Viaje al universo de los balnearios en República Checa
Bohemia Occidental, además de hermosos castillos, tupidos bosques y la caricia influyente de los cercanos territorios germánicos, proporciona un reconfortante viaje al universo de los balnearios en República Checa. Una aventura en la que el sendero se transforma en agua con propiedades medicinales y en la que la calma te acompaña allá donde vas. La bondad de las aguas termales que surgen de profundos y ardientes manantiales pasa a ser tu mejor aliada. Lugares donde el descanso, el relax así como el bienestar de los visitantes, amén de los tratamientos curativos que receta para sus habitantes el propio sistema sanitario checo, se ocupan de invadir el ambiente cortesano y señorial de las ciudades-balneario más elegantes de Europa. Karlovy Vary, Marianské Lázně y Františkovy Lázně continúan siendo esos grandes salones de palacio que invitan a retroceder al turismo termal del siglo XIX donde el objetivo primordial consiste tan sólo en dedicarse a uno mismo.
El triángulo de los balnearios en República Checa fue ya entonces un imán de emperadores, monarcas y celebridades como Goethe, Chopin, Dvořák o el propio Karl Marx. Pero basta recorrer hoy día sus largas columnatas, una larga colección de edificios art nouveau y no pocas piscinas de anuncio, para llegar rápido a la conclusión de que las aguas bohemias siguen atrayendo a los amantes de la buena vida.
Ruta por el triángulo de los balnearios en República Checa
Probablemente no exista en Europa una región con semejantes características. El oeste de República Checa, limítrofe con Baviera o, lo que es lo mismo, Bohemia Occidental, lleva siglos siendo consciente del valor de su recurso natural más preciado, el agua. Cuenta la historia que el Emperador Carlos IV estando de caza en los prolíficos bosques bohemios persiguió a un ciervo hasta que este cayó en las aguas calientes de un manantial. Ese fue el nacimiento de Karlovy Vary (en alemán Karlsbad) cuyo nombre significa, precisamente, «los baños de Carlos», en honor al monarca bohemio más universal (De hecho en el reciente 2016 se conmemoró en todo el país el séptimo centenario de su nacimiento). Aunque sería durante el siglo XIX y principios del XX cuando la fama de las ciudades-balnearios en República Checa traspasara fronteras siendo un auténtico receptor de turismo curativo y aristocrático que, además, fue capaz de que un buen número de personalidades influyentes de la talla de Tolstoi, Marx, Goethe, Bach, Beethoven, Kafka, Ibsen, Tchaikovski, Wagner, Freud, Nietzsche, Mahler y un largo etcétera que acudieron al oeste bohemio a aprovecharse de las propiedades mineromedicinales de las aguas que brotaban en la región.
Hoja de ruta en Bohemia Occidental
Si bien la ciudad-balneario checa más célebre siempre fue Karlovy Vary, muy pronto se abrirían un hueco las cercanas Marianské Lázně y Františkovy Lázně. Tres ciudades que serían nuestro objetivo en un viaje en coche que empezó persiguiendo los mejores mercados navideños del norte de Baviera y terminamos poniéndonos a remojo en estos paraísos de la salud y el bienestar. Una ruta muy variopinta que además nos llevaría a conocer castillos como el de Loket, ciudades con acento germánico como Cheb y el barroco más preciosista en las dependencias del monasterio premostratense de Teplá.
Lugares visitados (en este orden): ENTRADA POR LA FRONTERA ALEMANA (E-48) Castillo de Loket – Karlovy Vary – Monasterio de Teplá – Marianské Lázně – Cheb – Františkovy Lázně – REGRESO A ALEMANIA (E-48)
A continuación nos centramos en cada una de las ciudades-balneario visitadas en este viaje a República Checa así como las excursiones recomendadas desde cada una de las mismas.
Karlovy Vary, nacida para ser el mayor balneario de Europa
A tan sólo 120 kilómetros al oeste de Praga (2 horas en coche o en bus, algo más en tren) surge la joya de las ciudades-balneario de República Checa. La fama de Karlovy Vary es reconocida en todo el mundo, aunque en el fondo se trata de una ciudad muy tranquila (algunos dirían que demasiado), cero masificada y muy fácil de recorrer a pie. Se trata de una colección de edificios art nouveau como palacetes, hoteles-balneario, construcciones ornamentales y tiendas siguiendo el curso del río Teplá. Todo ello encerrado en un boscoso valle que no deja ver más que la esencia de una urbe 100% del siglo XIX basada en su propia elegancia (salvo alguna aberrante excepción de la época comunista como el Hotel Thermal). Se trata de una ciudad hecha por y para el turismo de balnearios en la que buena parte de los visitantes pasan su estancia realizando diversos tratamientos curativos por medio de baños o bebiendo de las distintas fuentes para aprovechar los beneficios de un agua reconocida por todo el mundo por sus muchas propiedades.
En realidad existen dos tipos de turistas los que dejan ver por Karlovy Vary. Por un lado quienes vienen a aprovecharse (por dentro y por fuera) de sus aguas medicinales y se alojan en un hotel-balneario durante varias noches (incluso semanas). Se les reconoce porque con las primeras luces del alba, antes de comer y y con la puesta de sol aparecen en las columnatas que custodian con cierta pomposidad las distintas fuentes termales de las que toman agua utilizando una especie de jarritas de porcelana en forma de pipa de las que no se separan en ningún momento. Por otro lado están los turistas que vienen en el día desde Praga para darse un paseo por una ciudad sin parangón en toda Europa. Se les distingue enseguida porque normalmente van en grupo, hacen la avenida principal desde el Grandhotel Pupp hasta el Thermal, toman tres fotos de las galerías porticadas e incluso algunos compran su propia jarra para darle un trago de agua, como si todos sus males se fueran a esfumar por hacerlo. Al final lo que sucede es que se dan cuenta de que aquello sabe a rayos (por algo son ferruginosas) y cada uno vuelve por donde ha venido. A las 18:00 horas Karlovy Vary se queda prácticamente vacía.
SI PREFIERES HACER ESTA VISITA ORGANIZADA: Aquí podéis ver los detalles (precios, ruta, etc…) de una excursión en grupo (o privada) con guía de habla hispana de Praga a Karlovy Vary (ida y vuelta en el mismo día)
¿Qué ver en Karlovy Vary?
- Karlovy Vary cubre sus fuentes con suntuosas galerías porticadas, que se extienden a lo largo de todo el paseo principal. La más grande es la Columnata del Molino con 132 metros de largo. De estilo neo-renacentista fue elaborada bajo los planos del arquitecto J. Zítek entre 1881 871 y 1881. Contiene cinco grifos de fuentes de distintas temperaturas. Si nos fijamos en las balaustradas de la terraza del techo podremos observar la presencia de una docena de personajes alegóricos que representan los meses del año. En esta misma columnata, de hecho, se organizan conciertos y espectáculos culturales.
- Otras columnatas de la misma época y que se ocupan de proteger los tesoros naturales de Karlovy Vary son la del castillo, en la parte más antigua de la ciudad, la del mercado (en las aguas de este manantial curaba sus heridas Carlos IV como atestigua un relieve) y la de jardines que, a diferencia de las anteriores, está construida con prefabricados de hierro fundido. La columnata de la fuente es más reciente, de 1975, por lo que su estética acompaña al Hotel Thermal en esa excepcionalidad del brutalismo arquitectónico.
- A veces confundimos los hoteles con palacetes, aunque resulta lógico si tenemos en cuenta cómo la ciudad empezó a recibir año tras año a lo más granado de la aristocracia centroeuropea y rusa. Los hoteles-balneario son, muy a menudo, palacios y mansiones decimonónicas. Sin duda el más conocido e histórico es el Grandhotel Pupp, de estilo neobarroco y cuyas lujosísimas habitaciones han proporcionado descanso a personajes como Napoleón Bonaparte, Casanova, Goethe, Beethoven, Freud, Kafka, Chopin, Dvořák o Paganini. En la actualidad sirve como refugio ocasional de millonarios y reconocidos actores y actrices de Hollywood como Robert de Niro, Hellen Mirren, Robert Redford, Sharon Stone, Daniel Craig (Agente 007) o el español Antonio Banderas. Es una de las sedes del prestigioso Festival Internacional de Cine que se celebra en Karlovy Vary desde 1946 y además aparece en la película de James Bond «Casino Royale» o en la comedia protagonizada en 2006 por Queen Latifah «Las últimas vacaciones».
Este es el hotel más destacado, pero basta con caminar por las calles de la ciudad o subirse por la pendiente del valle para descubrir auténticas maravillas arquitectónicas.
- Si se tiene pensado visitar Karlovy Vary de manera fugaz o uno se aloja en un hotel que no disponga de spa (nosotros estuvimos en el Hotel Čajkovskij Palace que contaba con un pequeño y humilde spa con piscina) es posible contratar un servicio para baños y/o tratamientos en instalaciones como los Baños de Elisabeth (www.spa5.cz), la gran piscina del Hotel Thermal (www.thermal.cz) o los acogedores Baños del castillo (Zámecké lázně www.zamecke-lazne.com/en). Nosotros en este último nos hicimos un tratamiento con hidromasaje y oxigenoterapia.
- En Karlovy Vary hay un templo ortodoxo ruso dedicado a los apóstoles Pedro y Pablo levantado con fondos de aquel país a finales del Siglo XIX, con sus características cúpulas de cebolla inspiradas en el antiguo templo de Ostankino, muy cerca de Moscú. Se puede visitar por dentro y es realmente fotogénico, aunque no se encuentra en la avenida principal de la ciudad y para llegar hay que subir una calle bastante empinada (Krále Jiřího, junto al Hotel Čajkovskij Palace).
- La ciudad-balneario de República Checa también se comprende a través de sus miradores desde los cuales obtener una visión más completa de esta maqueta viviente del siglo XIX. El mirador de Diana, accesible en teleférico (precio: 80 coronas checas), el de Carlos IV (el más antiguo de Karlovy Vary) o el de Goethe en la Colina de la Juventud Eterna son los más conocidos.
Algunos consejos para Karlovy Vary
+ El restaurante del Hotel Ruze (Ivana Petroviče Pavlova 506/1) en la calle principal entre el Hotel Malta y el Centro Comercial Atrium posee una de las mejores propuestas calidad/precio de todo Karlovy Vary.
+ Aparcar en esta ciudad es una odisea y si no se siguen bien las normas a rajatabla puede caer una buena multa (no se cortan un pelo a la hora de poner cepos o que se lleve el coche la grúa). Muchos hoteles no tienen parking propio. Una opción para dejar el vehículo aparcado por varias horas o incluso días es utilizar el parking del Hotel Thermal (cuesta aproximadamente 10€ diarios).
+ El Hotel Dvořák cuenta con uno de los cafés más elegantes y confortables de Karlovy Vary para sentarte a tomar algo y volverte un bohemio o bohemia de pro. Su nombre es Viena House (Nová louka 2053/11) y preparan unas excelentes tartas para merendar.
+ Si bien el Grandhotel Pupp es para clientes, ofrece su café-restaurante a todo el público e incluso es muy fácil entrar a las instalaciones del propio hotel sin que te pongan impedimento alguno. Desde el hall al restaurante principal uno tiene la sensación constante de encontrarse en un auténtico palacio.
+ Karlovy Vary es una ciudad con horarios de residencia de ancianos. Las 8 de la tarde en invierno equivalen a las 3 de la madrugada en España. Así que lo mejor es habituarse completamente a los horarios de comidas y cenas europeos si uno no quiere quedarse con hambre.
Una excursión esencial desde Karlovy Vary: El castillo de Loket
A tan sólo un cuarto de hora desde Karlovy Vary se encuentra Loket, con uno de los castillos medievales más hermosos de cuantos hay en República Checa. Se trata de una pequeña y acogedora ciudad que recuerda a tamaño reducido la majestuosa Český Krumlov, y que está gobernada por una de las fortificaciones predilectas del Emperador Carlos IV (el cual estuvo encerrado en él cuando era un niño).
La del castillo de Loket es una de esas postales que retratan a la perfección a Bohemia Occidental y una excursión esencial para hacer desde Karlovy Vary o si se entra a República Checa por carretera desde Alemania (como fue nuestro caso).
Tenéis mucha más información sobre Loket y su castillo en el blog: www.elrincondesele.com/loket-castillo-republica-checa/ Con historia, horarios de apertura, tarifas, qué visitar, cómo llegar, etc.
Marianské Lázně, la romántica ciudad amarilla
Las dimensiones de Marianské Lázně, la Marienbad a la que se refería Goethe en una desgarradora elegía al desamor, no son comparables en absoluto a las de Karlovy Vary (a 40 kilómetros de distancia). Se trata de una ciudad algo más joven, con su apogeo a finales del siglo XIX y principios del XX, y que encarna a la perfección el concepto original de ciudad-balneario. Al parecer fue un monje premostratense de la cercana Teplá quien descubrió, en lo que era un denso bosque con manantiales burbujeantes, los beneficios de estas aguas. Y al igual que Karlovy Vary, atrajo a múltiples personalidades del mundo de la aristocracia y la cultura (Freud, Goethe, Mark Twain, Rudward Kipling, etc.), aunque en este caso justo reconocer que en el monarca británico Enrique VII tuvo a su mayor exponente. Éste visitó Marianské Lázně en incontables ocasiones y el antiguo balneario del lujoso Hotel Nové Lázně ha mantenido intactas hasta hoy las cabinas de baño del Rey, por las que también pasó el Emperador Francisco José I, esposo de Sissi.
Marianské Lázně, la que para los alemanes siempre será Marienbad, reparte sus encantos en lindas fachadas amarillas alrededor de un gran jardín como es el Václava Skalníka. En esta ciudad relajada y silenciosa también se protegen algunas de sus fuentes con recargadas columnatas, destacando sobre todas la de Maxim Gorki, un grandilocuente pabellón de acero fundido con con el que se despidió al siglo XIX. Su tamaño es superior a cualquiera de las galerías porticadas de Karlovy Vary, incluyendo la del molino. Un museo al aire libre donde en ocasiones se escuchan conciertos de música clásica y se dejan caer en cualquier momento del día los huéspedes con sus clásicas jarritas de porcelana para beber en sorbos pequeños las aguas que manan de sus fuentes. El sabor, por supuesto, es igual de horroroso, pero tomarlas está prescrito por los médicos.
Frente a la columnata una de las atracciones preferidas de los visitantes es la fuente cantarina, que en determinadas horas de la jornada emite los chorros de agua al compás de la música. Durante la noche también las luces se contonean para bailar un vals o palpitar con un nocturno de Chopin.
El resto de la urbe pasa por la armonía vestida de amarillo, por esas estatuas esparcidas que recuerdan que aquí Goethe tuvo su último desengaño amoroso antes de retirarse a Weimar y enfrentarse directamente con la muerte y, por supuesto, por el gran Hotel Nové Lázně y sus subsidiarios.
Un hotel, unos baños romanos y un restaurante excelente
+ Para pasar una o las noches que uno desee nada mejor que el Hotel Nové Lázně (5 estrellas) o alguno de los hoteles que forman parte de la cadena Danubius Hotel Group y que se encuentran unidos entre sí por un corredor interior. Permanece en este lugar el espíritu de esa aristocracia que venía a retirarse durante semanas a curar sus dolencias y alejarse del mundo. Una ciudad dentro de una ciudad. O, mejor dicho, un gran palacio en las entrañas de la noble Marienbad. Se trata de uno de esos sitios donde el albornoz se convierte en uniforme y donde además de buenos baños (que los tiene) es posible darse un sinfín de tratamientos. De hecho en cada uno de los hoteles en la cohorte del Nové Lázně como el Centrální Lázně o el Maria Spa disponen de una recepción donde te asesoran de todos los productos y tratamientos que puedes tomar. Incluso bajo la prescipción de doctores que trabajan en dichos hoteles. Allí es fácil ver más médicos y enfermeras que en muchos hospitales.
+ En la órbita del Hotel Nové Lázně existen unos baños en los que darse un homenaje propio de la realeza. Similares a la piscina de columnas del mítico Hotel Gellért de Budapest surgen los baños romanos de Mariánské Lázně (que son del XIX pero que imitan el estilo romano). Pueden utilizarlos tanto los clientes del hotel (también del Centrální o el Maria Spa) como quienes no estén alojados en éstos quienes deben pagar algo más de 20€ por un uso de hasta tres horas (incluye también la versión más moderna con hidromasaje así como dos tipos de sauna, una a la que se entra vestido y otra a la que no se puede acceder con ropa).
+ En la avenida principal que mira hacia el parque, en sentido opuesto a la columnata de Maxim Gorki, se encuentra el Café & Restaurant Polonia (Hlavni trida 50/34,). Un lugar elegante y acogedor, con una carta muy variada y un precio bastante asequible (aceptan euros además de coronas). Los platos son bastante contundentes y salir de allí con hambre no es una opción que se contemple. 100% recomendado.
Una excursión esencial desde Mariánské Lázně: El monasterio de Teplá
Apenas a 20 kilómetros al este de Mariánské Lázně es posible visitar el monasterio premostratense de Teplá, de origen medieval aunque considerado como uno de los máximos exponentes del barroco centroeuropeo. La fundación de este conjunto religioso tiene que ver con la tercera cruzada a Tierra Santa. Y es que en el año 1188 un personaje llamado Hroznata decide participar en la defensa de los territorios cristianos, aunque años más tarde sería dispensado por el Papa de tener que formar parte de esta guerra. Ante esta negativa el propio Hroznata decide fundar un monasterio, que será habitado por monjes de la orden premostratense (también llamados mostenses) venidos del gran Strahov en Praga.
Sus forma románicas y góticas desaparecen casi por completo para dejar paso a las ideas del maestro Kryštof Dientzenhofer, quien se ocupa de «barroquizar» tanto la iglesia como la mayor parte de las construcciones del complejo monástico. De ese modo se explica la belleza de la iglesia de la Asunción de la Virgen y de algunas de las instalaciones que se pueden visitar de manera guiada en el monasterio de Teplá. Aunque la estrella, el motivo que justifica esta escapada, es la presencia de una de las bibliotecas más hermosas de toda Europa, con una colección de incunables y manuscritos custodiados en una estancia espectacular.
Tras la II Guerra Mundial durante cinco años el monasterio premostratense de Teplá fue utilizado como cuartel militar checoslovaco. En los noventa regresaron los monjes mostenses para devolver el uso original a este lugar y se ha ido recuperando poco a poco la esencia de uno de esos rincones de Bohemia Occidental que confirman que perderse puede ser la mejor opción para descubrir auténticas maravillas apenas visitadas.
Františkovy Lázně, la diosa de la fertilidad
Františkovy Lázně (Franzensbad en alemán) es la tercera de las ciudades-balneario de República Checa. A escasos 12 kilómetros de la frontera con Alemania es quizás la más tranquila de este universo termal que mana del subsuelo bohemio. Muy alejada de la noción de Karlovy Vary, recuerda más a Mariánské Lázně pero en una versión reducida de ésta. Como si de aquella colección de edificios amarillos se hubiesen escogido unos pocos para esparcirlos en vastos jardines convertidos según Goethe en un «auténtico paraíso terrenal».
Por supuesto surgen paseos agradables, largas columnatas o templetes protegiendo fuentes, pero más que ninguna otra cosa, es el silencio el gran protagonista. En Františkovy Lázně el turismo receptor no es de curioseo, como puede suceder en Karlovy Vary, sino de pacientes. Paseantes solitarios o cogidos de la mano que encuentran el sosiego que andaban buscando y que sólo la pintoresca Franzensbad es capaz de ofrecer.
Aunque la ciudad fue fundada en el siglo XIII por el Emperador austriaco Francisco I, a quien debe su nombre, las bondad de sus manantiales se conocía mucho tiempo atrás, casi a la vez que la de los otros dos balnearios en República Checa con los que compone un triángulo prodigioso. Pero Františkovy Lázně tendría otras peculiaridades, como ser el primer balneario de turba del mundo, la consideración de haber sido pionero en la utilización de gases medicinales y poseer unas propiedades excelentes para los tratamientos de fertilidad. De ahí que los médicos recomienden algunos de los tratamientos que se realizan con estas aguas para ayudar a aquellas mujeres que tengan problemas para quedarse embarazadas.
Caminar entre columnatas, entrar al Hotel Imperial, una mansión decimonónica considerada el alojamiento con mayor solera de la ciudad, o volvernos un poco curiosos en el museo del automóvil se encargan de llenar el tiempo en una ciudad que algunos consideran demasiado tediosa como para pasar una sola noche. Quizás comer o cenar en el Goethe, el restaurante que forma parte del Casino Franzensbad (Narodni 1) le cambie de opinión a más de uno. O dejarse cuidar a base de aguas y reposo.
Cuando la estancia en balnearios en República Checa la receta el médico
Es sabido que las aguas de Karlovy Vary, así como de las otras ciudades-balneario de la región, son excelentes para tratar diversos problemas digestivos, óseos, musculares y del aparato locomotor. De ahí que el sistema sanitario público checo subvencione los tratamientos a sus ciudadanos. Son los propios médicos quienes recetan a una paciente que necesita recuperarse de una operación o que tiene algún problema médico pasarse un número determinado de días en un complejo hotelero con servicios de balneoterapia. Allí puede estar reposando, recibiendo baños y, por supuesto, bebiendo las aguas que le ayuden a mejorar su estado. De hecho, casi todos los hoteles con servicio de balneario o spa tienen sus propios médicos y enfermeras, quienes se ocupan de asesorar a los pacientes sobre las fuentes de las que deben beber agua, las horas a las que deben hacerlo así como los diversos tratamientos que tienen cubiertos por la Seguridad Social de la República Checa.
Una excursión esencial desde Františkovy Lázně: La hermosa ciudad de Cheb
Františkovy Lázně está unida de manera indisolublemente a una ciudad antigua de rasgos germánicos conocida como Cheb (pronúnciese «Heb» con hache aspirada). Quizás turísticamente hablando no sea tan conocida por quienes viajan (o tienen pensado viajar) a ciudades checas tales como Praga, Český Krumlov, Brno, Olomouc, Pilsen o Kutná Hora, pero ese es uno de los grandes valores de esta ciudad, que no te la esperas.
Cheb (Eger en alemán) permite ver su atmósfera germánica en todas y cada una de sus construcciones. La gran Plaza del Mercado así lo atestigua, recordándonos en cada momento que Baviera está a tan sólo un paso. En este inmenso espacio todavía sobrevive un grupo de casas medievales unidas por calles tan estrechas que dos personas a la vez caben difícilmente (Špalíček). Realmente esta plaza aglutina todo lo mejor de la ciudad, siendo muy especial durante la Navidad que se celebra en Bohemia a base de medovina y trdelník. Pero no todo se queda ahí.
Cheb cuenta con su propio castillo del siglo XII, caracterizado por un símbolo como la torre negra que se advierte cuando se cruza por el puente. En su interior se puede visitar la capilla románica-gótica más antigua de la República Checa y hasta un antigua sala donde se practicaba la alquimia.
En Cheb y Františkovy Lázně cerramos el círculo o, mejor dicho, el triángulo de las ciudades-balneario de Bohemia Occidental, un territorio que merece mucho la pena en cualquier época del año. Que en invierno se cubre de blanco mientras te das un buen baño de aguas termales y que con la llegada del buen tiempo permite disfrutar de los ciervos escapando a lo más profundo del bosque cuando te percatas de que llevan un rato observándote.
Sin duda dio mucho de sí este cuarto viaje a República Checa, ¿no creéis?
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
4 Respuestas a “Viaje al universo de los balnearios en República Checa”
Me lo guardo en mi lista de deseos. Magnífico y muy completo artículo.
En el 2003 estuve de vacaciones en Praga con visita al balneario de karlovi vary. De ese viaje guardo un grato recuerdo. Aun así, después de leer vuestro blogs, me han entrado ganas de repetir porque me han quedado muchas cosas por experimentar. Gracias.
Hola Maria José,
Yo al principio me enfoqué a Karlovy Vary. Pero luego vas descubriendo todo lo que hay alrededor y al final pasamos unos días estupendos en las otras ciudades balneario y en todas esas joyas que están tan cerca como Cheb o el castillo de Loket.
Gracias por dejar tu comentario!!
Sele
[…] si se tratara de una Český Krumlov en miniatura, Loket se yergue sobre los tupidos bosques de Bohemia Occidental, y devuelve a la vida los cuentos de castillos encantados, bellas durmientes y seres imaginarios […]