El instante viajero XXIII: Ahumadoras de pescado en Cotonou - El rincón de Sele

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El instante viajero XXIII: Ahumadoras de pescado en Cotonou

Ahumando pescado en un mercado de Cotonou

Cotonou no está entre las mil ciudades más bellas de África. Ni entre las más armoniosas. Definiría más bien a la capital de Benín como un inagotable mercado al aire libre donde el trasiego de gentes se fusiona con el claxon de los coches. Una ciudad que da la espalda al mismo mar que durante siglos se tragó a muchos de sus hijos envueltos en cadenas y tristeza. Pero que mira al futuro con una sonrisa por tener la suerte de vivir en paz, que no es poco en los tiempos que corren y, sobre todo, en libertad. De Cotonou no cabe esperar monumentos, ni tan siquiera restos en pie de su pasado colonial que sí guardarían Ouidah y Porto Novo, esta última a un tiro de piedra de la frontera con Nigeria. Aunque sí un marco infinito de postales humanas teñidas de realidad. Como la de aquel lugar al que ahora mismo no sabría ir (salvo que el bueno de Euloge me llevara con él de nuevo) donde las mujeres ahumaban pescado desde primera hora de la mañana hasta la puesta de sol. Un laberinto destartalado de madera y a cubierto donde el humo incesante se convertía en un transeúnte molesto que a cualquier mortal irritaría los ojos en un solo segundo. 

Recuerdo las risas en aquel «ahumadero» en plena calle de aquellas quienes, acostumbradas a esa fumarola que proporcionaba picor y lagrimeo, sabían de nuestra incapacidad de permanecer apenas unos minutos donde ellas lo hacen durante horas todos y cada uno de los días del año. El humo empapaba algo más que kilos y más kilos de pescado que vendían al precio que acordara con su comprador tras un breve y divertido regateo. Resultaba curioso comprobar como realmente el ambiente allí dentro era de optimismo, de conversaciones intrascendentales a gritos y un quítame esos cartones troceados con los que abanicaban el género a la vez que aliviaban sudores. Aquello era un hogar dentro de la oscuridad arrebatada por hilos de luz, un pedacito del alma de una ciudad llamada Cotonou donde se escucha mezclar el francés con la lengua fon y todas sus variedades. Que cree en el vudú a pies juntillas, como en esos espíritus danzantes insertos en un traje rafia a los que se conoce como zangbetos y que dan vueltas sobre sí mismos hasta desaparecer. Mientras, por otro lado, la junventud comparte memes en whatsapp dentro de un futuro que para ellos ya ha llegado.

Mujeres ahumando pescado en Cotonou (Benín)

Las ahumadoras de pescado, mujeres anónimas y trabajadoras, son un reflejo fiel de una sociedad africana heterodoxa que lucha contra quienes piensan que el gran continente es tan sólo un país. Viajar a África no puede ser visto jamás en sentido monográfico porque puedo asegurar que quien lo hace sólo logrará salir del laberíntico mercado de Cotonou sin haber entendido nada.

En un lugar como éste pasé mis primeras horas en Benín (viaje que complementé con Togo). Me quedaba todo por vivir, pero en aquel ahumadero tengo la sensación de que comenzó una aventura dispar por esa África Occidental atávica, eterna y variopinta que me se quedará conmigo para siempre.

José Miguel Redondo (Sele)

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* Podéis ver aquí más fotografías correspondientes a la sección El Instante viajero. Y todos los artículos recopilados sobre el viaje a Benín y Togo, las raíces del vudú en África Occidental.

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