El día que probé a volar en parapente en Ciudad del Cabo - El rincón de Sele

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El día que probé a volar en parapente en Ciudad del Cabo

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Consulto las notas que allá con muy corta edad escribí sobre esas cosas que no podía dejar de hacer en la vida, al menos una vez. Obviamente se trataba de acciones poco relacionadas con las responsabilidades y su fondo no dejaba de ser el que podría darle un pre-adolescente con demasiados pájaros en la cabeza. Eso de tener un hijo y plantar un árbol no aparece, aunque casualmente (y no puedo evitar sonreír) sí que está lo de escribir un libro. El resto habla, entre otras muchas cosas, de viajar, tener perro, visitar castillos hasta hartarme, ver ganar al Real Madrid una final de Champions, tirarme en paracaídas, volar en parapente y no ser muy tardío en eso de tener novia. No abunda la poesía como podéis comprobar. A día de hoy puedo decir que viajé lo que pude, tuve un perro al que adoré como a un hermano, no dejo de hacer rutas por castillos de cuento, llevo disfrutadas cuatro Copas de Europa a todo color con mi equipo, di un salto en paracaídas en Empuriabrava y lo de tener novia llevó tiempo, aunque llegó, e incluso puedo decir que hoy día soy un hombre felizmente casado. Pero, ¿y lo de volar en parapente? Era algo que debía tachar de la lista, pero nunca había tenido la oportunidad de lograrlo. Hasta que viajé a Sudáfrica y me propusieron probarlo en Ciudad del Cabo, una de las mejores ciudades del mundo para practicar parapente (paragliding en inglés). Con semejante escenario, a pesar de temblarme las piernas con la idea, no podía decir que no. Era el momento cumplir y no mirar atrás.

Sele haciendo parapente en Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

Hacer vuelo en parapente en Ciudad del Cabo fue un estreno de bandera con el que grité, solté adrenalina, me emocioné y me alegré de haber esperado tanto para practicarlo en una localización inmejorable. Sudáfrica, corazón del turismo activo en África, está reservada para grandes experiencias en la vida. Y planear como los pájaros mientras observas una de las ciudades más bellas del mundo, es una razón más para saber que has tomado la decisión correcta. 

Siempre hay una primera vez para hacer parapente

Era el último día de una aventura insuperable en Sudáfrica. En apenas unas horas nos despediríamos del país más austral de África y teníamos Ciudad del Cabo para nosotros. Parecía no habernos bastado recorrer Long Street de arriba a abajo, pasear por el colorido barrio malayo de Bo-Kaap, haber sentido vértigo asomándonos en esa maravilla de la naturaleza llamada Table Mountain o incluso recorrer en helicóptero la ciudad y las tres primeras bahías de la península que remata en el Cabo de Buena Esperanza. Hacía falta dar un paso más para tachar de la lista de deberes. Por tanto subimos sin pensarlo demasiado a la cima de Signal Hill, una colina de unos 350 metros de altura desde la que podíamos contemplar una fabulosa panorámica de la ciudad sudafricana y nos vigilaba el rostro pétreo de Lion’s Head, que es a Cape Town lo que el Pan de Azúcar a Río de Janeiro. Allí nos esperaba la gente de una de las compañías que ofrecen vuelos en parapente para dos personas y con las que nos habíamos asegurado horas antes que el viento era perfecto para realizar la actividad.

Sele a punto de volar en parapente en Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

No puedo negar que tenía los nervios a flor de piel, por no decir que estaba un tanto acongojado. Mi compañero de viaje, Paco Nadal, se había tirado ya unas cuantas veces en parapente a lo largo de su vida. Para mí, en cambio, era la primera vez, por lo que era normal que no fuese un témpano de hielo a pocos minutos de saltar. El mayor miedo que tenía era el momento de dar el salto, ese paso en el que se acaba la cima de la colina y empiezas a volar. Pero afortunadamente mi monitor, Manu, que hablaba un castellano suficientemente entendible, me aseguró que si seguía sus consejos todo iría bien. Y todas sus recomendaciones se basaban en una sola cosa… ¡CORRE! Una vez hubiésemos acoplado el equipo sólo debíamos correr, correr y correr hasta que por arte de magia nos viésemos elevados en las alturas.

Sele escuchando a su monitor antes de volar en parapente en Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

Así que llegó el momento, y eso hice. Sólo recuerdo que corrí, corrí, corrí… y con las piernas en el aire seguí corriendo hasta que nos quedamos perfectamente acoplados al parapente. Se esfumó el miedo por completo y comenzó lo bueno, los minutos en los que me sentiría como un ave planeadora con la inmensa suerte de contar con una de las mejores perspectivas posibles de la hermosa Ciudad del Cabo.

Sele haciendo parapente en Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

Dicen que el tiempo es algo relativo y medible con las manecillas de un reloj impasible. Puedo asegurar que mientras te dejas llevar por el viento el tiempo no existe. Por las carreteras del cielo sólo resiste el silencio que se cuela en tus oídos hasta aturdirte. La ciudad se convierte en la mejor maqueta de sí misma, con unas panorámicas que jamás podríamos haber soñado. Es la Cape Town de las alturas, mecida por el color azul del cielo y las olas del Atlántico que un día surcara con éxito Vasco de Gama. Nosotros nos habíamos transformado en los ojos que todo lo veían, desde los corredores del paseo marítimo, la silueta del estadio de fútbol que todavía huele a Mundial o el imperturbable Lion’s Head hasta los pájaros que se debían cuestionar si a nuestra especie bípeda le habían salido alas de forma repentina.

Sele haciendo parapente en Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

Vistas desde el parapente en Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

A Manu le dio por hacer travesuras en pleno vuelo, cuanto más cerca del mar nos encontrábamos. Como si fuésemos uno de los Cazas de la película Top Gun (el de Maverick, no el de Goose) nos enfrascábamos en la derecha, la izquierda, mientras íbamos perdiendo altura. Otra de mis grandes dudas era lo dura o no que podía ser la caída el aterrizaje. Pero ésta fue ligera… muy ligera. Tanto como la de un avión de papel que se resiste a bajar en los últimos metros. Y así llegamos al suelo, con las piernas y el trasero como airbag de serie, y el amigo Paco esperándonos abajo para felicitarnos por el vuelo. La primera vez nunca se olvida, sobre todo cuando se trata de volar en parapente.

Sele haciendo paragliding en Cape Town (Sudáfrica)

Vídeo del vuelo en parapente en Ciudad del Cabo

Para traducir a estas palabras y no tener que imaginaros el escenario del vuelo en parapente aquí viene un vídeo en el que he mezclado las grabaciones de dos cámaras GoPro, la mía que llevaba atada al casco y la de Manu, el monitor con el que me estrené este particular descenso sin motor desde Signal Hill. Todo el vuelo, de principio a fin, aparece es estas imágenes en las que aún soy capaz de sentir el vértigo y la brisa de la ciudad más austral de África. ¿Estáis preparados para volar en parapente? Recordad, sólo debéis correr, correr y correr… nunca dejéis de correr.

Información práctica

– Hay diversas compañías que ofrecen paragliding en Ciudad del Cabo, aunque se recomienda reservar por internet. Luego, en la víspera, existe comunicación directa con ellos para asegurarse que las condiciones climatológicas sean aptas para practicar este deporte de altura en la fecha prevista. Si el viento es excesivo o, por el contrario, no sopla prácticamente nada, no se puede saltar bajo ningún concepto.

Paragliding in Cape Town (Sudáfrica)

– El coste de volar en parapente en Ciudad del Cabo es de aproximadamente 1150 Rands sudafricanos, lo que vienen a ser unos 80€. Por 250 Rands más (aprox 17€) es posible que te graben con su propia GoPro, entregándote la tarjeta de memoria con vídeos y fotos del vuelo. Ya que se hace creo que merece la pena tenerlo grabado todo y poderlo recordar las veces que queramos (Se puede reservar online aquí).
– La del parapente es una de las muchas actividades de un viaje a medida que se puede encargar a Aventura África, agencia local especialista en viajes a Sudáfrica.
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PD: Puedes leer todos los artículos sobre Sudáfrica recopilados en este blog.

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