Crónica de un Weekend viajero muy british en Bath y Bristol

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Crónica de un Weekend viajero muy british en Bath y Bristol

Me gustan Inglaterra y sus clásicos. El té de las cinco, las cabinas de teléfono de color rojo, los pubs, la música pop-rock, caminar por pasillos enmoquetados,P1190515 las baked beans del desayuno, los callejones en penumbra donde sale solo el nombre de Jack el Destripador, la neblina nocturna, el pastel de zanahoria y lo solemnes y orgullosos que son los ingleses que se ven como continente y al resto de Europa como isla. Tan protocolarios en sus rutinas, tan excesivos en su tiempo libre… Viajar al Reino Unido implica sumergirse en ese mar de tópicos y permanecer inalterable al clima para vivir lo que me gusta denominar como una British Experience, es decir, absorber y participar en las peculiaridades del país situado al otro lado del Canal de la Mancha. Precisamente para ello nos juntamos un buen grupo de amigos viajeros, quienes nos decidimos por llevar a cabo un Weekend inolvidable en dos ciudades en las que ninguno habíamos estado. Bristol y, sobre todo, Bath, fueron el fondo de una bonita historia en la que unos locos unidos por una misma pasión compartimos 48 horas viajando sin parar.


Bristol (UK). De izquierda a derecha: David, Víctor el asturiano, Paula, Isaac, Eva, Víctor (Maka) y Alicia. En el suelo…yo

Grandes amigos y grandes destinos dentro de una aventura de bajo presupuesto. Bath es para mí la ciudad más bella que he conocido en Inglaterra, y Bristol un espacio que huele a grandes navieras que aprovecha sus viejos muelles para revitalizarse. En fín, Inglaterra, probablemente el país mejor comunicado de Europa tiene tantas sorpresas que hay que ir destapándolas poco a poco. En el relato de hoy lo hacemos en muy buena compañía.

QUIÉNES FABRICAMOS ESTE VIAJE DE FIN DE SEMANA A BATH Y BRISTOL

Aunque ya viene explicado en el post publicado una semana antes de irnos BATH & BRISTOL: A las puertas de un nuevo Weekend viajero repasaremos de nuevo a los miembros de este viaje para que queden todos correctamente situados.

+ Isaac: Autor de la una de mis webs de viajes preferidas,  viajes.chavetas.es, con el que mantengo contacto desde hace algo más de tres años y con quien comparto muchas coincidencias a la hora de viajar. Es un hermano para mí en este mundo de los viajes y los blogs. Junto a Paula, su novia, llegó a Inglaterra desde La Coruña, y antes de quedar con el grupo en Bath, se dieron una vueltecilla por Stonehenge y Salisbury. Nos conocimos personalmente en el mes de agosto en el Lago Sanabria.

+ Paula: La chica de Isaac es una chaveta de tomo y lomo que aporta simpatía, dulzura y, en ocasiones, cabeza a los viajes. Tiene muchas cosas en común con mi novia Rebeca y no es nada improbable que se terminen haciendo un viaje ellas juntas. Su acento gallego me encanta!!!!

+ Víctor (Maka): Este mostoleño afincado enVillamanta es uno de los mayores descubrimientos que particularmente me ha traído esto de navegar en la red y contar mis viajes. Le considero un buen amigo y su blog Mi patria son mis zapatos está entres mis webs de cabecera. Un año antes ya compartimos un viaje a tierras inglesas, más concretamente a la ciudad de Cambridge.

+ Eva: Si Víctor (Maka) es el Ying, ella es el Yang. Y viceversa. Eva es una viajera que se adapta a todas las circunstancias que le tocan e imprime carácter y seguridad a todo lo que hace. Si la patria de Víctor son sus zapatos, ella es quien ata fuerte los cordones para poder seguir caminando…juntos.

+ David: Es uno de los mejores amigos de Víctor y Eva. Vive ya hace tiempo en Inglaterra y conocía de antes tanto a Bath como a Bristol. Nos encontramos con él el sábado por la tarde en los jardines del Royal Crescent de Bath y se quedó con nosotros hasta el final.

+ Víctor (Astur): No sólo es un buen amigo de Gijón (y muy del Sporting) al que le da por poner últimamente el mundo a tus pies e incluso algo patas arriba, sino que sabe de sobra lo que es tener un viaje made in elrincondesele.com como el que hicimos una nochevieja en el Sur de Túnez. Participó en el encuentro de Cambridge del año pasado y puedo decir que no se pierde ni una. Es también de los que no se le va a caer nunca la casa encima. Su sentido del humor es clave para que un viaje salga bien. Ah… y nunca viaja sin su hilo dental (preguntadle).

+ Alicia: Para mí es otra de las confirmaciones de que en la red se encuentra a muy buena gente. La novia de Víctor (astur) ama los viajes tanto o más que al ímpetu de no querer perderse nada. Su bolso es una maleta. Uno puede bucear en él y encontrar siempre lo que necesita. En un viaje, Alicia, sería algo así como una navaja suiza. Siempre ayuda en todo!

+ Rebeca: Con la ilusión que tenía por venir a este viaje y una inoportuna lesión en el pie le impidió formar parte de la expedición final. Aunque bien es cierto que estuvo presente de mil formas en Inglaterra. Por eso mismo debía aparecer en el cartel que presidió la web la semana previa al viaje.

Salvo Isaac, Paula y David, todos tomamos nuestros respectivos vuelos a Bristol desde el Aeropuerto de Madrid-Barajas.

Aquí está la imagen de presentación de este Weekend viajero a Inglaterra que tuvo lugar entre el 18 y el 20 de marzo de 2011:

SITUAMOS EL ESCENARIO DE ESTE VIAJE

Bath, una belleza intemporal nacida con el Imperio Romano que sacó a la luz unas aguas milagrosas ideales para construir encima las Termas mejor conservadas que se conocen. Es la Inglaterra más sibarita y adinerada, el descanso victoriano en la campiña, entre tiendas de lujo y salones para tomar el té. En 1987 fue nombrada Patrimonio de la Humanidad. De hecho es la única ciudad inglesa que tiene tan honorable título..

Bristol, puerto de partida a las Américas y cuna de grandes descubridores. Tiene un cierto carácter industrial pero recientemente depertó de los nubarrones para venderse como una interesantísima alternativa de ocio en el sudoeste inglés. También es sede universitaria, por lo que ha recibido una transfusión de sangre joven que se nota en sus calles. Y en un día de Sol como el que tuvimos suerte de disfrutar, la algarabía era total. Fue la base para nuestro vuelo Easyjet procedente de Madrid.

Combinar ambas es posible en un fin de semana, ya que entre una y otra hay unos 30 kilómetros de diferencia.

Ahora sí… luces, cámara y acción!!

18 de marzo: Y LA NOCHE NOS ENCONTRÓ EN UN RUIDOSO PUB DE BATH

P1190398El vuelo de Easyjet Madrid-Bristol salía a las 20:50, por lo que no aparecí en el aeropuerto hasta una hora antes. Los primeros en llegar habían sido Víctor y Eva, aunque mientras fui a cambiar euros por libras aparecieron los asturianos, Alicia y Víctor, que acababan de venir de Gijón. La expedición de Madrid ya estaba lista y sorprendentemente despegamos con «puntualidad inglesa», algo inédito en los últimos diez o veinte vuelos que había tomado. Uno ya no sabe a lo que agarrarse cuando está acostumbrado a un mínimo de media hora dando vueltas por la pista…

Llegamos dos horas después a Bristol, aunque tuvimos que retrasar una hora los relojes para adecuarnos al GMT (Greenwich Mean Time) al que están sujetas las islas, por lo que en vez de las once pasamos a las diez. Alicia y Víctor se fueron a un hotel que habían reservado en las cercanías del aeropuerto mientras que los demás habíamos quedado con Isaac y Paula en un hostel en el propio Bath. Entonces surgieron las distintas posibilidades para viajar hasta nuestro campamento base durante el viaje.

VIAJE DEL AEROPUERTO DE BRISTOL A BATH

En transporte público es relativamente sencillo ir desde el Aeropuerto de Bristol hasta Bath. Primero hay que tomar un autobús lanzadera (Bristol Flyer) hasta la Estación de trenes de Bristol Temple Meads que tarda unos 20 minutos y que sale entre las 02:30 y las 00:45 cada cuarto de hora aproximadamente (precio: 6 libras ida, 10 ida y vuelta). Una vez en Temple Meads salen numerosos trenes hacia la Estación central de Bath (Bath Spa Station), bastante céntrica. Los precios oscilan en este caso en las 4 libras el billete de ida y no dura más de 20 minutos. Se pueden comprar los billetes en el día por separado, aunque si alguien quiere hacerlo con antelación no tiene más que entrar a la página web www.thetrainline.com/buytickets, y tenerlos ya en sus manos.

Aunque como era algo tarde y la periodicidad, sobre todo de los trenes, no era la mejor, nos decantamos en tomar un taxi a Bath reservándolo en la oficina que se encontraba en el aeropuerto. A esas horas el precio estaba fijado en 40 libras (obviamente a repartir entre los ocupantes), por lo que como el precio iba a ser bastance cercano al del bus+tren, preferimos ir en taxi y así reunirnos con nuestros amigos cuanto antes. Creo que a veces el tiempo también es dinero.

El trayecto total en taxi duró aproximadamente 30 minutos. El conductor nos dejó en la puerta del Belushi’s Bar en el número 9 de Green Street. Este pub era la clave, puesto que tenía que ver con el St Cristopher´s Inn Hostel de Bath. Tras superar la inquisitiva mirada de los puertas entramos con las mochilas hasta una de las mesas donde nos esperaban impacientemente Paula e Isaac, quienes se estaban tomando algo. Nos dimos un fuerte abrazo en medio de una música atronadora y de los aullidos de un británico enfrentándose al escenario en un karaoke. Pero, ¿es aquí el hostel? – nos preguntamos todos. La respuesta era obvia, sí que lo era. De hecho la recepción donde hicimos el check-in era parte de la barra del bar. No sabía si pedir un cubata o las llaves de la habitación.

Por otra puerta accederíamos a unas escaleras que nos llevaría a nuestra habitación compartida y mixta de 10 camas por la que habíamos pagado un precio de 34 libras las dos noches (desayuno básico incluido). Eso era lo mejor de todo, sobre todo en una ciudad donde alojarse es caro. Aunque tampoco fue un regalo, sobre todo, por estar encima de un pub que funcionaba hasta las tantas y en una de las calles más ruidosas de la ciudad. Pero, no voy a engañar a nadie, caigo como un tronco esté donde esté y el dormir no es lo principal de un viaje. ¿Acaso cúanto íbamos a estar en aquellas camas?

Salimos a dar una vueltecilla y tomar algo para salir del ruido del pub. Encima de nuestras cabezas teníamos un cielo completamente estrellado que auguraba un buen sábado tal y como habíamos leído en las previsiones meteorológicas. Aunque hasta que yo no viera el Sol con mis propios ojos no me iba a creer que fuéramos a tener tanta suerte. Empezamos a contarnos muchas cosas y, por supuesto, a dar rienda suelta a la sin hueso para hablar de lo «único», es decir, de viajar.

Dado que no habíamos cenado nos tomamos unas hamburguesas en un puestecillo callejero bastante concurrido a esas horas de la noche. Esperamos la cola ante las clásicas chicas inglesas que no entienden de frío y no dudan en ponerse sus faldas más cortas a pesar de no estar a más de 6 ó 7 grados. Una de ellas utilizaba su bolso para tapar su trasero en la medida de lo posible. Y probablemente eran las más discretas que vimos pasar aquella noche.

Aunque después del paseo y las hamburguesas terminamos recurriendo nuevamente al Belushi ´s pub, que era uno de los pocos que andaba abierto. Y a pesar del ruido y de que las zapatillas se nos quedaban pegadas al suelo, empezaron a rodar las pintas y demás bebidas que aderezaran nuestras primeras horas en Inglaterra. Ya empezamos a hablar de los proyectos viajeros relativamente cercanos de cada uno y a dar una vuelta completa al globo terráqueo. Algo que sería la tónica general para unos viajeros irreconciliables con la rutina.

Cerca de las dos de la mañana tuvimos a bien subimos a dormir en nuestra super habitación en la que ya habían dos o tres inmersos en el séptimo sueño. Dejamos todo listo, pusimos las alarmas para la mañana siguiente e hicimos lo posible por pasar la noche en el hostel más ruidoso del mundo mundial.

Aunque cuando terminó la música dio inicio la sesión de ronquidos de «cierto elemento» que fue el compositor de la banda sonora de las noches en este nuestro albergue juvenil. Un concierto a todo pulmón con los consiguientes chasquidos del personal y más de una almohada a punto de ser arrojada sin ningún rubor o vergüenza alguna.

Dulces sueños!

19 de marzo: BATH, UNA CIUDAD MUY BRITÁNICA

P1190408La larga noche en el pabellón cuarto del hostel tuvo su final con los primeros rayos de sol del día, momento en el que poco a poco nos fuimos desperazando para estar listos lo antes posible. A las nueve de la mañana queríamos ya estar funcionando plenamente y para eso hubo que movilizarse sin demasiadas demoras y bajar a desayunar al pub (o a lo que quedara de él). Eso quien saliera vivo de las duchas de agua hirviendo, que por momentos parecía lava volcánica, y no se quedara pegado en la moqueta de las escaleras. ¡Con qué buen talante nos fuimos arriba!

Aunque el desayuno venía incluido en el precio de la habitación, este era básico y apenas contaba con tostadas y leche. Pero por una libra y media más pudo convertirse en un verdadero English Classical Breakfast con huevos revueltos, bacon, judías estofadas en salsa, salchichas, morcilla y champiñones. La mayoría nos acogimos a esta bomba británica que se alojó en nuestros estómagos como la gasolina en el depósito de un coche. Con eso ya estábamos más que listos para zarpar por las calles de Bath.

PULTENEY BRIDGE Y LA RIBERA DEL RÍO AVON

P1190414El hostel si tenía algo bueno, esa era que estaba ubicado de forma inmejorable en el centro histórico de Bath, junto a las calles y monumentos más interesantes de la ciudad. De esa forma para nosotros fue el mejor punto de partida para comenzar a disfrutar de este lugar Patrimonio de la Humanidad, además, haciéndonos un día increíblemente bueno. No hubo más que abrir la puerta para salir a la avenida principal (High Street) y tener de fondo la Abadía de Bath, que es, de largo, el principal monumento religioso con que cuenta la city.

Pero como teníamos que esperar a Víctor y Alicia, los asturianos, que estaban de camino en el tren de Bristol, antes de entrar a ver las cosas, decidimos ir en primer lugar a la ribera del Río Avon para dar un paseo por allí. Ríos Avon hay lo menos cuatro en Inglaterra, por lo que para diferenciar a este de los demás, tengo que dejar claro que es el que va a morir al Atlántico en la ciudad portuaria de Bristol.

Son varios los puentes que superan las veloces aguas del Avon por Bath, aunque el más célebre de todos ellos es el Pulteney Bridge, construido en el último tercio del Siglo XVIII por el arquitecto escocés Robert Adam y que sirvió para unir la ciudad vieja con las tierras que había al otro lado del río (Bathwick) y que pertenecían a Ms Francis Pulteney, de ahí el nombre.

Cuenta con la particularidad de ser uno de los pocos puentes habitados (con casas y/o comercios) que hay en el mundo. En este caso podríamos considerarlo como la versión británica del Ponte Vecchio de Florencia o de Rialto en Venecia. Al menos todos coincidimos en encontrar dicho parecido, sobre todo con el primero.

En su interior pasa una carretera y hay desde una pastelería hasta algún que otro anticuario. Aunque si hubo algo que despertó totalmente nuestra atención fueP1190422 una tienda especializada en Mapas antiguos tanto del Reino Unido como de todo el mundo. A quienes nos gusta viajar tienden a volvernos locos los mapas. Y los que allí vimos eran una pasada, sobre todo los de mayor antigüedad (había del Siglo XVI). Cada uno de ellos venía con la datación, el correspondiente certificado de autenticidad y…su precio tan alto como cinco viajes como el que estábamos haciendo, en el mejor de los casos. Pero aunque no se compre nada vale la pena entrar unos minutos como si de un pequeño museo se tratara. Y mirar sí que es gratis.

Al término del puente bajamos por unas escaleras para recorrer el otro margen del río. En temporada alta salen barcos justo desde allí que hacen rutas turísticas o simplemente hacen de restaurantes flotantes en los que disfrutar de una buena comida o cena a bordo. Cuando nosotros fuimos no tenían nada montado, simplemente estaban amarradas algunas embarcaciones.

Hay un paseo realmente interesante al ras del Avon River, desde el cual nos fue posible tomar conciencia de Bath, que por el momento nos estaba encantando.

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Nunca creí ver en Inglaterra un cielo tan “bestialmente azul” y ahí lo teníamos. Según los ingleses aquel estaba siendo el mejor fin de semana en meses, probablemente desde que finalizara el verano. Resulta chocante estar en Reino Unido y no tener como techo las nubes, tan a juego siempre con la piedra de las ciudades. Sin duda, lo nuestro había sido suerte.

LA ABADÍA DE BATH Y SUS ALEDAÑOS

Nuestros amigos Ali y Víctor llamaron diciéndonos que ya estaba a punto de llegar. Concretamos un punto de encuentro, la oficina de turismo que está junto a la Abadía de Bath (en York Street), y tranquilamente fuimos yendo hacia allí mientras ellos, por su parte, recorrían la distancia entre la Estación de Trenes de Bath Spa y el grandioso templo cristiano.

P1190438Como cuando llegamos no estaban todavía, nos entretuvimos unos minutos más callejeando por los cuartos traseros de la Abadía, de York Street hacia abajo. Allí creo se situá la parte más encantadora y a la vez más “dulce” de la ciudad. Porque en muy pocos metros hay una tienda de chocolates y otra de caramelos y piruletas con una variedad que no había visto hasta el momento. Por mucho english breakfast que hubiésemos disfrutado apenas un rato antes, no hubo quien dijera que no a una chuchería matutina.

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Por la zona también se encuentra Sally Lunn´s, que es la casa más antigua de Bath, la misma que desde hace más de 300 años ha sido la panadería por excelencia de Bath.  Sally Lunn fue una refugiada francesa que llegó a la ciudad y fundó una panadería en la que que se hizo famosa por hacer unos panecillos deliciosos conocidos como Sally Lunn Bunn. Hoy día se conserva la cocina prácticamente intacta como museo y se puede comer, cenar o simplemente tomar un té en el restaurante alojado en el interior de la casa. Y quien quiera aún puede probar el Sally Lunn Bunn con la receta original que se ha utilizado en los últimos tres siglos.

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Ya digo que esta parte de la ciudad, de callejones estrechos, tiendas la mar de curiosas y salones de té típicos, nos dejó muy buenas sensaciones a todos. Bath nos estaba gustando y aún no habíamos visto nada…

Recibimos una llamada de Víctor y supimos que en vez de esperarnos en la oficina de turismo los dos estaban en el interior de la Abadía. Nos dirigimos entonces a la puerta de acceso a esta joya anglicana perteneciente al estilo conocido como «Gótico perpendicular» por la utilización excesiva de las líneas y los espacios rectos y profundos. De hecho es uno de los mejores ejemplos que se pueden observar en todo el Reino Unido.

A pesar de que su fundación como monasterio corresponde del Siglo VII, las formas actuales datan del Siglo XII con retoques posteriores debidos a diversos saqueos y desmantelamientos. Cualquiera de las caras de su fachada son magníficas, pero es quizás la oeste (West Gate), con una vidriera inmensa, mi preferida junto a la que se percibe desde los Baños romanos. Aunque esa parte ya la veremos más adelante.

Accedimos al interior de esta abadía dedicada a los santos Pedro y Pablo de forma totalmente gratuita (tan sólo hay una persona que recoge donaciones) y el grupo aumentó convirtiéndonos en siete. ¡Juntos por fín! Sólo faltaba David que llegaría por la tarde. Mientras tanto, como niños buenos, nos dedicamos a realizar una visita exhaustiva al templo. Aunque antes había que posar para la foto…

La Abadía de Bath es deslumbrante, está llena de luz, atraída por la gran cantidad de vidrieras que posee en todos sus lados y que imprimen mucha vida en días tan soleados como el que estábamos disfrutando. Sus dimensiones son igualmente destacables, superando a la de muchas de las catedrales del continente.

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Un elemento muy propio de las construcciones del gótico perpendicular en Inglaterra es la presencia de la Bóveda de Abanico, que se caracteriza precisamenteP1190462 porque sus nervios se expanden como las varillas de un abanico o como las ramas de una palmera. Algo que ya pudimos ver en el King´s College de Cambridge y que, sin duda, es una de las señas de identidad de la Abadía de Bath. Una de las mejores maneras de apreciar el arte del monumento está en no quitar la mirada de los techos abovedados (hay algún que otro espejo con el que poder hacer esto tranquilamente y no terminar con tortículis) y disfrutar de los mismos, que son espectaculares.

Asímismo las vidrieras merecen bastante la pena, puesto que son como grandes libros religiosos e históricos que se han escrito en grandes cristaleras a través de personajes representados en coloridas figuras.

Ya he dicho que la entrada a la Abadía es gratuita, pero no así la subida a la Torre del Reloj, que tiene un coste de 5 libras por persona. Nos hicimos con los tickets en la tienda que tenía el propio templo y esperamos a que unos chavalillos, que eran menores de edad (debían ser monaguillos), hicieran las respectivas presentaciones y resumieran lo que íbamos a ver a continuación. Y es que la subida a la Clock Tower, a diferencia de otras torres de iglesias y catedrales que haya podido visitar alguna vez, es guiada y de unos 50 minutos de duración. Porque entre medias se van accediendo a distintas dependencias que explican la catedral, el funcionamiento de las campanas e incluso puedes llegar a tocar prácticamente las manecillas del reloj.

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La visita creo que se nos hizo larga a todos porque, al fin y al cabo, lo que queríamos era subir a lo más alto y disfrutar de las vistas panorámicas que se alcanzan desde la torre. Aunque los comentarios cachondos de Víctor el asturiano (no políticamente correctos) nos aligeraron bastante el camino. Pero el premio gordo estaba arriba…

Porque sí merecieron la pena las 5 libras y las  infinitas explicaciones en inglés de los monaguillos, que hablaban a toda velocidad, para después disfrutar del horizonte soleado de Bath desde todos los ángulos.

Muchos de los lugares por los que pasaríamos más adelante se encontraban diáfanos en nuestro campo de visión 360 grados. Como por ejemplo los Baños romanos, el humeante Bath Spa (que es el único en el que te puedes bañar), el Royal Crescent y, por supuesto, la verde campiña que se alejaba de la ciudad de piedra desgastada.

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Cuando nos marchábamos y los monaguillos no miraban, nos subimos a los tejados de metal como si fuéramos gatos. No maullamos a la luna (en este caso al Sol) pero poco nos faltó. Creo que eso de ir en grupo a uno le hace ser un poco más travieso, ¿no es así?

LOS BAÑOS ROMANOS

De la salida de la Abadía apareció una larga fila de personas posicionadas para entrar a los Baños Romanos, que están prácticamente anexos a la misma. NosP1190500 unimos a esta cola, ya que era el objetivo siguiente dentro nuestra ruta. Y probablemente el principal. Al ser el monumento más visitado de Bath (y en el top ten del Reino Unido) estaban permitiendo la entrada a la vez a un número determinado de personas, por lo que era normal que hubiera parones con objeto de descongestionar un poco el interior de las termas. Nos tocó esperar no más de diez minutos al sol, escuchando la música callejera y la algarabía de gente queP1190499 ese sábado asediaba el centro de la ciudad. Muy pronto la fila se movió hasta vernos todos frente al mostrador solicitando nuestros respectivos tickets de entrada. El precio normal de los mismos (audioguía incluida) era de 12 libras, aunque rapiñamos como es Ley para conseguir los descuentos de estudiantes (entrada a 10,50 libras), que no era mucho pero que daba para una cerveza después. Cierto es que todos y cada uno de nosotros dejamos las aulas hace ya unos cuantos años pero la experiencia en Europa nos dice que cuelan toda clase de carnets. Sólo digo que Isaac logró descuento con su carnet de conducir y no recuerdo quién exactamente, pero hubo otra persona que pasó con la tarjeta de fichar de su trabajo. A partir de ese momento comenzó nuestra visita a uno de los lugares más impresionantes que hemos visto la mayoría de nosotros en Inglaterra.

El nacimiento de Bath no tiene que ver mucho con el de la mayoría de las ciudades del mundo. En su nombre (Bath significa “baño” en inglés) está su Origen, su Historia y su Futuro. La “culpa” es de las aguas de lluvia provenientes de unas colinas cercanas que se filtran en subsuelo calizo y se sobrecalientan, las cuales son poseedoras de propiedades curativas. Algo que supo ver el pueblo celta hace miles de años, levantando un santuario dedicado a la Diosa Sulis. Cuando los romanos colonizaron las islas británicas y llegaron a estas tierras, completaron el trabajo iniciado por las celtas mediante la construcción de unas Termas grandiosas donde pudieran aprovechar mejor los beneficios de tan ricos manantiales. Ya se sabe que Roma siempre fue muy amiga de que todas sus ciudades dispusieran de Baños, aunque no siempre tuvieron la suerte de que las aguas fueran termales. El pueblo, por ello, recibió el nombre de Aquae Sulis (Las aguas de Sulis) y a partir de ahí la que sería llamada Bath en la Edad Media, estaría siempre vinculada a sus aguas.

P1190504Las termas romanas sufrieron distintas alteraciones por los añadidos arquitectónicos posteriores, que se fueron adecuando a los de la propia ciudad. En el Siglo XIX y principios del XX Bath se convirtió en un retiro de lujo para los ingleses más ricos que pasaban largas temporadas al refugio de los manantiales. Creció como el balneario de la época victoriana que atrajo un turismo anglosajón de élite provocando un cambio en la fisonomía de la ciudad que nos acerca mucho a la que podemos ver actualmente. Los Baños clásicos siguieron utilizándose con la nueva mezcla de estilos sustentados por las bases romanas. Y hoy permanecen abiertos al público para visitar las instalaciones y su museo (aunque uno no puede darse un bañito ahí dentro).

Los Baños romanos de Bath son probablemente los mejor conservados del mundo fuera de la Península Itálica, aunque se le reconoce un cierto aire decimonónico debido a las reformas posteriores. Son romanos…y muy ingleses, y de ahí que no se parezcan a ningún otro de los que se expanden en los vastos territorios del Imperio.

Las esculturas romanas de Emperadores y Gobernantes de Britania vigilan los baños desde sus pedestales de piedra. Algunas incluso permanecen erguidas sin quitarle ojo a la Abadía, que desde ese lado se muestra aún más bella.

Esta es precisamente la foto más repetida en postales y láminas de Bath, que logar unir en mismo espacio a los Baños con la Abadía. Dos etapas de la Historia que ha podido fusionar el objetivo de la cámara.

En planta superior de las termas nos dispersamos todos para recorrer las instalaciones, que son bastante amplias. Siguiendo la audioguía al detalle, cosa que no me gusta hacer, la visita puede llegar a las dos horas. No siendo demasiado exhaustivos hay que echarle como mínimo una hora para ir sin prisas y tomar las fotografías que hagan falta.

Tengo que reconocer que está todo muy bien montado. La ruta que se puede realizar en las termas me pareció muy interesante, con reconstrucciones parciales de un templo y de otros edificios de la época, o con las muestras de cómo fueron éstos dos mil antes a través de distintas pantallas de televisión. En las últimas décadas los arqueólogos rescataron numerosos objetos entre las ruinas gracias a las cuales podemos conocer con bastante exactitud cómo se desarrolló la vida en Aquae Sulis.

P1190525Entre el frigidarium (baños de agua fría), tepidarium (baños de agua templada) y el caldarium (baños de agua caliente) uno realiza un viaje a las islas británicas durante el Imperio Romano y se va encontrando templos, estatuas, monedas,P1190526 columnas, cimientos e incluso un esqueleto de alguien que fue allí enterrado. Es un ejemplo de la presencia no tan corta como parece de Roma en el actual Reino Unido. Siempre se destaca su paso en la Galia o en Hispania, pero en ocasiones se obvia que también cruzaron el Canal de la Mancha y que influyeron lo suficiente en el devenir de un país que no nació precisamente con el Rey Arturo, ni mucho menos con la Reina Victoria.

Isaac, Paula y yo nos juntamos en la salida. Mientras esperábamos a que los demás terminaran su visita a los Baños Romanos nos fuimos a dar una vuelta por los alrededores (y a comernos un perrito caliente) en los que no cabía un alfiler. El mejor sábado en meses hizo que la gente se volcara en exceso a pasarlo en la calle. Y con los exagerados que son los ingleses cada vez que ven el Sol, había quien pretendía tomar color en tan sólo unas horas.

Sin duda el ambiente callejero de Bath me pareció de lo más animado que había visto fuera de Londres. No sé si era por el día, porque Bath lo visita muchísima gente o porque estábamos en el fin de semana en que se celebraba San Patrick. Probablemente fuera a causa de las tres. Razones contundentes para mostrarnos una ciudad absolutamente viva y realmente bonita para ver y disfrutar.

COMIDA CONTUNDENTE EN LA CABEZA DEL SARRACENO

Nos volvimos todos a juntar y durante un rato estuvimos callejeando, mirando tiendas, asomándonos a una pastelería a ver cómo enseñaban a las señoras a hacer chocolate… en fín, sumergiéndonos en Bath y abriendo boca antes de ir a comer.

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Buscamos un pub clásico inglés donde poder estar sentados tranquilamente. A todos nos seducía la idea de un lugar típico, rehusando cualquier otra posibilidad. Y nuestros deseos se cumplieron en un local que quedaba justo enfrente del hostel (ver mapa) y que respondía al nombre de Saracen´s Head (La cabeza del Sarraceno). Era un pub grande con su colección de cervezas, su público armando bulla ante el partido de Rugby del Seis Naciones que ponían en televisión y buenos platos a un precio asequible (comimos por aproximadamente 12 libras por persona).

La situación en el pub, con el rugby, el tipo de comida que probamos y el excelente ambiente entre nosotros me llevó a recordar una vez más el weekend viajero en Cambridge de hacía justo un año. Con la salvedad de que en Bath no nos llovió una gota y que cambiaban algunas de las caras. Pero era el mismo buen rollo, la misma ilusión por parte de todos los que allí estábamos y hasta la tardanza en servirnos los platos y en alargar la sobremesa por nuestra parte. Es lo que tiene viajar con gente que tiene la misma pasión que tú.

Pero aún nos quedaban un par de horas de luz y tampoco había que demorar demasiado la marcha. Ya tendríamos más tiempo cuando se hiciera de noche.

LA CIUDAD DE LAS TIENDAS CURIOSAS

Cuando terminamos de comer nos fuimos «buscando el norte» (literal) porque queríamos ir hacia el Royal Crescent, que es donde nos juntaríamos con el último viajero, David. Y lo hicimos utilizando calles no tan concurridas pero igualmente interesantes en los que en cada detalle hay algo que llama la atención. Personalmente algo que me atrajo mucho fue la cantidad de tiendas curiosas que vimos en Bath. Más que curiosas debería decir que tenían un grado de especialización asombroso que se explica por ser ésta una ciudad bastante pudiente en los que no parece tan arriesgado continuar con la tradición familiar. Por ejemplo me viene a la cabeza una tienda en la que vendían únicamente Ositos Teddy de peluche, otra de muñecas, la de los mapas antiguos de Pulteney Bridge, una de butacas victorianas, otra de mantelerías, o una sombrerería que tenían las típicas pamelas que lucen las damas inglesas que van a las carreras de caballos.

De éstas no sólo me atraía que estuvieran dedicadas plenamente a una sola cosa sino también la delicadeza, el orden y la limpieza con la que estaba todo dispuesto. En Bath da la impresión que todas las tiendas son museos y los salones de té una habitación más del Palacio de Buckingham (Londres). Consiguen tener el efecto de los anticuarios, en los que la gente habla bajito cuando entra a ellos, como si se fuesen a romper las cosas por la voz.

THE CIRCUS

P1190544Gay Street, en cuyo número 25 vivió la escritora Jane Austen (Sentido y Sensibilidad, Orgullo y Prejuicio o Emma) y que tiene su museo en el número 40, nos llevó a iniciar un tramo conocido por ser uno de los mejores ejemplos de arquitectura georgiana que hay en Inglaterra: La propia Gay Street, The Circus y, sobre todo, The Royal Crescent. Con georgiano se hace referencia a un estilo surgido entre 1740 y 1820 (en el que hubo cuatro monarcas llamados «George») que se olvida del barroco de Wren y compañía e invoca a un neoclasicismo basado en los valores renacentistas de artistas italianos de la talla de Andrea Palladio, todo un referente siglos después de su muerte.

The Circus hace referencia a una serie de bloques levantados en una plaza absolutamente redonda por dos arquitectos, John Wood padre y John Wood hijo (1754-1768), teniendo al Coliseo de Roma como modelo. Columnas dóricas o corintias y frisos clásicos decoran estas estructuras clásicas de piedra que se desgasta en tonos que van entre el amarillo y el gris.

La solemnidad y elegancia de la plaza está en cada ventana, cada teja y cada farola color negro que se retuece hacia abajo. En el centro un jardín con árboles recarga de vegetación el espacio interior que queda en este anillo de edificios conocido como «Circus», palabra con origen latina, como muchas que se hicieron un hueco en la lengua anglosajona.

Nuestro camino proseguía con bastante cachondeo por parte del personal, que no quería perderse salir en la foto. A esas horas le calculo que entre unos y otros llevaríamos más de trescientas.

THE ROYAL CRESCENT

Y por último, siguiendo el brazo izquierdo de The Circus nos dió un empujoncito hasta la que definitivamente se considera la Obra Maestra de la Arquitectura Georgiana, el Royal Crescent. En este caso el autor es John Wood hijo, una vez terminada la célebre rotonda que hizo con su padre. Aunque en vez de un círculo dispuso los edificios, también clásicos con columnas jónicas, en una gigantesca elipse.

Este conjunto urbanístico sobresaliente de finales del Siglo XVIII abraza una enorme pradera que ya se ha convertido en un parque referencia para ingleses y turistas que, en días buenos como el que estábamos teniendo, no dudan en tumbarse sobre la hierba. De hecho nosotros mismos no tardamos en hacerlo.

En estas estábamos que recordamos una promesa que le habíamos hecho a Rocío, una lectora de Cartagena, muy amiga de nuestros respectivos blogs. Días antes del viaje pidió que nos hiciéramos una fotografía de todos juntos saltando en algún lugar emblemático. Y por ella vino este salto recogido a cámara lenta…


Flexionando…


…y en el aire!!

Hicieron falta varias pruebas porque no salía la foto deseada, pero creo que al final terminamos dando en el clavo con una que nos gustó a todos. Salvo algún rezagado (véase Víctor el astur) que siempre le pillaba la foto tocando suelo. Muy diferente del salto tipo Matrix de Eva o Alicia.

QUÉ VÍDEO MÁS FRIKI!!

Aunque aún quisimos rizar el rizo mucho más que con unos saltitos. Dado que cuando los Chavetas, Rebeca y yo estuvimos pasando un fin de semana en el Lago Sanabria hicimos un vídeo super friki haciendo que nos encontrábamos dentro de un sueño, en este viaje teníamos en mente hacer una segunda parte en la que aparecieran además los dos Víctor. La idea era que Isaac y yo nos encontráramos como si nada y empezásemos a charlar. Víctor (Maka) tenía que venir descalzo preguntando por sus zapatos (ya sabéis que su blog se llama Mi patria son mis zapatos) utilizando un inglés desastroso (eso sí que no es ficción) y entonces aparecería Víctor el asturiano sosteniendo sus zapatillas devolviéndolas a su dueño haciendo una mención a su blog  El mundo a tus pies. Queríamos hacer un vídeo gracioso, que quedara suficientemente divertido. Y así fue. Demasiado diría yo. Por eso en vez del vídeo buscado hemos visto conveniente compartir con todos vosotros directamente la «Toma Falsa», que es mucho mejor. Esta rocambolesca escena terminó a carcajada limpia…

¿Estáis seguros de querer ver el vídeo? ¿En serio? Pues antes de que os arrepintáis pulsad al play. Y que quede claro que estas imágenes pueden herir vuestra sensibilidad (que no vuestro sentido del humor).

De Premio Oscar, ¿verdad? Otra cosa no, pero lo que nos pudimos reir esa tarde, al día siguiente, al otro…

NO ES SERIO ESTE CEMENTERIO…

En medio de toda esta locura apareció por fín David, el gran amigo de la pareja Víctor-Eva. En ese momento sí se puede decir que estábamos todos y que no iba a haber más incorporaciones. A David había tenido la oportunidad de conocerle aproximadamente un año antes tomando algo en una cervecería de Móstoles. En dicha ocasión recuerdo que hablamos de su gran sueño, que era irse a vivir algún día a Australia. Aunque antes quería darle fuerte al inglés y buscarse la vida en Inglaterra. Y allí le encontramos, bastante contento y confiado en que más pronto que tarde terminará consiguiendo sus objetivos.

David conocía tanto Bath como Bristol, pero quiso formar parte de este weekend con el que, al menos por unas horas, se sentiría como en su casa. Fue nuestro cicerone y nos llevó de vuelta al centro, que hervía antes de que las tiendas echaran el cierre.

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Pero más interesante fue cuando nos llevó al otro lado del Pulteney Bridge, a una zona residencial con más aspecto de pueblo que de ciudad, que tenía mansiones victorianas de esas que sugieren una peli de misterio en el que el asesino es el mayordomo o que hay un fantasma en el sótano.

Seguimos la estela misteriosa en un viejo cementerio con las lápidas cubiertas de musgo y una iglesia en ruinas bastante sugerente. Al igual que las casas, era muy de película. La imaginación se ocupaba de oscurecer el cielo y ponerle una ligera capa de niebla para montar un particular “Historias de la cripta”.

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Isaac, Victor (Maka) y yo somos muy aficionados a las historias de terror, y en este viaje planteamos en serio hacer juntos alguna que otra escapada a algún lugar abandonado de esos en los que dicen que “ocurren cosas” para pasar “un poco” de miedo. Víctor y yo ya tuvimos una noche de acampada en Ochate, un pueblo en ruinas considerado maldito que está dentro del Condado de Treviño. ¿Quién sabe dónde será la siguiente? Porque la habrá seguro…

BIRRAS Y FÚTBOL EN LA NOCHE DE BATH

La noche nos alcanzó, no en el cementerio, sino más adelante, estando ya realmente cerca del hostel. En el mes de marzo oscurece en Inglaterra aproximadamente a las seis de la tarde. Aún entrábamos dentro de lo que se conoce como “la hora del té”, a la vista del llenazo que había en las cafeterías.

Terminamos entrando en una pastelería que tenía varias mesas donde nos tomamos tés, cafés y chocolates con algún postre “británico” del tipo pastel de zanahoria. Llevábamos buena caminata encima y fue lo mejor para dar calor a una noche en la que estaba empezando a hacer frío.

Víctor y Alicia volvieron a su hotel de Bristol, ciudad en la que coincidiríamos a la mañana siguiente. El resto fuimos al hostel para que David dejara sus cosas, ya que había reservado en nuestra super-habitación compartida.

Más entrada la noche enfocamos nuestros esfuerzos en buscar un pub donde echaran el partido de fútbol Atlético de Madrid – Real Madrid, el derby madrileño por excelencia. Pero pinchamos en hueso duro con la retransmisión de la última jornada del Seis Naciones de Rugby. Como máximo podíamos aspirar a ver la segunda parte, cuando finalizara el Gales – Francia. Así que resignados nos dirigimos a “nuestro pub” en Bath, el Saracen´s Head donde habíamos ido a comer horas antes.

Allí comenzó la recolección de pintas (y refrescos para los no cerveceros) frente a un pantallón gigante en el que unos cuantos hooligans del rugby animaban el cotarro de un juego del que me reconozco un perfecto desconocedor.

Y cuando terminó el Gales-Francia pudimos seguir el partido, convirtiendo el pub en un bar cualquiera de España. Acabé sin uñas ante un partido sufrido, sobre todo en el segundo tiempo, pero es que de este deporte y de mi equipo, el Real Madrid, sí que soy un verdadero apasionado.

La cabeza del Sarraceno vio cómo moría el sábado y nos íbamos retirando a nuestros “aposentos” en los que nos esperaba una buena sesión de ronquidos (y lo que no eran ronquidos), pero que ya formaban parte de nuestra historia de fin de semana en Bath. Bristol ya quedaría para el domingo…

20 de marzo: BRISTOL, EL PUERTO QUE COMERCIÓ CON ESCLAVOS

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Ni los ronquidos ni la elevada densidad de gas metano generado durante la noche pudieron evitar nos moviésemos de la cama. El individuo “roncador” de cuyo nombre no quiero acordarme fue tan sólo amonestado con un grito en la noche que pidió con cierto fervor se le diera muerte. Aunque con cariño y sin ninguna acritud…

Por lo demás nos fuimos levantando pausadamente. Primero las chicas y después los chicos. Fue una movilización rápida que nos emplazó a todos a encontrarnos en el pub de abajo para tomar juntos otro English breakfast y estar listos para marchar no más tarde de las nueve de la mañana.

No salían trenes a Bristol esa mañana. Los ferrocarriles en Inglaterra funcionan a medias, o no funcionan directamente, en las líneas menos importantes cuando es domingo. Por lo que o bien nos subíamos a un autobús con el que teníamos que esperar tres cuartos de hora a que saliera sumado otros tres cuartos de hora de camino, o bien recurríamos nuevamente a un taxi con el que estaríamos en la Estación Central de Bristol Temple Meads en apenas treinta minutos. Escogimos finalmente la segunda opción por un precio total negociado de 30 libras (a repartir entre todos los ocupantes). Nuestra estancia en Bristol no iba a ser demasiado larga (el avión de vuelta era más pronto de lo normal en un weekend viajero, a las 16:50 h.) como para entretenernos tanto en llegar desde Bath.

El taxista, bastante campechano y sorprendido por el sol de todo el fin de semana, nos dejó en Temple Meads, una de las Estaciones de tren más curiosas y bonitas que he visto por Europa. Y es que mirando su fachada del Siglo XIX todos dudábamos si se trataba realmente de una estación, una abadía o un palacete de la campiña inglesa.

IGLESIA ST MARY REDCLIFFE: EL FARO DE BRISTOL

Había un paseo de aproximadamente 15 minutos al centro, aunque a medio camino teníamos la iglesia más hermosa de Bristol, por encima de la Catedral, el templo anglicano de St Mary Redcliffe (S. XIII y XV). En este lugar nos reunimos ya todos y sirvió para iniciar la visita a esta ciudad portuaria.

Para la Reina Isabel I la de St Mary Redcliffe era la iglesia “más bonita, más buena y más famosa de Inglaterra”. Y aunque uno puede no estar de acuerdo (a mí las que más me gustan son las de Salisbury y Ely) del todo, hay que reconocer que está muy cerca de no exagerar demasiado. La aguja de la torre del campanario está igualmente entre las tres más grandes del país, y cuesta decir si el tamaño del edificio es mayor que el de la catedral o están a la par. Sea como fuere, los marineros que regresaban de sus travesías, lo primero que veían era la torre de St Mary Redcliffe y rezaban dando gracias por estar sanos y salvos.

Entramos en plena ceremonia religiosa y una señora nos pidió sentarnos en los bancos para aguantar en silencio a que esta terminase y pudiésemos después visitarla tranquilamente. Nos pasó incluso información escrita en castellano sobre la Catedral para que fuésemos enterándonos de su historia y su arquitectura. Entre los cantos del coro y los feligreses, la música de los magníficos órganos y la voz grave del cura, nos vimos envueltos entre la solemnidad y el protocolo de una multitudinaria misa inglesa.

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Ya terminada la misa los asistentes se quedaron en la entrada tomando un caldo caliente y unas pastitas. Y nosotros aprovechamos para hacer una breve visita al templo del que me quedé con su maravillosa bóveda de crucería.

El órgano, con los tubos muy gruesos, no secundó la finalización de la ceremonia, y continuó sonando mientras nosotros observamos tocar con pasión al organista. Algo que no suele ser muy común debido a que los puestos de los músicos no suelen estar tan entre la gente. Muy al contrario, suelen estar ocultos en plantas superiores de las iglesias o catedrales.

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EL RÍO AVON COMO INICIO Y FIN DEL COMERCIO CON EL NUEVO MUNDO

Cruzamos uno de los muchos puentes que pasaban por encima del río Avon, y se nos mostró una Bristol más moderna. Me recordó a Bilbao, que en los últimos años ha convertido a sus viejos y grises muelles en un espacio dedicado por entero a los ciudadanos. Y eso es precisamente lo que le está ocurriendo a la metrópolis inglesa.

Hay una “ciudad vieja” de Bristol, pero ésta no es apenas perceptible para el viajero. Son ciertos puntos fijos como Queen Square y sus alrededores o la Catedral, las que marcan las distancias entre la Bristol más antigua y la ciudad industrial.

La Catedral precisamente parece ser un punto aislado salvo por el  rostro serio y atemorizador de la Reina Victoria (qué raro es verla sonreir a la mujer) de pie en su pedestal.

Aunque bastaron las risas de quienes nos lo estábamos pasando de maravilla para dar un poco más de alegría al monumento gótico fundado en el año 1140 que parecía un barco a punto de zarpar.

Entramos a la catedral aprovechando que no había misa como en la anterior iglesia, aunque reconozco le echamos un vistazo más rápido de lo normal, quizás porque el día estaba pidiendo estar en la calle.

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P1190642Bajamos al último tramo del Río Avon que poco necesitaba desembocar en el Océano y que había alcanzado mucha más anchura que cuando lo habíamos visto el sábado en Bath. Toda esta parte es un puerto hasta el Atlántico a tenor de las embarcaciones en ambos márgenes, las grúas y las numerosas fábricas nacidas incluso antes de la Revolución industrial y que se estaban reconvirtiendo en museos, galerías o restaurantes. El lavado de cara en Bristol se aprecia en cuanto uno le echa un vistazo a fotos de más de una década.

Mucha gente desconoce que el Puerto de Bristol fue un lugar esencial para el comercio con esclavos. Formó parte de un triángulo muy peculiar que trajo mucha riqueza a la región, aunque no fuera de una manera demasiado lícita. De la ciudad inglesa partían miles de barcos hacia África con productos manufacturados para intercambiarlos por esclavos, que a su vez los llevaban a la zona Caribe y los vendían a los dueños de las mayores azucareras de América, quienes a su vez pagaban con cargamentos de azúcar que regresaban a Bristol y que compraban los comerciantes con dinero y con más productos que se terminarían llevando a África en un bucle interminable. Se calcula que fueron más de medio millón los esclavos que fueron llevados al nuevo continente a través de esta tenebrosa ruta marítima Bristol – África – Caribe – Bristol.

Hoy la imagen de Bristol permanece muy alejada de quienes se hicieron sumamente ricos a costa del sufrimiento humano y pesa más su Universidad y todo lo que tiene que ofrecer en cuanto a ocio se refiere. El ambiente que había en las calles, sobre todo juvenil, me pareció de lo mejor de la ciudad.

Y por lo que se ve en la foto, a las chicas les parecía igual…

El grupo se separó durante un rato. Unos fueron a Brandon Hill, la colina en la que permanece la torre John Cabot y desde la cual hay muy buenas vistas de toda la ciudad, y otros nos dirigimos lentamente hacia Queen Square. La torre John Cabot estaba en obras y no era el mejor día para subir, por eso unos cuantos decidimos ir a otra parte. El nombre de Cabot está presente en cualquier historia que se lea de Bristol. En realidad su nombre es Giovanni Caboto, pero los ingleses lo han adaptado a su idioma. Este hombre fue un explorador italiano que con los fondos del Rey Enrique VII se convirtió en el primer europeo (si no contamos a los vikingos) del que se tiene constancia que llegó a Norteamérica, más concretamente a Canadá. A bordo del barco Matthew´s emuló lo que Colón había hecho para ver y tocar tierra en la Isla de Terranova (1496) y otras de alrededor. Razón por la cual el navegante es el gran ídolo de la ciudad y haya una réplica exacta de la embarcación con que viajó en el margen derecho del Río Avon.

Los chavetas, Víctor (Maka) y yo mientras tanto nos fuimos a Queen Square, una plaza ajardinada del principios del XVIII rodeada de los edificios más interesantes de Bristol y en cuyo centro se ubica la estatua ecuestre del Rey Guillermo III, un monarca holandés que procedía de la Casa Orange y que gobernó a ingleses y holandeses entre 1689 y 1702. Es una de las zonas urbanísticas más antiguas que se conservan de la ciudad y además, dentro de esta plaza que forma un cuadrado perfecto, suele acudir mucha gente a pasear o incluso a tomar el sol en uno de los pocos días que le de por salir y mande a las nubes a tomar vientos.

Y la casualidad nos hizo encontrar en una de las salidas de Queen Square el mejor pub que creo he visto nunca en Inglaterra, el King William Ale House (ver mapa de situación). Esta es una casa de 1670 que funciona como local y que ya desde fuera llama poderosamente la atención por recordar a las clásicas tabernas medievales donde la gente dejaba sus caballos atados fuera.

Por dentro es posible sentarse junto a una chimenea y tomar una de las miles de cervezas que tienen en la carta, además de comer a buen precio. Cuando los demás terminaron su incursión a Brandon Hill vinieron aquí para reunirnos todos por última vez junto al fuego. La última hora la pasamos aquí dejando sobre la mesa las conclusiones de un viaje en el que lo habíamos pasado de maravilla. La lástima fue que Rebeca no pudo compartirlo con nosotros, pero como no será el único weekend viajero que preparemos, ya habrá más oportunidades de seguir disfrutando un grupo con una espléndida sintonía.

Como los regresos a casa en los viajes me parecen siempre muy tristes prefiero detener la historia en este punto y recomendaros hagáis una visita a esta zona del país. Sobre todo por Bath, que no os defraudará en absoluto…

Sele

 

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