5 lugares del mundo donde me gustaría retirarme algún día - El rincón de Sele

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5 lugares del mundo donde me gustaría retirarme algún día

A veces me da por pensar en lugares donde me iría a vivir durante un tiempo indefinido, algo así como un plan imaginario de lo que sería una fuga o un retiro soñado. No hablo precisamente de la jubilación, porque quiero creer que me queda mucho para eso, sino de esos rincones del mundo en los que desaparecería por un tiempo, me dedicaría a poner las cosas en su sitio, escribir, descansar y vivir la vida mucho más despacio. Y es que, a lo largo de estos años viajando, he conocido y experimentado esa sensación de felicidad y paz interior en escenarios a los que me gustaría regresar para algo más que una mera visita.

Arrozales de Bali

Hoy os planteo cinco lugares donde retirarse a tiempo sería una victoria, un paréntesis con mucho fundamento y mucha pasión. Y es que viajando me he dado cuenta de que sé dónde deseo estar en todo momento.

A veces uno escucha la palabra retiro y se imagina un centro de la tercera edad o los últimos días en el pueblo sentado a la fresca. Pero para nada es así. Para mí retirarse en su momento será interpretar la lluvia sobre el cristal, dormir bajo las mismas estrellas pero con distintos paisajes, liberar la mente de los nudos que podrían atarme a lo que en realidad no es importante. Desconozco si algún día tomaré dicho camino y derraparé por donde ni yo mismo me espero. Mientras tanto, a día de hoy, tengo en mi pensamiento varios de esos destinos que probablemente fuesen la venda que curara las heridas de la vida, esas ampollas que sólo surgen después de caminar. ¿Queréis saber cuáles? Los confesaré entonces, aunque lo más seguro es que mañana sean otros…

SALENTO, AROMA A CAFÉ DE COLOMBIA JUNTO AL VALLE DE COCORA

Que tengo adoración por Colombia no es algo que sea precisamente novedoso. Son muchos los países en los que he tenido la suerte de estar pero no tantos los que han supuesto para mí un antes y un después. Es difícil de explicar, pero cuando crucé la frontera desde Ecuador para pasar a Colombia e iniciar una ruta de casi un mes por el país, me sentí exultante como pocas veces. Las expectativas eran altas, pero la realidad la superé en muchos de los rincones que conocí junto a la gente extraordinaria con la que me topé en el camino.

Vistas desde Salento (Colombia)

Uno de esos enclaves en los que aseguré que me gustaría venir a retirarme es Salento, en el Departamento del Quindío, dentro de lo que se conoce como Eje cafetero. Una temperatura excepcional, las montañas y los campos de café como decorado, en un pueblo no demasiado grande pero realmente animado, en el que la gente corriente es su mejor seña y por donde los viajeros se dejan caer en un goteo constante pero no asfixiante.

Casa de Salento

Alguna vez quisiera despertar sin fecha de caducidad en una de esas casas blancas con ventanas y puertas de vivos colores en los que el fondo no es otro que el rumor de las montañas, donde los paisas se mueven a caballo y la alegría se da por descontado. Y que a no demasiada distancia tiene el Valle de Cocora, con sus larguísimas palmas de cera y una variedad de tonalidades verdes imposibles de contar. Ese lugar capaz de inspirar todos los sueños del mundo y que, sin duda, es mi preferido en ese gran país llamado Colombia.

Valle de Cocora (Colombia)

Salento sería perfecto para mi retiro soñado. Donde perderme sería encontrarme…

CHAOUEN Y UN RETIRO VESTIDO DE AZUL

Una pequeña ciudad de casas azules, al abrigo de dos montañas, donde las calles juegan a ser un laberinto e intentar perderse toda una virtud. A Chaouen (también Chauen, Chefchauen o incluso Xauen) la descubrí en uno de mis varios viajes al Reino de Marruecos y no creo, ni mucho menos, que sea la única persona que ha confesado que éste sería un lugar ideal para ver pasar el tiempo y cabalgar a lomos de la vida de otra manera. De hecho escritores, pintores y bohemios se quedaron aquí a vivir, y no sólo atraídos por el humo del Kif que se cultiva en el Rif. La medina azul de Chaouen es un imán que atrae buenas historias que se cuelan por los callejones con tanta nitidez como lo hace la llamada a la oración desde cualquiera de sus mezquitas.

Foto de Chaouen (Marruecos)

En Chaouen me dejaría embaucar por un buen té a la menta, la sensación real de que las cosas cambian de forma mucho más lenta y, quizás, me dejaría extraviar mentalmente por otros pueblecitos que se dejan caer por las ondulaciones rifeñas. Allá donde el cielo es eternamente azul y se refleja sobre el empedrado, donde el espíritu de los caravasares todavía pervive como un almacén de la mejor artesanía marroquí. Ese es el Chaouen que quiero vivir.

UBUD, UNA FONDA ENTRE LOS ARROZALES DE BALI

He pensado muchas veces en la isla de Bali (Indonesia) como uno de mis retiros predilectos. Sueño con una casa pequeña y sencilla que quede a la vista de uno de los muchos arrozales que rodean ciudad de Ubud. Suficientemente alejada de los focos surferos de Kuta, que no dudaría en entregársela sin condiciones a los millones de turistas australianos que lo visitan, siempre queda Ubud como punto de partida al mundo esencial de una isla como ninguna otra. Iría en busca de la espiritualidad que invade todos sus rincones, en contemplar y ser parte de la tradicionalidad y la escapada definitiva del stress.

Arrozal en Ubud (Bali)

Para mí esa espiritualidad consistiría en encontrarme a mí mismo y trivializar ese puñado de cosas que no deberían apoderarse de lo verdaderamente importante. Templos, música balinesa, una comida deliciosa, volcanes y lagos teñidos de bruma matinal camuflando merus milenarios. En Bali los paisajes son un lienzo dibujado con la maestría de los grandes genios y esos puzzles en los que se cultiva el arroz ejercen una adicción casi hipnótica.

Templo en Ubud (Bali)

SCHILTACH, MI ESCONDITE PREFERIDO EN LA SELVA NEGRA

Hace varios años tuve la oportunidad de hacer un apasionante viaje a la Selva negra (Alemania) en lo que podían considerarse los primeros sorbos del invierno. A bordo de un Opel Astra de color gris conocí lugares maravillosos como Freiburgo, el lago Titisee, Triberg o el convento derruído de Allerheiligen en medio de unos bosques legendarios que los romanos denominaron en latín Silva nigra. El que fuera refugio de sus enemigos bárbaros del norte es uno de los mayores remansos de paz no sólo de Alemania sino del norte de Europa. Camino a la Schwarzwaldhochstrasse (carretera de la alta selva negra, 100% recomendable), hicimos una parada en Schiltach, una aldea con un casco histórico medieval que parece sacado de un cuento de los hermanos Grimm. Las casitas, abrazadas a montañas tapizadas por un bosque infinito, dejan al aire sus entramados de madera. El río Kinzig discurre por allí siendo testigo de una hermosísima estampa germana.

Schiltach (Selva negra, Alemania)

Schiltach es el típico pueblo alemán de postal, pero no demasiado conocido. Su mercado de alimentos de cada semana es una rutina fabulosa que no trastoca plan alguno. En la tierra de los relojes de cuco (que no es Suiza sino la Selva negra) el tiempo dejaría de existir y la quietud de los días se refugia en la languidez espesa y silenciosa de los árboles. Ideal para perderse y no saber nada de lo que sucede más allá de las montañas que uno tiene a la vista.

EL CHALTÉN, A LOS PIES DEL FITZ ROY

El Chaltén es el pueblo más joven de la República Argentina. Fundado en 1985 en los límites con Chile y dentro del Parque Nacional de los Glaciares (Patagonia), se ha convertido con todo mérito en la capital del trekking en el país sudamericano. Recibe los últimos coletazos de la cordillera de Los Andes,  y no es precisamente la peor parte. El monte Fitz-Roy, con una altitud de 3375 metros, es la imagen de bandera de uno de los más bellos de los mejores caprichos de la Naturaleza en aquellas tierras. A su lado está el imperturbable Cerro Torre, junto a una cresta rocosa que da abrigo a glaciares y lagunas cristalinas que forman un espectáculo glorioso. Estamos a apenas un trecho del Campo de Hielo Sur, que es hablar de palabras mayores.

Monte Fitz-Roy (El Chaltén, Argentina)

Durante mi viaje como mochilero en América de siete meses de duración, sin tenerlo previsto de antemano y dado lo que me habían contado en El Calafate (donde se encuentran el Perito Moreno y otras Catedrales de hielo), di el salto a El Chaltén. Y tengo que decir que desde ese pueblo de montaña de no más de 1000 habitantes practiqué el que probablemente ha sido el mejor senderismo que he hecho en mi vida. Un lugar silencioso, donde apenas internet no ha hecho más que empezar, con un telón de fondo magistral y la compañía de los cóndores arrebatándole protagonismo al mismo cielo. Y numerosas posibilidades para caminar en plena naturaleza, con la seguridad de que los ojos del puma te vigilan y el escurridizo huemul (un cérvido que vive en una zona muy pequeña entre Chile y Argentina que se encuentra en elevado peligro de extinción) pasa más cerca de lo que jamás hubieras pensado.

Laguna Cerro Torre (El Chaltén, Argentina)

Sin duda El Chaltén sería uno de esos lugares en los que me gustaría perderme durante un tiempo indefinido. Quien sabe si en una cabaña de madera donde observar la vida desde el punto de vista de una extraordinaria panorámica andina. Y, por qué no decirlo, en Argentina, un país que me apasiona. En Patagonia se dan los que probablemente sean los paisajes más sobrenaturales del mundo. Allá donde la naturaleza se escapa a la razón…

 El Chaltén (Argentina)

Estos son los destinos en los que a día de hoy no me importaría retirarme y desaparecer sin fecha de regreso. He escogido lugares fuera de España por el hecho de contar con ese factor tan atractivo que es la lejanía y el choque de vivir en otro país diferente. Pero eso no significa que no haya rincones españoles en los que haría lo propio (que no son pocos precisamente). Os prometo un «spanish edition» con el que complementar esta información. Y así cuando me retire algún día, tener opciones suficientes para elegir…

Sele

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19 Respuestas a “5 lugares del mundo donde me gustaría retirarme algún día”

  • […] ¿Sabéis de esas veces en las que tenéis un flechazo con un lugar y os dáis cuenta que está hecho para vosotr@s? Algo parecido nos ha sucedido con Luang Prabang, que nos hemos enamorado enseguida de la gente y de los espacios en los que conviven. Tanto que lo vemos como un destino perfecto para retirarse (a ver si proto lo incluyo en el reportaje sobre estos sitios donde perderse y olvidarse de todo por una temporada). […]

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