El otro Gijón I (El románico y los senderos milenarios)
Gijón es mucho más que una ciudad de Asturias, la más poblada, bañada por las olas del mar Cantábrico. Su faceta urbana, de sobra conocida, nos lleva al encantador barrio de pescadores de Cimavilla, a pasear por playa de San Lorenzo y asombrarnos con el elogio del horizonte que proyectó Chillida, a entrar al Museo Jovellanos, a escuchar cánticos en el Molinón o a disfrutar de sus termas romanas como parte de un valiosísimo yacimiento arqueológico. A estudiar la inmensidad de la Laboral o a atreverse a surfear en cualquier época del año. Pero muchos visitantes desconocen que la villa es poco más del 10% de un concejo en el que es posible palpar la verdadera esencia asturiana. Un Gijón que, a espaldas de su entramado urbano, convierte al visitante en peregrino por senderos milenarios. Donde el románico se topa con una humildad arrebatadora para otorgar todo el protagonismo a radiantes y ondulados paisajes de valles y montañas cuyo color verde astur le aporta a las pomaradas el ingrediente necesario para crear la mejor sidra del mundo. Territorio de hórreos, paneras y merenderos al aire libre, de alardes medievales, túmulos prehistóricos y oscuros tejos junto a los pórticos de las iglesias. De carbayeras que sobrepasan su propio mito, cocinas donde a fuego lento borbotean fabadas sublimes y alojamientos rurales con encanto donde se convive con el silencio y el entorno natural más privilegiado.
Ese es el Gijón adonde pretendo llevarte en esta ocasión a través de una serie de tres relatos. Y para los cuales te advierto no vamos a pisar ciudad. Propongo me acompañes allá donde confluyen el camino de Santiago de la costa y la Vía de la Plata romana para conocer esas otras muchas cosas que ver en Gijón, las cuales se alejan de enredos urbanitas para contemplar su faz más natural y, sorprendentemente, desconocida.
Guía alternativa de Gijón… sin ciudad (Primera parte)
En el Principado de Asturias se entiende como concejo (conceyu en asturiano) a la totalidad de un municipio. Este a su vez puede subdividirse en distintas parroquias. El de Gijón no es de los más grandes en territorio astur pero sí el más poblado. Y cuenta, incluyendo a la propia villa de Gijón/Xixón (nombre oficial), con nada menos que veintiséis parroquias, veinticinco de ellas rurales y que, por tanto, poseen la capacidad de gestionar, administrar y organizar sus propios bienes. Ambas figuras, concejo y parroquia, resultan esenciales para comprender cómo se delimita no sólo el Principado de Asturias sino también otra comunidad autónoma como Galicia.
Con esto quiero decir que si cuando rendimos una visita a Gijón, cosa que recomiendo en cualquier época del año, nos centramos únicamente en la ciudad, nos estaremos perdiendo todo lo demás. ¡Veinticinco parroquias! Alrededor de un 90% de un territorio con mucho que ofrecer.
Hace algunos años pude hacer una escapada a Gijón y nunca me había planteado hasta entonces todo lo que había a sus espaldas y costados que no forman parte de la ciudad pero sí de un concejo repleto de posibilidades para quedarse más tiempo e incluso servir de base para explorar otras zonas de Asturias. Allí germinó la semilla de un viaje del que acabo de regresar en el que me propuse «recorrer Gijón sin ciudad». Y no porque no me guste la villa y puerto que, todo lo contrario, me encanta… sino porque quería descubrir qué podía aguardarme en esos parajes verdes y rústicos de los que hasta hoy no sabía apenas nada.
A continuación va una recopilación de grandes escenarios y pequeños rincones. Pero, sobre todo, de motivos para visitar Gijón con una perspectiva más rural, alejándonos de los semáforos y los edificios altos, y centrándonos en un entorno que ha cambiado menos de lo que parece en los últimos siglos. A lo largo de tres relatos contaré las facetas que más me han llamado la atención para que, quien sabe, algún día te plantees recorrer este territorio de una manera en la que quizás no hubieras caído. Y empezaré por dos temas realmente relevantes para entender el destino como son el románico y los senderos históricos (y viceversa).
DE ROMÁNICO Y SENDEROS HISTÓRICOS EN EL CONCEJO DE GIJÓN
Senderos milenarios: Camino de Santiago y Vía de la Plata
Una de las vertientes más fascinantes del Camino de Santiago es la del norte o de la costa. Este sendero septentrional es hoy día menos concurrido que, por ejemplo, el francés. Recorre el sinuoso y verde litoral cantábrico atravesando el Principado y, por tanto, Gijón en una de sus etapas. Ya hace siglos se aprovecharon las antiguas vías romanas de Asturias para recibir un importante flujo de personas devotas llegadas de no pocos lugares de la península y de Europa con destino Santiago de Compostela. Y hoy día es una posibilidad cada vez más demandada pero que aún goza de la tranquilidad y la compañía que sólo puede dar la posibilidad de serpentear o divagar por unos paisajes fabulosos entre el mar y la montaña. La etapa que conforma el concejo de Gijón costa de un total de 19,2 kilómetros para ejercer su peregrinaje. En la misma hay alojamientos que disponen de servicios para los peregrinos como ocurre en otras ramas del Camino de Santiago (conviene echar un vistazo a la web oficial de Turismo de Gijón donde habla de este tema así como de las oficinas de información que sellan las credenciales a los peregrinos y peregrinas).
Pero como si pareciera poco en Gijón se encuentra el extremo más septentrional de una de las rutas más antiguas e importantes del continente europeo: La Vía de la Plata. De hecho llega a encontrarse con el propio Camino de Santiago.
Se dice que los romanos fundaron «las primeras autopistas de Europa» hace dos mil años. Y, en cierto modo, así fue. Crearon calzadas que servían para unir territorios y permitir el transporte de mercancías (y de sus propios ejércitos) en las provincias de su gran Imperio. La conocida como Vía de la plata (que no tiene nada que ver con este material sino con una mala traducción del árabe «balata», cuyo significado «camino enlosado») era en su origen un nexo entre Emérita Augusta (Mérida) con Asturica Augusta (Astorga). Pero más adelante se bajó hasta tierras andaluzas y en el norte a territorio asturiano sumando la conocida como Vía Carisa. Ésta fue mandada crear por el impulsada por el General romano Publio Carisio para unir los asentamientos militares que había en tierras leonesas con el Cantábrico. Por lo que gracias a este corredor y sus posteriores añadiduras nació una ruta de comunicaciones fundamental con las que comunicar el norte y sur de Hispania.
Hoy día la ruta de la vía de la plata es un itinerario cultural que goza de una salud envidiable y que, en efecto, también tiene a Gijón como protagonista en el norte. Y que deja tras de sí innumerables yacimientos romanos tanto en el municipio tanto en la costa como tierra adentro. Como, por ejemplo, Veranes y su fabulosa villa romana (con un museo que recomiendo al 100% para interpretar las ruinas).
Otras rutas (más cortas y sencillas) para hacer senderismo en el Concejo de Gijón
No son recorridos históricos como los anteriormente mencionados pero sí permiten disfrutar de la faceta más «natural» de Gijón:
- Senda del Peñafrancia (7,9 km – aprox 2 horas): Camino que persigue el curso del arroyo Peñafrancia entre la villa de Gijón y Deva donde se deja a un lado el entorno urbano para penetrar a la frondosa naturaleza del concejo. Uno de los puntos claves para comprender este recorrido es la Carbayera del Tragamón. Robledal mayúsculo donde con buen tiempo da para pasarse aquí las horas… y con malo para hincharse a tomar fotografías.
- Senda del río Ñora (4,5 km – aprox 1 hora y 30 minutos): En los límites del concejo de Gijón con el de Villaviciosa atraviesa bosques y zonas de molinos de piedra para arribar a la Playa de la Ñora y los acantilados que la protegen.
Se pueden consultar más itinerarios por la naturaleza, así como culturales, en la web oficial de Turismo de Gijón (con planos y recomendaciones muy útiles).
El románico gijonés
La cristiandad tardó en asentarse en territorio astur incluso durante los últimos coletazos de una Roma que ya abrazaba a la cruz. Pero en la Edad Media, y más con las distintas rutas de peregrinación a Santiago que atravesaban Asturias, se sucedió la construcción de innumerables templos cristianos. El prerrománico dejó entonces excelentes ejemplos, de sobra conocidos. En campiña de Gijón se levantaron humildes iglesias y capillas caracterizadas por una extrema sencillez así como la escasez de recursos que entonces podía haber en las diminutas y pintorescas aldeas que dotaban de aún más color si cabe a aquellas extensas praderas. Se puede hablar, por tanto, de un románico «gijonés» con los ingredientes propios de la arquitectura popular aplicada a edificios religiosos. Templos de un tamaño modesto y una sola nave, carentes salvo excepciones de elementos decorativos e iconográficos que sí se advierten en otras zonas de España, y cuyo encanto radica precisamente en la manera que tienen de integrarse en el paisaje que hay a su alrededor.
Si bien muchos de esos templos sufrieron daños durante los combates y bombardeos de la Guerra Civil española, hay algunos que merece la pena no dejar atrás. Como, por ejemplo San Miguel de Dueñas ubicada en la parroquia de Santurio (hay que tomar la carretera dirección Castiello de Bernueces), la cual posee un encanto arrebatador. Y que muestra, como ninguna en todo el concejo de Gijón, el concepto de románico rural con todos sus elementos característicos así como la suerte de permanecer en un magnífico estado de conservación. De nave única y ábside semicircular con un precioso vano a dos columnas y capiteles historiados con motivos vegetales.
No muy lejos de allí, en Caldones, se alza la iglesia de San Vicente, cuya suerte durante la Guerra Civil fue nefasta. El edificio fue incendiado, por lo que tuvo que ser reconstruido sin tener en cuenta demasiado su patrón original. Por fortuna conserva la portada principal donde se aprecian diversas figuras y motivos vegetales y se intuyen sendas cabezas junto a las basas de las columnas.
A escasos cuatro kilómetros al sur, en la parroquia de Baldornón, la iglesia consagrada a Santa Eulalia, de murales blanquecinos y unas vistas prodigiosas a sus costados, conserva un elemento un tanto extraño como es una cabeza humana tallada en la piedra, cuyo significado se ha perdido con el tiempo y sigue despertando infinidad de preguntas y suposiciones.
Un kilómetro más en sentido oeste, en la parroquia de Fano, sorprende otro buen ejemplo de románico gijonés, San Juan Evangelista. Y es que, aunque original es sólo la portada y los muros orientales, se advierte un mayor detalle y composición de escenas y figuras, tanto vegetales como humanas y animales. Quizás sea aquí donde se presienta de mayor manera la proximidad de San Salvador de Valdediós (maravilloso ejemplo prerrománico en el concejo vecino de Villaviciosa) mediante la acumulación de ricos motivos historiados en los capiteles, aunque muy desgastados.
Otros grandes ejemplos del románico gijonés (fuera de la villa) se encuentran en Cenero y en Serín. Quizás Cenero y su San Juan Bautista sea el más popular de todos ya que la «antigua abadía» que otrora estuvo allí situada, aunque ahora sólo queda la iglesia, atrae una de las romerías más célebres y populares del concejo. Aquí sobrevive también un rico pórtico formado por una gran puerta con tres arquivoltas con molduras y un arco interior polilobulado sostenidos por capiteles donde se adivinan figuran animales y vegetales.
En Serín sucede algo parecido. Todo el esplendor resiste en la portada de la iglesia dedicada a San Miguel con cuatro arquivoltas de medio punto y la presencia de todo un bestiario de criaturas zoomórficas cuya presencia sirvió entonces (se calcula que son del siglo XIII) para hacer leer «escultóricamente hablando» a aquellos devotos iletrados.
Hay muchos más ejemplos a lo largo y ancho del concejo de Gijón (insisto, fuera de la villa). E incluso otros cuyo origen no es románico o que han perdido cualquier característica de éste. Pero no quiero ni puedo obviar la hermosísima capilla de la Virgen de la Providencia cuyos muros blancos reciben la brisa del Cantábrico y gente llegada de todas partes continúa hoy día dejando exvotos frente a la figura de la Virgen María (el último domingo de mayo hay una celebración muy querida y esperada por los locales). Antes que estuviera ese diminuto edificio religioso muy próximo al escarpado litoral cantábrico se sabe que, como mínimo hubo otros dos. Pero no hay rastro ya de la antigua capilla románica de la cual sólo conserva su ubicación y la adoración de miles de devotos que tienen aquí uno de sus lugares predilectos en Gijón.
NOTA: Salvo excepciones como la propia ermita de la Virgen de la Providencia, la mayor parte de las iglesias y capillas aquí mencionadas suelen permanecer cerradas, abriendo únicamente en los días de liturgia. Bien merecen la pena sus exteriores, garantes de su gran pasado medieval, pero sería fantástico poder acceder a su interior poder completar la visita.
¿Conoces la propuesta «Por un románico abierto»? En ella se reivindica mejoras para poder entrar a los edificios románicos españoles, en su mayoría cerrados a cal y a canto a las visitas.
Y en el próximo capítulo de «El otro Gijón»…
Nos adentraremos en su vertiente más arqueológica en la cual surcaremos el monte de Deva y sus túmulos neolíticos, el castro astur con vistas al cantábrico de la Campa Torres, la villa romana de Veranes (uno de los yacimientos arqueológicos mejor musealizados e interpretados del Principado) y algunos enclaves singulares de Trubia en la parroquia de Cenero que no deberían pasar desapercibidos.
Capítulo 2 de «El otro Gijón» (Neolítico, astur romano y medieval) ya disponible para su lectura.
¿Seguimos el camino juntos por ese Gijón sin ciudad?
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
PD: Puedes encontrar todos los artículos sobre España en su apartado correspondiente: RINCONES DE ESPAÑA.
One Reply to “El otro Gijón I (El románico y los senderos milenarios)”
Sensillamente maravilloso!