Improvisando en Alemania: Coblenza, Colonia, Dusseldorf, Mainz y Frankfurt
Hay ocasiones en las que conviene hacer las cosas sin pensarlas con antelación. Simplemente dejándose llevar por una corazonada o por una ilusión. Y ese ha sido mi caso reciente en un viaje de 5 días por tierras alemanas en el que me apunté con menos de 24 horas de que saliera el vuelo Madrid-Frankfurt. El Puente de Todos los Santos iba a ser uno más en el que me quedara tranquilamente en mi casa, ya velando armas para mi primera visita a Londres que llevaría a cabo una semana después (8 de noviembre). Pero ciertos comentarios de grandes amigos viajeros como Kalipo y Alicia, que pasarían unos días en Alemania junto a otros colegas de su pueblo (Vladi al que conocía y Dani, nuevo en estas lides), me arrancaron un cosquilleo en el estómago que me hizo pensar en la posibilidad de alistarme en el último momento.
El miércoles 31 de octubre fue un mal día y tras una decepción (en términos laborales) me vi comprando un billete para unirme a estos amigos y disfrutar de un tiempo en el que es uno de mis países preferidos, Alemania. Además había pensado poco al respecto y los planes se iban a hacer sobre la marcha, aunque había ciertos puntos inamovibles que ellos debían llevar a cabo, ya que tienen amistades y familia repartidas por los lugares más insosrpechados del país germano. Por tanto todo estaba por hacer…
Con Kalipo (Carlos) y Alicia he compartido muchos viajes tales como un interrail a Cabo Norte, el Transiberiano, un gran recorrido por Oriente Medio, además de algún fin de semana en Dinamarca o en Oslo.
El último viaje que había hecho con Kalipo y Alicia había sido Oslo, la ciudad donde conocí a Vladi, un buen personaje del pueblo de ambos. Dani se apuntaba por primera vez con nosotros, y me da a mí que después de esto no va a haber quien le quite el gusanillo. Ya he dicho muchas veces que esto es una enfermedad (benigna pero costosa) y que es difícil escapar de ella.
No me lío más y os resumo cómo fue la cosa:
JUEVES 1 DE NOVIEMBRE
A las diez de la mañana tomé un vuelo Madrid-Frankfurt con Spanair. Ellos harían lo propio con Ryanair, aunque unas horas más tarde y en un Aeropuerto más alejado, el de Frankfurt-Hahn, que está a más de 100 km de la ciudad que mueve los hilos económicos en Europa. Yo aterrizaría con un par de horas de retraso (por la niebla) en el Aeropuerto Principal de Frankfurt, fenomenalmente comunicado por trenes regionales y de larga distancia. Como yo había quedado con mis amigos en Coblenza, donde vendrían a buscarme con un coche alquilado, tomé un tren en la Estación del Aeropuerto para que me dejara en dicha ciudad en aproximadamente hora y media. El trayecto es realmente bonito, ya que se sigue el curso del Rhin (o Rin) dejando a ambos márgenes pueblecitos con encanto y misteriosos castillos. Una de las ideas era haber hecho esta Ruta Romántica del Rhin, pero al final no se culminó. Me lo apunto para otra vez porque ya pude apuntarme ciudades y pueblos muy bucólicos e interesantes como Maguncia (Mainz en alemán), Binger o Boppard. Hay tanto que ver en ese país que uno no sabe por dónde empezar. Era mi quinta vez en Alemania y apenas había visto cuatro cosas…
Llegué a Coblenza (Koblenz en alemán) minutos antes de las cinco de la tarde. El frío y la niebla me recibieron en la modesta Estación de Ferrocarriles donde anduve un buen rato esperando a Kalipo y compañía. Pero no llegaban y cuando les llamé me avisaron que aún les quedaba algo más de una hora de camino. A esas horas ya era de noche. La bruma y la humedad no son los mejores acompañantes en carretera. Por tanto, con mochila al hombro y la pesada Lonely Planet de más de casi 900 páginas, me di una buena vuelta por esta pequeña ciudad que invita al paseo. Sobre todo si se toma la ajetreada Lörstrasse, peatonal y llena de comercios (a medio kilómetro de la Estación). Quizá el eje principal de Coblenza. Unos metros más al norte, el Altstadt o la Ciudad Vieja, con casas de época y plazas silenciosas como Am Plan, que deja ver las torres de la barroca Liebfrauenkirche, su principal templo cristiano. Me dio tiempo a ver poco más, como por ejemplo el Mercado de las Flores. Porque pronto tuve que dar media vuelta. Nada más avistar la Estación me encontré de cara con mis amigos, que habían llegado recientemente con el coche.
En una hora aproximadamente llegamos a una de las ciudades más famosas de Alemania y con razón. Colonia (Köln), con cerca de un millón de habitantes posee uno de los mayores logros de la arquitectura. Estoy hablando, por supuesto de su Catedral (La Dom), puro gótico con más de 157 metros de altura. Otro de esos lugares que hay que visitar en esta vida. Cuando cruzamos uno de los puentes del Rhin y v
Esa noche dimos una primera vuelta de reconocimiento por el centro de Colonia. De una orilla del río (¡en cuyos jardines saltaban los conejos!) pasamos a la otra cruzando un puente metálico por el que tan sólo acceden los ferrocarriles que desembocan en la Estación, a un paso de la majestuosa Dom. Rodeamos la Catedral sin bajar nuestras miradas apuntando a las agujas de sus torres. Con razón es la más grande de Alemania y una de las mayores existentes en el mundo. De estilo eminentemente gótico a tenor de sus flamígeros elementos que la decoran, es un edificio que impacta a cualquiera. Durante la mañana del viernes le dedicaríamos el tiempo que se merecía, porque sin duda alguna, es uno de los lugares más importantes de Alemania (según estadísticas es lo más visitado).
Detrás del templo se accede a un conjunto de calles peatonales y comerciales en que no parece haber Firma sin representación. El eje principal se denomina Hohe Strasse, y a pesar de estar medio vacío a esas horas, durante el día concentra grandes masas de personas ávidas de vaciar sus bolsillos…
No había nada para comer abierto, tan sólo las conocidas marcas de fast food a las que nos tuvimos que rendir. Ya compensaríamos durante los siguientes días. Alemania es un país con buena gastronomía. Y para todos los bolsillos.
Nos fuimos pronto a acostar porque el día había sido largo y cansado. Y el despertador nos arrancaría temprano de nuestras sábanas…
VIERNES 2 DE NOVIEMBRE
Después de llevar a cabo un consejo de sabios la noche anterior, habíamos decidido invertir el día en Colonia y la tarde-noche en Düsseldorf, previa recomendación de amistades y guías, que calificaban al casco antiguo de esta última como «El mayor bar de Europa». Una exageración, no cabe duda, pero no del todo mal encaminada porque el ambiente nocturno-festivo es cuando menos caldeado e intenso.
Un variado buffet de desayuno nos dejó lo suficientemente bien para comenzar nuestra visita diurna por la Ciudad de Colonia. Lamentablemente la meteorología no se compadeció de nosotros y nos obsequió con una ligera lluvia y con un manto de niebla que apenas nos dejaba intuir la silueta de la Catedral erguida desde hace siglos al otro lado del Puente.
Son cosas que tiene el ir a Alemania en pleno noviembre, pero yo soy de los que piensa que hay que asumir los caprichos del tiempo (que una vez te da y otras te quita) y tirar hacia adelante. La enorme y majestuosa Dom seguía ahí, y nos esperaba para penetrar tras sus muros y admirar sus mastodónticas dimensiones apreciables tanto por fuera como por dentro.
El interior es asombroso y digno de recorrerlo lentamente. Su mayor tesoro quizás es el cofre de oro que guarda los restos de SSMM los Reyes Magos, que en su día siguieron la Estrella para obsequiar al Niño Jesús con los consabidos regalos en forma de oro, incienso y mirra. Según la tradición, los huesos de estos personajes tan importantes de la historia cristiana, fueron robados en la Edad Media de la ciudad italiana de Milán, donde reposaban junto a otras reliquias. Su veracidad, probable o improbable, ha hecho ser a este templo uno de los centros de peregrinación más importantes. De ahí el valor de una reliquia y de que haya repartidas tantas y tantas en las iglesias europeas. Se cuenta que si se juntaran las astillas de la Cruz de Cristo expuestas en iglesias, daría para hacer una del tamaño de la propia Catedral de Colonia.
Una de las actividades más imprescindibles es sin duda el ascenso a las alturas de la Dom. Sus agotadores y estrechos 509 escalones no son aptos para todos los corazones, pero en días de claridad la visibilidad puede ser fascinante.
Nosotros subimos pero no valió la pena «hacernos tanto daño» cuando la niebla apenas dejaba distinguir los edificios de la ciudad. Entre medias al menos es posible ver «la campana más grande en funcionamiento» (dato para los amantes de las cifras: 24 toneladas).
Tras la Dom, surgió un callejeo por la zona comercial por la que habíamos pasado silenciosamente durante la noche anterior. Aunque en este caso apenas se podía caminar sin chocar con los viandantes y sus bolsas. A mis amigos les dio por entrar a ver tiendas que ya tienen en Madrid. Más de un «la madre que les parió» salió de mi boca. Yo lo que quería es ir al Altstadt (paralelo a la Hohe Strasse y al Rhin), que es lo más interesante después de la Catedral, pero costó Dios y ayuda sacarles de su síndrome de Pretty Woman. La última compra, a la que me apunté incluso yo, fue efectuada en la tienda 4711, que a primera vista no dice nada, pero que tiene su historia. Es el lugar donde se vende desde hace siglo y medio la famosa «Agua de Colonia» (queda mejor Eau de Cologne), cuya fórmula es la que ha dado nombre a lo que hoy conocemos como «colonia». Aquí empezó todo… El misterioso y embriagador líquido que tanto uso dan tanto los hombres como las mujeres. Comprar «colonia» en Colonia es tan típico como comer salchichas y beber cerveza… Toda una institución.
El Altstadt (Barrio Antiguo) quedó seriamente tocado después de la II Guerra Mundial pero aún conserva callejuelas y casitas bastante llamativas. Y un templo como el Gross St Martin, cuya torre es acompañante habitual de la silueta de una ciudad dominada absolutamente por la Catedral. La Plaza del Pescado es ideal para tomar buenas fotos del lugar…
Sin tiempo que perder cogimos el coche y nos dirigimos Düsseldorf, la capital de Renania, uno de los Lander más importantes de Alemania. Algo más de 50 kilómetros lo separan de Colonia, pero en las bien trazadas y seguras autopistas germanas, la distancia no importa. La lluvia se había ido pero no así la bruma, que envolvía los verdes paisajes precedentes. En cuanto llegamos, otra vez el Rhin fue el protagonista, ya que tuvimos que cruzarlo. La estructura de la ciudad nos recordó bastante a la de Colonia, con el Altstadt paralelo a uno de los márgenes ribereños. El Hostel donde nos alojamos fue otro de los DJH, marca inequívoca de los Albergues de Juventud repartidos a lo largo y ancho del país. En este caso, tengo que decir que no salimos contentos ni de las instalaciones (en obras en ese momento), ni de la situación (ya que para ver cualquier cosa hace falta el coche, el bus o el tranvía), ni del trato, ni del precio, ni de la habitación.
La tarde y la noche la dedicamos a movernos por el Barrio antiguo de Düsseldorf, en el cual desde horas tempranas los germanos dejan atrás sus preocupaciones y se agolpan en terrazas, pubs y discotecas para cervecear y gozar de la música y el ajetreo de amigos, amigas y quien sabe si ligues. Las calles peatonales que se reencuentran en la Marktplatz (donde se yergue el Ayuntamiento y una estatua ecuestre) forman un lugar para el ocio nocturno en toda regla. Ideal para salir de fiesta. Y a mejores precios que en muchas grandes ciudades españolas (cómo cambian las cosas, ¿verdad?). Pasamos unas horas muy buenas e incluso nos quedamos con ganas de asistir a alguno de los karaokes. Alicia y yo estuvimos a punto de dar el cante con Don´t look back in anger, mi tema favorito de Oasis.
Kalipo y yo hemos acordado volver a Düsseldorf con la gente de barrio. Más de uno iba a ser nombrado persona non grata en Alemania…
SÁBADO 3 DE NOVIEMBRE
Una de las razones por las que mis amigos viajaban a Alemania era para ver a una serie de personas muy relacionados con ellos. Por ejemplo Alicia deseaba más que nada visitar el pueblecito donde un día sus padres decidieron emigrar para lograr una vida mejor en tiempos difíciles. Habían sido muy felices allí y los recuerdos y anécdotas habían embriagado a la buena de Ali, que quería conocer de primera mano esos lugares de juventud de su familia y a esa gente que formó parte de sus vidas. Además de eso todos compartían una serie de amistades en la lejana Hannover (injustamente criticada en los medios), la cual se alejaba en más de 300 km de nuestros objetivos. Como yo ya me olía la tortilla, quedé en saltarme esa parte y reencontrarnos un día después en Frankfurt. Mientras tanto yo tomaría un tren casi al azar a alguno de los lugares que tenía ganas de visitar. En realidad me debatí entre Aquisgrán (Aachen, sede del Imperio Carolingio) y Maguncia (Mainz, cuna de la Imprenta). Mi carrera y profesión de Documentalista me hicieron decidirme por esta última, la que vio nacer a una de esas personas que revolucionaron el mundo con el que es posiblemente el mejor invento en siglos de Historia. Me estoy refiriendo, por supuesto, a Johannes Gutenberg, nacido en torno al 1400 de nuestra Era.
Maguncia (Mainz en alemán) es la capital de Renania-Palatinado, y actualmente tiene casi 200000 habitantes. Es por tanto, una ciudad de provincias bastante manejable y, para mi gusto, recomendable, ya que como otras urbes germanas, funde tradición con modernidad. Tardé 2 horas en hacer el recorrido en tren y nada más salir de la Estación y dejar mi equipaje en una taquilla, me empapé de mi guía y me agarré a mi cámara de fotos para empezar un recorrido por un lugar con carácter e Historia. Apenas caminando 1 kilómetro al Este de la Hauptbahnhof (Estación Central) se llega al Altstadt, un área pequeña y peatonal que conserva el sabor de la época de Gutenberg, con una espectacular Catedral de tonos rojizos que bien parece una Fortaleza. El templo se ubica en la parte trasera de la Marktplatz (Plaza del Mercado) donde los puestos de los comerciantes tintaban de colores frutales la gris mañana de sábado. En su interior me sorprendió un concierto de música clásica, que me acompañó durante el tiempo que dediqué a observar las muchas lápidas episcopales a cada cual más pomposa. Nada más salir tomé la calle de difícil nombre Augustinestrasse, compuesta por hermosas casas y tabernas destacadas por sus entramados de madera, que les confieren un aspecto medieval e incluso de cuento. La Iglesia de San Agustín, de estilo rococó, da nombre a esta preciosa avenida del medievo.
Pero si hay algo que uno debe elegir para visitar, ese el el Museo Gutenberg (5 euros, 3 con Student Card), fundado en 1901 y contenedor de numerosos ejemplares incunables impresos por el maestro alemán. Entre ellos el primero: La Biblia. De la cual se exponen varios libros custodiados como uno de los tesoros más valiosos del mundo (con razón). La exposición centrada el el genio Gutenberg muestra además objetos y máquinas de imprenta de todas las épocas, retratos del protagonista, documentos importantísimos en la Historia de la Escritura, e incluso dedica una buena parte a los trabajos realizados por países del Extremo Oriente como China o Japón que ya en la época medieval trabajaban con tipos móviles. Es un lujo para los amantes de la Historia del Libro, de la Documentación o de la propia Biblioteconomía, disciplinas que por suerte o por desgracia, formaron mis Estudios Universitarios.
En el sótano del museo, hay además una demostración práctica del funcionamiento de tan célebre invento, que precedió a la Era de la Información, de la que todos formamos parte.
La comercial Am Brand, detrás del edificio mencionado, posee numerosas tiendas y centros comerciales en que los chavales y las familias pasan la tarde de compras. Siguiendo la calle en dirección este se llega al modernísimo Ayuntamiento (Rathaus), desde donde se ve el ancho Rhin y su largo paseo de la orilla en que los paseantes y los aficionados al footing se dejan llevar por la velocidad.
En un cibercafé próximo a la Augustinestrasse reservé un hotel en Frankfurt, a la que me desplazaría en unas horas para dormir allí, y dedicarle todo el día del domingo a la que es la ciudad de los negocios. Utilizando la herramienta Hostelworld conseguí una habitación individual con baño por 40 euros. El Hotel Paris, que así se llamaba, estaba a escasísimos metros de la Estación de Trenes, de magnas dimensiones. Con razón es uno de los puntos de ferrocarril de Europa que en el que más trenes pasan. Yo nada más llegar (está a poco más de media hora de Mainz) me puse a buscar mi alojamiento para esa noche, el cual me costó encontrar porque me equivoqué de calle. Finalmente acerté de pleno y en la ciudad de los rascacielos y de las luces, me subí a descansar a mi habitación. Por la noche bajé a cenar a las cercanías de la Estación (bastante mendicidad y sex-shops y prostitución) a un restaurante germano-turco y compartí con otros españoles una buena cena y un buen partido de fútbol: Sevilla-Real Madrid. El resultado (negativo para el Madrid) fue lo de menos porque me sentía a gusto y feliz de estar una vez más en un país como Alemania, al que admiro e incluso envidio.
DOMINGO 4 DE NOVIEMBRE
Frankfurt del Main, llamada así en honor al caudaloso río que la divide en dos, es una de las ciudades que mejor representan lo que es Alemania. Con casi 700000 habitantes, supone el motor ecómico del país e incluso de Europa, ya que es sede de innumerables entidades empresariales además de contar con instituciones importantísimas como el Banco Central Europeo (manejando el euro y esas cosas que nos dejan sin blanca). Pero aparte de concentrar numerosos, modernos y elevados edificios relacionados con el estresante y frío mundo de los negocios, tiene un casco antiguo reformado muy interesante y una cantidad exultante de Museos, que tan sólo supera la capital, Berlín. Las más importantes Ferias tienen lugar allí, y tanto su aeropuerto como su Estación ferroviaria cuentan con más viajeros y turistas (en su mayoría de tránsito) que ninguna en la Europa continental. Solo Heathrow en Londres, le supera en grandiosidad y cantidad de vuelos y pasajeros (auque no por mucho). Es por tanto que Frankfurt auna mejor que ninguna la oferta empresarial y de ocio.
Modernidad y antigüedad. Normalmente la gente va de paso y no por motivos eminentemente turísticos, pero tras haberme recorrido muchas de sus calles y sus atractivos, puedo decir que bien merece dedicarle al menos uno o dos días porque será fácil que os sorprenda. Además tiene muchísima vida, animación y trasiego de personas, sobre todo si es en fin de semana cuando no sólo los yuppies y pijos salen a la calle.
El sábado la gomina y los trajes oscuros pasan a mejor vida y dan paso a un ambiente totalmente informal y de ocio en que los muchos restaurantes y puestos callejeros vendiendo salchichas y gulasch están hasta los topes. En la ciudad en que nació Goethe, hay de todo y para todos.
En ese domingo tuve tiempo para mucho, por lo que aquí os doy mis recomendaciones en torno a lo que ver y hacer:
* Subir a lo más alto de la MAIN TOWER: Un edificio de oficinas circular reconocible por su enorme antena roja y blanca y sobre todo por sus 240 metros de altura. Es posible acceder a la terraza y conseguir obtener las mejores vistas de Frankfurt.
Son muchos los kilómetros a la redonda donde resaltan otros edificios de gran tamaño como la Commerzbank Tower (298 m. antena incluida, record en Europa), la Torre con forma de lápiz y otras muchas que sirven de sede a importantes compañías (sobre todo de Banca). El Barrio antiguo (Altstadt), los puetes sobre el Main así como el Estadio del Eintrach, el Aeropuerto, la propia Ópera son visibles. Cuesta 4,60 euros y se queda en 3,10 con el carnet de estudiante. 100% recomendable. No apto para los que sufren vértigo.
* Visitar el Römerberg: Es posiblemente una de las Plazas más bonitas y célebres de Alemania. Recibe su nombre por el Römer, que es así como se llama al edificio del actual Ayuntamiento, considerado como símbolo de Frankfurt. Tres casas con gablete escalonado (la palabra gablete no la conocía, reconozco que lo he tenido que buscar en el diccionario) donde ondean las banderas de la Unión Europea, de Alemania y de la ciudad del Main. Durante siglos fue el lugar donde se coronaban a los Emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, razón para otorgarle una vital importancia histórica. Actualmente en su interior se puede visitar una Galería con los retratos de dichos Emperadores (Kaisersaal, 2 euros-1 con student card). Pero dicha plaza no sólo la compone el célebre Römer sino que numerosas casitas con entramados de madera y tejados terminados en pico, utilizadas como tiendas y tabernas, decoran un entorno mágico que parece haber salido de una de las obras de los Hermanos Grimm o incluso de Andersen (aunque este era danés, de Odense para más señas). Una fuente en el centro representando a la Justicia (balanza en mano) y una pequeñísima iglesia son otros acompañantes que le otorgan un carácter único a este lugar. Es curioso cómo contrasta con los edificios acristalados del fondo.
* La Catedral o Dom: Visible desde el Römerberg gracias a su longeva torre gótica (cubierta en parte de andamios cuando yo fui). Para llegar a ella hay que cruzar una serie de ruinas carolingias y romanas (Historicher Garten). De un color rojizo similar al de la Dom de Mainz, llama más la atención en su exterior que en su interior, el cual quedó bastante tocado tras la II Guerra Mundial (fue destruida más de un 80% de la ciudad). Hay también un museo con piezas y tesoros pero no es demasiado interesante.
* Paulskirche: Una iglesia cuya importancia es indirectamente proporcional a su estética, que incluso pasa por alto. Próxima al Romer, y de tono rojo al igual que la Catedral, este templo fue el lugar donde se reunieron parlamentarios alemanes por primera vez. Hay una placa dedicada a Kennedy, que declaró a la Paulskirche como la «cuna de la democracia en Alemania».
* La Casa de Goethe: Aquí nació el escritor y filósofo que dio vida a Fausto, un mago que vendió su alma al diablo para conseguir «sabiduría». La mansión contiene muebles y decoración de la época (entrada 5 euros, 2´5 con student card) además de manuscritos del autor. Me recordó a mi infancia cuando veía a Heidi en la casa de Clara y de la Señorita Rotenmeyer, en la propia Franfurt. Suelos de madera, cuadros por todas partes, papel en las paredes, enormes habitaciones… Guste o no la obra del literato, es interesante poder ver cómo era una casa de finales del XVIII.
* La Ópera y la Bolsa de Frankfurt: Ambos edificios están separados por menos de 500 metros pero forman parte de la idiosincracia de la ciudad. La Alte Oper se salvó de la destrucción más absoluta tras la II Guerra Mundial y es un claro ejemplo del Renacimiento alemán. Las guías comparan muy adecuadamente este edificio al de la Ópera de Dresde, aunque ambas pertenecen a distintos arquitectos.
La Bolsa, en cambio, decorada con las figuras de un toro y un oso, tiene su importancia por su capacidad de mover los hilos económicos de algo más que Alemania. Es posible asistir al parqué como espectador, aunque hay que reservar con la suficiente antelación (Lonely Planet).
* Torre Eschencheimer: Sobre una parada de metro se alza la única puerta gótica que en su día perteneció a la murralla que rodeó la ciudad. Con tejado de pico, uno espera que una bella dama salga de su balcón pidiendo que su amado interceda por ella. Queda entre la Ópera y la Bolsa, por lo que es un sitio por el que se va a pasar sí o sí.
* Frankfurt es la ciudad de los Museos: Yo tan sólo visité el Museum Judengasse (Museo Judío) que recrea la vida de este pueblo a lo largo de los siglos. Justo detrás queda un Cementerio judío, semidestruido por los nazis en el que llama la atención el muro que lo rodea, con todos y cada uno de los nombres de los hijos de Frankfurt que perecieron en la II Guerra Mundial, además de sus fechas de nacimiento, muerte y el lugar supuesto en que perdieron la vida. Auschwitz, Bergen-Belsen, Treblinka se llevan la palma.
Pero hay tantos y tantos museos en esta ciudad, que supone un aliciente más para permitirse un viaje más prolongado. Curiosamente en la orilla sur del río Main se alinean uno tras otro edificios con exposiciones interesantísimas. Enumero algunos: Museo de Iconos rusos, Instituto de Arte Städel (con pintores clásicos de fama mundial), Museo de Artes aplicadas y artesanía, Museo del Cine, Museo de las Comunicaciones y un largo etcétera. Los Museos de Historia y de Arte Moderno están en cambio en las cercanías de la Dom. Y enumero unos pocos de los muchos que se despliegan a lo largo de la ciudad.
* Crucero fluvial por el Main: Cuando ya no aguantaba demasiado la caminata, me permití entrar a un barco de crucero que por 8,70 (niños 5 euros) te hace un recorrido por el río de aproximadamente 1 hora y 40 minutos. Suficiente para tomarse algo tranquilamente mientras se divisa la preciosa silueta de la ciudad. Penetra hasta la zona en que el ancho Main se convierte un lugar de carga y descarga de embarcaciones varias. El barco-crucero se toma justo al lado del Puente metálico y peatonal, el primero que se ve si se baja al río desde el Römer.
* Barrio del Sachsehausen: Un barrio tradicional y de índole festiva, ya que congrega multitud de pubs y locales con buena música. En el lado sur de la ciudad, tiene su propio carácter y conserva casitas de época, que actualmente se utilizan como Restaurantes y bares abiertos tanto de día como de noche. Y de todos los países y culturas: Jamaicanos, españoles, colombianos. Apuntad estas calles peatonales situadas al este de dicho barrio y próximas al río: Grosse Rittergasse y Paradiesgasse. Peatonales y repletas de locales. Aquí un sábado noche es más que un sábado noche.
Estos son una serie de puntos que yo tuve la suerte de visitar o de pasar por delante. Pero no hay que limitarse a estas visitas. Hay que dejarse llevar por el ambiente de la zona centro (Zentrum) y caminar por las muchas calles empedradas donde abundan los puestos callejeros que tanto gustan a todo el mundo. Sin duda los mejores sitios para degustar toda clase de salchichas y de gastronomía local. Además se ajustan bastante a la economía del turista y no suponen un desembolso elevado. Al igual que recomiendo irse a uno de los puentes cuando oscurezca (entre las 4 y las 5 en invierno) para poder ver iluminado el precioso skyline de Frankfurt, que sin duda llama la atención.
A la noche, después de tomarme algo en un bar viendo al Atleti, llegaron mis amigos procedentes de Hannover donde habían gozado de su particular «noche loca» en que rodó el jolgorio, el alcohol y las buenas amistades. Según ellos, la crítica que de ella hacen las guías es totalmente injusta e injustificada. Nos apuntamos para otra vez, por tanto, la capital de la Baja Sajonia para otra excursión por Alemania. Respecto al pueblecito de los padres de Ali, me sorprendí cuando comentaron la cantidad de emigrantes españoles que allí vivieron y que continúan haciéndolo. La Casa de España es toda una institución en muchas urbes del país, que un día dio una oportunidad a tantas personas que buscaban algo mejor. Mi padre hizo lo propio en Francia, y sé que fue una época dura, pero que le enriqueció lo suficiente para convertirle en lo que es hoy día.
LUNES 5 DE NOVIEMBRE
El día de nuestro regreso a Madrid nos dejó tiempo para hacer un recorrido express por Frankfurt. Mi experiencia del día anterior me permitió ejercer de guía turístico y llevarles a los sitios que más me llamaron la atención: Römerberg, vistas desde el puente y el impresionante ascenso a la Main Tower. Poco y rápido pero suficiente para llevarse una grata imagen de una ciudad que tiene más de lo que la gente y los libros dicen.
Nos despedimos para ir cada uno a su Aeropuerto. Un abrazo y un hasta luego porque seguro que nos veríamos pronto para compartir las FOTOGRAFÍAS que he seleccionado. Algo tenemos pensado hacer juntos en marzo. Y será un placer para mí porque los cuatro son buena gente. Kalipo y Alicia son como de la familia, y tanto Vladi como Dani formarán parte pronto de esta vorágine viajera que no se detiene..que rueda y rueda y de la que no me quiero bajar.
Hasta la próxima,
José Miguel Redondo (Sele)
13 Respuestas a “Improvisando en Alemania: Coblenza, Colonia, Dusseldorf, Mainz y Frankfurt”
Me he leído por encima esta entrada. Como fiel lectora de tu web, y siendo Alemania mi destino principal de este verano, la lectura era casi obligada.
Ciao Indiana!
Hola, me voy este septiembre a esa zona de Alemania, ya estuve el año pasado, en algunas de esas ciudades, pero en otras me llevo tu relato como guía. Muy buen relato. Gracias
Acabamos de venir de Alemania hemos estado en Franfurk, Mainz y Kaiserlauten , nos llevamos tu guia y nos ha sido muy útil.Gracias a las fotos identificamos los lugares y nos ayudaba a buscar los que no encontrabamos , muchas gracias
Hola, es un placer conocer personas como tu ,con tanta sensibilidad ,aunque sea a traves de esta pagina y de tus viajes. Soy un adicto a los viajes, es algo que solo uno entiende , una curiosidad que ,al menos yo ,no puedo controlar.
Vivo en Miami y cada vez que tengo un chance me voy de viaje, mis lugares favoritos estan en Europa, creo que me quedan muchos lugares por conocer. Tambien USA tiene lugares espectaculares ,pero como Europa no hay dos.El proximo ano voy 18 dias a Francia(14),Belgica (1), Holanda (1) y Alemania (2). El itinerario como lo tengo armado es solo para amantes de los viajes como yo pues para muchos resulta extrano que alguien se deleite «viendo piedras» como algunos le llaman a los lugares antiguos y hasta una perdida de tiempo. En fin, que hay que ser feliz aunque cueste dinero y tiempo.
saludos y felicidades por escribir tan bien.
A Alemania llegare desde Strasbourg a Heidelberg por un dia. Luego en la manana en tren a Bingen para agarrar el barco por el Rhin romantico hasta Coblenza y de ahi tomar el tren a Colonia, llegar para ver la catedral y recorrer la zona antigua cerca del rio,comprar mi agua de colonia y tomarme una buena cerveza para seguir para Amsterdam al otro dia con una breve parada en Bruselas para ver la Gran Plaza, luego Brujas otro dia y tomar el avion en la noche en Bruselas para unirme a unos amigos en Toulouse y continuar el tour por Francia. Ya ves , estas son cosas de amantes de los viajes.
saludos
Abel
Vaya Abel, muchas gracias por tu mensaje.
Tienes un buen itinerario pero deja algo para respirar bien jeje Te van a encantar las ciudades que vas a ver. En eso Europa es grandiosa.
¿Vives en Miami? Creo que no dentro de no mucho vamos para allá. De hecho en 8 o 9 días jeje
Un abrazo fuerte!!
Sele
hola sele apenas hoy vi este mensaje y no se si pasaste por Miami, espero que si es asi la hayas pasado muy bien. Yo no vivo exactamente en la playa sino a 30 minutos en auto,pero aqui en auto todo es cerca. Espero que te haya gustado la capital del sol como se le llama por aca! En efecto ,mi itinerario es apretado ,pero asi fue en marzo de este ano en Italia(14 dias) y Suiza(2) y fue espectacular, sobre todo Italia, el pais mas bello que he visto hasta ahora!
saludos y un abrazo!
Abel
Para El rincon de Sele : tus comentarios me hicieron revivir nuestro viaje por Alemania hace 40 años ! siiii 40. Por suerte la memoria funciona y vuelvo a tantos lugares q. he conocido . Recorrimos Europa en kombi ,fue maravilloso !Y ahora ya con muchos años , recordar es un placer ! Estuvimos en el carnaval de Dusseldorf, en unico ! Aprovecha los años juveniles y de viejo diras ¿ quien me quita lo bailado ? Disfruta tus viajes ! Martha.
Qué bonito leer este mensaje, Martha. Lograr revivir, aunque sea un poco, un viaje de hace 40 años es todo un halago para mí
Y coincido contigo, que nos quiten lo bailao!! 😉
Un saludo desde China (mi baile actual)
Sele
Gracias Sele ,tu respuesta me dio una enorme alegría !! Sigo viviendo tus esplendidos relatos . ¡Buen viaje amigo !
Martha.
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