado a ser el protagonista de muchos de esos los cuentos que leíamos durante nuestra la infancia que tienen lugar en un castillo.

La mañana era gélida, con cielos rasos y limpios, matizados únicamente por el juego de las últimas nieblas que durante la noche anterior cubrieron buena parte del territorio checo. El sol buscaba todos los trucos posibles para incidir con su luz en un decorado encerrado en el río Ohře, distinguido afluente del Elba, que a estas alturas circunda la villa de Loket en un meandro que da origen al nombre de esta localidad. Y es que Loket significa precisamente «codo», explicado por la profunda curvatura que antaño supieron aprovechar para levantar una deslumbrante fortificación destinada a no ser derrotada jamás.

Postales del castillo de Loket (al otro lado del río)

Desde la carretera pudimos ir siguiendo el curso caprichoso del río para disfrutar de muchas perspectivas de Loket. Este municipio de poco más de 3000 habitantes se convertía en una auténtica postal de la República Checa casi en cada recoveco en el que podíamos dejar el coche durante unos segundos. Creo que este es uno de esos casos en los que las vistas panorámicas ofrecen una mayor recompensa que entrar dentro de un lugar en concreto. Loket se saborea en sus miradores, rebuscando ángulos a los que clavarles los ojos y apuntar con el objetivo de la cámara fotográfica. Ejercer como contempladores de esta gran obra de arte, que casualmente no se le ha dado la importancia que merece en las muchas guías que hay del país centroeuropeo, es lo mejor que podemos hacer si planificamos una escapada al castillo de Loket.

Si hay que elegir un lugar concreto para observar y fotografiar Loket ese no es otro que el puente del siglo XIX por el que se accede a la ciudad vieja. Antes de cruzarlo (se puede dejar el vehículo en uno de los parkings que están justo a los pies del puente, junto a una gasolinera, o entrar con él a la calle principal) tanto el castillo como los coloridos edificios de Loket se visten con la mejor de sus galas. A la vista queda el codo que forma el Ohře, las gruesas murallas de la fortaleza y el color pastel en las fachadas de algunas casas.

El mismo camino que maravilló a Goethe, asiduo de las aguas termales de Karlsbad (Karlovy Vary), que quedan bastante cerca, es el que podemos hacer todos y cada uno de los visitantes que llegamos hasta esta localidad de película. Y no lo digo por decir. Loket aparece una de los últimos filmes de James Bond, Casino Royale, con Daniel Craig entrando a lo 007 con su vehículo en una supuesta ciudad montenegrina.

Loket también sale en un anuncio televisivo de una conocida marca de detergentes. Siempre había creído que éste había sido grabado en Český Krumlov, en el sur de Bohemia, pero después de ir a Loket ya no me quedaron dudas.

En el interior de la ciudad

Tras cruzar el puente nos adentramos por la avenida principal T. G. Masaryka, que se ocupa de atravesar de costado a costado la pequeña Loket. La parte más ancha, que sirve como plaza del mercado, permite disfrutar del colorido de los edificios que jalonan el minúsculo callejero de la localidad (ojo, que hay que pagar por aparcar y sólo aceptan monedas). Frente a la columna de la peste, aparecen unas escaleras por las que se asciende a Hrad Loket (castillo de Loket en checo). Antes existe la posibilidad de pasear por las calles empedradas, tomarse algo caliente (o frío) en alguna taberna o, quien desee vivir una noche extremadamente tranquila, alojarse en una de las pensiones y hoteles con encanto que hay en la ciudad vieja. Si bien es cierto que la mayor parte de los turistas que llegan hasta aquí lo hacen pernoctando en Karlovy Vary (está apenas a un cuarto de hora en coche) o en alguna de las otras dos ciudades balneario (Mariánské Lázně o Františkovy Lázně), no es mala idea quedarse aquí porque salvo que haya un evento importante (como el Festival de Ópera o el campeonato checo de motocross) o se esté rodando una película (cosa que no sería extraña) lo único que vamos a encontrar es tranquilidad en un entorno espectacular.

La visita al castillo de Loket

No cabe ninguna duda que el atractivo número uno de Loket es su castillo medieval. De hecho es la razón por la que empezar por aquí nuestro viaje a Bohemia Occidental. Este es otro de esos lugares en los que seguir la figura del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos IV, de quien en 2016 se celebró el séptimo centenario de su nacimiento. Al parecer el rey más prolífico de la historia de Bohemia estaba enamorado de estos muros. Y, sin importarle que aquí le encerrara su padre, Juan de Luxemburgo, siendo apenas un niño, el monarca que diera nombre a Karlovy Vary o al puente más conocido de Praga, venía a Loket a descansar así como para salir a cazar por los alrededores.

El castillo nació allá por el siglo XII con Wenceslao I, monarca de la dinastía Přemyslidas que precedio a la Casa de Luxemburgo a la que pertenecía Carlos IV. Se edificó siguiendo los cánones del románico civil, pero poco después se modificó casi por completo para ser uno de los castillo góticos más importantes del Reino de Bohemia (con permiso del grandioso Karlštejn, situado apenas a media hora de Praga).

La visita al castillo de Loket se puede hacer en aproximadamente una hora, incluso algo menos, dependiendo de lo que cada uno necesite para ver las exposiciones que posee. De todo lo que tiene para ver destacaría tres cosas que merecen nuestra atención. En primer lugar disfrutar de su patio que parece sacado de la serie Juego de Tronos (en diciembre hay un fin de semana en el que colocan in situ un mercadillo navideño), subir por la gran torre del homenaje para disfrutar de las bucólicas vistas de los alrededores y, por supuesto, conocer las viejas mazmorras que albergan un fascinante (y aterrador) museo de la tortura. Es cierto que los museos de la tortura están más vistos que el tebeo y que se han convertido en una auténtica plaga, pero os aseguro que el de Loket es espectacular. Resulta imposible encontrar un mejor emplazamiento que el que tiene Loket en su castillo.

Las dependencias, en buena parte vacías de mobiliario, se utilizan para diversas exposiciones (desde fósiles hasta porcelana) con los que completar la experiencia. Pero, como comenté varios párrafos atrás, el castillo de Loket se vive mucho más intensamente más allá de sus muros. No ostenta la grandiosidad de Karlštejn, el detallismo del Český Krumlov o la originalidad de Bouzov (Moravia), pero completa una de las panorámicas más perfectas que existen en el oeste de Bohemia. Y si la niebla no lo impide, es capaz de regalar una experiencia magnífica con la que completar un viaje a las ciudades-balneario de República Checa. La verdad que es para no pensárselo dos veces…

Cómo llegar a Loket

Nosotros llegamos a Loket desde Baviera en coche de alquiler (lo contratamos en Frankfurt con la compañía Sixt) por la autovía E48 (R6 checa), pero la manera más fácil de alcanzar este lugar en transporte público es tomando uno de los muchos buses diarios que salen de Karlovy Vary y que hace el trayecto en aproximadamente 20 minutos (Les separan apenas a 15 kilómetros de distancia). En tren se tarda más tiempo, ya sea desde Karlovy Vary o desde Cheb (esta última tiene frontera con Alemania), ya que hay que hacer transbordo en las estaciones de Chodov o Nové Sedlo. Lo mismo sucede si vamos desde Praga (calcular más de tres horas para el traslado).

Sea como fuere, la visita al castillo de Loket la recomiendo al 100%. Con cosas así es imposible que a alguien le quede alguna de duda de que República Checa va mucho más allá de Praga y que merece no uno sino varios viajes. Para ejemplo el de este castillo de cuento de hadas que no está seguramente entre las 10 cosas más visitadas del país y que deja a la gente con la boca abierta.

De todas formas se nota que tengo predilección por los castillos. Simplemente no lo puedo evitar…

Sele

+ En Twitter @elrincondesele

+ Canal Facebook

+ Instagram @elrincondesele

PD: Si te interesa este destino puedes leer todos los artículos publicados sobre República Checa en este blog.