Os saludo desde Puerto Madryn, una población de la provincia argentina de Chubut, en Patagonia Atlántica. Me temo que hoy la conexión a internet no me da para demasiadas florituras y que subir una sola fotografía me supone una verdadera odisea, capaz de tumbar la señal wifi del hostel en el que estoy hospedado. Pero aún así, antes de detallaros en otra ocasión más propicia estos días puramente patagónicos, me gustaría dejaros unas palabras sobre los primeros pasos de camino al Fin del Mundo. ¿Y qué contaros de lo que estoy viviendo aquí? Nada más y nada menos que estoy sobrecogido por esa Naturaleza vibrante golpeando un terreno inhóspito pero con mucha riqueza faunística, por la sensación de estar aislado en una región en la que no existe la palabra cerca, por tomar un ritmo distinto en esta nueva fase del viaje que ya me está aportando grandes experiencias.

Me ha dado tiempo a quedarme sentado a solas junto a los elefantes marinos en un lugar asombroso llamado Punta Ninfas, a observar a miles de pingüinos esperar su momento para adentrarse en la mar, a ver huir de los truenos a una colonia de leones marinos patagónicos, a que los delfines persigan nuestra embarcación, a tomar un té en una casa típica de los colonos galeses, a observar la inmensidad y un horizonte que nunca termina. Y lo mejor de todo es que aún me queda por vivir uno de los platos fuertes de la Patagonia Atlántica, que no es otra que la Reserva de Península Valdés, un lugar donde suceden fenómenos naturales únicos y donde tengo grandes expectativas. Ya después de la ruta, si el clima no lo impide, un bus de 20 horas me llevará a El Calafate, donde a mitad de semana espero estar disfrutando de otra Patagonia distinta, la de las montañas y los glaciares.

Estoy realmente entusiasmado con mis primeros movimientos en una de las Regiones más sorprendentes que he visto en mi vida. Prometo ser insistente con ella puesto que entre el lado argentino y el chileno será un mes aproximadamente el que dedique a moverme por aquí. Por el momento os hablo desde el Atlántico, y tras probar sus mieles desde hace unos días, mi intención es seguir absorbiendo toda la magia y la fabulosa extrañeza de un lugar que merece uno y mil viajes.

Me causa perplejidad pensar que la zona que abarca Puerto Madryn, Península Valdés o Punta Tombo no sea un punto obligado para todo el que visita Argentina. Estoy descubriendo que aquí se pueden vivir experiencias verdaderamente únicas. Es otro mundo dentro de América Latina…

No quiero despedirme por hoy sin agradecer el apoyo de la Secretaría de Turismo de Puerto Madryn. Y por supuesto sería descortés olvidarme de Categoría Patagonia, con quienes estoy compartiendo una serie de vivencias inolvidables en esta aventura. Aquí me he topado con gente que ama este lugar, que conoce hasta el último sendero a muchos kilómetros a la redonda. Sin el empeño de amigos como Martín, que trabajan a destajo para proporcionar ilusión a los visitantes de P. Madryn, mis pasos no hubiesen sido los mismos.

Algo tiene esta tierra batida por el Océano, que me está volviendo absolutamente loco. Queda Patagonia para rato… y tengo tanto que contaros… Si la red no lo impide, lo haré como hasta ahora para que me ayudéis en este largo camino por Sudamérica.

Saludos desde Puerto Madryn, en la Patagonia Atlántica,

Sele