Como dos gatos persas sobre los tejados de Yazd - El rincón de Sele

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Como dos gatos persas sobre los tejados de Yazd

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Durante este viaje me he dado cuenta que nos gusta buscar la manera de subir a los tejados de Irán para encontrar un perfil diferente y jugar con las alturas como hacen los gatos. Diría que es casi una obsesión. Como un clavo ardiendo nos agarramos a la silueta de azoteas y cúpulas para ver cómo la ciudad se paraliza en el horizonte. Ha habido varias veces en las que nos hemos colado en hoteles o hemos buscando puertas abiertas en las paredes laterales de los zocos abovedados. Pero la de Yazd con la llamada a la oración proveniente de las mezquitas retumbando en todas partes fue la mejor de todas. Una escalera nos llevó a un mar de cúpulas y las célebres torres del viento (que atraen el aire desde los distintos puntos cardinales para refrigerar las casas en una ciudad calurosa como pocas) con el cielo enrojeciendo como si se hubiese ruborizado de los dos caminantes sobre tejados que buscaban sentir la ciudad de adobe desde la mejor posición.

Vista panorámica de Yazd

Como dos gatos persas alcanzamos el cielo de Yazd para ser los reyes de los tejados que apuntalan un laberinto que entusiasmó al mismísimo Marco Polo en su viaje hacia China. Pura ruta de la seda y el incipiente verde islámico haciendo brillar minaretes y azulejos adheridos los unos a los otros como un puzzle inabarcable. Con el almuedín cantando por Alá y el rumor del zoco bajo nuestros pies obtuvimos otro de esos momentos en los que explotan los relojes y la rutina diaria se queda en una mera anécdota. Aquí en Irán las mil y una noches se viven todos los días y muchas veces desde un ángulo contrapicado nacido de un tejadillo en el que nadie sabe qué ocurre.

Son muchos lugares los que nos han prestado sus panorámicas de altura hasta ahora. Qom, Kashan, Isfahán, Abyaneh, las desérticas Meybod, Kharanaq o la propia Yazd. No hay tejado, escalera de caracol o alminar que se nos resista. Desde ellos observamos lo que sucede en callejones, bazares, mezquitas o caravasares abandonados. Y nos perdemos en la esencia del tiempo queriendo respirar los aromas de una auténtica historia de aventuras con Persia como escenario.

Isaac y yo en Yazd

Se puede decir que ya estamos en el desierto, que los vientos de la región histórica y étnica del Baluchistán nos golpea en el rostro. Kerman será la base durante los próximos días para explorar el desértico extremo sudoriental de Irán. Surcaremos desiertos y ciudades de barro. Y de ellos resuena un nombre en mi cabeza, la mítica Bam.

Todos siguen siendo sueños por cumplir…

Sele

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PD: Mi amigo Isaac no para de darnos pinceladas en Chavetas.es. Está ofreciendo un aperitivo fabuloso de lo que está dando este viaje.

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