Crónicas de un viaje a Bulgaria y Macedonia 1: Absolut Sofia

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Crónicas de un viaje a Bulgaria y Macedonia 1: Absolut Sofia

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6 de noviembre: GOOD NIGHT SOFIA

La tarde-noche del sábado fue testigo de nuestra llegada a Sofia. Las calles de la capital de Bulgaria nos recibieron en silencio. Nuestros pasos sobre el empedrado de una carretera por la que únicamente circulaban taxis y viejos tranvías marcaban un improvisada ruta a pie por lo para nosotros era un mundo nuevo, un puzzle desordenado en el que bastarían unas horas para ir encajando piezas. Siempre que llego a una ciudad nueva para mí tengo tengo la impresión de que me va a costar hacerme con ella, de que quizás en esta ocasión no va a ser demasiado fácil abrir cada una de las puertas a los distintos espacios, a las calles de extraños nombres y a los monumentos más destacados. Esa sensación de incertidumbre y a la vez pasión por descubrir un lugar en el que nunca he estado se convierte en un reto. Pero poco a poco, paso a paso, van apareciendo piezas y más piezas hasta que de repente creo darme cuenta que más o menos he logrado hacerme con la ciudad. Sofia, por fortuna, nos dejó ver sus cartas muy pronto.

Teníamos un par de días para transitar por esta ciudad de corte clásico decimonónico con rasgos imperecederos de los tiempos no tan lejanos del comunismo, que custodian joyas bizantinas u otomanas ancladas en el pasado. En Sofia el grave canto de un sacerdote ortodoxo traspasa el humo de más de mil velas en una iglesia cualquiera, mientras allá afuera todo huele a cambio, a una constante e inevitable apertura a la Europa actual.

A POCO MÁS DE TRES HORAS DE MADRID…

La Terminal 4 de Barajas había sido nuestra nuestra lanzadera a Bulgaria. Volamos con la aerolínea Bulgarian Air que salió tal y como tenía previsto a las 12:20 horas. No estamos acostumbrados a la puntualidad en los aeropuertos, y menos cuando salimos de Madrid. Un trayecto de tres horas y cuarto aproximadamente nos hizo movernos algo más de tres mil kilómetros al este dejando atrás el Mediterráneo, la Península Itálica y el Mar Adriático para penetrar al corazón de los Balcanes y acabar aterrizando en una ciudad rodeada de montañas que recibía las primeras nieblas del atardecer.

P1170470La nueva Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de Sofia no era muy grande ni tenía más vuelos pendientes para los próximos minutos. La espera del equipaje en la cinta transportadora fue corta, aunque mientras tanto tratamos de buscar una casa de cambio donde hacernos con la moneda búlgara, el lév (plural: leva). Encontramos una justo enfrente pero daban 1´65 leva por cada euro cuando la cotización de dicha moneda en ese momento era de 1´97 por euro. Pospusimos, entonces, el tema del dinero búlgaro mientras recogimos las maletas. Aunque fuera la situación no era mejor puesto que la otra casa de cambio que había estaba cerrada (abrían de lunes a sábado por la mañana). De modo que sólo nos quedaba una opción que no preveíamos, sacar dinero del cajero y ver si había más suerte al día siguiente, aunque nos temíamos que un domingo iba a mucho más complicado.

Obtuvimos leva suficiente para arrancar y nos fuimos a un stand del mismo aeropuerto a contratar un taxi a nuestro hotel. Esta opción la recomiendo porque se limitan las posibilidades de peticiones desorbitadas de dinero una vez se está en destino. Esta es algo así como una garantía que blinda las estafas que algunos extranjeros se han encontrado si no han negociado firmemente con los taxistas, puesto que si les cuesta de por sí encender sus taxímetros, en los trayectos que salen del aeropuerto esto es prácticamente un imposible. A nosotros nos costó 16 leva (aprox 8€) ir a nuestro hotel, y eso que cogimos muchísimo tráfico por las obras que tienen levantados varios carriles en el centro, sobre todo en los aledaños de la Plaza Sveta Nedelya.

Desde la ventanilla del taxi nos dimos cuenta que nos iban a venir bien algunas nociones de cirílico además de algún que otro aclarado pronunciativo. Por ejemplo, Sofia se convertía gráficamente en София, por lo que ya teníamos unos cuantos caracteres para jugar y empezar a componer otros nombres y palabras en cirílico: C es «S», O es «O», ф es «F» , и es «I» y я es «Ja» o «Ya». La transcipción que nos quedaba era Sofija o Sofiya. Y sobre la pronunciación algo en lo que tendemos a equivocarnos todos hispanohablantes cuando nombramos a la capital búlgara. No se dice Sofía acentuado en la «i» (como el nombre de mujer) sino Sofia entonando más fuerte la «o» (aunque sin tilde). A esta ciudad se la conoce oficialmente de esta manera desde el Siglo XIV probablemente debido a la que era una de las iglesias cristianas más antiguas que tenía, Sveti Sofia, situada a pocos metros de la admiradísima Alexander Nevski.

EL EASYHOTEL DE SOFIA

A pesar del tormentoso tráfico de Sv. Nedelya el taxista se adentró en el Bulevar Todor Aleksandrov (Тодор Александров) hasta llegar a una de las bocacalles en las que se encontraba nuestro alojamiento para las próximas dos noches, el Easyhotel de Sofia, que habíamos contratado por internet por 9 € / persona /día. Un edificio con paneles naranjas y títulos en blanco, los mismos que su logotipo, era el único hotel levantado en la zona que, por otra parte, no era la más glamourosa de la ciudad. En los alrededores merodeaba gente muy rara que parecía venir de comprar droga de una casa en ruinas que había más al fondo. No estábamos más que a dos estaciones de metro del centro o a pocos minutos en taxi, pero sí notamos por primera vez que Sofia, saliéndose de su núcleo principal, todavía anda algo descascarillada y falta de ser reformada, casi tanto como la Bucarest que me encontré hacía unos años (aunque sin tantos cables por fuera).

Nuestra habitacion en el Easyhotel de Sofia

De todas formas en hotel para nosotros era justo lo que necesitábamos. Un lugar donde dormir, con baño y, sobre todo, limpio. Aunque de tan pequeña que era la habitación me temo que no hubiera cabido ni una mochila más porque nos hubiésemos tenido que salir a la calle. Pero si sobrellevar el tamaño liliputiense de las instalaciones del Easyhotel suponía no tener que invertir más que 9 euros al día de nuestro limitado presupuesto, era bienvenido. Ese precio era una oportunidad que costaría dejar pasar, y más cuando Rebeca y yo pisamos la habitación únicamente cuando llega la hora de irse a acostar.

TOMAMOS NUESTRO PRIMER METRO

El tiempo que necesitamos en dejar el equipaje en el suelo fue el que invertimos en nuestro diminuto alojamiento porque ya estábamos como locos por salir a dar una vuelta por Sofia. Teníamos el hotel practicamente encajado entre dos paradas de Metro. Si salíamos a mano izquierda caía relativamente cerca la Estación de Konstantin Velichkov (Констaнтин Величков) desde la cual el centro, Serdika (Сердика), quedaba a un par de paradas. A mano derecha, unos minutos más lejos que la anterior, estaba la Estación de Opalchenska (Опълченска), con Serdika a una sola parada. Escogimos la primera opción porque había que caminar algo menos y nos enfrentamos a la primera de las muchas veces que tomaríamos el metro en la ciudad de Sofia.

Como ya comentábamos en la Introducción y Guía Práctica, el metro de Sofia hoy en día está compuesto por una sola Línea de metro, la línea 1, de color azul que se encuentra en constante expansión. Por tanto no tuvimos demasiada complicación para defendernos bien, más cuando los letreros compartían el cirílico con elP1170495 alfabeto latino de cara a los visitantes que vienen de fuera. Una M en azul señalizó el acceso al subterráneo de Konstantin Velichkov (Констaнтин Величков), donde tuvimos que hacernos con un ticket de ida en la Taquilla (KACA) que se cotizaba a 1 lév (50 cts de euro). Aquí fue la primera vez que nos dimos cuenta de la peculiar forma que tienen los búlgaros de gesticular los Síes y los Noes. Cuando le pregunté a la taquillera si nos daba 2 billetes sencillos y le vi girar la cabeza de izquierda a derecha pensé que algo no iba bien. Un par de segundos de duda se rompieron cuando puso en mis manos los billetes que le había pedido. Era cierto lo que nos habían contado respecto a que asentir con la cabeza significaba «No» y moverla horizontalmente quería decir que «Sí», pero cuando uno lo vive en primera persona reconozco que resulta sumamente chocante. Era algo a lo que debíamos acostumbrarnos para evitar alguna que otra situación embarazosa.

Bajamos al andén y nos situamos en el lugar correcto (para ir al centro debíamos colocarnos en el lado en el que pasaban los P1170497trenes direccion Mladost 1), ya que si lo hacíamos a Obelya (Обеля) podíamos acabar en el quinto pino, totalmente apartados del centro. El andén era nuevo, de los comienzos del metropolitano en Sofia allá por 1998. En un par de minutos apareció nuestro tren, de vagones anchos y algo viejos para la juventud que se les presuponía. Dos paradas después ya nos encontrábamos en Serdika (Сердика), probablemente la estación más importante y multitudinaria de Sofia, ya que desde allí se puede ir caminando casi a cualquier parte del centro. La Plaza Sveta Nedelya es un punto de encuentro muy recurrente, bien para subir el Bulevard Maria Luisa, bajar la comercial Vitosha o bien para seguir la ruta más monumental de la ciudad que sigue totalmente de frente encarando el enorme edificio que en su día fuera Sede del Partido Comunista de Bulgaria. Pariente de la Casa del Pueblo de Bucarest (Rumanía), era la clásica mole rusa. Ahora sin la hoz ni el martillo, o sin la enorme estrella roja iluminada que se decidió eliminar con la caída del comunismo. En cambio ondea la bandera tricolor búlgara y la etapa soviética parece quedar muy atrás. Por mucho que todavía queden recuerdos de cuando Bulgaria estaba en el lado oriental del telón de acero.

COMIDA-MERIENDA-CENA EN EL BULEVARD VITOSHA

No habíamos comido nada desde por la mañana, por lo que decidimos no movernos demasiado sin cargar las pilas. Dejamos Sveta Nedelya y bajamos caminando el Bulevard Vitosha, avenida comercial con más vidilla de la ciudad, así con tiendas como restaurantes. Los tranvías nos hicieron compañía , pero a esas horas del sábado por la tarde las boutiques permanecían cerradas a cal y canto. Acabamos entrando en un restaurante con muy buena pinta en el que nos sentamos a hacer una «comida – merienda – cena» de nivel con la que celebrar el comienzo de nuestro viaje. A pesar de que los platos fueran muy generosos y que nos encontrábamos en una de las mejores zonas de la city pagamos aproximadamente 6 euros por cabeza. Ese era un indicativo muy claro de que los precios en Bulgaria estaban muy por debajo al de otros muchos países de Europa, entre ellos España. Por fortuna iba a ser una constante durante todo el viaje ya que lo máximo que llegamos a pagar por una cena fueron 8€. Y eso tirando a lo alto, ya que habría muchas ocasiones en los que invertiríamos cinco euros, cuatro e incluso dos…

PASEO NOCTURNO CON SOFIA ILUMINADA

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Después de cenar nos fuimos a dar un largo paseo para hacernos una composición de cómo era centro de la ciudad de cara a ir a tiro hecho al día siguiente. El casco histórico de Sofia no es demasiado grande y se puede recorrer de punta a punta en no demasiado tiempo. Aquella noche calmada llegamos caminando desde la Iglesia Sveta Nedelya hasta la Iglesia-Catedral Alexander Nevski, el monumento más emblemático de la ciudad. Los edificios del Siglo XIX levantados en pleno resurgimiento nacional, señoriales y en su mayoría pertenecientes al Gobierno, representan la elegancia de una ciudad que se está dando una cirujía rejuvenecedora de la que no se puede dudar de sus excelentes resultados. Por el empedrado del Bulevard Tsar Osvoboditel, que emerge de las puertas del Palacio Presidencial y el Museo Arqueológico, nos convertimos en dos sombras solitarias vagando por Sofia, aunque no sin rumbo. Fue una noche en la que presenciar la esbelta y bizantina figura de la Alexander Nevski se convirtió en el mejor premio posible.

Me quedo con los minutos en los que permanecimos a solas con el monumento. La iluminación era la perfecta, ni muy fuerte ni muy débil. Lo suficiente para reblanquecer aún más las paredes blancas y ensalzar la rotundidad de las cúpulas del magnífico templo ortodoxo.

Y al ir hacia atrás, de vuelta a la Estación de Serdika, nos detuvimos ante la Iglesia Rusa, que parecía como si se hubiese teletransportado desde el mismísimo Kremlin de Moscú. Sin duda, una joya, a la que trataríamos de entrar al día siguiente, al igual que a la ya nombrada Alexander Nevski.

Aquellos fueron unos pequeños bocados del suculento plato que íbamos a tener delante en tan sólo unas horas. Deliciosa muestra la que tuvimos antes de hincarle el diente a una ciudad mucho más interesante de lo que refleja su escasa presencia en artículos o guías de viaje, tanto impresos como de internet.

Había sido un día largo y necesitábamos descansar, algo que lograríamos en nuestro diminuto cuarto del Easyhotel…

7 de noviembre: SALIMOS AL ENCUENTRO DE SOFIA

Un azul sin mácula cubría Sofia en una mañana resplandeciente, más primaveral de lo que podíamos esperarnos en pleno mes de noviembre. Un clima agradable durante casi todo el día, algo fresco en horas tempranas y nocturnas, marcaría prácticamente la totalidad del viaje en tierras búlgaras y macedonias. La del tiempo fue una gran sorpresa para nosotros, que preveíamos un viaje de mucho frío. Pero finalmente y vistas las previsiones los plumas, guantes y bufandas se quedaron en casa y nos llevamos un atuendo más ligero, que en ocasiones incluso, podía llegar a sobrarnos.

Aquel domingo estábamos dispuestos a salir al encuentro de Sofia, a empaparnos de su Historia y de sus calles, de sus antiquísimas iglesias siempre en ebullición, de ese «nosequé» que te deja una sensación de encontrarte  cómodo en esta ciudad.

HOJA DE RUTA EN SOFIA

La capital búlgara tiene el 99% de sus mayores atractivos en un radio tan pequeño que se puede hacer tranquilamente a pie a lo largo de un día completo. Utilizando como base la Plaza Sveta Nedelya (metro Serdika = Сердика ), nos dirigimos a los lugares que teníamos señalados en nuestro mapa y que, precisamente, surgían de ella.

La ruta realizada siguió el siguiente orden: Iglesia Sveta Nedelya, Rotonda de Sveti Georgi, Casa del Partido (por fuera), Puertas del Palacio Presidencial (cambio de guardia), Museo Arqueológico, Iglesia Rusa, Catedral Alexander Nevski, Mercadillo de Antiguedades junto a la Catedral, Iglesia Sveta Sofia, Casa de Baños (por fuera), Mezquita Banya Bashi, Mercado Central, Mercado de las Mujeres, Parque del Monumento Soviético y Parque Borisova Gradina (donde está el Estadio del CSKA Sofia y del Levski).

A grandes rasgos creo que ahí se encuentran los lugares más emblemáticos de la ciudad, todos ellos separados por una distancia no demasiado grande. De hecho entre medias nos dio tiempo a hacer unas gestiones en torno al tranporte en la Estación de Autobuses.

Veamos paso a paso qué fue lo que sucedió aquella jornada dominical en Sofia…

SVETA NEDELYA, PUNTO DE PARTIDA

A las ocho nos levantamos y a las nueve en punto de la mañana ya nos encontrábamos funcionando perfectamente a la salida del metro de Serdika (Сердика). Desayunamos por una leva cada uno en una panadería muy modesta que había en una de las muchas avenidas kilométricas que se despliegan de la Plaza Sveta Nedelya. Algo sencillo pero suficientemente contundente para comenzar a caminar en una mañana que se preveía precisamente de pies generosos e inquietos. La chica que nos atendió no hablaba ni papa de inglés, pero le bastaron algunas palabras en búlgaro sorprendentemente inteligibles para saber de nuestra boca que éramos españoles y que estábamos en Sofia por placer y no por trabajo.

En Bulgaria, en general, la gente joven nos pareció, de largo, mucho más abierta y sonriente que las personas algo más mayores, que dan la impresión de ser más calladas y torcer el gesto con mayor asiduidad. Esta es una sensación que me resulta repetida en los países que en su día pertenecieron a la órbita soviética, pero quizás sería generalizar demasiado.

P1170507Ya «desayunados» nos encontramos de frente con el batiburrillo de obras desplegado en aquel punto de la ciudad. Una estatua femenina de metal representando a Sveta Sofia, la Santa Sabiduría, se alzaba casi más alta que lo edificios sobre un pedestal con una corona de laurel en una mano (símbolo de su santidad) y un búho en el hombro (símbolo del saber). Esta figura, que poco a poco la ciudad va considerando más suya, se colocó en el año 2000 exactamente donde poco antes estuviera la escultura de un hierático y encorbatado Lenin que volcaba su mirada hacia la Casa del Partido Comunista con su estrella roja luciendo en la cúspide.

A mano derecha teníamos la Iglesia de Sveta Nedelya ( Света Неделя ), templo ortodoxo con rango de Catedral que de tantes veces que ha sido levantado y destruído es, sin duda, uno de los monumentos religiosos a los que más cariño tienenP1170510 los habitantes de Sofia. La enorme cúpula de más de treinta metros es la principal carta de presentación de la última versión de una iglesia a la que siempre le ha acompañado tanto la desgracia como el afán por no ser meras cenizas o un ligero recuerdo histórico. Cuando el cristianismo aún no había cumplido mil años aquí hubo un templo bastante modesto. El primero de muchos que se irían levantando en los siglos sucesivos, que aumentarían de tamaño y a su vez de importancia, sobre todo a raíz de que en la misma fueran depositados los restos de Stefan Uroš II Milutin, un Rey Serbio que vivió en entre los siglos XIII y XIV y el cual fue proclamado como «El Rey Santo» (Sveti Kral), probablemente por mantener a raya a los otomanos más que por otros menesteres de carácter religioso.

La «santidad» de las reliquias del monarca, a las que siempre se atribuyeron ciertos poderes, hicieron más fuertes los cimientos de una iglesia que volvería a partir de cero a mediados del Siglo XIX cuando se decidió rehacer por completo. Un terremoto cuando aún no estaba concluida (1858) no desesperó a quienes la querían ver de nuevo en pie, y casi una década después fue inaugurada en una celebración que congregó nada menos que a 20.000 feligreses. Pero el 16 de abril de 1925, durante un funeral al que asistía un buen número de personalidades del país, veinticinco kilos de explosivos colocados en el interior de la iglesia por miembros del Partido Comunista Búlgaro, echaron abajo gran parte de la estructura matando a 128 personas e hiriendo a más de medio millar.

La estructura actual es de los años treinta, aunque se ha seguido trabajando en ella casi hasta ahora. Los frescos del interior, de 1970, aún siguen relucientes y no les ha apagado el humo de las velas como sí que ha ocurrido en otros edificios religiosos. Se conserva el espléndido iconostasio de la inauguración de 1867 y los huesos del Rey Santo continúan siendo objeto de veneración por parte de los búlgaros. Quién sabe si son causantes de que todavía Sveta Nedelya, cuya traducción del búlgaro al castellano es «Domingo Sagrado», siga existiendo a día de hoy.

Nosotros entramos en plena ceremonia religiosa. Siendo domingo era lógico que así fuera, sobre todo en un país en el que la religión tiene muchísimo peso. Un sacerdote colocado de espaldas al público comandaba una multitudinaria misa cantada. El interior de la misma, sobre todo por la frescura de las pinturas no afectadas aún por el humo de las decenas de velas que se encienden día a día, y por el iconostasio que sobrevivió al atentado, bien valió poder echarles un vistazo y compartir con nuestro silencio un ritual sentido en el que los fieles de Sveta Nedelya rezaban piadosamente.

Al salir de la iglesia encaramos el Bulevard Vitosha (булевард Витоша), donde habíamos ido a cenar la noche anterior, para ir a ver si encontrábamosP1170511 una casa de cambio abierta. Pero era domingo y también era temprano para que así fuera. De todas formas fue una oportunidad para ver a la luz del día una avenida en la que además de las columnas blancas del Palacio de Justicia, de estilo neoclásico, pudimos corroborar que ésta refleja a la perfección la faceta más P1170513parisina de la ciudad de Sofia. Tanto por sus edificios, como por sus boutiques y sus cafés. Lo lograron quienes se preocuparon de que Bulgaria dispusiera de una capital elegante y, sobre todo, muy europea, alejada de los valores estéticos procedentes del Imperio Otomano, al que dejó de formar parte en 1879. Sofia, salvo algún que otro monumento que sobrevivió a la caída de los turcos, es una ciudad de nueva planta, decimonónica en su práctica totalidad. Y París fue uno de sus modelos. Distribuída en cuadrícula y de amplias y rectas calles, el Bulevard Vitosha es uno de los mejores ejemplos de cómo fue planteada la capital definitiva de Bulgaria (en el medievo fue Veliko Tarnovo).

A esas horas tempranas del domingo no había señas del caótico tráfico que pasaba normalmente por el centro en los días laborables y podíamos cruzar tanto esa como otras calles sin demasiado peligro. Salvo los taxis y los tranvías, el medio de transporte preferido por los ciudadanos de Sofia, apenas vimos automóviles circulando por el asfalto. Ni gente paseando por las aceras. ¿Estarían en misa o desayunando en casa?. Por una razón u otra, la capital búlgara, como muchas ciudades del mundo, no tiene al domingo como mejor alíado para no quedarse sola…

LA ROTONDA DE SAN JORGE, UNA JOYA INESPERADA

Retornamos hacia la Plaza Sveta Nedelya, y tomando la calle que sale de la entrada principal del Sheraton Balkan Hotel, mirando cara a cara a la Casa del Partido, continuamos caminamos por por la vertiente exterior de un edificio rectangular que comparte las instalaciones del que probablemente sea el hotel más emblemático (y caro) de la ciudad, con las del Palacio Presidencial. En uno de los accesos que hay a su enorme patio, al que aseguro entramos por la más pura casualidad, nos topamos con un tesoro del Siglo IV que se conserva estupendamente, la Rotonda de San Jorge (Sveti Georgi Rotunda. En cirílico Ротонда Свети Георги). Para nosotros fue una de las mayores sorpresas de Sofia, por no esperárnosla y porque de verdad es una auténtica joya que, por suerte, ha sobrevivido a carros y carretas, al cemento y al hormigón. Otras no puden decir lo mismo a en estos momentos.

La Iglesia de San Jorge es probablemente la más antigua de la ciudad junto a la de Santa Sofia, aunque esta última ha sufrido más cambios. Fue construida en el Siglo IV en ladrillo, sobre los restos de un templo perteneciente Serdika (la ciudad romana que había aquí establecida), que se dejan ver perfectamente después de las últimas excavaciones realizadas. En ella se pintaron frescos magníficos que después fueron totalmente tapados durante el largo período otomano en que fue convertida en mezquita. Pero después de aproximadamente cinco siglos estas pinturas volvieron a respirar y hoy quien desee verlas puede disfrutarlas como lo hicimos nosotros, entrando en absoluto silencio durante una ceremonia religiosa (abre normalmente entre las 8:00 y las 17:00 horas. Hasta las 18:00 en verano) y formando parte de una atmósfera muy especial que sólo se puede vivir en estos lugares tan pequeños y antiguos en los que uno parece retroceder en el tiempo.

El Pantocrátor de la cúpula es una maravilla del arte del Bajo Medievo. Le acompañan los cuatro evangelistas. Y en el tambor dos filas de 22 y 16 retratos de profetas respectivamente. Y fragmentos mucho más antiguos, probablemente de los Siglos IX y X, decoran las paredes de un templo único en Sofia y que nos mereció mucho la pena. Sobre todo por la sorpresa de no esperarnos semejante monumento encajonado entre edificios grises, donde pasa desapercibido para muchos paseantes que caminan a tan sólo unos metros y no se atreven a mirar qué es lo que hay en un patio que desde fuera resulta intrascendente.

Así es Sofia, que hay que ir con ella poco a poco, quitándole capas de varios siglos hasta llegar a lo que nos ha quedado de tiempos muy pero que muy lejanos.

LA CASA DEL PARTIDO

Del diminuto tamaño de San Jorge pasamos en unos metros a la megalómana representación de la influencia estalinista más pura de Sofia. Justo de frente obteníamos la mirada fría del edificio que fuera Sede del Partido Comunista de Bulgaria durante la segunda mitad del Siglo XX en que los hilos de este país se movían desde la Plaza Roja de Moscú. La Casa del Partido (Партиен дом), forma parte de la Historia reciente de los búlgaros y, aunque ahora su función es otra bien distinta (dispone de despachos y salas para los parlamentarios), sigue recordando con su poderosísima presencia una etapa aún reciente para muchos de los ciudadanos de Sofia.

No es un edificio feo, ni mucho menos. Pero sí imponente. La base de granito permite aupar a las seis inmensas columnas de su fachada delantera de la que parten dos larguísimas galerías que se cierran en lo que parece, aunque no lo es, una especie de triángulo. Durante los últimos años del comunismo y los primeros tras el desmoronamiento de la Unión Soviética, este lugar fue foco de grandes tensiones e incluso conatos de fuego que no pasaron a mayores. Quizás, no dentro de mucho tiempo, la antipatía de muchos hacia esta metáfora de la Hoz y el Martillo, que hubiera preferido verlo demoler, disminuya hasta considerarlo simplemente un lugar histórico reflejo de un período más. Los símbolos son símbolos hasta que dejan de serlo. Basta con dejar de creer en ellos.

Aún así en Sofia, así como en otras muchas ciudades búlgaras, la arquitectura comunista no se basa únicamente en los edificios administrativos. Su plasmación fue infinitamente mayor en la creación de bloques de viviendas más allá del centro, grises, de paredes rotas, que corresponden a series repetitivas, rutinarias y antiestéticas de un gusto que, digamos, puso su acento en lo práctico y dejó atrás el más mínimo atisbo de belleza. No hay más que darse una vuelta fuera del núcleo histórico de la ciudad para ver a lo que me refiero. Hay un buen número de edificios que parece que se van a venir abajo de un momento a otro.

UN ÍNTIMO CAMBIO DE GUARDIA

P1170526Seguíamos en la Plaza Nezavisimost, entre la Casa del Partido, las Puertas del Palacio Presidencial y la entrada al Museo Arqueológico, que estaba a punto de abrir. Estábamos tomando alguna que otra fotografía a los guardias inmóviles que vigilaban la Presidencia búlgara con sus atuendos grises y unos humildes gorros coronados por una larga pluma de ave. Aquellos hombres de rostros serios y fría mirada que no pueden moverse un ápice aunque les pongas caras graciosas y les cuentes un chiste de Chiquito de la Calzada custodiaban aquellas puertas como el mayor de los Tesoros de la Humanidad.

Ya cuando nos disponíamos a realizar un vídeo, el primero del viaje, contando algunas cosillas de los lugares que teníamos alrededor nos vimos inmersos en un cambio de guardia sin más testigos que Rebeca y el que os escribe. Bueno, y un policía que nos dijo que allí no podíamos estar.

Estos cambios de guardia frente al Palacio Presidencial se realizan cada hora. No cabe esperar encontrarse el mismo que en Buckhingham Palace, con toda su parafernalia, o el espectáculo que se vive los domingos en Atenas. Este es mucho más sobrio e íntimo. Pero si se está a «las en punto», no está de más quedarse a ver una humilde coreografía y así hacerles algo de compañía a estos pobres soldados faltos de público y fama.

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ENTRADAS PARA DOS EN EL MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL DE BULGARIA

Tras los sucesivos levantamientos de piernas de los guardias pusimos el punto de mira en el Museo Arqueológico Nacional (Национален археологически музей) o, porqué no decirlo, la Gran Mezquita de 1494 reconvertida justo en cuatrocientos años después en el que probablemente sea el mejor Museo de la Antigüedad que hay en el país. Porque en este caso son atractivos a partes iguales tanto el cofre como el tesoro que hay en su interior, es decir, el edificio de nueve cúpulas que funcionara durante siglos como una de las grandes mezquitas del Imperio otomano en Bulgaria, y los objetos prehistóricos, tracios, macedonios, griegos, romanos y medievales que custodian sus muros.

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Este recomendabilísimo viaje en el tiempo dentro de la Buyuk Dzhamiya (que quiere decir Gran Mezquita) fue una oportunidad a partes iguales de poder conocer cómo era este templo islámico cuando funcionaba como tal y recorrer en cada una de sus estancias un pedacito de la Historia antigua de un país que fue un maremágnum de civilizaciones, conflictos bélicos a espada, evangelizaciones y desenvagelizaciones y que, paulatinamente va desenterrando lo que la tierra había cubierto de olvido.

Los objetos divididos convenientemente en períodos históricos vienen explicados por medio de carteles tanto en búlgaro (cirílico) como en inglés, por lo que se puede aprender algo más de todo lo que se movió por esas tierras desde la prehistoria hasta el medievo. Las grandes estrellas de este museo, por su importancia y porque realmente llaman la atención (sin contar, por supuesto al edificio en sí) son:

+ La máscara funeraria de Shipka: 673 gramos de oro puro del Siglo V antes de Cristo en un yacimiento tracio. Fue encontrada en 2004 y es, con mérito, la imagen del Museo.

+ El Casco de bronce de un Jefe macedonio del Siglo VI a.C. realmente intacto.

+ Una corona de laurel hecha con hojas de oro (S. IV a.C.)

+ Escultura ecuestre de un jinete tracio (S. III a.C.)

+ Sepulcro romano (S. II a.C.)

+ Icono de Sveti Todor hecho en azulejos. En general toda la iconografía medievales del museo es excelente.

Sin duda aquella fue una visita de lo más interesante que nos sirvió para contextualizar mejor aquel viaje que recién comenzaba. A pesar de que hiciéramos sonar las alarmas en dos ocasiones por los láseres que nos permitían acercarnos a menos de veinte centímetros de los iconos que colgaban de las paredes. Como estábamos nosotros dos solos, puedo dar fe que estuvimos bien vigilados. Apenas pude sacar un par de fotos sin que un guardia un tanto obeso que parecía estar en todas partes nos dijera nada.

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* Precios y horarios: Entrada a 10 leva (aprox. 5€). Abierto de martes a domingo de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00 horas.

LA IGLESIA RUSA DE SAN NICOLÁS

Saliendo del Museo y caminando no más de cuatro minutos en línea recta donde comienza el Bulevard Tsar Osvoboditel, acercándonos cada vez más a la Alexander Nevski, hicimos un merecido y aplaudido inciso en la Iglesia de San Nicolás o Sveti Nikolai como se dice en búlgaro ( църква Свети Николай). Aunque en esta ciudad todo el que se refiere a ella lo hace con el sobrenombre de Iglesia Rusa (Руска църква). De hecho no hay más que mirarla un segundo para darse cuenta que ese es exactamente su origen.

A finales del Siglo XIX los rusos expulsaron a los últimos otomanos de Bulgaria. En el actual emplazamiento de Sveti Nikolai había una antigua mezquita, que no dudaron en echar abajo por completo. En 1914 levantaron sobre las ruinas una iglesia consagrada a San Nicolás, ya que eran tiempos del Zar Nicolás II y era costumbre dedicar múltiples templos ortodoxos al santo del zar que regía los designios rusos. Destinada para los ceremoniales religiosos de la destacable comunidad rusa residente en la ciudad, se hizo a imagen y semejanza de un buen número de las muchas iglesias del Siglo XVI y XVII que hay en Moscú, reconocibles sobre todo por las clásicas cúpulas en forma de cebolla.

La Iglesia Rusa dispone de cinco cúpulas rematadas en oro sobre muros blancos y tejados de color verde. Cuatro flanquean a una más alta elevada en una torreta. En su interior, aunque el humo de las velas en ocasiones los tape, hay motivos pictóricos realizados por el mismo equipo que pintaría los de la Catedral Alexander Nevski.

No cabía un alfiler, pero aún así nos abrimos hueco para presenciar los cánticos de los feligreses que asistían a misa. Siendo domingo, en todas las iglesias ortodoxas que visitamos había un lleno absoluto. Y la rusa, cuyas dimensiones no son precisamente grandiosas, directamente ebullía de rezos y besos constantes a los iconos.

LA CATEDRAL ALEXANDER NEVSKI

Pero Sveti Nikolai no fue ni mucho menos el único obsequio ruso a Sofia. El más célebre corresponde al templo ortodoxo con rango de Catedral (teniendo en cuenta esto la ciudad tendría nada menos que dos catedrales si recordamos a Sveta Nedelya) dedicado a San Alejandro Nevski o Sveti Alexander Nevski (en cirílico Свети Александър Невски). Sin duda se puede decir que la Alexander Nevski es uno de los lugares de culto ortodoxos más grandes que existen en el mundo. A pesar de no contar con una excesiva antigüedad (se contruyó entre finales del Siglo XIX y primeros del XX) se ha convertido en el estandarte de la capital búlgara. Si uno busca postales de esta ciudad o pone «Sofia + Bulgaria» en el Google Images, es seguro que la fotografía más repetida de todas sea la de este monumento religioso.

Nosotros habíamos tenido la inmensa fortuna de disfrutar de la fachada de la Catedral Alexander Nevski la noche anterior y prácticamente a solas. Pero en esta ocasión deseábamos verla iluminada por el Sol y no por los focos de luz artificial. Porque es bajo un cielo completamente azul como deslumbran las cúpulas de oro y el mármol palidece aún más si cabe en esta joya reluciente de la arquitectura rusa que desembarcó en la ciudad. Desde Sveti Nikolai por el Bulevard Tsar Osvoboditel (que, por cierto, significa «el Zar libertador») a la Alexander Nevski no hay más que tres o cuatro minutos hasta que se toma a mano derecha la Avenida del 15 de noviembre justo donde se encuentra el edificio neoclásico de la Asamblea Nacional.

Este grandioso monumento religioso se realizó con el objeto de honrar a los caídos rusos en la Guerra de Liberación deP1170552 Bulgaria (1877 – 1878). Más de veinte mil rusos perdieron la vida para derrotar al irreductible ejército otomano que después de cuatro largos siglos dejó una Bulgaria independiente, aunque esta no fuera reconocida como Estado hasta 1908. La iglesia se consagró a San Alejandro Nevski, un Príncipe ruso que vivió en el Siglo XIII y que derrotó a suecos y teutones para proteger la región de Nóvgorod. Los trabajos duraron algo más de cuarenta años ya que las dimensiones del edificio y los numerosos detalles artísticos incorporados al mismo (sobre todo en lo que se refiere a las pinturas del interior) requirieron de todo este tiempo. Y a la vista están los resultados.

Las dos cúpulas de oro correspondientes a la más grande sobre la que se basa el monumento y a la del campanario respectivamente, destacan P1170555sobre las que tienen justo debajo, que son de bronce aunque debido al desgaste ocasionado por la climatología hace ya mucho tiempo que son de color verde. No cabe duda que la fachada de la Catedral Alexander Nevksi impresiona, aunque es necesario acceder a su interior (Abre todos los días del año desde las 7 de la mañana hasta las seis de la tarde. En verano hasta las siete. Gratis) para maravillarse de los frescos pintados por la flor y nata del arte búlgaro de la época y, sobre todo, por el iconostasio de mármol que es simplemente espléndido. El iconostasio en los lugares de culto ortodoxos representa la separación entre el cielo y la tierra, entre lo mundano y lo puramente espiritual, poseyendo los iconos e imágenes de Jesucristo, la Virgen Maria, San Juan Bautista y los principales santos y personajes religiosos que desea venerar cada templo en particular.

Cuando entramos, la Sveti Alexander Nevksi estaba a rebosar. Nos sorprendió algo que no es común hoy en día en la mayoría de países europeos (sobre todo los occidentales), la gran presencia de gente joven en las iglesias. Aunque ganaban por goleada las señoras mayores que cubrían su pelo con un pañuelo y que corresponden a la imagen más recurrente de la feligresía del cristianismo ortodoxo en los países del este de Europa. Todo o casi todo el mundo cantaba con el sacerdote y sus ayudantes los textos del Nuevo Testamento. Imponía el constante encendido de las velas o los besos piadosos a las imágenes, los objetos más sagrados de la ortodoxia, ya que para los creyentes poseen cualidades milagrosas y ayudan a estar mucho más cerca de Dios. El de la Alexander Nevski es todo un espectáculo que no conviene perderse.

Lo que sí no tuvimos la suerte de visitar es la Cripta de los Iconos, ya que normalmente abre de martes a sábado (precio: 4 leva). Posee la mejor y más amplia colección de iconos del país del pasado milenio, pero nos la encontramos cerrada a cal y canto. La tendremos en mente en un probable futuro regreso a Sofia, porque nos quedamos con bastantes ganas de ver estas joyas de la iconografía búlgara.

OJEANDO UN MERCADILLO DE ANTIGUEDADES

Lo que sí que no estaba dispuesto a perderme era el célebre mercadillo de antiguedades que ponen muy cerca de la Alexander Nevski. Aunque en los alrededores del monumento los puestos ambulantes están totalmente enfocados a los bordados y a los iconos, el dedicado a las antiguedades como tal lo encontramos más o menos a cien metros en línea recta del acceso a la catedral, dejando a un lado a la Iglesia Sveta Sofia, la cual visitaríamos más tarde.

Habría aproximadamente veinticinco o treinta puestos con objetos antiguos. En casi el 100% de las mesas del mercadillo tenían género militar, sobre todo del período comunista, aunque no faltaban recuerdos de cuando Bulgaria fue aliada de los alemanes en la II Guerra Mundial. Los sombreros de pelo típicamente rusos con la hoz y el martillo, gorras de militar, medallas, cascos, máscaras antigás, es decir, lo que viene a llamarse Militaria y a la que hay mucha gente aficionada.

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En mi caso soy coleccionista de todo tipo de antigüedades (y de arte africano) desde corta edad. Muy de pequeñito me traía unos trastos a mi casa que mi madre salía despavorida. Ya más mayor la cosa ha sido peor porque en su momento tildó mi afición de «invasora» de su territorio. A lo largo de más de quince años he recopilado en torno a 35 máscaras africanas, además de libros de los siglos XVII, XVIII y XIX y un buen número de antigüedades técnicas como máquinas de escribir, calculadoras, teléfonos o alguna que otra radio. Y militares desde un subfusil que llevaba la Guardia Civil en los años cuarenta hasta una máscara antigás de la II Guerra Mundial. Vamos, que no falta de nada en mi casa.

Bulgaria es un Paraíso para los coleccionistas de antigüedades, sobre todo de carácter militar. Es posible encontrar verdaderas joyas a muy buenos precios. Aunque no se regatea con los vendedores tanto como en Marruecos o Túnez, sí se puede lograr bajar un poco sus pretensiones. No lo voy a negar, no nos fuimos con las manos vacías, ni en Sofia ni en algún que otro sitio que formó parte de este viaje.

IGLESIA DE SVETA SOFIA

Tras soltar algo de leva en el mercadillo, nos marchamos a ver la Iglesia de Sveta Sofia o de Santa Sofia (църква „Света P1170558София»), que se disputa ser la más antigua de la ciudad con Sveti Georgi. Son más o menos de la misma edad, coetánea con la Basílica de Santa Sofía de Constantinopla (Estambul), aunque mucho más modesta y, sobre todo, perjudicada con el devenir de los tiempos. Fue levantada sobre una necrópolis romana (Serdika). En la época medieval fue la principal Iglesia búlgara, ya que funcionó como sede episcopal. Se dice que por este lugar (y por la santa a la que está consagrada) la ciudad se llama Sofia, por lo que estaríamos hablando del origen del nombre de la capital de Bulgaria. Siglos después, al igual que otros templos cristianos, pasó a ser mezquita hasta el fin del Imperio Otomano. Aunque lo que le acabó de destrozar fue un fortísimo terremoto que la dejó en unas condiciones realmente penosas. Esa es la razón, por tanto, de que lo que se vea sirva tan sólo para hacerse una ligerísima idea de lo que pudo ser este antiquísimo templo ortodoxo.

Junto a su fachada se encuentra la tumba del soldado desconocido junto a un león vigilante con la que se recuerdan a los Caídos Búlgaros en la I Guerra Mundial. El interior, conserva algunas partes de de la vieja iglesia. Más bien diría que fragmentos escondidos en su pared enladrillada. Cuando entramos pudimos presenciar un bautizo según el rito ortodoxo en el que al bebé no le echaron unas gotas de agua bendita sobre la cabeza sino que le sumergieron por entero en la pila bautismal con los consecuentes lloros (yo diría que alaridos) y las risas de la familia que acudía a la ceremonia.

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Los sacerdotes ortodoxos iban y venían con sus características sotanas negras, sus sombreros y las largas y rizadas barbas negras. Una estampa clásica de quienes aún, al contrario que muchos curas católicos, no prescinden de sus hábitos, ni pasan por peluquería, ni afilan su navaja de afeitar desde que comenzaron el seminario. En parte eso es la ortodoxia cristiana de hoy, que no se ha relajado tanto en sus costumbres a pesar de los nuevos tiempos.

PLAZA BANSKI: LOS BAÑOS MINERALES, ENTRE EL BIZANTINISMO Y EL ART NOVEAU

Con Sveta Sofia y el bautizo de inmersión total dudamos sobre cuál iban a ser los siguientes objetivos de nuestra ruta. Bien continuábamos más allá de la Alexander Nevski hacia el Parque Borisova Gradina, pasando por el Monumento dedicado a los soviéticos o bien íbamos desandando lo andado para en sentido contrario ir a la zona de la Mezquita Banya Bashi, el Mercado Central e ir acercándonos a la Estación de autobuses donde había que gestionar sí o sí el transporte de los próximos días, sobre todo el concerniente al Monasterio de Rila. Nos terminamos decantando por esta última opción por lo que marchamos caminando tranquilamente y bajo un Sol espléndido que permitía que estuviésemos a unos veinte grados centígrados.

Pasada la Casa del Partido tomamos uno de los caminos que surgían a nuestra derecha y que llegaban hasta una bonita plaza con jardines y una fuente a la mitad que separaba dos de las construcciones más bonitas de la ciudad y que, sorprendentemente, no se dejan ver demasiado en las guías de viaje o en los artículos que uno ojea de vez en cuando en la red. La Plaza Banski es la intermediaria de Los Baños Minerales y de la Mezquita Banya Bashi.

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Los Baños Minerales (Централна минерална баня), que cuando nosotros fuimos no pudimos entrar, ya que estaban en reformas para convertirlos en Museo, son una representación de principios del Siglo XX de la gran cantidad y las propiedades de las aguas termales de las que dispone la ciudad. Aquí hubo baños turcos de excelente calidad que reflejaron viajeros de otros siglos, y en este edificio, de estilo neobizantino con toques de art nouveau, fue utilizado como tal hasta no hace mucho tiempo.

Vimos a más de uno llenando garrafas de agua de una de las fuentes que había en este edificio. Y es que allí todo el mundo aprecia las propiedades de este agua que veneraron tracios, romanos y turcos.

PLAZA BANSKI: LA MEZQUITA BANYA BASHI, SINAN EN ESTADO PURO

Particularmente sería la Banya Bashi la que me robaría el corazón. No puedo negar que soy un entusiasta aficionado a losP1170573 monumentos islámicos y que me encantó encontrarme en medio de una ciudad de corte europeo como es Sofia con una Mezquita diseñada por el mismísimo Sinán, el Arquitecto más importante del Imperio Otomano y autor de obras magistrales como la Mezquita y Mausoleo de Suleimán el Magnífico en Estambul.
La Mezquita Banya Bashi (cuyo nombre significa «Muchos Baños»), del Siglo XV, posee el clásico toque otomano, que te hace pensar que te encuentras en Turquía y no en Bulgaria. Posee un tambor octogonal y destaca su tremenda cúpula (su diámetro es de 15 m.). De ellos surge toda la construcción, aunque es imposible obviar su minarete, realmente hermoso, alzándose sobre el cielo azul de Sofia.

Esta Mezquita, al contrario de otras reconvertidas en templos cristianos o cuyo objeto ha dejado de ser el religioso (véase la gran mezquita que ahora es Museo Arqueológico), está en pleno funcionamiento. Aunque la comunidad musulmana no es, ni mucho menos, la que hubo hace décadas, aún sigue contando con cierta importancia en el país. Los turistas pueden visitarla por 4 leva si mal no recuerdo, salvo cuando suena la oración desde lo alto del alminar. Pospusimos, no por mucho tiemop, nuestra entrada a la misma. Pero valió la pena quedarse a escuchar el canto del almuecín llamando a los fieles por medio de los versículos del Corán.

OJO AL DATO CON EL CAMBIO!!

Cuando al ver que no podíamos pasar todavía a la mezquita y cruzamos la calle (en el Bulevard Maria Luisa) para pasarnos por el Mercado Central nos fijamos en que había una casa de cambio. Necesitábamos hacernos con más moneda búlgara de la que llevábamos y entramos bajo el reclamo de un cartel en el que ponía 1€=1´97 BGN. Perfecto, dijimos, y cambié algún dinero hasta que me di cuenta que en realidad nos estaban aplicando un cambio de a 1 euro 1´54 BGN, muy por debajo de lo real. Sería en el Banco del Mercado Central (que abre también los domingos) donde pudimos hacernos con dinero exactamente por lo que vale.

Ya lo comenté en la Guía práctica de Bulgaria y Macedonia. Lo mejor es cambiar dinero en los bancos porque los locales de cambistas que hay en la calle son el timo de la estampita.

EL MERCADO CENTRAL

Con el pretexto de buscar un banco entramos al Mercado Central de Sofia (Централни софийски хали), pero terminamos quedándonos a comer en uno de los establecimientos de comida rápida (aunque tradicional búlgara) que había en la segunda planta de este edificio. Y, por supuesto, admirando el mejor mercado alimenticio de Sofia, del corte de la Boqueria en Barcelona o San Miguel en Madrid. Construido en 1911 por el arquitecto Naum Torbov en un estilo neoclásico con ciertos toques bizantinos, aunque teníamos la impresión de estar ante un edificio victoriano que bien podía estar en Londres.

No hay más que observar su interior. ¿Acaso no recuerda a una Estación de trenes iglesa? ¿Victoria Station quizás? Quizás sea echarle imaginación pero es que sólo le faltan las vías y los vagones…

LA SINAGOGA Y EL MERCADO DE LAS MUJERES

Abandonando el Mercado Central por la parte de atrás nos encontramos con la fachada de la Sinagoga de Sofia (Софийскасинагога), la tercera más grande de Europa, sólo superada en tamaño por las de Budapest y Amsterdam. Recientemente hizo los cien años y está en completo funcionamiento, aunque bien es cierto que la comunidad judía en Sofia hoy en día no supera a las dos mil personas. Las deportaciones aprobadas por el Gobierno búlgaro colaboracionista con los nazis mermaron la población de origen, sobre todo, sefardí. Y tras la creación del Estado de Israel, decenas de miles de judíos abandonaron Bulgaria para vivir en este país.

Su fachada, que para muchos recuerda a algunas construcciones moriscas mezclado con el colorido de los Palacios venecianos, es lo que casi todo el mundo puede ver, ya que sólo es accesible a los judíos o a personas que tengan invitación de miembros de la comunidad. Aunque cuenta con un museo que sí es visitable para el público general y en el que no faltan las referencias lo que sucedió con los judíos de Bulgaria durante el Holocausto y el papel de Dimitar Peshev, el «Schlinder búlgaro» que se rebeló contra los nazis y paralizó miles de deportaciones a los campos de concentración.

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Justo detrás, caminando unos cien metros más, llegamos a otro mercado que poco o nada tenía que ver con el Central en el que acabábamos de estar. El Zhenski Pazar o Mercado de las mujeres es un mercado semiabierto más de los de toda la vida y, probablemente, en el que compre un mayor número de personas puesto que los precios de los alimentos son mucho menores. El ambiente es, asímismo, más tradicional, con ese encanto propio de estos lugares que apenas han evolucionado, que aún pesan sus productos con balanza y donde aún se palpa la fruta para que no te den gato por liebre.

GESTIONANDO EL TRANSPORTE Y OTRAS CUESTIONES DEL CIRÍLICO EN LA ESTACIÓN DE AUTOBUSES

Si algo no llevábamos en absoluto preparado, ese era el transporte a tomar en los distintos destinos que habíamos decidido introducir en nuestra ruta. Todas nuestras cartas las jugaríamos en la Estación de buses, donde nos informaríamos y reservaríamos lo que estuviese en nuesta mano. Desde el Mercado de las Mujeres había en dirección norte no más de quince minutos caminando. Con todo lo que llevábamos ese día, por andar un poco más no iba a pasar nada.

En Sofia la Estación de trenes se encuentra prácticamente al lado a la de autobuses. Entre medias de ambas hay un buen número de oficinas en lo que se conoce como «Traffic Market», sede de muchas agencias en las que se puede adquirir casi cualquier clase de transporte terrestre, por muy lejano que parezca (salen buses diarios a Rusia, a España e incluso a Finlandia…). Nuestros objetivos eran los siguientes:

+ Conseguir transporte para ir al Monasterio de Rila al día siguiente (y regresar a Sofia no demasiado tarde)

+ Billetes de bus Sofia-Veliko Tarnovo y Veliko Tarnovo-Sofia

+ Billetes de bus a Skopje (mínimo la ida e intentar cerrar la vuelta)

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Pero no fue, en principio, tarea fácil por culpa de un pequeño problema llamado «Cirílico». Absolutamente todas las oficinas ponían los nombres de sus destinos en este alfabeto. Además como casi nadie hablaba inglés no pudieron o no quisieron ayudarnos. Rebeca, ¿cómo se escribe Monasterio de Rila en cirílico? – pregunté inocentemente. Ambos finalmente lo encontramos escrito en la guía como: Рилски Манастир. Y en todas y cada una de las oficinas de la estación fuimos cotejando estas letras en cirílico para poder comprar los billetes.


¿Pero qué demonios pone ahí?

Reconozco que nos entraron los sudores. Aquello era un laberinto cirílico y una negativa tras otra cuando preguntábamos si podían ayudarnos a saber dónde comprar billetes al Monasterio de Rila.

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Aunque ya se sabe ese dicho popular de que Dios aprieta pero no ahoga. En aquel maremágnum de incomprensión encontramos escrito en un cristal las palabras mágicas «Tourist Information». Pertenecía a una agencia situada en el Traffic Market llamada Eurotours (Евротурс). Entramos a preguntar y la señorita que nos atendió hablaba inglés. ¡Salvados!

Nos informamos de los buses a Rila y llegamos a la conclusión que para ese día mejor íbamos a necesitar un automóvil con conductor. Los autobuses directos a Rila salían pasadas las diez de la mañana de la Estación Ovcha Kupel, que para nada está céntrica, y no llegaba a dejar ni dos horas para estar en el Monasterio si queríamos volver después, ya que además queríamos visitar con tranquilidad el que era uno de los mayores highlights del viaje. Contratamos, entonces, un taxi por un total 130 leva (aprox. 65€) que nos llevaría temprano a Rila, nos dejaría estar en el monasterio el tiempo que quisiésemos, y nos devolvería a Sofia para tomar el primer bus a Veliko Tarnovo que pudiéramos. Nos informamos de los horarios a esta ciudad y a Skopje y quedamos en hacernos con los billetes al día siguiente, que habría tiempo suficiente para ello.

De ese modo salimos del laberinto cirílico de la Estación de autobuses de Sofia…

UNA CUENTA PENDIENTE Y NOS VAMOS AL PARQUE

Con el primer escollo del transporte solventado regresamos, ante un calor que ya era demasiado, por el Bulevard de Maria Luisa hasta la Mezquita de Banya Bashi, que nos había quedado antes pendiente porque tocaba la oración. Pudimos entrar a este Suleymán en pequeñito en el que había un par de personas rezando. Los azulejos de las paredes y, sobre todo, la cúpula bien valieron este viaje express al viejo Imperio Otomano.

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Las mujeres tienen que ponerse un velo o un pañuelo en la cabeza para entrar. Rebeca, que no llevaba ninguno, tuvo que ponerse un traje verde con el que cubrirse. Y aunque parecía un personaje de la Guerra de las Galaxias creo que le quedaba estupendamente!

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Un refrigerio en un bar cercano en el que los refrescos costaban una leva (ese es el precio medio de una coca cola, 50 cts. de euro) y unas risas en unos escaparates con los trajes de boda (para él y para ella) más horteros que hemos visto en nuestra vida antecedieron al primer taxi del día con dirección a la Catedral Alexander Nevski para continuar la ruta a los dos últimos objetivos: El Monumento Soviético y el Parque Borisova Gradina. La carrera salió a 1´80 leva (aprox 90 cts.).

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MONUMENTO AL EJÉRCITO ROJO

Al Sur de la Alexander Nevski permanece una de las muchas esculturas soviéticas que quedaron sembradas en Sofia durante las largas décadas de comunismo. Con la caída del telón de acero, algunas  fueron retiradas, pero no la dedicada al Ejército Rojo que liberó a Bulgaria de las garras del nazismo. En un parque en el que los jóvenes hacían verdaderas acrobacias con sus monopatines y las parejitas se refugiaban tras el cobijo de los bancos, se alzaba un largo pilar de cerca de 30 metros con las figuras de un soldado soviético, un trabajador búlgaro y una mujer llevando a su niño en brazos. La clásica propaganda de ejército, trabajo y familia que tantas veces se plasmó en el Arte ideológico de la URSS. Y Bulgaria, como uno de los países más pro-rusos que existieron, captó perfectamente el mensaje.

Escondidas en la base se encuentran las figuras que representan al Ejército Rojo llevando sus armas y que parece que de uno momento a otro van a lanzar una granada al enemigo.

BORISOVA GRADINA, EL HYDE PARK DE SOFIA

Un puente separa el Parque del Monumento Soviético del PARQUE con mayúsculas de la capital búlgara. Borisova Gradina (Борисова градина) o Jardín de Boris, que hace referencia al Zar Boris III, es a Sofia lo que Hyde Park a Londres, el Retiro a Madrid o el Tiergarten a Berlín. En aquella magnífica tarde otoñal de domingo creo que la mitad de la población se encontraba aquí de paseo. Y tenían sitio donde perderse porque más que un parque, diría que este lugar es un enorme bosque, un pulmón verde en una ciudad que tiene problemas con la contaminación.

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Borisova Gradina, a medio camino entre un Jardín Botánico y una Selva, guarda los bustos escultóricos de personajes célebres tanto de Bulgaria como de la Ex-Unión Soviética. Los niños jugaban con metralletas de mentira y los que no lo hacían se comían enormes algodones de azúcar que costaban una leva (entre ellos, nosotros). El ambiente era muy amigable, la gente parecía divertirse y disfrutar de un día festivo que siempre se agradece. Y más cuando en noviembre teníamos temperaturas más propias del verano.

En este parque se encuentra el Campo de Fútbol del CSKA de Sofia y del Levski, los principales equipos de la ciudad, y es el elegido por la Selección de Bulgaria para jugar sus partidos. Aquí, desde hace décadas, se sienten como en casa.

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NOCHE DE FÚTBOL, NOCHE DE DERBY

Precisamente el balompié sería el protagonista de las últimas horas del día. Ya que después del Parque regresaríamos al hotel a descansar y a localizar un lugar en la ciudad en la que echaran por televisión el Gran Partido entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid que se jugaba en el Santiago Bernabéu a las diez de la noche. Para un madridista convencido, partido sagrado donde los haya. Si el último derby entre merengues y colchoneros lo había podido ver en una ciudad lejana de Camboya a orillas del Río Mekong, esta misión debía ser mucho más fácil. Preguntamos a mucha gente, consultamos en internet la programación televisiva e incluso estuvimos a punto de personarnos en una peña madridista que había en la periferia. Finalmente no haría falta, ya que pudimos verlo en un Restaurante que había en la misma Plaza Sveta Nedelya, el Big Happy, donde además de cenar estupendamente disfrutamos del encuentro. Que además ganamos por dos goles a cero.

Y así fue cómo se coronó un domingo espectacular en Sofia, una ciudad renacida y con muchos motivos para formar parte de un viaje a la Península de los Balcanes. Unas horas más…sólo unas horas, y nos emocionaríamos en uno de los lugares más impresionantes de Bulgaria, el Monasterio de Rila. Otra Historia escondida entre las montañas.

CONTINUARÁ…

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