Las abadías abandonadas de North Yorkshire
Rayos de luz penetrantes acceden sin resistencia al antiguo coro de la iglesia abacial. Me encuentro en North Yorkshire, Inglaterra. Nunca había entrado a un templo cristiano pisando hierba en vez de suelo, pero esta es una forma usual de seguir las huellas del abandono de los monasterios británicos tras su disolución en el siglo XVI por Enrique VIII cuando, de manera unilateral, decidió fundar la iglesia anglicana cortando radicalmente con Roma. Grandes estancias monásticas, que en el pasado fueran ricas y pobladas, son hoy esqueletos de piedra, de puertas huecas y ventanas vacías donde no queda cristal. En Whitby, por ejemplo, la salitre del mar ha carcomido los sillares, dejando un aspecto fantasmagórico y desnaturalizado. En Fountains Abbey, el monasterio más grande de esta ruta de abadías abandonadas de North Yorkshire y símbolo del romanticismo más bécqueriano o la nostalgia trasladados a los lienzos de William Turner, muy amante de las ruinas, hay que hacer un ejercicio de imaginación para vislumbrar las riquezas confiscadas, robadas o destruidas a propósito o por el paso de los años. Mientras tanto en Rievaulx Abbey se rompen las nubes de plomo para atravesar la piedra y dibujar un paisaje deshabitado y espectral que bien podría formar parte del universo de pesadillas de Tim Burton.
Durante mi último viaje a Yorkshire me dispuse a conocer tres de las muchas abadías abandonadas que resurgen de su dejación y muerte para convertirse en auténticos atractivos para visitar por parte de los viajeros que llegan hasta Inglaterra. Monasterios en ruinas que dibujan un sendero de silencio, historias y raíces cortadas por un monarca que cambió para siempre la historia y religión de su país.
La disolución de los monasterios en Inglaterra
El Rey Enrique VIII no atajó de buen grado la decisión de la iglesia católica de denegar la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón. Ese mazazo en el que se suponen más intereses políticos que religiosos en Europa, tocó el orgullo de un personaje ya de por sí orgulloso y con muchas
ansias de mostrar su poder. Se autoproclamó cabeza de la iglesia anglicana separándose de Roma de manera definitiva e irrevocable. En 1534 se iniciaría en el país una confiscación de bienes del clero que llevó a despojar a los monjes de las muchas abadías levantadas en Gran Bretaña en la Edad Media. Las obras de arte fueron directamente para la Corona o se vendieron a la aristocracia británica, así como las tierras donde se encontraban estas abadías, algunas de las cuales constituían magníficos ejemplos góticos. Las piedras, vigas de madera, vidrieras e incluso suelos de muchas de ellas, fueron arrancadas para iniciar nuevas construcciones, y de ese modo garantizar una disolución imparable. Desde entonces, y han pasado casi quinientos años, lo que nos queda son restos de estancias y templos monásticas que nutrieron algunas obras de los románticos ingleses del XIX empeñados en dibujar estos espacios ruinosos en los que la naturaleza poco a poco se había ido apoderando de sus dominios.
Ruta de las abadías abandonadas de North Yorkshire
Hoy día las abadías abandonadas, excepcionales ruinas de un pasado ya muy lejano, son parte del encanto de Gran Bretaña. Muchas se han conservado dentro de parques o de forma singular. La gente las visita, las recorre o las fotografía tal cual quedaron, con esa atmósfera tétrica y solitaria que las caracteriza. En el norte de Yorkshire quedan algunas de las más espectaculares (se conservan más de una docena muy interesantes), y dan para una ruta que merece la pena. De todas ellas Fountains Abbey, Rievaulx Abbey o Whitby Abbey son, probablemente, las huellas más reconocibles y con las que conviene quedarse. Por sí mismas justifican un viaje al condado más grande de Inglaterra. Y es que Yorkshire constituye, sin duda alguna, un espacio básico para descubrir y disfrutar de estos maravillosos lugares que han sobrevivido de milagro hasta nuestros días.
Fountains Abbey
Se trata de una de las más abadías más grandes de toda Gran Bretaña y una de las primeras, tras Rievaulx, en formar parte de la Orden del Císter. Fountains Abbey nació tras una disputa en la abadía de Santa María en York en la que trece monjes se exiliaron al valle del río Skell. Se puede fechar el origen de esta leyenda en piedra en el año 1132. Cuatro siglos más tarde, concretamente en 1539, se oficializó la muerte religiosa y habitacional de la que había sido una abadía rica, influyente y arquitectónicamente una joya de la orden cisterciense.
Tras la disolución de los monasterios por Enrique VIII los edificios y sus tierras, que ocupaban nada menos que 28 hectáreas (algo así como 28 estadios de fútbol), fueron vendidas a un rico comerciante londinense. Fountains Abbey cayó en el olvido, muchas paredes se derrumbaron tanto por el paso de los años como por el hombre, que arrancó vigas, columnas, celosías y muchos apartados de la abadía que pudieran servir para nuevas construcciones tanto en Yorkshire como en Inglaterra (o que acabaron en museos e incluso en colecciones privadas de todo el mundo).
Hoy día Fountains Abbey forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO de manera combinada con Studley Royal Park, unos jardines diseñados en el siglo XIX considerados una de las joyas del paisajismo británico. La mezcla entre los jardines y las ruinas del viejo monasterio deja un magnífico sabor de boca y la visita de ambos lugares, juntos y por separado, requiere de varias horas. En mi caso lo fue de toda una mañana.
Lo que más impacta de Fountains Abbey es su grandiosidad, las dimensiones inesperadas que uno se encuentra tras seguir un sendero en el que le acompañan los faisanes y se escucha el chillido de los gansos. Al otro lado de la arboleda surge una ciudad monacal con casa de invitados, claustro, un cellarium (o almacén) abovedado espectacular y, por supuesto, la iglesia principal con un imponente torreón que se ve a varias millas.
Creo que si se escoge una abadía para visitar en Yorkshire, la más asombrosa es la de Fountains sin ninguna duda. Sus ruinas nos muestran sus paredes abatidas por el viento y los años, vanos huecos y cómo la vida monacal de la Edad Media distaba mucho de lo que es ahora. En Fountains Abbey, casi un palacio en versión císter, los monjes contaban con sirvientes. Y en aquel entorno aislado en el que corren veloces las aguas del Skell, tenían en realidad todo lo que necesitaban.
Hoy es un puzzle a completar con su propia noria, la enfermería, la sala capitular y una iglesia cuyo suelo es la hierba húmeda y las vidrieras uno se las tiene que imaginar. El cristal es el cielo y los colores los que el sol tenga a bien mostrar. Una belleza solemne, una poesía romántica o la locura del fotógrafo y el amante de los lugares que se han dejado llevar por el tiempo.
NOTA PRÁCTICA: Abren a diario tanto el acceso a la abadía como a los jardines salvo en invierno cuando cierran los viernes. En invierno el horario es de 10:00 a 17:00 horas mientras que en primavera y verano (también parte del otoño) lo alargan hasta las 18:00 horas. El precio de la entrada es de 13 libras. En el centro de visitantes hay restaurante (con conexión a internet gratis), tienda y lugares para hacer pic-nic. Junto a la abadía hay un Tea Room donde sentarse y probar deliciosos pasteles. Más info en www.nationaltrust.org.uk/fountains-abbey
Rievaulx Abbey
A las afueras de Helmsley, en el interior de un área predominantemente de páramos y brezales que forma parte de North York Moors National Park, se encuentra una de las abadías más ricas e importantes no sólo de Yorkshire sino de toda Inglaterra. Nació apenas meses antes que Fountains Abbey y se trató del primer monasterio cisterciense del norte de Gran Bretaña, parte de una expansión premeditada de la Orden religiosa en el primer tercio del siglo XII. Monjes provenientes de Clairvaux Abbey fundaron la abadía en un lugar hasta entonces considerado remoto y suficientemente apartado de todo para llevar una vida monacal. Para ello desviaron el curso del río Rye hasta en tres ocasiones y se hicieron con una extensión de terreno de 24 kilómetros cuadrados. No hizo falta que pasara mucho tiempo para ser una abadía próspera e incluso un auténtico negocio latifundista en el que se todo se vendía a los mercaderes británicos y europeos.
Rievaulx llegó a contar con 140 monjes y muchos más sacerdotes (sin la categoría de monje). Cuando Enrique VIII confisca los bienes de la Orden en Rievaulx Abbey en 1538 se sabe que los más de 70 edificios que lo componían estaban habitados por tan sólo 21 monjes y más de un centenar de sirvientes. Hacía ya varias décadas que la oración y la contemplación se habían esfumado de las obligaciones éticas de este retiro religioso en Yorkshire del norte. Digamos que la expresión de “vivir mejor que un monje” se acuñó para casos como éste. Aunque a partir de la disolución de los monasterios y el divorcio con el Vaticano no quedó sino la desaparición, el olvido y el silencio. Un consejero del monarca se quedó con estas tierras y la gran Rievaulx, que había sido la más rica de cuantas abadías nutrían el norte de Gran Bretaña, pasó a ser un conjunto de ruinas junto a un bosque.
Rievaulx Abbey conmueve no sólo por su figura ajada y la fotogenia del conjunto abandonado sino también por su situación, el aislamiento en mitad de la nada por el que hasta las ovejas de North York Moors, gruesas y con la cara negra, se pasan a comer de la hierba del lugar. Un día gris y lluvioso me sirvió para descifrar algunos de los secretos de las ruinas más sombrías de Yorkshire. A diferencia de Fountains Abbey apenas tienen muchos visitantes y, por eso, conservan esa atmósfera cuyo silencio te grita en la cara.
NOTA PRÁCTICA: Rievaulx Abbey se encuentra a pocos kilómetros a la salida de Helmsley. Abre a diario desde el último fin de semana de marzo hasta el primero de noviembre. Pero ojo, noviembre, enero, febrero y casi todo marzo sólo abren los fines de semana. El horario de verano es de 10:00 a 18:00 y el resto del año cierra entre las 16:00 y 17:00 horas (consultar web oficial). El precio de entrada es de 10 libras. En el parking hay que sacar ticket-hora y pagarlo in situ. Luego a la salida si has accedido a la abadía te lo devuelven completamente. Lo hacen para evitar que los curiosos aparquen gratis y merodeen por los alrededores para hacer fotos sin pasar al monumento. Más info actualizada en www.english-heritage.org.uk/visit/places/rievaulx-abbey/
Whitby Abbey
199 escalones llevan de la ciudad mercantil y ahora vacacional de Whitby a la Abadía de Santa María. Antes de llegar nos encontramos con un mar de lápidas enmohecidas por la humedad cuyas inscripciones apenas se pueden leer con cierta dificultad. Al final del camino, en lo más alto de una colina ocupada desde tiempos inmemoriales por los celtas, aparecen las ruinas de Whitby Abbey, la misma que se ve desde casi cualquier punto de la ciudad.
Esta es una de las primeras abadías de las que se tiene constancia en Gran Bretaña. Ya en el siglo VII, cuando fue fundada por el rey anglosajón Oswio en la vieja Streoneshalh (el viejo nombre que tenía Whitby en el reino de Northumbria), pasó a ser dirigida por Hilda, de la familia real, como primera abadesa. Con los preceptos del rito cristiano celta y la peculiaridad de albergar tanto a religiosos como religiosas (juntos pero no revueltos) vivió en paz hasta sufrir el ataque de vikingos venidos de las costas danesas allá por el año 867. La vieja abadía quedó destruida y no volvió a levantarse hasta el siglo XI gracias a un soldado del rey Guillermo el conquistador que se convirtió en el primer abad de un nuevo monasterio benedictino.
Durante la Edad Media y hasta bien entrado el siglo XVI fue un lugar de peregrinación, pero, como todos los demás monasterios católicos, fue despojado de su función original. Quizás en un principio corrió más suerte que los demás por su estratégico emplazamiento, aunque de poco le sirvió, ya que fue incendiado por los bombardeos alemanes en la I Guerra Mundial. Tiempo atrás había servido para situar el contexto oscuro y tenebroso del Drácula de Bram Stoker, cuya historia novelada trae a Whitby al famoso conde de los Cárpatos. La abadía de Santa María y el cementerio que queda a sus pies son escenarios de la célebre obra literaria. Nadie duda de su aspecto lúgubre y desolador, aunque bello desde el amanecer hasta el atardecer cuando el Sol agazapado en el Mar del Norte pinta con fulgor vivos colores de fuego sobre los roídos muros de la abadía.
A todas luces, o incluso sin ellas, la abadía de Whitby se trata de uno de los monasterios abandonados más hermosos e inspiradores de North Yorkshire. La salitre ha hecho mella en puertas, columnas y ventanales, tan gastados que empieza a desvanecerse en ellos la mano del hombre. En realidad es sencillo asegurar que el océano se ha hecho definitivamente con este lugar. Más bien diría que es una extensión del mismo. No se concibe el uno sin el otro. En Whitby bien lo saben.
La casualidad, o no, ha dejado que frente a Santa María exista un pequeño reducto lacustre en el que la iglesia abacial se ve gloriosamente reflejada. Cada mañana se convierte en su mejor espejo. Y cada tarde en su odisea y su ocaso, el testigo fiel de la llegada de una noche precedida de rayos de sol los cuales terminan de diseñar a su antojo la forma de los sillares que, por mucho que le busquemos adjetivos, ya se han visto desnaturalizados. Cinco siglos de abandono nos contemplan…
NOTA PRÁCTICA: Hay que subir a pie los 199 escalones que separan la abadía de la ciudad de Whitby salvo que demos un rodeo demasiado grande en coche en una ciudad que no está hecha para los coches. Mismos horarios que Rievaulx Abbey (10:00 a 18:00 en verano, hasta las 17:00 en otoño y parte de la primavera y 16:00 en invierno). Abre a diario salvo en noviembre, enero, febrero y gran parte de marzo en que sólo lo hace los fines de semana. El precio de entrada es de 10 libras. Más info en www.english-heritage.org.uk/visit/places/whitby-abbey
Yorkshire y, por supuesto, Gran Bretaña, es tierra de monasterios abandonados, de abadías que perdieron su función original para formar parte de los verdes paisajes de la campiña. Son una metáfora del paso del tiempo, del todo del ayer y la nada del hoy, y reconozco que soy fiel amante de este tipo de encantos en los que estoy convencido queda algo más que el caparazón. Se tratan de lugares con energía, que transmiten paz, silencio y emociones al viajero que llega hasta ellos y pisa la hierba mientras busca el color transparente de una ventana sin vidrieras.
MÁS INFORMACIÓN EN:
– Todos estos lugares aparecen uno a uno en la web oficial del Patrimonio Nacional inglés que es a www.english-heritage.org.uk. Allí se pueden consultar actividades, horarios y precios de entrada actualizados permanentemente.
– Más información sobre ciudades y pueblos de Gran Bretaña en la web oficial de Visit Britain (en castellano) que, además ofrece muchísima información sobre ciudades, pueblos y aldeas con encanto.
– No te pierdas 10 fotografías que inspiran viajar a Yorkshire.
Sele
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5 Respuestas a “Las abadías abandonadas de North Yorkshire”
Por ahi he estao yo ,hay una a las afueras de Leeds preciosa.
[…] en los callejones estrechos de York, en la fina Harrogate, en las vidrieras de Ripon y en las ruinas de abadías huecas con la hierba como suelo y el aire como ventanal de silencio y oración. También busqué […]
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[…] Sobre una antigua abadía sita en este lugar Carlos V mandó construir una ciudadela que sirviera de cuartel militar para los españoles venidos para luchar a Flandes. El capitán Alatriste de turno que idearía Arturo Pérez-Reverte así como muchas de las personas que llegaron hasta Flandes siguiendo el “camino español” tuvieron aquí su campamento base. Es por eso que lo que queda de la abadía, en lo que respecta al claustro y los jardines, se encuentra hoy en día en ruinas. El interior de la iglesia de la abadía en un espectacular museo de lápidas que se rescataron en la zona. Muchos cuerpos de los españoles de los Tercios muertos en el campo de batalla, están enterrados bajo la hierba de un inmenso jardín con columnas tiradas que nos retrotrae a las abadías románticas que hoy día se pueden ver en Gran Bretaña tras la disolución de los monasterios (no te pierdas este reportaje sobre las abadías abandonadas de Yorkshire). […]
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