Mons, una nueva luz que deslumbra a Europa
Siempre he sostenido que Valonia, la parte francófona de Bélgica, es un diamante en bruto al que bastaría frotar un poco para vislumbrar en su reflejo esa Europa todavía intacta, auténtica y hermosa la cual no ha sido demasiado frecuentada por los focos del turismo. Recientemente tuve la ocasión (y la suerte) de viajar a Mons, en pleno corazón de la región valona, para asistir a los festejos de inauguración de la ciudad como Capital europea de la cultura en 2015 (galardón compartido con la checa Pilsen). Sería muy probable que sin este prestigioso título jamás me hubiese detenido alguna vez en su gran plaza o seguido las huellas de un jovencísimo Van Gogh en su etapa como predicador en el Borinage. Incluso veo complicado que me hubiese percatado ni siquiera de su nombre salvo por la casualidad en una de esas escapadas express y económicas con el aeropuerto belga de Charleroi como punto de partida. Pero vestir con las mejores galas de esta capitalidad cultural trae cosas como estas, que salen a la luz ciudades que abren su puerta para descubrirse al mundo y mostrar las maravillas que han mantenido en voz baja durante siglos. Y de ese modo Mons, cuyo lema de este año es la luz, el deslumbramiento, se convierte en un firme motivo para escaparse a conocerla en un viaje a esa Bélgica que te susurra en francés al oído y mide la alegría en onzas de chocolate.
Viajar a Mons supone conocer de lleno una ciudad de apenas 100.000 habitantes que te arrastra a una continua sorpresa. Un lugar que deja seas tú seas quien construya in situ las expectativas para darte cuenta que hay mucho que ver y hacer en Mons para terminar haciéndote la pregunta de cómo demonios no habías venido antes.
La Grand Place, corazón de Mons
Tras acender la Rue de Nimy, aletargada con una hilera de edificios señoriales de piedra y ladrillo y sede (visitable) del Repertorio Bibliográfico Universal (Mundaneum) en la que a principio del siglo XX los belgas Otlet y Lafontaine pusieron las bases de la Documentación (e incluso del hipertexto) recopilando todo el conocimiento existente, nos situamos frente a la torre alta de la iglesia de Sainte-Elisabeth. No cuesta advertir que Mons es una ciudad pequeña con torres inmensas.
Sin darnos cuenta hasta estar sumergidos del todo en ella llegamos a la Grand Place de Mons, una de las plazas más desconocidas y bellas de Europa. Si bien es cierto que Bélgica entiende de grandes plazas (basta con ir a las de Bruselas, Brujas, Lovaina, Malinas, Amberes, etc.) sorprende que la de Mons no esté en los catálogos de viaje de medio continente porque es del todo impresionante. El edificio de la municipalidad, con escudos latentes de España y efigies como la del Rey Felipe II, así como las dimensiones y perfección de este espacio público oblicuo son dignas por sí solas de un viaje a la ciudad valona. Aquellos días todavía soportaba los preparativos de la fiesta de inauguración del 24 de enero como día en que se estrenaba oficialmente la capitalidad cultural europea, por lo que había material «extra» y luminaria en algunos de los edificios más importantes. La noche del sábado iba a ser todo un deslumbramiento tanto para la ciudad como para el mundo.
Me causó mucha curiosidad la presencia de una criatura metálica extraña adosada a la pared del ayuntamiento. Le llaman «Singe du Grand Garde», lo que viene siendo un mono o mona que se ha convertido en todo un icono de la ciudad. Nadie sabe a ciencia cierta su procedencia ni mucho menos su porqué. Las hipótesis por las que se piensa se encuentra allí pasan por haber sido la obra maestra de un herrero de la época, la figura de una conocida taberna que ya no existe o incluso la picota en la que hubiesen atado como castigo a los niños que se portaban mal. Sólo se conoce que lleva más de tres siglos puesta en la municipalidad y que la tradición cuenta que quien acaricia su cabeza con la mano izquierda tendrá buena suerte. Algo que no dudé en hacer durante mi viaje y que, como con la Fontana de Trevi, asegure mi regreso a la ciudad. O, por lo menos, a Valonia.
El entramado de callejuelas y patios de Mons
Siguiendo los consejos de una guía de la ciudad atravesamos esa pasaje del ayuntamiento para advertir varios patios y jardines, como «el del alcalde». Muchos de estos edificios han sido reconvertidos en museos y centros culturales, como parte de la gran transformación vivida por Mons en los últimos años. En los cuartos traseros del edificio municipal de torreón renacentista, lejos ya de la algarabía de la Grand Place, la ciudad parece dormida entre el hielo y la nieve de una mañana de cielos rasos que por la noche es gobernada por el General invierno.
Antes de ir hacia el Beffroi, el mítico campanario montois (gentilicio de Mons), conviene dar unos cuantos rodeos y perderse por los empedrados señoriales e incluso por callejuelas medievales intactas como Rue Cronque, un lugar en el que no hay sitio para los vehículos y cada edificio, puerta o ventana es parte de un museo al aire libre con la mejor arquitectura de aquel tiempo. Sus formas y sus silencios hacen que ésta sea la calle con mayor encanto en toda la ciudad. Al menos así me pareció a mí.
Beffroi, el campanario del poder civil
La separación de los órdenes civil y religioso se advierte en una línea imaginaria que en Mons la pone el Beffroi (campanario) en la vieja colina de una fortificación que ya no existe. No muy lejos, por debajo, la colegiata Sainte-Waudru de Mons enmarca el poder religioso de una ciudad sin obispo. Realmente Mons nació aquí, en este monte ya ocupado durante la época romana en el que después se situó un castillo. Actualmente el rey de las alturas mide 82 metros y es un campanario no religioso de estilo barroco que sustituyó a otro torreón que fue pasto de las llamas en el siglo XVII. El auténtico faro de Mons, que anunció fuegos e incluso ataques aéreos durante las dos guerras mundiales, es una de esas joyas que hacen aún más poderosa a la ciudad. Desde arriba uno puede advertir las colinas grisáceas de carbón de Borinage y, lo que es mejor, los tejados seminevados de una urbe tranquila y ordenada incluso en la previa de la mayor fiesta de su Historia. Aún así visitarla o subir a ella (cerrada en invierno) supone tocar uno de los más de 30 campanarios que entre Flandes y Valonia forman parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad UNESCO.
Construido en piedra arenisca de Bray y con un carrillón compuesto por nada menos que 49 campanas, queda a la vista a norte, sur, este y oeste, sin importar dónde nos encontremos en Mons. Una de las mejores fotografías de este campanario civil se obtiene desde Rue des clercs (calle de los clérigos) camino a Sainte-Waudru. O incluso desde la aledaña Rue Samson, con una fuente colocada en el lugar perfecto para inmortalizar este icono montois.
La colegiata de Sainte-Waudru
Mons no posee catedral, y no por no considerársela una ciudad importante en la región valona sino por el mero hecho de no ser sede espiscopal como, por ejemplo, la gran Tournai. Pero dispone de una colegiata que poco o nada tiene que envidiar a otros templos religiosos belgas. El gótico de la colegiata de Sainte-Waudru (en castellano Santa Valdetrudis), que lleva el nombre de la patrona de Mons quien vivió en la ciudad en el siglo VII después de Cristo, engalana de Place du Chapitre con el estilo recargado y tardío que predominaba en Brabante durante los siglos XV a XVII en que gran parte de Europa reclamaba Renacimiento.
Tras rodear la construcción religiosa mirando los ojos a las grotescas gárgolas tan a lo Notre Dame de París, uno se da cuenta de la grandiosidad del templo cuando accede a su interior por la puerta sur. La belleza de las vidrieras que iluminan con color la colegiata, es uno de los grandes atractivos de la visita (gratis todos los días del año), así como contemplar en directo las obras escultóricas realizadas en alabastro por el maestro Jacques Du Broeucq (S. XVI) quien se encargó de dar vida a sus figuras como muy pocos fueron capaces siquiera en la Italia del Renacimiento. Las capacidades de Du Broeucq se pueden admirar en Sainte-Waudru con esculturas o escenas completas como, por ejemplo, en «La resurrección» en la que se adelantó a las tres dimensiones mucho tiempo antes de que lo hiciera el mundo del cine.
Las reliquias de la santa se dividen en dos partes. Por un lado un cofre situado en lo alto del coro, que se baja en liturgias especiales, y por otro en una de las capillas laterales en que se guarda su cabeza. Esta gran obra de orfebrería que sustituye a otra anterior la cual fue fundida tras la Revolución francesa explica el tráfico de reliquias que durante muchos siglos supuso el troceamiento compulsivo de los cadáveres de quienes la iglesia católica consideraba santos.
2015, el año de Mons como Capital europea de la cultura
Nos quedarían todavía muchos rincones que explorar de la ciudad de Mons, pero en este último viaje el objetivo estaba no sólo en callejear sino también en conocer lo que se había preparado para el año en curso como capital europea de la cultura. Y dio gusto saber que la implicación de los ciudadanos, así como de todo el país, había sido máxima para poner en el mapa a Mons. Con el tema de las «luces»,con todo lo que eso implica, el despligue en Mons podemos tildarlo simple y llanamente de espectacular. La rotundidad de este acontecimiento único en tierras valonas se mide con algunos números como los 10 años que se ha estado trabajando en Mons 2015, los más de 5000 artistas participantes (1500 son de Mons), 300 proyectos y un 75% de las actividades previstas de forma gratuita. Con la implicación de más de 4000 estudiantes, 500 asociaciones y 12 países representados la ciudad ha abierto nada menos que 5 museos nuevos. Conscientes de una oportunidad única para alzar la voz, Mons pretende ser una nueva luz que deslumbre en toda Europa.
Los años menos conocidos de Van Gogh en Borinage
El Museo de Bellas Artes de Mons (BAM), por ejemplo, ha reunido una colección única e irrepetible con más de 70 obras de Vincent Vang Gogh relacionadas con su estancia de 22 meses en Borinage, donde ejerció de predicador del Evangelio. Pocos conocen esta faceta de un Van Gogh veinteañero que comprobó en sus carnes la dureza de la vida en las minas de carbón, lo que le sirvió de inspiración para sus primeros trabajos. Por eso hasta el mes de mayo de 2015 tiene lugar una exposición con los lienzos y dibujos del artista holandés del que se conmemoran 125 años de su muerte. Algunas de estas obras son inéditas y vienen de distintos museos del mundo, por lo que hacer esta visita fue para mi una ocasión perfecta para seguir las huellas del polémico pelirrojo que terminara arrancándose una oreja y muriendo tras un disparo en el pecho. A partir de mayo las exhibiciones serán otras en el BAM, dado que la pretensión de Mons 2015 es mover numerosos temas en sus espacios culturales, por lo que más vale darse prisa para disfrutar de esta oportunidad única planeando un viaje a Valonia.
En todo caso aunque termine la exposición pictórica siempre nos quedará conocer in situ dónde vivió realmente en aquellos años, pasear por las viejas minas del Borinage y descubrir con nuestros propios ojos lo que Van Gogh trazó en dibujos cargados de realismo antes de dejarse llevar por su característico estilo impresionista. Para ello se ha rescatado una ruta a pie e incluso en bicicleta por Cuesmes, la aldea que vio crecer la compleja personalidad del inimitable pintor holandés. En esta zona además se encuentra el Grand-Hornu (el gran horno de las minas de carbón), ejemplo del Patrimonio industrial europeo atraído a otros conceptos más culturales y artísticos. De hecho está protegido por la UNESCO desde 2012 y tan sólo se encuentra a 10 km de Mons, por lo que juega un papel esencial en la capitalidad cultural europea de esta ciudad.
Mons Superstar!
De las 45 exposiciones que se realizarán en Mons durante este año la muestra Mons Superstar! es probablemente una de las mejores y más originales que encontraremos en Mons. Hasta abril les anciens abattoirs de Mons (los viejos mataderos en Rue de la Trouille nº 17) mostrarán de forma interactiva (con una tablet en la mano) los trabajos de los inventores de la ciudad, que no fueron pocos precisamente. En este caso las luces tienen que ver con la ciencia, la biología, la astronomía o la naturaleza. Más bien con aquellas personas que iluminaron no sólo Bélgica sino todo el planeta con sus descubrimientos. Por eso el título de Mons Superstar!, porque muchos personajes locales, algunos conocidos en círculos muy cerrados, merecen darse a conocer globalmente. Y con una tablet y dejándonos llevar por la originalidad de la exposición, podemos llegar hasta ellos.
Ya en verano el viejo matadero acogerá las obras de varios artistas chinos dedicados a la escultura contemporánea para jugar con conceptos tridimensionales. Es, sin duda, uno de los lugares imprescindibles de Mons para empaparse de cultura, historia y la vanguardia que siempre ha acompañado a esta ciudad de la provincia de Hainaut.
Realmente serán muchos los actos que tendrán lugar durante todo el año, con manifestaciones artísticas en plena calle, citas gastronómicas de alta cocina en la Grand Place y un sinfín de hitos de los que conviene estar enterado. Se puede consultar más información sobre Mons 2015 y su programación en la web www.mons2015.eu. En castellano tenemos mucho sobre Mons y sus alrededores en la página web oficial de la Oficina de turismo de Bruselas-Valonia www.belgica-turismo.es
Unos festejos de altura en la inauguración de Mons 2015
El sábado 24 de enero de 2015 será por siempre una fecha a recordar en la ciudad de Mons y en toda la región valona. La esperadísima Fête d’ouverture (fiesta de apertura) fue una inauguración a lo grande de Mons como capital cultural europea y una muestra de lo en serio que se han tomado aquí tan prestigioso nombramiento. No hubo plaza, calle, monumento o museo que no formara parte de un show inolvidable. Cabe destacar, además de las luces del Beffroi, lo vivido en Place du Parc, lugar en el que el fuego se hizo protagonista en sus muchas llamaradas artísticas. Desde una fuente de la que no manaba agua sino llamas hasta curiosas máquinas que deslumbraban con su mecánica a todos los paseantes (y participantes) de esta fiesta que era fácil quedarse con la boca abierta por todo lo que estaba sucediendo en una noche fría, despejada y, sobre todo, preciosa.
Pero el centro de todos los festejos fue, como no podía ser menos, la Grand Place. En unas horas en las que más de 100.000 personas se echaron a las calles de esta pequeña ciudad, la plaza con mayúsculas se convirtió en el punto de reunión de casi todas ellas. Nosotros tuvimos la suerte de encontrar un improvisado palco de honor en la buhardilla deshabitada de un restaurante italiano (Palma d´oro) que nos cedió amablemente el espacio para contar con las que, sin dudarlo, eran las mejores vistas de la Grand Place. Todavía no me creo que lo consiguiéramos, pero sí que disfrutamos a tope de una fiesta de luces, sonido y gente volando por los cielos de Mons como si las que se inaugurasen fuesen unas olimpiadas. Como dije anteriormente, el despliegue de medios en la ciudad belga, fue digno de un acontecimiento de este tipo.
Los fastos de Mons abrieron un año esplendoroso en la ciudad. Los focos de la capitalidad europea de la cultura 2015 se han puesto sobre esta pequeña población de Valonia para dejarla en la hoja de ruta de muchos viajeros que tenemos no pocos motivos para visitarla. Es muy fácil, ya que está tan sólo 1 hora desde Bruselas o 40 minutos desde Charleroi (3 horas desde París, Ámsterdam, Colonia o Bonn). Acariciar la cabeza del mono de la Grand Place con nuestra mano izquierda es posible y, por supuesto que atrae a la suerte. Mons bien que lo sabe…
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
7 Respuestas a “Mons, una nueva luz que deslumbra a Europa”
Bonito descubrimiento, no conocía esta ciudad. Por cierto, ¡Qué bonitas son las plazas belgas!
Un saludo Sele.
Coincido contigo Alberto, las plazas belgas son una pasada!!
¡Muchas gracias por describir ese descubrimiento que fue Mons para ti!
Acabo de visitar esta sorprendente ciudad, y deseando obtener más información, he encontrado esta pagina…
ENHORABUENA Sele!!! Muy buen articulo! Admiro su interés y la paciencia de escribirlo..
Un abrazo, Corina
A mí es una ciudad que me sorprende cada vez que voy. Me encantan las ciudades con Historia, aunque en este caso sea tan trágica. ¿Sabías que la ciudad ha sido asediada hasta 4 veces?
Os recomiendo visitar su museo de Historia y conocer su pasado.
Saludos
Hola Javier,
Mons, sobre todo, me sorprendió. Y para bien. Además la visité en un buen momento como fue la inauguración de la capitalidad europea. Me gustaría volver el año próximo. Y a ser posible ir al carnaval de Binche!
Muchas gracias por tu comentario,
Sele
[…] más tarde regresaría a Valonia para acudir a la fiesta de inauguración de Mons como Capital Cultural Europea (2015), con una puesta de largo excepcional, retazos de Van Gogh (el cual vivió en la zona durante una […]