Yemen, la guerra de la que nadie habla
En los últimos meses una guerra silenciada, que no silenciosa, está rompiendo Yemen. El conflicto liderado por Arabia Saudí en territorio yemení está llevando a los infiernos a uno de los países más pobres del Medio Oriente. La vieja Sana’a, de la que quienes la han visto aseguran es la ciudad más bella del mundo, ve menguar bomba a bomba sus edificios de adobe. Y lo que es peor, la vidas de la población local se ahogan en una injusticia de fuego y crueldad que se asoma por las puertas de sus casas, en los colegios y en los hospitales.
Nunca he viajado a Yemen. Jamás he pisado las calles de Sana’a o de la ciudad amurallada de Shibam, ambas Patrimonio de la Humanidad ahora en peligro. Tampoco he conocido Socotra, aunque siempre he soñado con hacerlo. Por eso hoy no soy yo quien os va a habar de Yemen y la guerra que asfixia a su gente. Quiero dar la palabra a mi amiga Eva Erill, quien no sólo se limita a conocer, amar y llorar el sufrimiento de un país olvidado, sino también a poner su granito de arena por medio de un acto cargado de solidaridad que ella misma se va a encargar que conozcáis.
Eva Erill vive en Barcelona, aunque su hogar es el mundo. Es un viajera anónima que no posee ni blog ni escribe en medios de comunicación y a quien tuve la suerte de conocer hace años a través de un foro de viajes donde compartía información valiosa para muchos. Valiente y decidida, ha recorrido medio mundo, muchas veces en solitario, empapándose de las costumbres locales de los distintos países que ha visitado. Hemos conversado sobre innumerables lugares de este planeta, pero nunca he visto un amor tan profundo como el que ha mostrado siempre por Yemen. Este país le cambió el chip profundamente. Pero ese flechazo de enamorada a día de hoy duele, y mucho. De hecho se astilla en un corazón cargado de recuerdos, de momentos y miradas. Y en vez de dejar que suceda sin más, se ha embarcado en una campaña solidaria que está haciendo que cientos de familias puedan tener un plato de comida en la mesa. Los sueños están dirigidos a la acción, a la ayuda desinteresada por los que sufren y que no tienen un espacio en los noticieros. Mientras el mundo da la espalda a Yemen, a Siria y a muchos otros países que se apagan poco a poco, ella no se rinde al desaliento convencida de que un grano de arena de cada uno es capaz de crear el más hermoso de los desiertos.
Pero es mejor que sea ella quien os lo cuente, quien os lleve a saber cómo es Yemen, lo que le sucede y cómo poder ayudar a los más necesitados. Adelante Eva, ésta es tu casa…
Yemen: Una carta de amor, guerra y solidaridad (por Eva Erill)
En el año 2013 decidí coger mi mochila e irme de viaje a Yemen. Muchos me tacharon de loca, de descerebrada, de imprudente, pero ya hacía varios años que la idea de pasear por la Old Sana’a, la ciudad histórica Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y única en el mundo, martilleaba insistentemente en mi cabeza. Una vez, en algún lugar, había leído que si amas viajar y ves Old Sana’a, ya podías morirte tranquilo, habrías visto la ciudad más bella del mundo.
Desde ese momento la imagen de esa preciosa ciudad de cuento, con sus calles de piedra y sus casas de ladrillo, yeso, alabastro y vidrieras formando un juego de colores, aberturas y texturas alucinante, quedó grabada a fuego en mi memoria, y ese día de junio del 2013 decidí que había llegado el momento de hacer realidad ese sueño.
En Yemen me enamoré. Así, literalmente, sin tapujos, sin fisuras, sin medias tintas. Me enamoré de sus paisajes, de sus pueblos, de su gente, de esa amabilidad que ya sólo se encuentra en aquellos lugares que no han sido invadidos por el turismo de masas. Me enamoré de esa Old Sana’a, aún más bella de lo que había visto en fotografías y documentales de La 2. Me enamoré como se enamora una con quince años, loca y apasionadamente.
Aquellas personas eran el pueblo amable, el pueblo humilde y acogedor que me paraban por la calles para invitarme a sus casas, que me miraban con la boca abierta, sin ningún disimulo y me tocaban el pelo mientras llamaban a gritos a sus vecinos para que viniesen a observar también a esa extranjera rubia que andaba sola por ahí. Esa gente maravillosa que me alzaba casi en volandas a lo alto de sus terrazas, taza de té en mano, para que pudiese observar mejor la belleza absoluta de esos rascacielos de adobe y esas callejuelas laberínticas, que te hacían sentir como si en cualquier momento Moisés fuese a aparecer con las Tablas de la ley en la mano.
En Yemen fui feliz
Lo fui tanto que al año siguiente regresé, y después volví a hacerlo una y otra vez. Descubrí que jamás hay que juzgar a un pueblo sin conocerlo y sólo por la imagen que se da de él, porque si lo haces, puedes quedarte con una idea muy alejada de la realidad y perderte a gente maravillosa que de otra manera no conocerías. Puedes pensar, por ejemplo, que en Yemen las mujeres van tapadas con el niqab, el traje negro que deja al descubierto los ojos, o que los hombres mascan una hierba llamada Qat, de efecto energizante… pero también puedes ir más allá y tratar de hablar con esas mujeres y ver que tienen sueños como tú y como yo, o puedes entrar en una casa y compartir un plato de arroz con ellos y entenderás que se trata de uno de los pueblos con mayor conciencia comunitaria del mundo. Si uno tiene, todos tienen…
Puedes seguir pensando lo que algunos quieren qué pienses, o puedes mirar más allá y hacerlo por ti mismo.
La guerra silenciada
Ese pueblo acogedor y hospitalario, desde el 26 de marzo de este año se ha visto inmerso en una guerra devastadora encabezada por Arabia Saudí con el apoyo de EEUU, Israel, Francia y Gran Bretaña por el control geopolítico de su territorio, que ha arrasado el país y que ha hecho que más del 80% de la población necesite urgentemente ayuda humanitaria. Una guerra que no sale en los medios, de la que nadie habla, pero que es real y está sucediendo ahora mismo.
Yemen ya era uno de los países más pobres del mundo y el que dispone de menor acceso al agua potable para sus cerca de 25 millones de habitantes, y además, debe lidiar con todos los prejuicios y miedos que genera en el mundo occidental, donde muchas personas creen, por desconocimiento, que todos los yemenitas son terroristas islámicos. Eso sería tan absurdo como pensar que todos los católicos son del KuKluxKlan.
Los datos son terroríficos. Más de 4000 muertos en estos 3 meses de ataques y miles y miles de heridos, el 30% de los cuales son niños. Dicho de otro modo, más de 400 niños asesinados, muchos de ellos menores de 10 años. Los niños son siempre las víctimas más inocentes, aquellos que no entienden por qué motivo no pueden dormir debido al horrible sonido de las bombas, los morteros y los francotiradores disparando toda la noche. Aquellos que han visto como más de 33 escuelas han sido destruidas en su país, y que asisten aterrados a las imágenes dantescas de las calles, sembradas de cadáveres y de fuego por todas partes. Ellos, que no tienen la culpa de nada, y que son los que más sufren y menos comprenden…
Bloqueo total, incluso de la ayuda humanitaria
La guerra que asola Yemen está afectando principalmente a la población civil, que indefensa, huye despavorida de las ciudades a medida que los bombardeos se hacen más y más intensos. Desde el 26 de marzo, Arabia Saudí y sus aliados están sometiendo a todo el país a un bloqueo aéreo, marítimo y terrestre que impide la entrada y la salida del país, y sobre todo, que hace imposible la llegada de ayuda humanitaria o de alimentos, medicinas, carburante, etc.
Además, casi 20 millones de personas en este momento no tienen agua potable para beber. La gente, desesperada, usa agua no potable e incluso lamen las cañerías de las calles o el agua de lluvia que se acumula en los tejados. En el país no hay apenas electricidad y los alimentos básicos escasean cada vez más…
Las bombas y el bloqueo al que está sometido el país están matando a los yemenitas, que han dejado de salir de sus casas, de ir a los hospitales porque allí falta de todo, desde oxígeno hasta sangre puesto que no hay electricidad para conservarla en las neveras, y además tienen pavor a que les alcance cualquier bala perdida de un francotirador.
El país está totalmente paralizado, muchos huyen en pateras a través del Mar Rojo tratando de llegar a Djibouti o Somalia, en un viaje plagado de miserias y sufrimiento.
Una acción solidaria con resultados
Por todo esto, y tras muchas noches sin poder dormir pensando en algo que pudiese aliviar su sufrimiento, desde la ONG Solidarios sin fronteras hemos puesto en marcha una campaña de donaciones para poder llevar alimentos a las familias con niños hospitalizados o a aquellas que lo han perdido todo y que viven en las calles o refugiadas en cualquier edificio bombardeado o abandonado. Si no podemos entrar, si no podemos enviar alimentos ni ropa ni medicinas, buscaremos otra fórmula para aliviar un poco al menos, la situación de algunas familias.
Con nuestra gente allí hemos preparado una lista de alimentos básicos en la que se incluyen 25 kilos de harina para hacer pan, 15 kilos de arroz, 10 kilos de azúcar, aceite, espaguetis, leche en polvo, zumo en polvo, quesitos, legumbres, pasta de tajine, y si es posible, alguna caja de chocolates o caramelos, porque nunca jamás debemos olvidar que un niño merece tener ni que sea un minuto de infancia en esta guerra atroz. Cada una de las cajas tiene un precio aproximado de 47 euros + 15 euros por el saco de harina de 25 kg, que está empezando a ser el producto más codiciado, ya que su precio se está disparando.
En Yemen, en muchas ocasiones jugándose la vida, recogen el dinero que les enviamos y compran la comida en diversos lugares y en días diferentes para no llamar la atención. De noche preparan las cajas de comida, que están pensadas para una familia de unas cuatro personas y para un mes aproximadamente. Y, aprovechando los momentos en que las bombas no caen del cielo y les dan una pequeña tregua, organizan las cajas, las bajan a un lugar seguro y al día siguiente, si no hay demasiado peligro, las reparten con ayuda de amigos y familiares.
Hasta el momento, de los más de 6000 euros conseguidos en esta campaña, se han enviado a Yemen 4500 euros, que han permitido dar de comer a 73 familias, casi 300 personas. Nuestros compañeros en Sana’a, con un corazón que nos les cabe en el pecho, han añadido al reparto ropa que han recogido entre familiares y amigos.
Cómo puedes ayudar a las familias que lo necesitan en Yemen
Es muy fácil. Aquí está el enlace a la campaña donde se pueden hacer los donativos: www.migranodearena.org/es/reto/7357/emergencia-en-yemen-ayuda-urgente-a-las-familias/
Las personas que quieren dar su pequeño grano de arena sólo tienen que pinchar donde pone DONATIVO y, usando una tarjeta de crédito, donar, a partir de 1 euro, la cantidad que deseen. Además se puede solicitar el certificado fiscal para desgravar, que se recibe inmediatamente por email.
No importa cuánto dé cada persona, si no cuántos seamos los que damos. Como decía el gran Eduardo Galeano: «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo»
Yemen llora lágrimas de sangre. La situación es tan desesperada que el país amenaza con colapsar. Miles y miles de niños han quedado huérfanos y cientos de familias rotas para siempre. Los bombardeos de la semana pasada sobre la Old Sana’a hicieron estremecer al mundo, y aunque nunca debemos olvidar que es necesario preservar el Patrimonio Cultural, no olvidemos que el mayor patrimonio de la humanidad son los propios seres humanos.
NO PODEMOS SALVAR EL MUNDO, PERO PODEMOS SALVAR VIDAS. ¡AYÚDANOS A AYUDARLES!
Eva Erill
ONG Solidarios sin fronteras
14 Respuestas a “Yemen, la guerra de la que nadie habla”
Un fascinante artículo, duro, cargado de verdad… Eva, no me voy a cansar nunca de darte las gracias por ser como eres, por esa perseverancia que te caracteriza ayudando siempre a los que lo necesitan… y a poner voz a los que, por desgracia, no la tienen. Como decís en África en Blanco y Negro… SIEMPRE AVANZANDO!!!
Deseo de corazón que mi grano de arena vea crecer esta cifra poquito a poco durante estos días, porque ellos lo necesitan ahora mismo más que nadie.
Y gracias Sele, por implicar-te en la labor publicando uno de estos artículos que «no se dejan publicar» en la mayoría de medios de comunicación.
Un beso a los dos…
Gracias Noèlia y gracias Sele por darme esta oportunidad. Si alguien que no sabía nada de lo que ocurre en Yemen, a partir de hoy tiene al menos una idea de lo que sucede, ya me doy por satisfecha. Y si además, recibimos ayuda para seguir dando de comer a las familias que lo han perdido todo, entonces será realmente FANTÁSTICO!
Elena Navalon!!!!
Elena Navalon!!!!
Hay destrucciones que son irreparables y la ciudad vieja de Sanaa es un patrimonio de la Humanidad…..y por supuesto la gente que la habita
Hay destrucciones que son irreparables y la ciudad vieja de Sanaa es un patrimonio de la Humanidad…..y por supuesto la gente que la habita
Otro destino fascinante al que, por desgracia, ya no se puede viajar… Y ya son…
Yo intenté ir este año y en la embajada me dijeron que no daban visados, que no pasaba nada,.. pero que no era seguro. Ya ves..
sabela, yo regresé de mi último viaje allí el 10 de enero y al poco tiempo estalló la guerra. No es que no den visados, es que están en guerra y con bloqueo aéreo, marítimo y terrestres. No se puede entrar ni salir. No hay goboerno ni nada parecido y todos los aeropuertos han sido bombardeados una y otra vez.
oor cierto, mil gracias a todos los que estáis leyéndo el artículo y colaborando para ayudar. Desde que se publicó ayer, han entrado varios nuevos donativos que nos hacen gritar de alegria, porque cada euro que recibimos lo pensamos en comida para ellos.
Terrible!!! que en el siglo que estamos y con los avances humanísticos y tecnológicos que tenemos, aún hayan guerras y que sufran los más débiles.
this has to see the world and not looking back derle elsewhere, because this is what they want the big elites
[…] Yemen, la guerra de la que nadie habla […]
[…] algún tiempo os mostramos los oscuros aconteceres de Yemen y de la guerra de la que nadie habla y os contamos cómo un país fabuloso estaba muriendo día a día sin que los focos televisivos […]