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La ruta de los castillos de Guadalajara

Viajar es escapar, no importa si vas cerca o lejos sino cómo lo vives, cómo lo disfrutas. Abrir paréntesis a la semana y a la rutina es tan sano como necesario. Con el mero hecho de cambiar el chip se puede decir que el objetivo está más que cumplido. Bajo semejantes premisas nos marcamos una escapada de turismo rural a un diminuto y apartado pueblo de Guadalajara llamado Abánades desde el que no sólo encontramos el relax que necesitábamos sino que también nos sirvió de base para hacer una maravillosa ruta de castillos que dio forma a este pequeño viaje posible a dos pasos desde Madrid. La ruta de los castillos de Guadalajara desconozco si aparece en los libros o no como tal, porque esta tierra está bien poblada de ellos. Pudimos realizar un recorrido particular dejándonos llevar por estas fortalezas de tiempos inmemoriales que conforman la silueta de una provincia llena de secretos y posibilidades para los viajeros.

Castillo de Atienza (Guadalajara)

A continuación podréis ver lo que dio de sí esta ruta absolutamente improvisada por algunos de los mejores castillos de Guadalajara y así poder darle forma a una escapada corta desde Madrid (o desde donde se quiera). Una mezcla de turismo rural y el sabor de la búsqueda apasionada de rincones históricos que bien merecen no pasarse por alto.

Me encanta el turismo rural. Desde pequeño he vivido escapadas con la familia a pueblos cercanos y he continuado la pasión por los castillos que me transmitió mi padre. Ahora tengo la suerte de seguir practicándolo tanto solo como en pareja o amigos, y de ese modo saciar ese hambre de viajes y experiencias. Siempre he creído que hay una aventura esperándonos al otro lado de la calle y que la distancia es una excusa (y una droga) que padecemos las personas que amamos viajar, pero que llegamos a vivir y absorber momentos estupendos cada vez que abandonamos nuestra área de influencia, nuestro nido, y decidimos salir a ver qué hay por ahí. También considero esenciales estos viajes cortos, a veces de un día, que no tengo duda alguna que nos preparan e instruyen para llevar a cabo retos mayores.

Tejados de Atienza (Guadalajara)

Buceando por la red descubrimos un hotelito rústico con mucho encanto, en un pueblecieto suficientemente tranquilo en la Ribera del Alto Tajuña (Abánades) y perfecto para ser la base de este viaje. En el Hotel Los Ánades teníamos lo que andábamos buscando, un lugar acogedor, silencioso y a una distancia relativamente corta de Sigüenza. Al principio teníamos planteado hacer una ruta en el Barranco del río Dulce pero dado que aún estábamos en invierno y los caminos podían estar algo embarrados nos documentamos sobre castillos de la zona y fue cuando llevamos a cabo esta ruta (Leer artículo sobre nuestra experiencia en el Hotel Los Ánades)

MAPA DE LA RUTA DE LOS CASTILLOS DE GUADALAJARA

Aunque a Abánades llegamos el viernes después de comer (de Madrid está a 150 km) la ruta la iniciamos el sábado. El sábado vimos la mayor parte de los castillos que teníamos previstos (alguno fue una sorpresa como Palazuelos), mientras que el domingo aprovechamos el retorno con tranquilidad para visitar dos sitios más. Esta es una ruta que está muy bien para un par de días, aunque apretando (y mucho) es posible llevarla a cabo en uno solo. Por supuesto, Guadalajara da mucho más de sí. No están todos los que son pero sí son todos los que están, que de eso no os quepa duda.

Aquí el mapa de la ruta con Google Maps como aliado:


Ver mapa más grande

SALIDA DESDE MADRID – (A) Abánades – (B) La Torresaviñán – (C) Pelegrina – (D) – Sigüenza – (E) Palazuelos – (F) Carabias – (G) – Atienza – H (Jadraque) – (I) Abánades – (F) Cifuentes – (G) Torija – REGRESO A MADRID

Esta es una ruta en la que partimos del Hotel Rural en el que estábamos pasando el fin de semana, pero podría comenzarse en Sigüenza, Pelegrina o Torija. Siempre en función de si se parte desde Madrid en el día o si uno se hospeda en algún pueblo de Guadalajara como Sigüenza, Atienza (más conocidos) o en un establecimiento rural como el nuestro de Abánades. Es necesario utilizar vehículo privado o en su caso acudir a una compañía de alquiler de coches en Madrid y aprovecharlo para recorrer la zona en los días que sean necesarios. En este caso el transporte público nos serviría muy poco. Apenas para llegar en tren a Sigüenza, pero no para escudriñar rincones peor comunicados.

Castillo de La Torresaviñán (Guadalajara)

LOS CASTILLOS DE GUADALAJARA QUE FORMARON PARTE DEL RECORRIDO

A continuación podréis leer un breve repaso a los castillos que pudimos visitar durante el fin de semana en que hicimos esta ruta histórica por la provincia de Guadalajara. La mayor parte de los mismos se encuentran en estado de ruina pero compensa su silueta y el entorno en el que se encuentran. No hay que olvidar que muchos de ellos tienen origen árabe y han sufrido guerras, saqueos y, lo que es peor, décadas de abandono. Lo que es seguro es que todos ellos forman parte de las huellas medievales que posee Castilla, como fortalezas o sedes de grandes y poderosos Señoríos que delimitaron las líneas del feudalismo propio de la época.

Abánades

Pequeño pueblo abrazado por el río Tajuña en el que teníamos nuestra habitación (Hotel Rural Los Ánades). Curiosamente tiene «su castillo» particular encima de una colina. El castillo como tal no existe ya pero sí los restos muy bien conservados de trincheras, abrigos y parapetos y distintos elementos defensivos de la Guerra Civil Española. La arqueología guerracivilista ha destapado numerosos secretos y los muestra al visitante en un sendero realmente interesante con el que comprender aquellos años de contienda y, sobre todo, la batalla del Alto Tajuña. Incluso hay un museo municipal de la Guerra Civil en la que era la antigua escuela del pueblo, aunque hay que preguntar para que alguien te lo abra.

Castillo de Abánades con restos de la guerra civil española

La iglesia de San Pedro (desde la que parten el sendero hacia «El castillo») es del Siglo XVI pero conserva la galería porticada románica típica de tierras guadalajarenses de lo que fue el templo original del siglo XIII.

La Torresaviñán

Para salir de Abánades en dirección Sigüenza o el Barranco del río Dulce uno pasa por una modesta pedanía denominada La Torresaviñán que conserva las ruinas de un castillo encaramado a una perfecta colina. Está junto al puente sobre el que se toma la Autopista A2, pero suficientemente separada para disfrutar de la silueta de una atalaya levantada aproximadamente en el Siglo XII durante los tiempos en que la casa Manrique de Lara  dominaba el Señorío de Molina. La Torresaviñán era una de sus fronteras, la cual vivió no pocas escaramuzas. Durante los últimos siglos perteneció al poderoso Obispado de Sigüenza hasta que a principio del XVIII, en plena Guerra de Sucesión española entre partidarios de los Austrias y los Borbones, fue casi demolido a cañonazos dejando lo que hoy queda a la vista.

Castillo de La Torresaviñán (Guadalajara)

Su estado ruinoso, su posición en el cerro desde el que se divisaban las lindes del viejo señorío hacen de ésta una imagen sugerente, románica incluso, sobre todo cuando se aproxima el atardecer y el sol se pone sobre los campos de Castilla.

Castillo de Pelegrina

De La Torresaviñán o, lo que es lo mismo, la salida de la A2 para tomar la carretera GU-118 hacia Sigüenza el paisaje se vuelve especialmente interesante puesto que estamos atravesando curva a curva lo que se ha venido a llamar Parque Natural Barranco del río Dulce. Son unas hoces naturales en las que pasó muchas horas Félix Rodríguez de la Fuente para grabar los documentales de «El Hombre y la Tierra» por su rica presencia de avifauna y ser un entorno realmente sorprendente. De hecho el amigo Félix tiene un mirador con su nombre desde el que uno advierte la ruta de senderismo que parte normalmente de la Pelegrina, muy cerca de allí.

Pelegrina (Guadalajara)

Si continuamos por la carretera vemos pronto la indicación de Pelegrina, agazapada en un promontorio rocoso sobre la que destacan las ruinas de un castillo que tras su origen como atalaya árabe perteneciera durante largo tiempo a los Obispos de Sigüenza quienes eregirían en dicho lugar una residencia palaciega de verano dominando el recorrido agitado del río Dulce. Su estado de abandono es lamentable, formando parte de la lista roja de Patrimonio, lo que quiere decir que si no se acometen mejoras su conservación es incierta a corto y medio plazo.

Castillo de Pelegrina (Guadalajara)

Castillo de Sigüenza

El conjunto histórico de Sigüenza está declarado como Bien de interés cultural y es una visita que por sí sola merece una escapada de toda una jornada. Cuenta con un inmenso patrimonio que nos lleva desde la Catedral de Santa María con la obra escultórica cumbre de la tumba del Doncel y diversos estilos arquitectónicos en toda la construcción hasta lo más alto en la que un inmenso castillo medieval vigila toda la ciudad seguntina. Centrándonos en el castillo nos encontramos con una vastísimas fortaleza de origen árabe que fue remodelada en numerosas ocasiones para servir como Palacio de los Obispos de Sigüenza desde que el «obispo-guerrero» Bernardo de Agen (que venía de la Aquitania en Francia) lo tomara en plena Reconquista.

Castillo de Sigüenza (Guadalajara)

Los mayores desperfectos los sufrió en las Guerras Carlistas y, por supuesto, en la Guerra Civil española ya que Sigüenza fue una de las poblaciones más dañadas durante el conflicto. Pero también el que ha tenido más restauraciones para conservar su conjunto y darle un uso turístico como Parador Nacional. Precisamente hace unos años tuvimos la suerte de pernoctar en el castillo y pasear por sus salones y corredores en los que dice vaga el fantasma de Doña Blanca, que permaneció años encarcelada en una celda antes de ser asesinada. Por supuesto no vimos ningún fantasma sino que el espíritu del propio castillo es suficiente para sentirse parte de un conjunto medieval que se ha aprovechado para ser uno de los hoteles más admirables en los que hemos estado nunca.

Castillo Parador de Sigüenza (Guadalajara)

Por suerte está abierto a las visitas y recomiendo no sólo entrar al patio y a ver los salones, si no se tiene pensado dormir en él. Igualmente se aconseja bordear a pie la fortificación almenada con el premio de contemplar en su magnitud un emplazamiento colosal con muchísimas historias adscritas a sus muros. Un castillo destinado a la jerarquía eclesiástica como el mejor de los fortines de la península.

Además merece la pena no sólo hacer el castillo, pues Sigüenza es, sin duda, uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Guadalajara.

Palazuelos, villa fortificada

Camino a Atienza y al poco de salir de Sigüenza por la CM-110 (apenas a 9km) surge un pequeño desvío a Palazuelos y Carabias. Nosotros no teníamos pensado cambiar la ruta pero a lo lejos nos pareció osbservar restos medievales. Nos acercamos hasta Palazuelos donde dejamos el coche. ¡Y qué sorpresa la nuestra! Allí había nada menos que una población rodeada de 2 km de murallas con castillo, portones de forma cúbica con los que acceder al interior y una plaza mayor que conservaba en el centro una picota propia de las declaradas villas en las que se podía administrar justicia y castigar a los reos.

Castillo de Palazuelos (Guadalajara)

El castillo levantado por el Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, se halla en un estado ruinoso salvo la Torre del Muralla de Palazuelos (Guadalajara)Homenaje que está habitada (hoy es residencia privada). Su lenta reconstrucción queda a la vista que no está siendo del todo paradigmática, pero en el caso de Palazuelos lo mejor no está en el castillo sino en la totalidad y complejidad del conjunto fortificado. Las murallas están habitadas y salen ventanas de ellas, algo que cada vez se ve menos, y sus accesos son realmente majestuosos. La Plaza de los siete caños es uno de los lugares más simbólicos de Palazuelos así como la picota antes mencionada que aún tiene los hierros que sostuvieron a los presos que fueron apaleados o ejecutados en ella a la vista de todo el mundo. Los escudos blasonados de los Mendoza se pueden observar a la entrada de los torreones, lo que indica la huella histórica que esta familia dejó en Palazuelos, una auténtica joya de la que apenas se habla y que es una maravilla digna de visitar.

Plaza mayor de Palazuelos (Guadalajara)

Carabias y su iglesia romántica

Estamos en un enclave de rutas en el corazón de Guadalajara, y no sólo de castillos. Por aquí pasa la Ruta del Quijote y la Ruta de las Iglesias románicas con el estilo propio con que se construyeron en la provincia castellana. Desde Palazuelos a apenas 3 kilómetros en una carretera sumamente estrecha se llega a la pedanía de Carabias, con poco más de una decena de habitantes, y que conserva uno de los mejores ejemplos del románico rural de la zona. La Iglesia del Salvador, del Siglo XIII, con torre del campanario y una sóla nave está rodeada de galerías portidacas en la cara sur y este. Normalmente está cerrada, lo que es una pena, pero por ver los arcos y asomarse a los campos que deja atisbar uno de ellos merece la pena hacer un inciso y tomar fotografías.

Iglesia románica de Carabias (Guadalajara)

No es un castillo pero es un monumento excelentemente conservado que se erige en un modelo para otros templos cristianos de Guadalajara que se hicieron en este estilo tan característico.

Arcos de la iglesia románica de Carabias (Guadalajara)

Atienza

Más antigua que la propia Historia y tan poderosa que infringió respeto hasta el mismo Cid Campeador. Precisamente en el Poema de Mio Cid se narra en el castellano de entonces que era «una peña muy fuert» el castillo que surcaba el cielo Castillo de Atienza (Guadalajara)desde las rocas. Se dice que en esta villa (denominada Thytia), que fuera un castro celtíbero y un gran dolor de cabeza para Roma, le sentó tan bien la Edad media que llegó a tener una población superior a los diez mil habitantes, algo de lo que no podrían presumir entonces numerosas capitales europeas. Todo por su gran castillo, por las murallas adheridas al cerro pedregoso y que todos ansíaban. Fue un enorme bastión defensivo desde tiempos árabes aunque vigiló fronteras durante siglos en los que volvió a verse sumergido en guerras como la de los borbones y austrias dando cobijo a Felipe de Anjou, quien sería Felipe V y el comienzo de una dinastía monárquica que dura hasta nuestros días. Precisamente las contiendas y el abandono, denominador común en muchas de las fortificaciones de Castilla, dejaron al castillo de Atienza reducido a su silueta, a esa peña tan fuert de la que hablaba el Cid cuando partía a su destierro.

Atienza (Guadalajara)

Atienza sigue siendo un icono del medievo y una de las visitas más recomendables en toda Guadalajara. El pueblo conserva su trazado original y posee numerosas perlas del románico como Santa Maria del Rey, a pies del castillo, u otras iglesias convertidas en museos de arte sacro como San Gil, San Bartolomé o La Trinidad (entrada conjunta 3€, individual 1´5€). En San Gil, con un ábside que conserva todavía su policromía, el cura del pueblo nos regaló pequeños minerales y nos mostró con orgullo una colección de fósiles, su hobby preferido y al que le había dedicado buenas horas rebuscando en la tierra atencina.

Imagen de la Plaza del Mercado de Atienza (Guadalajara)

La Plaza del Trigo (o del Mercado) es una de las más hermosas que hemos podido ver en Castilla-La Mancha, cerrada con soportales, dando a la iglesia de San Juan y guardando una estética inalterable durante siglos. La preservación de edificios en Atienza es una de las bazas por las que hacer una pausa en esta plaza sin olvidarse, por supuesto de callejear, ya que nos toparemos con escudos blasonados, murallas y fachadas majestuosas que relatan tiempos pasados. Cierto es que esta plaza, como ocurre en muchas ocasiones, tiene un pero. Se puede aparcar en ella cuando estoy convencido debería dejarse incólume, con la pureza del medievo que ilumina el cielo de la villa. Sobran los coches, aunque supongo los vecinos que residen en en Atienza no opinan lo mismo.

Plaza del Mercado de Atienza (Guadalajara)

Ya sólo estar en el cerro del castillo, rodear lo que queda de él, asomarse a sus aljibes interiores y presenciar Castilla desde el torreón es una de las razones más poderosas de esta ruta por Guadalajara. No decepciona en ninguno de los casos.

Castillo de Atienza (Guadalajara)

Castillo de Jadraque

Aún queda tiempo para admirar otro castillo, subir con el coche la colina de Jadraque y acercarse a un emplazamiento histórico que no sólo ganó batallas sino que también albergó a numerosos e importantes miembros de la Corona. Perteneció a Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza quien se ganó el apelativo de Conde del Cid (título creado por los Reyes Católicos) pero que nada tiene que ver con el Cid Campeador salvo en diversas y obvias nomenclaturas. Por eso se repite en numerosas ocasiones eso de «Castillo del Cid» haciendo creer que aquella fortaleza que ve despedirse al río Henares y vigila la población de Jadraque, guarda relación alguna con el que sí fue de Vivar y vivió dos destierros.

Castillo de Jadraque (Guadalajara)

Eso no quita para que el castillo de Jadraque no fuera importante, sobre todo en su consideración de residencia palaciega, concepto más renacentista que medieval. Rectangular y con un gran patio de armas, lleva varios años en constante restauración sin que parezca haber demasiados avances al respecto. Era la segunda vez que iba a visitarlo y en esta ocasión lo que no se podía era acceder a su interior (hueco) puesto que durante mucho tiempo fue asediado por graffiteros y el sinfín del botellón de media noche. Se puede, eso sí, rodear las murallas principales y tener unas panorámicas prodigiosas de toda la zona. Aunque las mejores vistas del propio castillo (donde hacer «la foto») se encuentran en la carretera cuando se pasa por encima de él. Lo complicado entonces es detener el vehículo.

Castillo de Jadraque (Guadalajara)

La ruta del sábado la dimos por finiquitada en Jadraque, donde comenzamos el retorno hacia Abánandes pasando por un atardecer rosado en La Torresaviñán. Al día siguiente, volviendo a Madrid, nos detendríamos a conocer un par de castillos más.

Castillo del Infante Don Juan Manuel en Cifuentes

En vez de regresar a Madrid por donde habíamos venido, preferimos dar más rodeos de la cuenta (quizás porque no queríamos que se acabara el fin de semana) y así parar en Cifuentes, donde todavía permanece, aunque en estado de ruina total, el castillo del Infante Don Juan Manuel. Levantado en 1324 sobre una alcazaba musulmana, por orden de Don Juan Manuel, autor de la obra literaria de El Conde Lucanor, es cuadrangular y conserva cuatro torres de distintas formas (dos redondas, una cuadrada y la del Homenaje de planta pentagonal). Había camino de ronda y el castillo estaba rodeado de foso, algo que ahora es del todo inapreciable.

Castillo del Infante Don Juan Manuel en Cifuentes (Guadalajara)

Los accesos en el propio Cifuentes, donde hay mucho más que el propio castillo, son complejos y permiten quedarse a las faldas de la que fuera residencia temporal de D. Juan Manuel y observar, por ejemplo, que en su única entrada (cerrada) sobreviven al tiempo los restos del escudo de armas del Infante.

Castillo de Torija

Abandonado Cifuentes y por la Autopista A2 sentido Madrid tomamos un último desvío en Torija (salida 73), que realmente cercano a la ciudad de Guadalajara esconde uno de los castillos más increíbles y mejor restaurados de Castilla-La Mancha. En Torija, proclamada «la puerta de La Alcarria» está el sello de los Mendoza que quitaron de las manos del Rey de Navarra este castillo estratégico que cuenta la Leyenda fue levantado por la Orden de los Templarios antes de su persecución y erradicación.

Torre del Homenaje del castillo de Torija (Guadalajara)

Sorprende que no haya más gente que se detenga en Torija, cuando a uno le parece ver un castillo de grandes proporciones y bellas formas al otro lado de la autopista. Se tiende a pasar por alto pero bien aconsejo parar, aunque sea unos minutos, para contemplar el castillo desde la Plaza de la Villa (lo dice la picota que hay a la entrada del casco viejo de la localidad) y darse cuenta de cómo con empeño y trabajo constante se logra rehabilitar un edificio devastado en las Guerras de Sucesión, Carlistas e incluso durante la Guerra Civil. Aunque su interior quedó prácticamente hueco se ha aprovechado para hacer un museo dedicado al libro de Camilo José Cela, «Viaje a la Alcarria», siendo uno de los pocos que existen en todo el mundo dedicados a una obra literaria en concreto.

Castillo de Torija (Guadalajara)

El de Torija fue el mejor broche para nuestro viaje, pero bien sabemos que puede servir también como comienzo de una ruta bastante más larga que la que nosotros hicimos. Nos quedaron muchos fortines que visitar y retratar, como por ejemplo en Guijosa, Riba de Santiuste, Pioz o, alejándonos más, en Molina de Aragón. Pero, como siempre, es cuestión de tiempo, prioridades y dejar para otra ocasión innumerables emplazamientos que nos recuerdan que tenemos no pocos viajes a dos pasos de Madrid en los que el coche se convierte en nuestro fiel aliado.

Rebeca y yo en Atienza (Guadalajara)

SEGUNDA RUTA (ACTUALIZACIÓN)

No existe una ruta de castillos de Guadalajara medianamente completa si obviamos los castillos del Señorío de Molina, en el extremo nordeste de la provincia, casi lindando con Teruel. Así que regresamos a la faena otro fin de semana para visitar tanto Molina de Aragón, poseedora del castillo más grande de Guadalajara, como el maravilloso castillo de Zafra, que es además uno de los escenarios más impactantes de Juego de Tronos en toda España.

Castillo de Zafra (Guadalajara). Es la Torre de la Alegría de Juego de Tronos

En esta ocasión la ruta es sencilla, ya que a la altura de Alcolea del Pinar hay que desviarse por la N-211 dirección Teruel. Y merece un fin de semana aparte, sobre todo si incluimos otros castillos como Embid, paisajes como el Barranco de la Hoz o nos dedicamos a recorrer el Parque Natural del Alto Tajo.

Pero estoy convenido que la ruta no ha terminado aún. Prometemos regresar y seguir oteando castillos en el horizonte, salir a dibujar con la mirada las historias medievales que se estiran en cerros inmensos delatados inexorablemente por la llanura…

Sele

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