Uzbekistán y Repúblicas Bálticas: Comienza el espectáculo

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Uzbekistán y Repúblicas Bálticas: Comienza el espectáculo

Centellean las cúpulas de Samarkanda, se oyen los cantos en los minaretes de Bukhara, las murallas de Khiva parecen más fuertes que nunca y los pastores se alejan del calor del desierto con sus rebaños para que pasten junto al Río Oxus, ahora Amu Daria. Ahora sí que sí, el Gran Viaje del verano ha comenzado. Uzbekistán, el corazón de la Ruta de la Seda, late con la sangre de los Marco Polo, Tamerlán, Ibn Battuta, y se pasea con el alma de las caravanas y camelleros que un día surcaron ese camino en el que se hicieron transfusiones de sabiduría tanto o más que de mercancías. Nuestros pies buscan también posarse sobre este lugar que se rompe en la Historia del mundo mezclada en este lejano rincón de Asia Central. Pero no todo acaba allí, ya que la emoción de bifurcará en una última semana recorriendo las Repúblicas Bálticas, esos países de la ex-Unión soviética que brillan con luz propia que siempre se pronuncian al unísono y en el mismo orden: Estonia, Letonia o Lituania. Dos viajes, dos aventuras y mil retos viajan en el interior de nuestras mochilas.

No sabéis qué alegría me da deciros que esta es una realidad, que hasta que termine el mes de julio no se hablará de regresar sino de aprender de otras personas, de otros modos de vida,  de lo que supone perderse dentro de las huellas de la propia Historia.

1ª ETAPA: UZBEKISTÁN

Lo mejor será que separemos este viaje en dos grandes etapas. La primera y más inmediata (en tiempo no en distancias) será de dos semanas (10 al 24 de julio) en Uzbekistán, el país de Asia Central independiente de la URSS desde hace ya 20 años, reconocible por ser una amalgama de culturas y saberes de aquí y de allá, de Oriente y Occidente. Cuatro ciudades Patrimonio de la Humanidad (Samarkanda, Bukhara, Khiva y Shakhrisabz), un ancho desierto como Kyzyl Kum, el Río Amu Daria, el extraño caso del Mar de Aral, las últimas yurtas en territorio uzbeko, la pose soviética que huele a vodka y a té, y la sombra de los mercaderes fantasmales del pasado… Son muchas las cosas las que ver, sentir y expresar en este país que tiene sus puertas abiertas al extranjero, al igual que las tuvo en tiempos de Marco Polo y en que los nómadas se refugiaban del polvo y el calor con sus camellos en viejas fondas de barro.

¿QUÉ VEREMOS?

En la cabeza fluyen un montón de ideas y de rincones soñados que van a pasar a ser realidad. Vamos a plasmarlas en un recorrido totalmente abierto, ya que como en los últimos viajes, éste se caracteriza por haber sido dejado en las manos de la improvisación, del dejarnos llevar por el hechizo de las ciudades y caminos. Arribaremos a la capital, Tashkent, y desde allí iniciaremos una ruta de ida y vuelta que aún no tiene fechas concretas ni estancias establecidas. Simplemente eso, ideas….

Un recorrido probable a priori nos llevará en tren desde Tashkent (llegamos el lunes 11 de julio, ya que el domingo pasaremos la tarde noche en Riga) a la ciudad de Samarkanda, infundada por un mar de mezquitas y madrasas, y la Plaza más hermosa de Asia Central (el mítico Registán). Sólo pronunciar su nombre, se invocan un millón de historias alrededor de un fuego nacidas más lejos de lo que pudiéramos imaginar.

De aquí dudamos en ir a Shakhrisabz, la ciudad que vio nacer a Tamerlán, que fue como un Genghis Khan a la uzbeka, conquistador y titular de un inmenso Imperio (el Timúrida), que sometió a casi toda Asia Central. Las ruinas de su Palacio, arqueología puro al sur de Samarkanda y una opción a tener en cuenta para una excursión de un día.

Seguro será nuestro paso por Bukhara (también llamada Bujará), siempre asociado a Persia y considerado como el centro musulmán más importante de Asia Central. Su casco histórico es también Patrimonio de la Humanidad y quien ha estado reconoce en esta una ciudad que quita el aliento. Trataremos de pasar aquí como mínimo un par de días. Su estructura medieval, sus palacios y mausoleos serán ideales para dejarnos perder.

De aquí seguro pasaremos a Khiva (también llamada Jiva), cuya ciudadela de Itchan Kala era una de las joyas que veían los viajeros que encontraban este oasis en medio del desierto. Una ciudad pequeña muy de las Mil y una noches donde volveremos a enamorarnos de las estrellas y de sentirnos viajeros dentro de una ruta milenaria.

Después, de una forma u otra, trataremos de llegar a otro lugar con sabor a remoto y desde las últimas décadas, a desastre, a soledad… el Mar de Aral. Un lago desecado por las locuras rusas (desviaron el curso de los ríos que lo alimentaban para hacer «regadío» en pleno desierto) que dejaron cientos de barcos varados y oxidados y ciudades muertas. Donde había puertos sólo hay tierra seca y desolación. Probablemente uno de los mayores desastres ecológicos de la historia en plena República Autónoma de Karakalpakstan y donde llegar será toda una aventura.

Y para después, ¿quién lo sabe? Será un largo retorno a Tashkent, quizás utilizando otras vías. Tenemos interés en algunos fuertes (probablemente Ayaz Qala) o en ver las yurtas en las que aún habitan algunos kazajos nómadas. Pero eso nos lo dirán las ganas, el camino y el dónde nos lleve el viento.

Sólo tenemos reservado hotel para la primera noche en Tashkent, el Retro Palace. Nada más. Mochilas al hombro iremos diseñando nuestra propia historia en Uzbekistán. Mucho mejor!

2ª ETAPA: LAS REPÚBLICAS BÁLTICAS (ESTONIA-LETONIA-LITUANIA)

El domingo 24 de julio llegamos a Riga (Letonia) a las 7:00 de la mañana prodecentes de un vuelo tomado en la capital uzbeka. Esta ciudad, que pisé por primera vez hace seis años, la visitaremos juntos durante ese día, ya que al siguiente Rebeca vuelve Madrid, y yo me quedo solo por aquellos lares norteños. He alquilado un coche en el que me moveré por las Repúblicas Bálticas. Además de las capitales (Riga-Tallin-Vilna), aprovecharé para indagar en lugares que iré señalando en el mapa de carreteras que llevo conmigo en la mochila. Aprovechando que la luz del Sol se pone muy tarde, me moveré en una ruta aún no decidida en la que hay ciertos nombres que trataré de hacer seguros tales como el castillo de Trakai o la Colina de las cruces.


Cuadro de la ciudad estonia de Tallin

No hay alojamiento a la vista aquí tampoco. Si en Uzbekistán regirá la improvisación como norma, en las Bálticas lo hará a la enésima potencia.

Tengo muchísimas ganas de conocer Tallin, de descubrir pueblos pequeños y parques naturales en medio de un verano en estas tierras septentrionales en los que la magia de la luz preside todos los actos.

¡ESTAREMOS EN CONTACTO!

Como cada año, como en cada viaje, trataré de conectarme a internet en algunas ocasiones para poder iros contando cómo van las cosas. Lo haré a través de tres medios distintos:

+ En los Comentarios que podréis ver sujetos a este post. Será donde haya más información y cuelgue más imágenes.

+ En nuestro canal de Facebook.

+ A través de Twitter. Mi usuario es @elrincondesele.

Me parece increíble que esté de nuevo hablando del Gran Viaje del verano, el undécimo seguido tratando de saborear las mieles de nuestro Planeta. Ayer fue un sueño, ahora una realidad, y al regresar un recuerdo imborrable.

Lo mejor de todo es que… comienza el espectáculo.

Hasta pronto!!! Que Marco Polo nos protega!!

Sele

PD: Aunque ya lo he comentado en las Redes Sociales, el relato que contiene tres historias distintas partiendo del Aeropuerto belga de Charleroi y que se titula «Charleroi Connection» ha sido uno de los ganadores del Concurso organizado por la Oficina de Turismo de Bélgica.

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