Un París de regalo para 2008: Breve historia de un fin de semana en la Ciudad de la Luz

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Un París de regalo para 2008: Breve historia de un fin de semana en la Ciudad de la Luz

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En el año 2007 los protagonistas fueron sin duda alguna los Weekends viajeros, ahora también llamados «Breaks», consistentes en períodos brevísimos (normalmente de viernes a domingo) en el extranjero aprovechando el auge de las líneas aéreas de bajo coste cada vez más presentes en no pocas ciudades españolas. La multiplicación de esta clase de compañías low cost son causa y efecto de lo que se ha venido a llamar Democratización viajera, es decir, un aumento considerable de ofertas para todos los bolsillos y públicos. No hace demasiados años que se tildaría de utópica esta nueva situación que ahora vivimos.

Y es por ello que quien os habla ha caído en el anzuelo una y otra vez. No hago más que hacer previsiones, mirar ofertas para disfrutar a largo plazo e informarme de nuevos destinos, rutas o posibilidades. Está claro que favorece vivir en una ciudad como Madrid donde hay un amplio abanico de opciones para volar al extranajero.

El año pasado viajé a Dinamarca, Suiza, Noruega, Alemania, Francia, Inglaterra, Italia o Portugal en fases cortas de 3 ó 4 días, que me permitieron disfrutar de estupendas anécdotas y compartir deliciosos momentos en compañía de amigos o familiares. La sensación de salir del trabajo un viernes a la hora de comer, y acabar cenando en Londres, Roma, Oslo, Zurich, Odense, Colonia o Avignon… es algo que se saborea al máximo.

Y para 2008 la cosa no va a desmerecer en absoluto. Qué mejor inauguración que un fin de semana en la inconmensurable capital de Francia, París. Fue, por tanto, la Ciudad de las luces la que abrió la veda. Era la segunda vez que viajaba hasta allí, ya que en el verano de 2001 había sido el primer objetivo alcanzado en el Interrail.

 

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Me acompañó mi madre, a la cual le regalé el viaje (vuelo + hotel) con motivo de su cumpleaños. Después de Roma, París era otro de sus sueños y he querido aprovechar para compartir ese deseo con la persona que más me soporta y me sufre.

He aquí pues una breve crónica de lo sucedido en el fin de semana, acompañado de algunos consejos y datos prácticos dedicados a todos los viajeros que tengan dos o tres días para ver la ciudad y quieran aprovechar el tiempo al máximo. Y sobre todo encaminado a resolver las eternas dudas de quienes lleguen allí volando con Ryanair al Aeropuerto de Beauvais.

EL VUELO Y EL TRANSPORTE DESDE/AL AEROPUERTO

Volamos con Ryanair desde Madrid (Barajas, Terminal 1) hasta el Aeropuerto Paris-Beauvais a las 17:10 (Duración 2 horas aproximadas). Beauvais está bastante alejado de la ciudad (unos 80 kilómetros) y no tiene comunicación por tren/metro como en los dos grandes Charles de Gaulle y Orly. Es por tanto necesario tomar uno de los autobuses lanzadera que salen unos veinte minutos después de la llegada de los vuelos (en mi caso si aterricé a las 19:10 salimos con el bus puntuales a las 19:30 haciendo el recorrido en hora y cuarto exacta) Obviamente también es posible coger un taxi aunque me temo es igual de asequible que fichar un futbolista, comprarse una casa o lanzar una opa.

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Se pueden adquirir los billetes de bus en el Aeropuerto (13 euros ida, 26 ida y vuelta) o incluso adelantarse y hacer lo propio por internet. Esa es la opción que nosotros utilizamos para evitar una pesada cola y tomar el bus a tiempo sin tener que esperar otro. Si quieres comprar los tickets haz clic aquí y sigue las instrucciones que te indiquen.

Los autobuses-lanzadera salen, como he dicho antes, aproximadamente 20 minutos después de que aterrice el avión. Mi consejo es, por tanto, comprarlo con antelación y darse mucha prisa en salir tras el aterrizaje para no tener que esperar más de la cuenta. Os dejo aquí el enlace de los horarios tanto de ida como de vuelta Beauvais-París (Porte Maillot) y París (Porte Maillot)-Beauvais.

CONSULTAR HORARIOS

Y es que si la gente suele tener dudas con cómo ir del Aeropuerto al centro, no lo es menos para hacer el proceso inverso. La recomendación dada por la compañía es estar en el Parking de lanzaderas de Porte Maillot (en un lateral del Palacio de Exposiciones y Congresos) tres horas y cuarto antes de la salida del vuelo de retorno. En nuestro caso tomamos el bus de vuelta a las 16:30 cuando el avión tenía previsto el despegue a las 19:45. Sí, demasiada premura para mi gusto. Aún así por lo que pude ver salen bastantes buses cada poco tiempo, por lo que no hay que volverse loco ni llevarse las manos a la cabeza si no se está a la hora indicada. La cosa tiene solución.

EL ALOJAMIENTO

UHice la reserva con bastante anticipación (conveniente en ciudades tan turísticas como París) en el Hotel Darcet (Rue Darcet, 4) en pleno barrio bohemio de Montmartre a escasos metros de la Place de Clichy y a 5 minutos del célebre Moulin Rouge. El precio, para tratarse de una ciudad tan cara, me parecía bastante bueno (26 euros/persona/día), además de tener una estación de metro muy cercana, lo que favorece posteriores desplazamientos.

Pero cuando llegamos al mismo ocurrió una sorpresa inesperada. Espetaron que estaban completos y me tuvieron que remitir a otro hotel un par de calles más allá conservando el precio acordado. Es realmente inconcebible que no respeten una reserva hecha desde septiembre pero no pudimos hacer más que elevar nuestro equipaje y marchar al hotel indicado por ellos. Su nombre Hotel du Mont Doré, que hace referencia en la calle en la que está situado. La habitación era tan pequeña que parecía estar preparada para albergar a los Pin y Pon. La calefacción no cogía tono ni prendiéndola fuego y eso que el frío que obsequió los días y las noches parisinas fue terrible. Pero lo que digo siempre… el alojamiento es lo de menos. Y más cuando ya se ha viajado a la estepa mongola y se han conocido los cuartos de baño candidatos al Guinness de los Records en su vertiente más tóxica. Había que ver el lado positivo: Estaba limpio y en un buen barrio como es el Montmartre en el cual hay infinitas alternativas (y económicas) para salir a comer o a cenar. Y con un ambiente sensacional en unas calles bastante concurridas y animadas.

UN PAR DE RECOMENDACIONES…

El precio de la entrada a monumentos y museos en París es bastante elevado, sobre todo si no se posee carnet de estudiante. Haciendo una media se puede decir que ronda los 8 euros cada uno, que en ocasiones incluso se supera (Louvre 9€ o Torre Eiffel 11,50€). También hay que tener en cuenta que hay lugares que requieren aburridas y pesadas esperas en la cola para comprar los susodichos tickets. Es por ello que navegando por internet y consultando los foros descubrí una Tarjeta o Pase que incluye la entrada a más de 60 lugares turísticos. Se la conoce como PARIS MUSEUM PASS y es posible adquirirla presencialmente en la Casa de Francia (que hay tanto en Madrid como Barcelona) o en internet desde su página web, además de en la propia capital gala, ya que está disponible en las Oficinas de Turismo y en los más importantes monumentos y museos. Su precio varía en torno a los días que se desee cubrir estas visitas ilimitadas (desgraciadamente no incluye la Torre Eiffel, lo que es un gran fallo). En el momento en que yo la adquirí en la Casa de Francia que hay en Madrid (Plaza España 18, Torre Madrid, 8ª planta, oficina nº5) los precios eran los siguientes:

* 2 Días: 30 euros

* 4 Días: 45 euros

* 6 Días: 60 euros

Así a ojo parece un poco caro, pero haciendo cálculos de lo que se quiera visitar y contando la mencionada media de precio de 8€/monumento-museo puede valer la pena (ver la lista de lugares incluidos). Y tiene una ventaja bastante interesante como la de no tener que esperar largas filas en las taquillas, lo que favorece de forma sobrada a quienes cuenten con la consabida limitación en torno al tiempo de visita. Además el número de entradas a un lugar es ilimitado en los días que se contrate el pase. Puede ser muy útil para hacer el Louvre en varias etapas. Se ahorra tiempo y dinero.

Otro de mis comentarios, consejos o recomendaciones tiene que ver con el transporte público. París es una ciudad tremendamente grande y engañosa a la hora de medir las distancias. Lo que en un mapa parece poco, en la realidad puede ser demasiado. Por lo que no debería desdeñarse utilizar la amplísima red de Metro, trenes de cercanías (RER) o autobuses urbanos para llevar a cabo los desplazamientos. El billete sencillo cuesta 1´50€ (a febrero de 2008), aunque es bastante útil hacerse con un pack de 10 tickets por 11´10€, y más aún adquirir la TARJETA PARIS VISITE que según los días/zonas tiene un precio distinto (para 3 zonas, que abarcan todo el centro parisino cuesta 14 euros utilizarla dos días) y que asegura viajes ilimitados.

Se puede comprar también con antelación en la Casa de Francia (ver web de su tienda por internet) además de en todas y cada una de las Estaciones de Metro/RER. Y con la misma se consiguen descuentos de hasta un 30% en los barcos que navegan por el Sena.

DÍA A DÍA DEL VIAJE

Conscientes de la excesiva limitación de tiempo (viernes noche, sábado entero y domingo hasta la tarde) en una ciudad tan grande y con tantas cosas que ver y hacer, teníamos muy clara la idea de acudir a los principales atractivos. Es por ello que medité un interesante recorrido en que pudiéramos tener una impresión general lo más adecuada posible. Y los días se terminaron sucediendo de la siguiente manera:

VIERNES 1 DE FEBRERO: Puntualidad absoluta en el despegue del avión y en la salida del bus al centro como he comentado más arriba. Una lluvia fina pero firme nos dió la bienvenida, pero afortunadamente sería la única y última porque una vez más la suerte meteorológica se alió con nosotros y nos regaló dos días de sol realmente maravillosos. Eso sí, el frío rompedor no se fue en ningún momento.
Tomamos el metro a la Plaza Clichy y apenas tardamos unos minutos en localizar el Hotel, que como ya señalé, nos hizo la trece-catorce, y nos tuvo que desviar a otro cercano.

Después de dejar las cosas y prepararnos unos bocadillos decidimos darnos un paseo por el barrio del Montmartre en que estábamos. Este lugar es el centro más representativo de la bohemia presente en la ciudad parisina. Los cabarets, cafés, restaurantes de todo tipo y los locales de alterne se cuentan por decenas. Muchos de éstos ya estaban cuando tenían como vecinos a artistas de la talla de Picasso, Dalí, Van Gogh, Modigliani, Pissarro o el mismísimo Toulouse-Lautrec, que de forma magistral inmortalizó el barrio en sus pinturas y carteles. Qué mejor ejemplo que el mítico Moulin Rouge, que continúa su actividad con más vigencia que nunca. Las aspas siguen girando al compás de los bailes y canciones que surgen en un escenario que debería ser Patrimonio de la Humanidad. Fue nuestro primer lugar ilustre con que inauguramos el viaje a París. Había enorme fila de gente intentando entrar y de curiosos fotografiando el célebre emblema de la noche parisina. Para la mayoría, la referencia más cercana y el conocimiento más exacto que tienen de este sitio tiene que ver con el dado en la película de Nicole Kidman y Ewan McGregor.

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El Boulevard de Clichy donde se encuentra es una kilométrica avenida con un carácter un tanto picante por la cantidad de Shows XXX y de Sexshops ubicados en la misma. Es algo así como El Barrio Rojo de París, aunque a diferencia de Amsterdam las prostitutas no se exhiben en escaparates.

El Montmartre, cuya traducción viene a decir Monte del Martirio, fue un pueblo a finales del XIX fue anexionado a la capital gala (hoy forma parte del Distrito 18º). Aún sigue presente su carácter particular y bohemio de cabarets, fiestas y buen comer que repletan sus empinadísimas calles que terminan en la Basílica del Sacre Coeur, visible a muchos kilómetros. Lo considero un lugar ideal para alojarse por su gran oferta de restaurantes económicos y de supermercados que pueden aliviar el bolsillo de quienes no están dispuestos a arruinarse en esta ciudad. Cosas que el más puro centro cuesta un mundo encontrar.

Y pasada la medianoche nos fuimos a dormir. Madrugar iba a ser una de las claves para zambullirnos al máximo en una de las ciudades más hermosas del mundo.

SÁBADO 2 DE FEBRERO: Tras desayunar en el hotel comenzamos sin más demora nuestra macroexcursión prevista. En el plan se daba sobre seguro caminar mucho y recorrer más todavía aprovechando las horas de luz (a las 6 es noche cerrada durante el mes de febrero). Por mi madre no me tenía que preocupar demasiado porque tiene un aguante y una marcha que ya quisieran muchos. He aquí lo que nos dio tiempo a visitar y a hacer:

* Visita y ascenso a la Torre Eiffel: El símbolo de París es uno de los monumentos más turistizados y explotados del mundo. Desde por la mañana se forman gigantescas colas para poder utilizar sus ascensores y bien subir a la P1080236primera planta (4´50€), a la segunda (a 115 metros de altura, 7´80€) o a la cima (276 metros, 11´50€) para obtener la más inconmensurable panorámica de la ciudad en 360º (No es válida la París Museum Pass por lo que hay que pasar por caja sí o sí). Lo ideal es estar allí minutos antes de su apertura (9:30 de la mañana, 9:00 en verano) porque una hora después la multitud es excesiva y se puede perder demasiado tiempo para adquirir los tickets o esperar los ascensores. Hay varias maneras de llegar hasta la Torre (ver accesos y estaciones) pero la más interesante es bajarse en la Estación École Militaire (Linea ocho) porque de esa forma uno se va a acercando a la gran mole de hierro muy poco a poco atravesando el verdísimo Campo de Marte. Las fotos más típicas suelen tomarse desde allí. Así es como hice tanto en 2001 como ahora en 2008.

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La impresionante torre fue diseñada por Gustav Eiffel e inaugurada en 1889 con motivo del centenario de la P1080247Revolución francesa y de la Exposición Universal que tendría lugar en la ciudad. Su levantamiento generó una gran polvareda en los medios, que la criticaron e incluso exigieron su retirada con la finalización de dicha Expo. Todo estaba planeado para exterminar «El Armatoste de hierro» como era conocida, pero milagrosamente la salvó el Ejército francés que la vio como un lugar ideal para instalar antenas y utilizar modernos equipos de transmisión. Y hoy en día atrae a millones de turistas y genera unos dividendos extremadamente elevados. El mejor ejemplo de que las modas y los gustos cambian de la noche a la mañana. Se pasa de la fealdad a la belleza en un abrir y cerrar de ojos.
Nosotros no tuvimos que esperar demasiado, aunque sí fue inevitable soportar el clima gélido propio del invierno. Por lo menos el cielo claro y azul acompañó e iluminó toda la urbe parisina visible desde lo alto. No hay nada que se escape a los ojos de la Torre Eiffel cuando se está arriba…

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* Los Inválidos: Desde la Torre Eiffel caminamos a orillas del Sena (primeramente por la Quai Branly y posteriormente por la Avenida de Nueva York, al otro lado) pasando por el Puente del Alma, más conocido por el túnel que pasa por debajo en que perdieron la vida en un accidente de tráfico Lady Di y Dodi Al-Fayed un 31 de P1080297agosto de 1997. Aún hay multitud de cartas, escritos y flores que recuerdan lo que allí sucedió.
Justo al dejar a nuestra derecha tanto el Grand Palace como el Petit Palace nos encontramos con el que a mi parecer es el Puente más bello de París: El Puente de los Inválidos, decorado con estatuas y recargadas farolas negras que anteceden de la mejor manera al Hôtel des Invalides, un antiguo hospital militar que en la actualidad alberga el Museo del Ejército y la Tumba del legendario Napoleón Bonaparte. Mandado erigir por Luiz XIV para acoger a más de 4000 veteranos de guerra con discapacidades, este enorme edificio rectangular de corte clásico y funcional cuenta con un bonito patio y está recargado en su extremo sur con la Cúpula dorada de la Dôme, que sirve de mausoleo de Napoleón y de otros Héroes de Francia en el aspecto bélico o militar. Dicha cúpula es el verdadero tesoro del lugar en que varias estatuas de mármol vigilan los restos del insigne Emperador Bonaparte. Entrar tanto aquí como al Museo de la Armada (con objetos expuestos de todas las Guerras en que Francia ha participado) cuesta 8 euros aunque si se lleva la Paris Museum Pass no hay que pagar nada.

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Debo decir que muy cerca de este edificio se encuentra un museo dedicado a Rodin (aquí está el célebre «Pensador») que hará las delicias de los amantes del arte escultórico.

* El Arco del Triunfo: Después de comer en uno de los Cafés-Restaurantes de la Plaza Charles de Gaulle (¡A 5€ la botella de agua!)nos dirigimos al que después de la Torre Eiffel, puede considerarse un «segundo símbolo» de la P1080343ciudad. Un Arco conmemorativo mandado erigir por Napoleón tras la batalla de Austerlitz (1806) para homenajear a su ejército. Un monumento sin igual al que no le hacen justicia las fotografías porque es al natural cómo deja a cualquiera con la boca abierta. Cuando se tiene delante uno piensa que en absoluto imaginaba las espectaculares dimensiones del mismo: 50 metros de P1080350altura por 40 de ancho. Decorado con motivos clásicos y romanos (tan del gusto de Bonaparte) tiene escritos en sus muros los nombres de las muchas batallas en que los franceses se proclamaron vencedores (algunas entre comillas porque se les olvida reconocer cómo salieron de España con el rabo entre las piernas). La Tumba del «Soldado Desconocido» honra a los caídos por Francia con una llama que nunca se apaga. Aunque es desde lo alto (8 euros, válida la Paris Museum Pass para acceder sin pagar ni esperar) desde donde uno tiene la mejor perspectiva y entendimiento de por qué a esta Plaza se la conoce como «de las Estrellas». Sencillo, de la rotonda en que se encuentra el Arco del Triunfo parten nada más y nada menos que doce avenidas, entre las cuales la más célebre es la de los Campos Elíseos. Aquí las vistas son también espectaculares y en un día claro se llega donde los tus ojos quieran.

* Los Campos Elíseos: Glamour, esplendor y elegancia son algunos de los calificativos más certeros que describen la más importante Avenida de París. La etapa final del Tour de Francia tiene lugar en este lugar que parte del Arco del Triunfo y llega hasta la Plaza de la Concordia. Las aceras arboladas que hay a ambos lados son bastante anchas, haciendo un guiño al peatón, que en ocasiones se le ve sujetando bolsas de exclusivas boutiques. La flor y nata del diseño y de las marcas más deseadas se encuentran delicadamente situadas en esta rectilínea avenida, al igual que los Restaurants más lujosos e inalcanzables. Un local de Renault exponía el R-28 de Fernando Alonso recién preparado para competir en los Grandes Premios de Fórmula 1 de 2008.
Recorrer los Champs-Elysées forma parte de una experiencia clave sin la cual no se puede entender París.

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* La Plaza de la Concordia: En francés Place de la Concorde y antiguamente conocida como «Plaza de la Revolución» pasó de ser el área de ejecuciones con guillotina a personajes ilustres (Luis XVI y Maria Antonieta, por ejemplo) a lo que es hoy en día, uno de los corazones más intensos y hermosos de la capital de Francia. En su centro se alza de una pieza un obelisco egipcio procedente del Templo de Luxor que mide 22,5 metros y pesa la friolera de 227 toneladas. Observándolo desde los Campos Elíseos tiene como norte al Parque de Tullerías, al Este la Asamblea Nacional y al Oeste la preciosa iglesia de la Magdalena (La Madeleine) reconocible por su similitud a los templos de la Antigua Grecia. Impactante y fascinante.

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* Iglesia de la Madeleine: Cuando se tiene de frente nadie puede imaginar que se trate de un edificio católico. Y es que está hecha a imagen y semejanza de los Templos griegos. Fue construída entre finales del Siglo XVIII y principios del XIX en esa vuelta de tuerca a los clásicos tan del gusto de la época. Y es uno de los muchos ejemplos visibles en París (Panteón, Asamblea, etc..)

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* Museo del Louvre y Jardín de las Tullerías: La mejor forma de irse acercando al Louvre, posiblemente el P1080388mejor y más completo museo del mundo, es entrando al Jardín de Tullerías (Tuileries en francés) viniendo desde la Plaza de la Concordia. El que fue el primer jardín público de la ciudad está decorado con refinadas y blanquecinas esculturas clásicas que se asoman a fuentes, estanques y setos cortados con sumo cuidado. Un largo pasillo verde muy lleno de vitalidad que se termina por introducir en los muros del que tres siglos atrás fuera Palacio Real y que hoy posee una colección artística inigualable.

Un arco, llamado de Carrusel, bastante similar al que hay en Roma mandado erigir por el Emperador Constantino en la entrada del Foro, es el que sirve de puerta ficticia al conjunto arquitectónico depositario de tesoros de todas y cada una de las civilizaciones de nuestro planeta.

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P1080391El Museo del Louvre tiene unas dimensiones absolutamente desmedidas, lo que indica que su laberíntico interior es imposible de ver en uno, dos, tres…o los días que se tengan. Es por ello que hay que tener muy en cuenta qué zonas se quieren visitar y qué objetos artísticos o pinturas se quieren contemplar. Normalmente el tiempo imposibilita una visita más detallada, pero nosotros teníamos claro las piezas que deseábamos ver. Y con ayuda de un mapa gratuito que se puede adquirir en la entrada no fue difícil localizarlas: La Venus de Milo, la Victoria de Samotracia, el Escriba Sentado, la Mona Lisa y la Virgen de las Rocas de Leonardo Da Vinci, las Bodas de Caná de Veronés, Amor y Psique de Antonio Cánova, además de un recorrido más tranquilo por las salas dedicadas al Antiguo Egipto.

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La entrada principal la forma una pirámide acristalada que diseñó el arquitecto norteamericano de origen chino Ieoh Ming Pei allá por el año 1989. Abre al público de 9:00 a 18:00 los lunes, jueves, sábados y domingos. Los miércoles y P1080403viernes, en cambio, permanece abierto hasta las 21:45, aunque en ambos casos media hora antes del cierre ya se avisa por megafonía que los visitantes deben dirigirse a la salida. Debe ser bastante complejo desalojar por completo un museo que recibe nada más y nada menos que 8 millones de turistas al año. Con diferencia es el más visitado del Planeta. Y es absolutamente comprensible dada la calidad artística e histórica de sus piezas. Pero lo dicho, hay que seleccionar zonas, objetos y cuadros en particular porque pretender ver todo es un imposible. El precio es de 9 euros y no incluye exposiciones temporales (Gratis con la Paris Museum Pass).

Ese sábado lo terminamos caminando por el Sena, con un viento que congelaba las entrañas, y marchándonos a «nuestro barrio», el Montmartre, para cenar tranquilamente unos paninis en la Plaza Clichy, además de poder ver en un pub irlandés el partido que jugaba el Real Madrid. Las costumbres y aficiones son un tanto complicadas de superar a estas alturas.

DOMINGO 3 DE FEBRERO: Afortunadamente el Hotel nos guardó el equipaje que vendríamos a buscar antes de ir al Aeropuerto. El día se había levantado con más nubes pero no parecía en absoluto que fuera a llover. Era una jornada en la que nos íbamos a centrar sobre todo en la Île de la Cité, una gran isla en mitad del Sena donde en su día se estableció la tribu celta de los parisii y se fundó la ciudad. Comunicada por ocho puentes, el corazón más antiguo de París es para mí la zona con más encanto y que mejor define una ciudad que en absoluto es como las demás. Porque en el llamado kilómetro cero de Francia, converge la Historia desde la época celta mencionada, pasando por el medievo, el Renacimiento y los muchos avatares de la Revolución de 1789.

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Las vista de la Isla y de las dos orillas desde los antiguos puentes de piedra es uno de los mil motivos que pueden llevaros hasta aquí. Los novecientos noventa y nueve restantes debéis descubrirlos por vosotros mismos, aunque puedo daros algunas pistas:

* La Catedral de Notre Dame: «Y la catedral no era sólo su compañera, era el universo; mejor dicho, era la Naturaleza en sí misma. Él nunca soñó que había otros setos que las vidrieras en continua floración; otra sombra P1080468que la del follaje de piedra siempre en ciernes, lleno de pájaros en los matorrales de los capiteles sajones; otras montañas que las colosales torres de la iglesia; u otros océanos que París rugiendo bajo sus pies.» escribió Víctor Hugo en una de sus novelas más conocidas, «Notre-Dame de París». Fue en ésta cuando nos descubrió la personaje de un jorobado llamado Quasimodo, que habitaba en este edificio y que se enamoraba de una preciosa y joven gitana llamada Esmeralda. El libro se adaptó para el cine en varias versiones, una de ellas incluso animada y realizada por Disney. Una enternecedora y triste historia que se desarrolla en el tercer símbolo de la ciudad de París, junto a la Torre Eiffel y al Arco del Triunfo.

P1080474Se construyó entre los siglos XII y XIX y se dedicó a la Virgen María (Notre Dame es la forma francesa de Nuestra Señora) en un lugar donde había estado situado el centro ceremonial celta, un templo romano e incluso una Iglesia románica. El Obispo de Maurice de Sully vio oportuno erigir una nueva, de mayor prestigio y belleza utilizando los cánones góticos de la época sin olvidarse de algunos elementos del romántico normando.

No sorprende por su altura ni por su anchura, pero sí por sus más de 150 metros de longitud, el tamaño y decoración de sus rosetones acristalados, además de los laterales y zona trasera recubiertos de atormentadoras gárgolas y diabólicas figuras que provocaban temor con sus horribles gestos pétreos.

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El lugar en que Napoleón se coronó a sí mismo como Emperador o en que se beatificó a Juana de Arco es un recipiente de Historia e historias sin igual, que hace falta apreciar con detenimiento por todos sus ángulos. La mejor vista de la misma se tiene al otro lado del Sena, cruzando el Pont de l´Archeveché y caminando despacio por la Quai de Montebello, donde parece un barco a punto de zarpar.

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La entrada al templo es gratuíta, pero no así la de la Cripta/Museo (3€, gratis con la Tarjeta Paris Museum) o la de las Torres (8€, gratis con la Tarjeta Paris Museum) donde contemplar la silueta del Sena y de París acompañado de las temibles gárgolas. Pero sed pacientes para las esperas en este último caso, ya que van dejando pasar a medida que otros vayan bajando.

* La Conciergerie: Edificio histórico situado en el número 2 del Boulevard du Palais, en plena Île de la Cité, reconocible por sus tejados negros en pico. Ejemplo de la Arquitectura Civil parisina de la Baja Edad Media cuando pasó de ser residencia real a Prisión estatal vigilada por «El Conserje» (de ahí su nombre), un cargo esencial en el aparato judicial. Aunque el momento clave de este lugar tuvo lugar tras la Revolución francesa donde se ejerció de Tribunal y de cárcel donde pasaron sus últimas horas muchos de los guillotinados. Se conservan algunas mazmorras de distintas clases sociales, siendo la más célebre la de Maria Antonieta y algunos restos de la última morada de Robespierre. El gran salón abovedado de la parte baja es quizá la zona que más vale la pena arquitectónicamente hablando. Hoy en día se llevan a cabo múltiples exposiciones, y en nuestro caso la presente tenía que ver con fotografías del País Dogón (Malí) que abrieron aún más mi apetito a visitar esta zona que forma parte de mis más notables ensoñaciones viajeras. El precio es de unos 8 euros, aunque se puede sacar un ticket combinado con la Sainte Chapelle adjacente (11´50€, gratis con la Tarjeta Paris Museum). Ambos edificios forman parte del actual Tribunal de Justicia, y es por ello que los controles son más exhaustivos.

* Sainte Chapelle: San Luis la mandó erigir a mediados del Siglo XIII para albergar varias reliquias de importancia, P1080458entre las que se encontraban restos de la Cruz de Cristo así como su Corona de Espinas. Integrada en el actual Palacio de Justicia al igual que la Conciergerie (aunque con distintas entradas y precios) es un auténtico tesoro del Arte Gótico que no debe pasar desapercibido en un viaje a París. Con dos capillas (Superior e inferior) que sorprenden al turista por su decoración y colorido, así como por las esbeltas vidrieras y rosetones que llenan el espacio con luz arcoiris.

La Capilla Superior, dirigida exclusivamente a la Familia Real es la más grande,y acristalada. La inferior en cambio ahonda en convertir el techo abovedado en un cielo estrellado. Los mejores interiores de París están aquí…

En la Île de la Cité los protagonistas son también los puentes (siendo el más conocido el Pont Neuf), ideales para contemplar tanto el amanecer como el atardecer, que se reflejan en el Sena y en los muros de la Historia, haciendo de esta zona la más romántica y mística de la ciudad. El juego de sombras y luces se mueven en las aguas hasta que se acaban escondiendo en la oscuridad de los callejones más ocultos y silenciosos.

P1080491En la Place de l´Hôtel de Ville, ocupada en su mayor parte por el precioso edificio neogótico que sirve como Sede del Ayuntamiento parisino, a la que llegamos saliendo de la Île de la Cité por el Pont d´Arcole, había instalada una espaciosa Pista de Patinaje sobre hielo donde muchas familias aprovechaban para divertirse en la fría pero despejada mañana de domingo. A nosotros no nos sobraba el tiempo porque la idea era estar a las 16:30 en Porte Maillot para tomar el autobús lanzadera al Aeropuerto de Beauvais. A la segura ascensión a la Basílica del Sacré Coeur (en el Montmartre y no a mucho tiempo del Hotel en que teníamos las maletas) había que añadirle la hora de la comida. Eran varias las opciones que antecedieran a ese momento, entre ellas la Plaza de la Bastilla o un breve paseo por el Barrio Latino. Finalmente nos decantamos por esta última P1080495opción, después de una visita rápida a la librería Shakespeare & Co (la más famosa de París) y de saborear hasta la extenuación un par de cafés capuccinos y croissants en la Plaza de Saint Michel, que nos costaron nada más y nada menos que 16€. Ya sabéis que no soy partidario de gastos absurdos, pero tuve que respetar el antojo maternal de sentarse en uno de P1080497los sitios más caros y acogedores de la ciudad. Un robo a mano armada en condiciones del que fue el «único capricho innecesario» que nos permitimos. Allí mismo en Saint Michel tomamos el metro hasta St-Sulpice (en pleno Barrio latino, llamado así por la presencia de la Universidad Sorbona de París en la cual sólo se hablaba latín durante la Edad Media). El nombre de Saint-Sulpice les puede sonar a muchos por la Iglesia que aparece en el libro de Dan Brown (El Código Da Vinci), o en la película adaptada del mismo protagonizada por Tom Hanks y Audrey Tautou. Y es que es allí donde se genera parte de la trama relacionada con la famosa Línea Rosa. Es éste detalle el que le ha traído la popularidad y la visita de millares de turistas, y no que en una de las capillas de la entrada descansen dos preciosos frescos del maestro Delacroix.

Caminando desde allí nos acercamos al espléndido Jardin du Luxembourg, a la sombra del Palacio del mismo nombre P1080504que fue construído para María de Médicis. Uno de los parques más acogedores y populares para los parisinos que toman el sol en las sillas metálicas o hacen deporte al ras de un césped milimétricamente cuidado y de no pocas estatuas señoriales que engalanan un espacio magistral. Las aguas del estanque reflejan los muros ocres del Palacio que alberga el Senado francés, que desafortunadamente no es visitable, no así como la antigua Orangerie donde se exponen obras de arte de todos los estilos.

A escasos 200 metros se llega a otro monumento de estilo neoclásico dedicado a los Héroes de la Patria. Me estoy refiriendo al Panteón que se terminó de edificar en el año de la Revolución francesa (1789) siguiendo los cánones de la arquitectura romana y que P1080507sirve de Mausoleo donde reposan los restos de aquellos ilustres galos que destacaron en Política, Ciencia, Filosofía y Literatura (entre otras disciplinas). Son muchas las tumbas célebres, pero destacan sobre todo las de Voltaire, Rousseau, Descartes, Alejandro Dumas, Zola, Victor Hugo, los Curie o Braillie, personajes incuestioables y de peso en la Historia. Le Panthéon imita varios monumentos en mayor o menor medida como por ejemplo el Panteón de Agripa que hay en Roma (pórtico y columnas) o incluso la Catedral de San Pablo londinense, visible en la cúpula. Su interior, visitable por 8 euros (gratis con la Tarjeta Paris Museum Pass), es bastante sobrio. Quizás la mayor decoración se encuentra en la primera planta, con numerosas estatuas dedicadas a distintos colectivos y personas. La cripta, que está abajo, es tan solo una suma de galerías que albergan distintos habitáculos con tumbas individuales o colectivas. De cada uno de los personajes allí enterrados hay una referencia escrita con su respectiva biografía. Hay bastantes espacios vacíos que esperan ser cubiertos con otros muchos más. El tiempo dirá quiénes son..

Y para el final quedó el punto más alto del Montmartre, que no es otro que el Sacré Coeur, la blanquísima Basílica del P1080517Sagrado Corazón que imita patrones tanto bizantinos como clásicos, y cuyas tres cúpulas parecen sacadas de la arquitectura islámica. Llegamos en metro (Estación Anvers, Línea 2) y después de subir una callejuela lleno de turistas y trileros buscando hacer su agosto timando a la gente, tomamos un funicular que evita realizar el ascenso caminando por la empinadísima escalinata. Además tenía un fuerte dolor de pie y no convenía arriesgar demasiado. El Sacré Coeur me trae grandes recuerdos de aquel interrail. La primera jornada de ese viaje la finalizamos con un atardecer precioso sentados en las escaleras al son de la música callejera mientras observábamos entusiasmados una alfombra de tejados y una panorámica de la ciudad bastante completa. 7 años después seguía la música y la multitud apoyada en los fríos escalones del corazón del Montmarte.

P1080522 por ti.

De cómo terminó el viaje no hay demasiado que contar porque todo consistió en almorzar tranquilamente, recoger el equipaje del hotel y marchar a Porte Maillot para tomar el bus de las 16:30 que en algo menos de hora y cuarto nos dejó en el Aeropuerto. El avión Ryanair fue puntual afortunadamente porque las esperas y los controles de metales son un auténtico tostón. Después de un vuelo de 120 minutos arribamos a una Madrid de diluvio que contrastaba con los cielos azules parisinos. El mundo al revés, no cabe duda.

Todo había salido a pedir de boca y no puedo hacer más que alabar una ciudad monumental en la cual si se hiciera un referendum para escoger la capital del Planeta Tierra sería una de las más fuertes candidatas. Sus grandísimas avenidas, sus museos, sus tiendas y restaurantes, su sistema de transporte, el Sena al atardecer, su majestuosidad, su señorío y su saber estar escriben el nombre de París con letras de oro.

Tenéis a vuestra disposición una Selección de Fotografías del Viaje en el Álbum correspondiente.

Au revoir,

José Miguel Redondo (Sele)

11 Respuestas a “Un París de regalo para 2008: Breve historia de un fin de semana en la Ciudad de la Luz”

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