10 castillos que no perderse en un viaje al Alentejo
No es novedad mi afición apasionada a visitar castillos, la cual es una parte de ciertos viajes a la que le presto una atención que podría definir incluso de desmedida. En cuanto menos me lo espero termino subido en lo alto de un torreón o haciendo el paseo de ronda que antes recorrieron valerosos centinelas. La historia recogida en cada uno de ellos hace que constituyan por sí mismos verdaderos signos de identidad de ciudades y pueblos enteros que se han levantado a su alrededor. Por ello en los dos viajes que llevo hechos hasta ahora a la región de Alentejo, en Portugal, no he evitado dar protagonismo a esas imponentes fortalezasque siluetean y engrandecen pueblos de frontera o villas insignes de casas blancas y vistas prodigiosas desde las dehesas hasta el océano. Alentejo es tierra de castillos que conforman un paseo a tiempos medievales en los que el más fuerte era el que estaba más reforzado militarmente y gozaba de una envidiable situación estratégica.
Visitar estas almas de piedra rematadas con almenas ha sido, por mi parte, una gustosa obligación, por lo que ahora es momento de confesar cuáles son esos diez castillos que más me han llamado la atención en el Alentejo. Son recomendaciones personales con justificación histórica e incluso diría que emocional. Porque, ¿qué es un viaje más que un recorrido a través de las emociones?
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Alentejo no posee tan sólo diez castillos, ni mucho menos. En realidad cuenta con decenas de ellos ornamentando un sinfín de pueblos que pasan del blanco en su letanía fronteriza con España a los tonos azules que le regala el mar, que es hasta donde llega esta región que te abate con sus silencios y regatea al tiempo como nadie. Están pensados para un recorrido en coche de varios días, que son los que se necesitan para adentrarse en este corazón portugués que late a base de historias y suspiros. Escoger para agrupar castillos en un ranking es, en cierto modo, una manera de equivocarse y ser injusto con otros lugares. Como suelo recalcar en este tipo de elecciones, no están todos los que son pero sí que son todos los que están, y quizás sea más adecuado que el lector, si gusta, complemente este relato con los que a su juicio nunca hubiesen debido faltar. Por mi parte no es menester levantar castillos en el aire sino ponerlos sobre la mesa del viajero para que los tenga en cuenta en su hoja de ruta el día que desee adentrarse en la Portugal que menos ha cambiado en los últimos tiempos.
He aquí los 10 castillos del Alentejo que no conviene perderse, así como unas breve pincelada de los mismos:
El castillo de Beja
El emplazamiento actual del castillo de Beja fue aprovechado por el Rey Don Dinis allá por el siglo XIV para levantar un fortín que fuera inexpugnable. En el norte de la ciudad vieja, rodeado de portones y gruesas murallas, se encuentra el que podríamos definir como uno de los castillos más hermosos no sólo del Alentejo sino de toda Portugal. Destaca la torre del homenaje, a la que se puede subir a lo más alto (de forma gratuita) y hacer la ronda en su balconada empotrada que aguarda las mejores panorámicas de la ciudad alentejana. Pocas torres como la de Beja merecen tanto la pena y sus 40 metros de altura con 183 escalones no son nada para la recompensa final.
El castillo de Moura
Una fortificación romana dio paso a la árabe hasta que finalmente el Rey Don Dinis, en torno a 1295, ordenó engrandecerla aún más. Actualmente el castillo de las nueve torres se encuentra prácticamente en ruinas (terremotos, guerras, reconstrucciones, etc.), pero no ha dejado atrás el encanto de este edificio que tiene muy cerca el Lago Alqueva (o Grande Lago) que divide a Portugal de España, concretamente de tierras extremeñas. Es una visita muy aconsejable si uno se encuentra en la zona (y a ser posible combinándolo con Serpa y Monsaraz) y quiere perseguir la huella musulmana en la región, que es mucha. El castillo no deja de ser uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar que los árabes trajeron a la Península Ibérica.
El castillo de Serpa
Sin salirnos del Baixo Alentejo, ni siquiera del distrito de Beja, nos dirigimos a uno de esos pueblos blancos fortificados que podríamos definir de frontera. Aquí podemos hacer uno de los paseos de ronda más prolongados por las murallas de un emplazamiento musulmán que tenemos en Portugal. La antigua Scheberim árabe fue, como sucedió en muchos municipios con castillo a este lado del Guadiana, un toma y daca entre dos países vecinos y rivales hasta que se establecieron y aceptaron los límites actuales. Sitiada por el ejército enviado por el Duque de Osuna, Serpa (nombre de origen romano) conserva su núcleo histórico de forma prodigiosa, aunque hay numerosas partes del castillo que han sucumbido con el tiempo.
Muy llamativo es uno de sus torreones que se ha venido abajo y que ha quedado milagrosamente encajado sobre la cabeza de quienes pasan por debajo. Sin duda es una de las fotos más típicas de Serpa. Al igual que una parte de la muralla que se aprovechó para ser utilizada como acueducto. Es visible hoy día la noria de madera que subía el agua con la ayuda de la tracción animal.
El castillo de Monsaraz
No soy sospechoso de mi poca objetividad con Monsaraz. Ya dije recientemente que para mí es sin discusión el pueblo más bonito en todo el Alentejo, por muchas razones. Y, aunque de este lugar destaco todo el conjunto, «una almendra fortificada con vistas al Guadiana», Monsaraz no sería tal sin el castillo que abraza cada casa y cuya torre del homenaje no se entiende ninguna foto de esta belleza. Del siglo XIII, aunque reforzado en el XIV, cuenta con la peculiaridad de poseer una plaza de toros en el antiguo patio de armas. Aquí se celebran touradas, que a diferencia de las corridas españolas, no se da muerte al toro. Caminar por los adarves y buscar buenas vistas del Lago Alqueva y el Guadiana es sólo una parte del juego que nos sirve este pueblo de frontera que sólo podríamos comparar con Marvão.
El castillo de Mourão
A un paso de Monsaraz y aún más cerca de la frontera española que éste, se alzan las ruinas de otro castillo arrebatado a los moros y convertido en límite defensivo entre lusos y españoles. Su estado de conservación no es el más adecuado, pero sí que proporciona al viajero la visión romántica de los castillos medievales en su esqueleto, el vacío del alma guerrero que recuerda tiempos más esplendorosos, aunque cargados de dureza y dolor. Mourão, de poco más de 2000 habitanes, es además una población que ha visto cómo cada vez la visita más gente que cruza la frontera por Villanueva del Fresno (Badajoz) en su camino hacia el Alentejo (muy probablemente por su cercanía con Monsaraz y la creación de forma artificial del Lago Alqueva). Cinco puertas y ciertos detalles del gótico manuelino que impregnó gran parte del mapa luso, son la entrada a través de tierras cultivadas y descampados a este rincón tan becqueriano de la región.
El castillo de Marvão
Podríamos decir sin equivocarnos que Marvão es el hermano gemelo de Monsaraz, aunque en el Alentejo más septentrional. Su posición fronteriza ha sido esencial durante siglos, aunque es bien conocido su pasado romano con el nombre de Ammaia, la cual tuvo más de 6000 habitantes según corroboran los arqueólogos. Al igual que sucediera en toda la zona, los musulmanes se hicieron fuertes y uno de sus líderes, el sufí Ibn Marwan al-Yil’liqui, se rebeló contra los emires de Córdoba creando aquí un reino de Taifa hasta la constitución definitiva del Califato en la ciudad andaluza. De hecho el nombre de Marvão deriva de este personaje que utilizara el castillo a la vez como palacio y fuerte defensivo.
Este es uno de esos pueblos de los de dejar el coche cuanto antes y ponerse a caminar (prácticamente todo es peatonal). Las vistas desde este punto estratégico de la Sierra de São Mamede son maravillosas, sobre todo cuando se rodea la muralla por completo. El castillo está bien conservado, con su gran torre del homenaje gobernando las alturas (aprox 1000 m.) y visible a varios kilómetros a la redonda (mucho antes de llegar al pueblo se ve su silueta recortada en una colina bien elevada).
Castelo de Vide
Desde la Fonte de Vila al castelo hay por medio un antiguo barrio judío que durante la expulsión de los mismos en España por parte de los Reyes Católicos estuvo a rebosar. Tengo debilidad por Castelo de Vide, población que se puede combinar en una mañana con Marvão (seguir plan del primer viaje al Alentejo), con quien hace un dúo insustituible. De hecho juntas tienen una candidatura conjunta desde el año 2000 para formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El secreto del castillo está en llegar a él a través de pasajes históricos para gozar de unas vistas insustituibles desde sus murallas almenadas.
Castillo de Estremoz
Estremoz es de sangre tanto lusa sino castellana. La Historia le ampara a ambos reinos. A la sombra de la gran torre del homenaje, conocida como de las tres coronas por haber sido levantada por los reyes Alfonso IV, Don Pedro y Don Fernando, vivió sus últimos días Santa Isabel de Portugal. Nacida en Zaragoza (era hija del Rey de Aragón Pedro III) se casó con el poderoso rey portugués Don Dinis, y pasó el final de sus días enferma en el palacio que construyó especialmente para ella (tiempo que le sirvió para hacer algunos de los milagros por los que sería beatificada). Siglos después se casaría aquí en 1490 la primogénita de los Reyes Católicos, Isabel de Aragón, aunque la suerte tampoco estuvo de su lado enviudando muy pronto y falleciendo en el parto de su hijo Miguel ocho años después. El propio Vasco de Gama recibiría galones por parte del Rey Don Manuel para su viaje a las Indias Orientales.
Hoy en día el castillo de Estremoz y su noble torre del homenaje acompañan al Palacio residencial que levantó Don Dinis para su esposa, convertido en la actualidad en Pousada, lo que viene siendo la versión portuguesa de los Paradores Nacionales de Turismo. La posibilidad de pernoctar en un pedacito de historia como aquel es uno de los motivos por los que no pasar por alto Estremoz. Junto al castillo la iglesias de Santa María y la Capilla de Santa Isabel abrazan un panorama con vistas de una de las ciudades de mármol del Alentejo que queda a medio camino entre Elvás y Évora.
Castillo de Evoramonte
Saliendo de Estremoz y dirigiéndonos hacia Évora alcanzamos una pequeña aldea de no más de 700 habitantes. Evoramonte, estratégicamente ubicado a 500 metros de altura en la Serra de Ossa desde donde se observa buena parte de la llanura alentejana, tuvo su propio castillo después de vencer a los musulmanes y levantar una fortificación de la cual queda una parte modificada después de que un terremoto provocara el desprendimiento de la torre del homenaje. Este castillo de planta triangular está rodeado por una muralla que contiene cuatro grandes puertas (Porta do Sol, Porta do Freixo, Porta de São Brás y , Porta de São Sebastião) y en su interior frío y casi hueco se perciben distintos elementos propios del gótico manuelino.
Es una parada esencial para ir a Évora y dejarse llevar por las vistas de un Alentejo que no es tan árido como algunos creen.
Castillo de Sines
Parada obligatoria en cualquier ruta por la costa del Alentejo que se precie, esta ciudad posee un castillo con historia, puesto que en él nació el navegante portugués más famoso de todos los tiempos, el gran Vasco de Gama, quien llegaría a la India después de pasar el difícil Cabo de las Tormentas (más tarde llamado Cabo de Buena Esperanza). Asomado al mar, entre la iglesia Matriz y una estatua del explorador de las llamadas Indias orientales, nace este conjunto amurallado. El interior está vacío salvo por un edificio conocido como Casa-Museo de Vasco de Gama, que expone (de forma gratuita) información sobre el personaje así como de la historia de Sines, uno de los conjuntos históricos mejor conservados de la costa alentejana.
Tal y como comenté al principio, son muchos más los castillos que glorifican el Alentejo más batallador. A la mente me vienen los Vila Viçosa, Mértola, Santiago do Cácem, Viana do Alentejo, Portalegre, Campo Maior, Elvás o Vila Nova de Milfontes (para mí entre los pueblos más bonitos que ver en el Alentejo). Lo principal no es seleccionarlos sino tratar de perpetrar una ruta tras otra a la región más fortificada de nuestro país vecino, esa Portugal que nos espera con sus senderos de tierra, encinas y perfume de tomillo.
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
5 Respuestas a “10 castillos que no perderse en un viaje al Alentejo”
Aún no conozco esta zona de Portugal, pero es uno de mis países fetiche (y tengo la enorme suerte de que está aquí cerquita). Muchas gracias por las fotos, me van a servir de guía. Marvao parece precioso!
Ola
Interessante percurso, mas falta um castelo (Noudar, Barrancos), curiosamente aquele donde se fala castelhano (ou espanhol)…
saludos.
Estuve 5 días recorriendo el Alentejo en febrero, durante la Semana Blanca que tenemos en Andalucía. La verdad es que no me resultó fácil encontrar información para hacer la ruta, excepto aquí en tu blog :D. Después de darle muchas vueltas hicimos:
– Mertola, Pulo do Lobo, Beja.
– Serpa, Moura, presa de Alqueva.
– Alvito, Evora.
– Megalitos (anta grande do Zambujeiro, menhir y cromeleque dos almendres), Reguengos de Monsaraz, menhir da rocha dos namorados, anta do olival da pega, cromeleque do xerez y Monsaraz.
– Elvas y Vila Viçosa.
La verdad es que no entiendo que estando tan cerca, nos sea tan desconocida esta zona… aunque igual perdería algo de encanto ya que, excepto en Evora que sí había más movimiento turístico, en otros muchos sitios estuvimos totalmente solos.
Coincido totalmente contigo en que Monsaraz es el pueblo más bonito… y pienso repetir cuando vuelva a hacer otro recorrido diferente por la zona.
Gracias por toda tu información! y como ya te han dicho, espero que pronto podamos verte on line en tus «charlas» los que no vivimos en Madrid 😉
Hola Ana,
Mil gracias por tu comentario. Me sirve para darme cuenta que aún me quedan unas cuantas cosas que ver en el Alentejo. Hay tanto!!!
Un saludo,
Sele
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