La abadía de San Bavón, el cuartel español de Gante
Hay rincones que se escapan muy a menudo de las guías turísticas y en los que se debe indagar más de la cuenta para llegar hasta ellos. O, a veces, simplemente dejarse llevar por la casualidad. Estando en Gante con mi bicicleta para buscar las huellas de los españoles en Flandes tuve la fortuna de que me acompañara un gantés que hablaba perfecto castellano y que me daría muchas de las claves de la época de Carlos V y los famosos tercios en este territorio. Pero no se limitó a compartir información, sino que se trataba de uno de los pocos ciudadanos de Gante que tenían a su disposición las llaves de la vieja abadía de San Bavón, un monasterio en ruinas al otro lado del río que no era muy conocido entre los turistas. Y cuyos muros podían ser el hilo perfecto para vislumbrar el pasado de los españoles en Gante dentro de un espacio cargado de romanticismo y nostalgia del que se había conservado poco pero suficiente.
Nos dirigimos hasta la calle Spanjardstraat (calle de los españoles) y de los muros ennegrecidos de una iglesia pudimos distinguir una puerta roja metálica que estaba cerrada. ¿Entramos? – me preguntó Eugeen, que así se llamaba el tipo. ¡Por supuesto! repliqué con la misma pasión de un Goonie infantiloide. Y tras dejar las bicicletas a buen recaudo comenzamos una visita del todo inesperada.
La abadía de San Bavón en Gante, de la cruz a las armas
A medida abría y cerraba puertas Eugeen me fue contando la historia de la abadía de San Bavón. Al parecer había sido fundada aquí junto a Portus Ganda (el origen real de la ciudad) una abadía en pleno siglo VII. Su insigne fundador, Amando de Maastrich, un noble que se convertiría en evangelizador y misionero, y que a posteriori sería proclamado santo por la iglesia católica, trató de hacer llegar las enseñanzas cristiana a la vieja y pagana Ganda (el nombre antiguo de Gante). Fue maestro, entre otros, de San Bavón, quien tras escuchar uno de sus sermones tiró su espada al suelo para cambiar completamente de vida hasta llegar a habitar durante tres años el hueco de un árbol como buen eremita. Tras este periodo de ascetismo en soledad pasó a ser monje benedictino en este monasterio (San Amando) que años después fue renombrado como Monasterio de San Bavón, ya que el santo superó en fama a su benefactor. De hecho es el patrón de Gante y de otras ciudades belgas y de Países Bajos.
A pesar de sufrir los ataques normandos en la Alta Edad Media este conjunto religioso fue erigido de nuevo por uno de los Condes de Flandes. Pero el año que cambió este lugar para siempre fue 1540, en que el Emperador Carlos V irrumpió con su carácter ante la desobeciencia de los ganteses, que no le habían ayudado en su última contienda con Francia, humillándoles exigiendo que desfilaran descalzos, tapados con un camisón y una soga al cuello hasta su palacio para pedir clemencia. Los cabecillas fueron ejecutados y en ese momento la Abadía de San Bavón fue destruída en gran parte para levantar un castillo-fortaleza, más bien una ciudadela que sirviera para cuartel general en Gante a los españoles llegados a Flandes. De ahí que todavía se recuerde este hecho en la calle que da a la vieja abadía, Spanjardstraat.
El museo de las lápidas
El castillo de los españoles (en neerlandés Spanjaardkasteel), insigne campamento base de los tercios, vio enterrar en antiguo claustro a muchos de sus hombres bajo el anonimato y el olvido. Permaneció tal cual hasta el siglo XIX, mucho tiempo después de la retirada de los Tercios, cuando gran parte de estas estancias fueron demolidas. Lo que hoy queda son apenas ruinas de la abadía y una iglesia utilizada como museo en el que exponen lápidas antiguas, algunas bien ilustres como la del sepulcro de Jan Van Eyck, aunque la mayoría son de guerreros, gente adinerada y, sobre todo, anónimos de los cuales tan sólo somos capaces de entrever algunas letras y fechas grabadas en la piedra de su tumba. Una gran nave central en la que la voz hace eco, fue la primera imagen que tuve de la Abadía de San Bavón. Pero no había visto nada todavía.
El claustro de San Bavón
Eugeen trató con dificultad abrir otra puerta al costado de la nave. Esto llevó unos minutos en los que cuando estábamos a punto de marcharnos pareció tocar el punto clave en la cerradura. Como por arte de magia nos vimos en el interior de un claustro semiderruído, un corazón verde sostenido por pilares ficticios, corredores ahumados por el humo de no pocos incendios. Aquel era el corazón de San Bavón, los restos de una abadía de suma importancia histórica en toda Bélgica. Las piedras y silencios enredados en la naturaleza no me impedían escuchar el sonido de espadas y escudos de los guerreros venidos de un largo viaje desde España. Aquella era parte también de nuestra historia, del significado de poner una pica en Flandes y luchar para una causa que la mayoría incluso desconocía.
Hoy muchos de esos hombres están enterrados a varios metros bajo el césped que pisaban nuestros pies. Apellidos castellanos, catalanes o vascos se han disipado ya con la lluvia de varios siglos. El castillo de los españoles es tan sólo un recuerdo derribado entre las últimas llamaradas de una abadía mucho más antigua que conserva parte de su carácter en piedra. El románico y, sobre todo, el gótico, se dibujan en vanos cortados y capiteles supervivientes de excepción a las llamas.
La visita a la abadía de San Bavón me regaló la posibilidad de viajar a dos espacios temporales diferentes, la de las órdenes monásticas en la Edad Media y la de la España gobernada por Carlos V o Felipe II y defendida por Alatristes de turno así como otros personajes, y no precisamente de ficción, que perdieron su vida por unos ideales confusos en las frías y turbias aguas de los humedales flamencos. El fango no lo probaron los monarcas, los poderosos. El cuadro de las lanzas de Velázquez sólo pinta sonrisas de una victoria o una rendición, se mire donde se mire. Pero no a todos aquellos que se dejaron el alma en el camino sin saber que se estaba dilapidando la fortuna de un Imperio que muy poco después llevaría con deshonor el apellido bancarrota.
La abadía de San Bavón es una especie de verso suelto que nos deja la Historia en Gante. Un poema romántico que recoge por igual el sonido la las campanas y los pasos hacia el refectorio que el ruido de las armas y los insultos en castellano antiguo. Aquel es un paseo que recuerda al de las abadías abandonadas de Inglaterra que nos hicieron llegar los Lord Byron, William Turner y compañía o a la nostalgia triste de Bécquer o Larra en España.
Euggen, sin haberlo previsto, me había abierto con sus llaves (que sigo preguntándome cómo es que las tiene), a esa Flandes desconocida que poco tiene que ver con las casas barrocas de mercaderes ricos, los canales y los molinos de viento de la campiña. La visita a San Bavón, al otro lado del río, se convirtió en uno de los grandes momentos que pude vivir en Gante.
NOTA PRÁCTICA:
+ La abadía de San Bavón suele estar cerrada en los días de diario y abrir ocasionalmente durante las tardes del fin semana (14:00 a 18:00) por los propios vecinos. En ocasiones se hacen visitas organizadas en grupo, aunque conviene preguntar en la Oficina de Turismo de Gante.
+ Eugeen Roegiest es guía de la ciudad y hace circuitos en bicicleta con la temática que vayamos buscando. Muy conocedor de la Historia de Gante y del paso de los españoles por esta ciudad flamenca. Correo electrónico: eugeen.roegiest@ugent.be.
+ Más información de Gante en la web de la oficina de turismo de la ciudad: www.visitgent.be/es/home (En castellano, muy recomendable).
+ Toda la región de Flandes en la web: www.flandes.net (En castellano y catalán).
+ No te pierdas el reportaje de 12 cosas que ver y hacer de viaje por Gante publicado en este mismo blog así como todos los relatos de Flandes.
TRAS EL RASTRO DEL GRAN EMPERADOR CARLOS V
Es sabida mi pasión por la Historia y por la figura del Emperador Carlos V. Tras viajar a esta región en diversas ocasiones he publicado un amplio reportaje histórico-viajero titulado «Tras las huellas del Emperador Carlos V en Flandes» en el que repaso los escenarios más importantes de esta parte de Bélgica a lo largo de su vida. Y San Bavón es uno de ellos…
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
6 Respuestas a “La abadía de San Bavón, el cuartel español de Gante”
Esas historias del «Camino Español» que me encantan Sele 😉
En nuestro viaje a Bélgica, en Julio del 2013, también tuvimos la suerte de conocer este rincón de Gante. Al llegar a la Abadía, la encontramos abierta ya que un grupo de teatro estaba ensayando una obra en su interior y, tras pedir permiso, pudimos recorrerla libremente. Interesante y bonito descubrimiento
Es un bonito descubrimiento como tú dices, Lourdes. Me alegra que tuvierais la oportunidad de conocerla.
Saludos,
Sele
Estuve ayer a raíz de haber leído este artículo tuyo, me gusto mucho, lo único que lo que es la iglesia estaba cerrada. Entramos directamente por el parque que estaba la puerta abierta, solo estábamos nosotros, un cura sentando leyendo y el vigilante. El horario de apertura al público es de 14:00 a 18:00h, pero para menos 10 pasadas ya te mandan ir saliendo.
Hola Nerea,
Me alegra que finalmente pudieseis visitar San Bavón. Es uno de esos lugares que la gente que va a Gante se pierde y creo que merece mucho la pena.
Por cierto, asómate el lunes al blog, que te gustará el artículo que voy a publicar.
Mil gracias por dejar tu comentario!!
Sele
[…] de Gante que no aparecen en las guías de viaje pero que no podemos pasarlos por alto. La vieja abadía de San Bavón se encuentra a las afueras de la ciudad vieja, aunque tratándose de las dimensiones de Gante […]