El parque de las iguanas de Guayaquil
En Guayaquil, la ciudad con mayor población del Ecuador, los mapas nos llevan al parque Seminario o incluso a veces a Plaza Bolívar, pero cierto es que muy pocos se refieren a dicho lugar con estos nombres. Para locales y turistas el recinto ajardinado que se sitúa frente a la fachada de la catedral metropolitana es y será por siempre el parque de las iguanas. Y no por una cuestión baladí o un capricho de cualquiera. Es la pura realidad que en pleno centro histórico de Guayaquil el parque más conocido y frondoso sirve de residencia estable de enormes iguanas que conviven plácidamente con los viandantes de la ciudad y con una estatua ecuestre del libertador Simón Bolívar. Nadie sabe a ciencia cierta desde cuándo están allí pero es un hecho que se han convertido en las dueñas de la que durante el siglo XVII, en pleno período colonial, fuese la Plaza de Armas.
Turistas a orillas del río Guayas
En el último viaje realizado a tierras ecuatorianas tuvimos la oportunidad de pasar un día entero en Guayaquil antes de que saliera nuestro vuelo directo de LAN hacia Madrid. Estaba con mi amigo Isaac, de Chavetas, y contábamos para la ocasión con una anfitriona de lujo, la guayaquileña Cruz María Falcones (del blog Viaja, conoce, vive), con quien yo había tenido la suerte de coincidir en Madrid durante su etapa universitaria y nos había venido a recibir al aeropuerto. Ella fue quien ejerció de guía llevándonos por aquellos lugares imprescindibles de la ciudad como el colorido Barrio de Las Peñas para subir a lo más alto de su faro o al animadísimo Malecón 2000 que muestra esa Guayaquil más moderna de la que sus ciudadanos se sientes orgullosos. Fundada por Francisco de Orellana, famoso por descubrir el Amazonas y contárselo al mundo, Guayaquil se agrupa a uno de los costados del río Guayas al final de su largo camino hacia el océano Pacífico. Sin ser una ciudad de la que se conserven tantos monumentos y recodos coloniales como la capital del país, Quito, posee un toque de color y alegría que la hacen especial. Y, sin duda, nos pareció algo más que una escala necesaria antes de tomar un avión de LAN que nos llevara de nuevo a casa.
Reconozco que sólo había escuchado hablar de Guayaquil por dos razones. La primera la existencia de un club de fútbol ecuatoriano con el nombre de Barcelona de Guayaquil y la segunda porque es poseedora de uno de los parques más curiosos que se pueden encontrar en el mundo, el parque Seminario más conocido como parque de las iguanas. Había leído acerca de este lugar hacía mucho tiempo y me llamaba poderosamente la atención. Por eso mismo le pedí a nuestra amiga Cruz María que nos llevara a visitarlo y así hacernos a la idea de si lo que contaban era real o más bien una exageración. Para ello nos dirigimos al centro histórico de la ciudad dejando pasar la Plaza de la Administración y siguiendo la calle Clemente Bailén un par de cuadras más hasta llegar por fin a nuestro destino y acceder al mismo por la Calle Chile.
El pintoresco parque de las iguanas de Guayaquil
Nada más entrar por la puerta de este parque rodeado de verjas, casi antes de darnos cuenta de la estatua a caballo de Bolívar e incluso de la espigada fachada de la catedral metropolitana, nos fijamos rápidamente en que estaba tomado por numerosas iguanas. Había decenas de ellas, algunas con más de un metro de largo. Tomando el sol en el césped, paseándose alrededor de la estatua o incluso subidas a los bancos. Parecía que el parque estuviese hecho para ellas, como si hubiesen ganado la partida a toda medida urbanística que se plantease durante siglos para conservar sus dominios, aunque sea sólo una cuadra y a compartir con otros ciudadanos.
Las iguanas del parque Seminario son ya como de la familia. Se alimentan sobre todo vegetales y la gente se los pone en el suelo como el que da de comer a las palomas, que también las hay aunque no salen nunca en la foto. Si bien estos reptiles son libres, ya se han acostumbrado tanto a las personas que se podría decir se han vuelto casi domésticos. Se los respeta como si fuesen uno más, aunque no son pocos los casos en los que alguno sin querer les ha pisado la cola sin querer mientras caminaba por no fijarse bien por dónde va. Lo raro es que suceda porque estas iguanas son grandes y no pasan desapercibidas, por lo menos a los que venimos de nuevas a este lugar y no salimos de nuestro asombro.
La forma de estas iguanas es bien distinta a las que pudimos ver apenas unos días antes en Galápagos, aunque lo cierto es que las de aquí son sus antecesores más lejanos. Cuentan que precisamente de ríos como el Guayas ramas arrastradas por la corriente llevaban iguanas y tortugas que llegaron por casualidad a las islas encantadas a las que tuvieron que adaptarse forzosamente para sobrevivir. Unas se volvieron mucho más grandes, variaron el color de la piel y otras incluso aprendieron a nadar para alcanzar un alga que les resultaba beneficiosa. Esa fue la evolución, pero el antepasado está en estos inofensivos reptiles que podemos observar con total naturalidad en el parque Seminario con su característico color verdoso y una papada que les llega casi hasta el suelo.
Aquí tenéis más imágenes:
Un punto de encuentro con historia…
En 1695 se puso aquí la Plaza de Armas frente a la Iglesia Matriz, actual catedral metropolitana. La sede del Cabildo nombrado desde España se encontraba en este lugar, pero no fue por mucho tiempo ya el poder civil que se mudó poco después para situarse más cerca del malecón. Después fue denominada Plaza de la Estrella convirtiéndose en un punto de reunión para los guayaquileños en sus fiestas de independencia. Ya por 1889 fue situada en el centro una estatua ecuestre de Simón Bolívar por lo que pasó a llamarse Plaza Bolívar. Seis años más tarde el filántropo Miguel S. Seminario donó las rejas y parte del mobiliario urbano con el que pretendía en nombre de su familia engalanar el monumento al libertador. A a partir de entonces, gracias a su aportación, este lugar sería denominado finalmente como parque Seminario. Pero como comenté al principio, extraoficialmente este lugar es y será por siempre el parque de las iguanas. Y es una de esas paradas que no hay que dejar de hacer cuando se viaja a Guayaquil.
No todos los días uno comparte plaza en el banco con una iguana enorme tostándose al sol y a la que sólo le falta ponerse a leer el periódico. Eso, como sea, hay que vivirlo. ¡Y en la ecuatoriana Guayaquil es posible!
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
6 Respuestas a “El parque de las iguanas de Guayaquil”
Que bueno! La verdad es que, aunque no lo sea, parece un animalito sacado del tiempo de los dinosaurios.
Espero poden visitar algún día Ecuador, aunque de momento tenga que esperar.
un saludo!
¡Muchas gracias Sele por compartir el relato y las fotos!
Como siempre escribes todo muy bien detallado, incluso algunas cosas ni yo las sabía jaja. Debe ser porque no soy guayaquileña, aunque llevo en la ciudad la mitad de mi vida (soy de Esmeraldas, una provincia del norte del Ecuador).
Ha sido un placer volver a recordar esa visita, aunque han pasado varios meses ya, pero como se nota en tus redes sociales nunca paras de viajar como para sentarte a contar tus aventuras.
Saludos a Rebeca 🙂
Las iguanas son reptiles increibles, parecidos a dragones, En el tolima hay un pueblo donde hay mas iguanas que pajaros, y se ven en todos lados, en los arboles, parques etc guiaclasificadoscolombia.com/avisos/turismo/
Hola voy a estar por Guayaquil unos días, sabes si hay casas numismáticas en Guayaquil ??? o si hay mercadillos ambulantes de monedas o antigüedades ??? Carlos Ponce
Hola Carlos,
Realmente en Guayaquil anduve unas pocas horas aprovechando una escala de un viaje a Islas Galápagos, así que no entré a tanto detalle. Lo siento.
Un saludo,
Sele
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