Otavalo en día de mercado II

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Otavalo en día de mercado II

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En el último post contaba el jaleo que se formaba cada sábado en Otavalo, Ecuador, por ser Día grande de mercado. Centrándome más en el tempranero Mercado de los animales, hablaba de ese desfile de gentes indígenas venidas de distintos puntos de la región para comerciar con ganado que criar en granjas o llevarse directamente al plato. Pero en esta ocasión deseo mostar el otro mercado, el principal, que hace de Otavalo su fortín, conviertiendo calles, avenidas y plazas en el más grande centro comercial no sólo del país sino probablemente de un extremo a otro de la Cordillera de los Andes. No cabe duda de que los sábados otavaleños son pura gloria para quienes gustamos de presenciar rincones auténticos de la geografía de un páis, la rutina convertida en una obra de arte modelada por distintos pueblos a lo largo de muchos siglos de historia. De hecho un itinerario por tierras ecuatorianas no debe pasar por alto este lugar, que resulta asombroso incluso para quienes no sean de impresión fácil. Aunque si no se llevan expectativas previas, termina siendo incluso mejor. Otavalo y su mercado están cubiertos no solamente de la piel de un país fabuloso llamado Ecuador sino además de todos y cada uno de los pueblos originarios de América Latina.

¿Qué tal si recorremos juntos las calles de Otavalo para disfrutar de su delicioso trasiego?

UN SÁBADO CUALQUIERA EN OTAVALO

Mediados de junio, un sábado más en Otavalo. Los buses de la tarde del viernes habían venido a rebosar. Camiones, camionetas, toda clase de vehículos hicieron llegar a las distintas comunidades de alrededor e incluso de las que están a varias horas del pueblo. Una vez dejé atrás la espectacular y tempranera feria ganadera regresé al centro para, sin más, dejarme perder por unas calles repletas de puestos de todo tipo. El corazón del mercado de Otavalo es la conocida como Plaza de los ponchos, donde se mezclan los artesanos con las señoras mayores que remueven incesantemente una cuchara sumergida una enorme e hirviente olla que expande su aroma por los alrededores.

Es día de mercado pero, sobre todo, es un día para festejar. Muchos lugareños se encuentran después de una larga y dura semana de trabajo. Su misión no consiste únicamente en aprovisionarse de víveres, sino en participar de una celebración comunitaria que forma parte de las costumbres que ya siguieron sus padres, abuelos y tatarabuelos. Con sus trenzas brillantes y a tono con el sombrero escogido para la ocasión, pasean echando un ojo a los distintos puestos mientras comparten unas palabras en quechua con un vecino o amigo de la infancia. Se saludan con tanta alegría que cualquiera diría que no se han visto en los últimos años, cuando probablemente no sea así.

En Otavalo, obviamente, también hay turistas. Ya digo que no encontrarse muy lejos de aquí coincidiendo en fin de semana y no pasarse debería estar multado por las autoridades ecuatorianas. Para estos visitantes ocasionales precisamente hay desplegadas tantas mesas con toda clase de artesanía que, sin duda, resulta una opción la mar de interesante para hacer «las clásicas compras del viaje». No sólo porque los precios son algo más ventajosos, con tanta competencia de por medio, sino también por la cantidad, la variedad y la calidad del género.

En Ecuador hay regateo, como en tantos lugares del mundo, pero no se consiguen descuentos tales como los que uno puede estar acostumbrado a encontarse en los países árabes, en India o en el Sudeste asiático. Quizás un 20% es lo máximo que se puede lograr bajar un artículo. Y estos vendedores son duros de roer para eso. Se dice que los otavaleños son comerciantes de raza. Después de comprobarlo personalmente doy fe de ello.

Pero, ni mucho menos, hace falta ser comprador para disfrutar de un mercado como el de Otavalo. Lo mejor, más que entrar en el juego de la negociación, es simplemente observar lo que sucede a tu alrededor. Por eso me gustan tanto los mercados, porque ofrecen escenas del todo interesantes con las que conocer un poco más la idiosincrasia de un pueblo. Son un instrumento del todo eficaz para medir una situación concreta, unos modos de actuación tanto habituales como ocasionales. Allí la vida pasa y deja su huella siempre.

Detenerse y fijarse en los detalles es, en realidad, el premio…

VÍDEO DEL MERCADO DE OTAVALO

Al igual que hice con el anterior artículo del Mercado de animales, capté unas imágenes con la videocámara para visionar juntos (y en movimiento) un sábado corriente en Otavalo.

El mercado de los sábados en Otavalo (Ecuador) from Sele on Vimeo.

Ya os conté cómo llegar a Otavalo desde Quito, por lo que al viajero no le quedan más excusas para dejar de venir a este maravilloso rinconcito del Ecuador en el que todos somos bienvenidos.

A veces lo que parece más rutinario marca la diferencia…

Sele

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* Recuerda que puedes seguir todos los pasos de este viaje en MOCHILERO EN AMÉRICA

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