Roma 2009: La Eternidad entre amigos
«Lo que hagamos en esta vida tendrá eco en la Eternidad»
Frase pronunciada por el General Maximus (Russel Crowe) en la película Gladiator
Siempre he creído fervientemente que en un trabajo uno de los aspectos más importantes es tu entorno, las personas con las que pasas jornada tras jornada. Puedes tener o no tener un buen sueldo, puede que lo que haces no te apasione, pero lo que hace en gran medida que estés o no a gusto es el buen rollo con tus compañeros. Un buen feeling entre las partes es un elemento que en mi caso considero fundamental para sobrevivir al día a día y la rutina. Afortunadamente puedo decir que en mi trabajo más que compañeros tengo amigos, gente con la que puedo hablar de todo sin tapujos, con la que me río y con la que no me cuesta nada ser yo mismo. Un reflejo de ese ambiente entre los miembros del proyecto en el que llevamos trabajando ya prácticamente dos años, fue un viaje a Suiza en febrero de este mismo año, aventura invernal que nos llevó al pico más alto de los Alpes suizos, el Jungfrau. Allí superamos los 3454 metros de altura y probamos lo que es estar a veinticuatro grados bajo cero. Fue un fin de semana excepcional entre montañas, casitas de cuento, nieve a raudales, y sobre todo de muchas risas. Obviamente nos quedamos con ganas de repetir experiencia, un weekend viajero de esos que tanto hablo en el Rincón de Sele, en el que de viernes a domingo das un golpe en la mesa de la rutina para romper con tu oficina y trasladarte a otra dimensión completamente distinta.
Así que decidimos marchar en noviembre (del 13 al 15) a Roma, una ciudad en la que dos de nosotros ya habíamos estado, pero a la que deseábamos retornar para pasar una buen fin de semana en la Ciudad más eterna de todas y darnos una vuelta a través del espacio y del tiempo.
Y es que Roma, siempre es una apuesta segura, un retorno a los orígenes de la Historia.
Siempre en buena compañía, siete amigos que en cuanto terminamos el trabajo nos marchamos al Aeropuerto de Madrid Barajas para tomar un vuelo de Bajo Coste de la compañía Easyjet, el cual habíamos contratado por internet durante el mes de julio a un precio de 50 euros ida y vuelta. El alojamiento lo reservamos junto a la Estación de ferrocarriles de Termini para estar bien comunicados tanto con el Aeropuerto (Tren Leonardo Express que en 30 minutos enlaza ambos destinos por 11 euros el trayecto) como con el centro histórico (en metro a dos paradas del Coliseo y los foros, a tres de la Plaza de España, etc..). Por 16 euros por persona y noche (desayuno incluido) nos quedamos con una habitación para nosotros solos en el Mosaic Hostel (www.hostelmosaic.com), un albergue concurrido por mochileros y gente joven, sin nada especial pero a buen precio y buena ubicación. No necesitábamos más porque la verdad que el cuarto lo íbamos a pisar poco.
Los miembros de la Expedición a la capital de Italia fueron varios de mis compañeros de trabajo además de mi novia Rebeca, que no se pierde un solo viaje, y Sonia, la hermanísima de nuestra Azu. He aquí las personas que disfrutamos de un muy buen fin de semana:
VIERNES 13 DE NOVIEMBRE: APERITIVO NOCTURNO
Estar a las dos en la oficina y llegar a Roma antes de las siete de la tarde es una maravilla, un milagro impulsado gracias a las Aerolíneas de Bajo Coste que han ayudado a la bien llamada «democratización de los viajes». La sensación de felicidad que te da la contraposición trabajo-viaje es muy difícil de superar. Es algo que personalmente me encanta. Y a mis compañeros amigos también, ya que sus caras estuvieron exultantes y alegres en todo momento.
Después del vuelo de dos horas al Aeropuerto Roma Fiumicino tomamos el mejor y más rápido enlace que hay entre éste y la ciudad, el Leonardo Express. También es el más caro por sus 11 euros el trayecto. Pero estar en 31 minutos en pleno Termini y saber que va a salir cada media hora (Horarios Fiumicino-Termini: 06:35 – 23: 35; Horarios Termini – Fiumicino: 05:52 – 22:52) sin ninguna parada ni tráfico que soportar, hace que valga la pena adquirirlo en cualquiera de las taquillas que hay en la Estación interior del Aeropuerto. En Fiumicino parte el tren en el andén 2 mientras que en Termini lo hace en el número 25.
Nuestro albergue estaba tan cerca de la Estación de Termini que el traslado con las mochilas se hizo enseguida. El Mosaic Hostel, en la planta segunda de un edificio antiguo de la calle aledaña Carlo Cattaneo número 23, estaba al completo. Y es que habíamos coincidido con una reunión de carácter festivo de los Estudiantes ORGASMUS ERASMUS españoles que están repartidos por tierras italianas. Cuando llegamos a dejar nuestras cosas había un grupo de chicos y chicas disfrazándose para salir de fiesta y dejarse deslizar por el alcohol. Nos esperábamos su regreso a altas horas de la madrugada montando jaleo. Era algo más que inevitable.
Para nuestra primera noche en Roma tanto Susana como yo quisimos ofrecer un «primer aperitivo» de lo que es esta ciudad a nuestros amigos. Así que nos los llevamos a saborear sus primeras instantáneas y sensaciones por medio de un agradable paseo nocturno al centro donde veríamos ya varios de los atractivos de la Ciudad Eterna. Tomamos la Línea A de metro (la roja) y en dos paradas nos presentamos en Barberini, en plena Via del Tritone, llamada así por la Fuente del Tritón realizada por Bernini, el arquitecto barroco más destacado y que más gloria le dio a Roma.
Pero no escogimos Barberini para ver dicha fuente. Queríamos llevarles por sorpresa a la que es LA FUENTE con mayúsculas, la más famosa de Roma, el lugar que nadie se pierde cuando visita la ciudad. No puedo estar hablando de otra que la magnífica Fontana de Trevi, la más grande y hermosa Fuente Barroca jamás construida. Es difícil no embriagarse por las formas y figuras que parecen cobrar vida de la piedra, y por supuesto más complicado es no sucumbir a la célebre tradición de echar una moneda de espaldas con la mano derecha superando el hombro izquierdo con la que los Dioses romanos te garantizan volver a su ciudad. A nadie le resultó indiferente este lugar. Como primera estampa de Roma no estuvo mal. Pero aún quedaban otras más…
Porque si Trevi impresiona, el Panteón te sobrecoge. El monumento más grandioso y mejor conservado del Imperio Romano es probablemente mi preferido de la ciudad. Y por lo visto, también de la mayoría de los que hicimos ese viaje. La Piazza della Rotonda donde se ubica el monumento estaba repleta de vida, con las terrazas a rebosar en el noviembre más benigno que recuerdo. Obviamente a esas horas el Panteón tenía echado el cierre, aunque no importaba porque íbamos a disfrutar de su maravillosa cúpula desde dentro en menos de 24 horas.
La siguiente parada nocturna fue la Plaza más hermosa de Roma para mi gusto, la Piazza Navona, construída sobre los cimientos de un antiguo Estadio romano con capacidad para 30.000 personas y poseedora de tres fuentes barrocas. Destaca la Fuente de los Cuatro Ríos, la cual ha estado en obras durante varios años. En el viaje realizado en 2007 no pude ver más que paneles y andamios, pero en esta ocasión estaba completamente deslumbrante, con su obelisco egipcio en todo el medio y las alegorías de los grandes ríos del mundo conocidos en el Siglo XVII: El Nilo, el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata).
En Navona se nos hizo casi media noche. Habíamos cenado en las proximidades de Trevi y después de habernos levantado a las 6:30 de la mañana estábamos cansados. Nos esperaba además un día de aúpa, de andar mucho para aprovechar al máximo nuestra estancia en la gran Roma, por lo que nos fuimos marchando hasta el metro más próximo en la Plaza de España. En su célebre escalinata había una muestra conmemorativa de los 20 años de la caída del Muro de Berlín con réplicas del que un día separara ambas Alemanias y hasta falsas torres de vigilancia.
Nuestras camas nos esperaban. Sólo recuerdo que aquella noche conseguí dormir riéndome…
SÁBADO 14 DE NOVIEMBRE: LA HISTORIA PALPITA CON FUERZA
Condensar Roma en un fin de semana es una tarea realmente difícil. Porque se puede estar un mes entero y aún quedar cientos de rincones por descubrir, mil iglesias pequeñas que son verdaderas joyas del Barroco o del Renacimiento, infinitas ruinas que representan el esplendor del Imperio romano. Pero sí se puede agrupar un conjunto de imprescindibles que se pueden visitar en dos días completos como los que teníamos.
Nuestra previsión era guiarnos con un itinerario bastante similar al realizado en 2007 el cual imprimimos del propio Rincón de Sele. Exceptuando que en esta ocasión no iba a haber un tercer día, el sábado y el domingo íbamos a seguir a grandes rasgos dicho recorrido. Por una vez nuestra guía de papel iba a ser la escrita a golpe de teclado por mí dos años antes (Leer CRÓNICA DE TRES DÍAS EN ROMA). Antes de ir tuve que leerlo nuevamente para recordar más nítidamente aquel viaje y así exprimir su información de cara a seguir algunos de sus puntos.
Ajustándonos al tiempo que disponíamos, el plan llevado a cabo finalmente fue el siguiente:
Nos despertamos a las siete de la mañana, hora a la que empezaron a llegar los Erasmus españoles con una cogorza de impresión. Estuvimos hablando con unos chavales de Córdoba que no querían irse a la cama para pasar la mañana en la Fontana de Trevi y alrededores. Iban ataviados con grandes gafas de sol para cubrir las ojeras y sus voces no eran precisamente las de los Niños Cantores de Viena. La noche les había hecho mucha mella, pero aún tenían ganas de más. Mientras nosotros fuimos despejando nuestro cuarto para coger las cámaras de fotos y nuestro Kit Roma Pass que habíamos comprado en el Aeropuerto.
Como a esta página no le debe faltar una buena dosis de practicidad para viajeros independientes voy a hacer un inciso sobre la que para mí es una de las compras que hay que hacer sí o sí en un viaje a Roma:
SOBRE LA OMNIA VATICAN & ROME CARD
La Omnia Vatican & Rome Card es un kit turístico con el que poder optimizar en economía y tiempo una visita a Roma. Uno puede utilizar la red de transportes públicos de la ciudad (metro, buses y tranvías) durante tres días de forma ilimitada, entrar de forma gratuita a:
- Museos Vaticanos
- Capilla Sixtina
- Basílica de San Pedro
- Basílica de San Juan de Letrán
- Prisión de San Pedro
- Autobús turístico de Roma (billete de 3 días)
Además del acceso libre y gratuito dos Museos/Sitios arqueológicos (los primeros que escojas entre el Coliseo, el Foro Romano y el Monte Palatino, que cuentan como única entrada, y los museos capitolinos, el Catelo de Sant’ Angelo y la Galería Borghese. Y fuertes descuentos para otras atracciones de la ciudad.
La tarjeta de museos es independiente a la de transportes. Se activan mediante su primer uso, y son válidas para las 72 horas siguientes.
Sin duda es rentable, sobre todo si se tiene planeado visitar muchas cosas y utilizar los distintos medios de transportes de Roma. Y además cuenta con la ventaja de que algunos monumentos como por ejemplo el Coliseo o los Museos Vaticanos, en los que hay largas filas de turistas, hay entradas especiales para los poseedores de esta tarjeta, las cuales están siempre despejadas.
Más información sobre cómo conseguir y reservar con antelación esta tarjeta.
VIAJE EN EL TIEMPO A LAS ENTRAÑAS DEL IMPERIO ROMANO
Cuando estoy en Roma siento que estoy pilotando una máquina del tiempo. Sin apenas darme cuenta puedo estar contemplando a Miguel Ángel moldear una escultura y sin más esperas sentirme un gladiador observado por cincuenta mil personas en el Coliseo. En esta ciudad se arañan los siglos arriba y abajo porque no cabe duda que es la Capital Histórica de Occidente, el lugar donde se labró un Imperio político, militar y religioso, este último aún vigente. Esa mezcla indiscriminada de Historia y Arte con el trasiego diario del siglo XXI hacen de Roma un lugar peculiar, difícil de asimilar. Puedo caminar por sus calles y no sentirme extranjero, como si mis pies hubieran caminado por el empedrado durante los últimos dos mil años.
Al igual que en mi viaje de 2007 comenzamos nuestra excursión en la Iglesia de San Pietro in Vincoli (Salida Metro Cavour, Linea B), un escondido templo católico que guarda como reliquia las cadenas con las que estuvo apresado San Pedro (In Vincoli significa «encadenado»). Tras una humilde fachada se encuentra uno de esos tesoros escultóricos que no se deben pasar por alto en un viaje a Roma, el Moisés de Miguel Ángel. El artista presenta al personaje bíblico sentado en un trono mientras sostiene las Tablas de la Ley. Figura vehemente, con los músculos tensionado y las venas marcadas, es el centro de la tumba del Papa Julio II. La escena tiente tanta fuerza contenida que parece que en cualquier momento Moisés se va a levantar bruscamente de su sitio. Esta es una de esas esculturas que hemos estudiado hasta la saciedad desde el colegio. Pero no es lo mismo verla en los libros o en diapositivas que tenerla al frente y admirarla en su espacio físico original.
Saliendo de San Pietro in Vincoli por Via Cavour y tomando a la derecha la Via D. Annibaldi nos topamos con el monumento más conocido de Roma, el Coliseo. Miembro destacado de las Siete Maravillas del Mundo Moderno votadas no hace mucho tiempo, es el anfiteatro más grande de los construídos durante el Imperio Romano. Iniciado hace casi dos mil años por el Emperador Vespasiano, el Amphitheatrum Flavium, que es como se le conocía entonces, reunió en infinidad de ocasiones a más de 50.000 personas que jaleaban las peleas de gladiadores, las ejecuciones públicas o las matanzas de los primeros cristianos que arrojaban a los leones, entre otras muchas actividades. Los distintos Emperadores de Roma presidían los eventos en el palco, tal y como ahora lo hacen los Jefes de Estado en los distintos acontencimientos deportivos que se celebran en todo el mundo. Los restos desgastados de este Anfiteatro, el más grande realizado en la época romana, son sin duda el símbolo del Esplendor de Roma, capaz de lograr todas las metas que se proponía.
La entrada del Coliseo está combinada con la del Monte Palatino, y esta fue nuestra primera opción para activar los Roma Pass. Si se hace en el propio Palatino y se va después al Coliseo, se evitarán las largas colas que siempre se forman allí. Es un truco muy recurrente que recomiendo para ahorrar tiempo. Justo detrás del Arco de Constantino, caminando unos 100 metros se encuentra la puerta de acceso a los restos conservados en la más céntrica de las siete colinas de Roma. Palatino hace referencia a «Palacio», ya que ahí es donde residieron muchos de los Emperadores que gobernaron durante la época más esplendorosa tanto de la ciudad como del propio Imperio. Lo que fuera hogar de ilustres está levantada entre el Foro y el Circo Máximo (antiguo estadio donde se hacían carreras). El Monte Palatino es un gigantesco Museo al Aire libre en el que es posible pasear tranquilamente por las ruinas de Palacios, templos, casas e incluso un gran Estadio. Este lugar tiene para rato y además de convertirse en un lugar agradable y tranquilo, proporciona unas preciosas vistas desde cualquier saliente de la colina.
Una de las mejores panorámicas que se pueden obtener para mi gusto es la del Foro Romano. Desde el Coliseo hasta el monumento conmemorativo a Vittorio Emanuele II todo queda a la vista desde una de las terrazas del Palatino. Es un excelente mirador en el que poder recrear mentalmente lo que en su momento fue una enorme y resplandenciente ciudad. Porque en Roma si hay algo que los viajeros debemos potenciar es la Imaginación, levantar nosotros mismos las piedras que un día cayeron y que permanecen allí como sombras físicas de un período vital en la Historia de las Civilizaciones. Eso es precisamente lo que más cuesta al que no le apasiona la Historia o el Arte, convertir esas piedras en algo más.
Con nuestra Roma Pass activada y tras un delicioso capuccino que nos ayudó a retomar el sendero, nos metimos de lleno en lo que es el Coliseo por dentro. Para entrar hay dos filas, una que va directa a las taquillas donde se adquieren las entradas al monumento (Palatino incluido y, si se quiere, el Foro también), y otra para los poseedores de la Roma Pass. Si la primera llegaba bien lejos y se salía del recinto, la segunda nos llevaba sin esperas a los tornos donde hay introducir la tarjeta y comenzar la visita. Ya en el interior del Anfiteatro pudimos dedicar el suficiente tiempo para recorrerlo desde abajo, por medio de galerías que se asoman al coso, hacia arriba, desde donde admiramos la magnitud de un lugar construído para albergar a un número de personas superior al que puede haber en la mayoría de Estadios de fútbol. Totalmente concebido para el espectáculo y así recrear el lema romano de «Pan y Circo», con el que contentar al pueblo y que no piense de más en otras cosas. Una filosofía que sin duda alguna sigue plenamente vigente en nuestra sociedad .
Al parecer el Colosseum estaba divivido en ochenta filas de gradas, las cuales apenas se han conservado, porque lamentablemente el monumento ha sido presa de inconscientes que han utilizado las piedras para levantar otras construcciones. Contaba con una lona de tela que cubría el techo cuando había duras inclemencias meteorológicas, y numerosas estatuas decorando el mayor espacio de ocio de la Historia de Roma. Bajo el suelo recubierto de arena donde los gladiadores se dejaban la piel había numerosos pasillos y dependencias donde se enjaulaban a las fieras que después soltaban, los artistas se vestían con sus mejores galas o los presos esperaban sus últimos minutos de vida. Había incluso trampillas de donde salían los personajes entre loor de multitudes. Hoy todo ese laberíntico subsuelo está a la vista, porque la ya no se conserva la plataforma de madera que se tapaba con arena.
Cuando estábamos visitando el Coliseo pudimos ver desde arriba una manifesación de los ultras italianos, los tiffossi de los más importantes equipos de fútbol de Italia, que protestaban por una Ley que se está a punto de aprobar con la que se limitan y penan muchos de sus actos. Esperamos a bajar hasta que se fueron, ya que al parecer se estaba formando bastante lío y la policía estaba actuando con disparos de pelotas de goma con las que sofocar un tumulto que parecía no tener final. Esperamos un rato a que la concentración antes de bajar a la calle, donde había un cierto aroma a humo de las bengalas que se encienden en los Estadios de fútbol a pesar de estar prohibidas.
La segunda entrada que validamos con el Roma Pass para no tener que pagar fue la del Foro romano. Para mí es uno de los lugares que más me emocionan de la ciudad. En el Foro las piedras hablan y nos cuentan cómo allí se desenvolvió la vida política, religiosa y social de Roma. En el Senado se tomaban las decisiones políticas, en los Templos se rezaba a numerosos dioses, en los Juzgados se impartía justicia, en las calles se comerciaba, se reunía la gente para hablar o se vilipendiaba a los enemigos del Imperio. En definitiva, en el Foro se vivía.
La Vía Sacra que une las tres puertas conmemorativas (Constantino, Tito y Septimio Severo) desde el Coliseo es claramente la arteria principal de ese corazón romano que latió durante tantos siglos. En este inmenso espacio hay esparcidos restos de Templos como el de Vesta, el de Saturno o el mejor conservado de todos, el consagrado a Antonino y Faustina, además de otros muchos. Lo mismo sucede con las Basílicas, con las tribunas donde los políticos deleitaban al pueblo con su oratoria, con los tribunales o con el Senado. Todos actualmente son ruinas, algunas de ellas reconvertidas en templos cristianos, y ciertamente lo que queda es un esqueleto de piedra que desafía a la Historia.
Investigaciones recientes nos han mostrado una reconstrucción virtual en 3D del Foro, con la que es más fácil saber cómo era realmente en aquella época. Sin conocimientos de Historia es difícil abrir las puertas de la imaginación para que te lleve a tí también a un paseo tridimensional por el Foro de antaño. Pero insisto con con esfuerzo y pasión es posible no ver levantadas a las columnas del suelo y sí sustentando un templo, o a un orador dando muestras de sus dotes para hablar en público, o a a los devotos acudiendo al templo a rezar a sus Dioses.
UN HOMENAJE A LA PASTA
Entre el Moisés, el Palatino, el Coliseo y el Foro se nos había pasado la mañana. Casi sin darnos cuenta se nos había hechado la tarde encima y fue aquí donde decidimos hacer stop prolongado para disfrutar de otro de los tesoros no sólo de Roma sino de toda Italia. Y no estoy hablando de las ruinas o las iglesias renacentistas. En esta ocasión el homenaje se lo hicimos a la gastronomía italiana. Queríamos comer buena pasta y para ello nos fuimos a un Restaurante que nos recomendó a Susana, el Pastarito, local de una conocida franquicia muy popular en Italia, que se encuentra en la Via 4 Novembre nº 139, muy cerca de Plaza Venecia. En esta cadena hay una relación calidad precio realmente buena. Sus amplios menús no son más grandes que sus impresionantes platos que no te dejan precisamente con hambre.
Cuenta con una particularidad muy interesante. Tú eliges el tipo de pasta (raviolli, espaguettis, pennes, tortellinni, etc…) y puedes pedir que te las cocinen de dos formas diferentes. De esa forma te llegará un enorme fuente con una mitad con salsa boloñesa y con otra preparada a la carbonara. Pero estos son dos ejemplos de las numerosas combinaciones que se pueden llevar a cabo. Pedimos unas bruschettas para abrir boca y ya cada uno eligió un plato de pasta. En mi caso sucumbí ante los mejores Raviolli que he comido en mi vida. Una mitad estaba preparada all´amatricciana y la otra con salsa bolognesa. De mis amigos probé el Risotto, que estaba realmente delicioso. Las raciones eran tan grandes que inevitablemente sobró comida.
Un buen capuccino y ecco…a continuar por Roma, que en pleno mes de noviembre se hace de noche a las cinco de la tarde y aún había muchas cosas que ver.
ARTE, PIAZZAS Y UN BUEN GELATO
La segunda etapa del sábado la comenzamos en el Monumento a Víctor Manuel II, realizado en mármol durante la primera década del Siglo XX. Este ostentoso lugar que alberga «los Altares de la Patria» y la «Tumba al soldado desconocido», donde una llama nunca se apaga en honor a las vícticas italianas en la Guerra, es llamado irónicamente por muchos «La máquina de escribir», por tener una forma similar a ésta. Otros dicen del monumento que parece una tarta de bodas. Sea como fuere, y a pesar de las controversias que suscitó en su momento, por derribar un viejo barrio medieval e importantes ruinas de la época imperial, se ha convertido en un símbolo de la Italia unificada. Se puede subir por sus escaleras y suelos de mármol para obtener unas fantásticas vistas de la ciudad.
Aunque habíamos estado en la Fontana de Trevi la noche anterior, quisimos verla también de día. La calle que nos llevó hacia ella estaba jalonada de puestos donde vendían souvenires para turistas. A esa hora de la tarde no había quien caminase con tranquilidad, y menos quien disfrutase de la hermosa fuente sin tropezar con más de un centenar de personas. Sin duda uno de los mayores inconvenientes de Roma es precisamente la masificación del turismo, pero sin duda es el precio que debe pagar por ser lo que es y tener lo que tiene. En ocasiones llega a ser agobiante ver tanta gente, pero como tú lo que tratan es de conocer los entresijos de una ciudad inigualable. Y en Trevi, encajada entre dos calles, parece haber más turistas que en ningún otro lugar. Afortunadamente eso no hace que nos deje de deslumbrar una y otra vez.
La próxima parada fue la Plaza de la Rotonda y el magnífico Panteón. En esta ocasión si que pudimos entrar (este monumento está abierto al público de forma gratuita) y disfrutar de sus colosales dimensiones y de la cúpula que deja boquiabierto a cualquiera. Este templo circular que los romanos dedicaron a todos los Dioses fue, según Miguel Ángel Buonarrotti, «un diseño angélico y no humano«. Si esto es lo que decía el que está entre los tres mejores artistas de la Historia del Arte, yo no puedo añadir nada más. Creo que pocas construcciones en el mundo pueden ser comparables al famoso Panteón de Agripa y muy pocas cúpulas pueden restarle protagonismo.
Dentro reposan los restos de Víctor Manuel y de Rafael Sanzio, entre otros personajes. Quizás el aprovechamiento de su espacio para construir un templo católico le hizo sobrevivir y así ser uno de los monumentos romanos mejor conservados, sino el que más. Si su fachada impresiona, la cúpula conmueve. Cinco filas de casetones de mayor a menor tamaño convergen en el centro donde se abre un óculo o ventana circular, que deja entrar la luz del Sol e incluso el agua de la lluvia, la cual es recogida por distintos sistemas de desagüe en el pavimento construidos hace siglos. En su interior nos sorprendió una misa cantada al igual que a los dos mil que debíamos estar ahi dentro. Creo que la primera vez que estuve no hubo tanta gente como este día.
Detrás del Panteón está una de las Iglesias que más me gustan de la ciudad, Santa María Supra Minerva, alzada sobre un antiguo templo romano. Reconocible por sus techos azules con estrellas que simulan un hermoso cielo nocturno cuenta, entre otras cosas, con una estatua de Cristo elaborada por Miguel Ángel. Aunque aquí su presencia no es tan arrolladora como la del Moisés de San Pietro in Vincoli. Aquí prima el conjunto del edificio, que mucha gente se salta por desconocimiento, pero que es otra muestra más de que no hay Iglesia en Roma que no te diga nada.
De este templo católico marchamos tal cual hicimos durante el día anterior a la Piazza Navona, también a rebosar de gentío. Con sus tres fuentes: Fuente de Neptuno diseñada por Giacomo della Porta (norte), Fuente de los Cuatro Ríos realizada por Bernini (centro) y Fuente del Moro elaborada también por Bernini (sur) y su forma elipsoide que recuerda su etapa anterior como Estadio de Domiciano donde incluso se llegaron a celebrar carreras de caballos. Navona es una de las mejores representaciones del barroco en Roma, y un motivo más para venir a esta ciudad. Ademas sin andamios ni obras, levantados recientemente después de taponar la Plaza durante años. Ahora no hay excusa para disfrutar Piazza Navona por completo.
En la zona quisimos tomar un buen helado o gelato, como dicen los italianos, otra de las especialidades de las que más presume este país. Tratamos de hacerlo en una terracita que había en la misma Navona, pero cuando nos dijeron que en la mesa podía costarnos 12 euros como mínimo, nos fuimos con nuestra música a otra parte. Porque si callejeábamos un poco más podíamos encontrar numerosas heladerías con un género que hace la boca agua. El tiempo además acompañaba ya que, a pesar de ser noviembre, hacía cerca de veinte grados. Entre 2,5€ y 5€ encontramos helados de todos los sabores en un pequeño negocio a la que entramos a escasos cincuenta metros de la Piazza. Maite, por ejemplo, se pidió uno de huevo. Y no voy a negar que aunque me gustara más el de coco o el de yogur, me supo bastante bueno. Por variedad además no era, porque podíamos elegirlo hasta de Kinder Sorpresa. Sin duda los gelatos son otra de esas cosas que no se pueden perdonar si no se prueban en un viaje a Italia.
De la heladería nos fuimos caminando tranquilamente entre el gentío hacia Campo dei Fiori, otro de los rincones con personalidad de Roma. Animado por la gran cantidad de terrazas y buenos restaurantes desplegados por la zona, es conocido por sus puestos de flores que hacen honor al nombre de la Plaza. Es un centro más de ocio que turístico, y alrededor de la estatua de Giordano Bruno, un humanista multidisciplinar que fue quemado vivo allí mismo por hereje, se concentra mucha juventud que busca un lugar para comenzar la noche.
Detrás del Campo dei Fiori está el Palazzo Farnese, del Siglo XVI, actual Embajada francesa. Desde la calle se aprecian los frescos de uno de sus salones. Este es uno de los monumentos que me apunto en la libreta de «visitas imprescindibles del tercer viaje a Roma», que no sé cuándo será pero que llevaré a cabo con toda seguridad. En la placita donde se ubica este palacio hay dos fuentes con dos inmensas bañeras. Estas son de hace casi dos mil años y fueron sacadas de las Termas de Caracalla. Son como las bañeras de casa, pero de granito y veinte veces más grandes.
Llegamos a cruzar hasta el Río Tíber y pensamos ir al barrio de Trastevere, pero preferimos dejarlo para más tarde e irnos a duchar y cambiarnos en el hostel para luego retornar más descansados y darnos una buena cena. Para ello cogimos el autobús hasta el Coliseo, convenientemente iluminado, de donde tomamos el metro hasta Termini. Podíamos haber ido directamente en bus a la Estación, pero no tomamos el adecuado y por ello tuvimos que hacer el cambio. Para volver a Trastevere por la noche ya nos quedamos con que el Bus H hacía el recorrido de ida y vuelta directamente y sin más pérdidas de tiempo.
TRASTEVERE, EL BARRIO DE LA GASTRONOMÍA
Después de acicalarnos y descansar un rato nos fuimos a cenar al barrio de Trastevere, al que llegamos en un abarrotado autobús H en el que a nuestro amigo Nacho casi le roban la cartera. Si no llega a ser por Maite que se fijó en una mano metiéndose sigilosamente en bolsillo ajeno, Nacho se hubiera quedado sin dinero y sin tarjetas. Es lo que tienen los buses repletos de gente ya sea en Roma, en Madrid o donde sea. Ya se sabe que los ladrones se aprovechan de los lugares concurridos. Y este, sin duda, lo era.
El Trastevere, cuyo nombre significa «detrás del Tíber», es uno de los barrios con más encanto de Roma. Su popularidad se debe por ser el área con mayor número de Ristorantes, Trattorias y Pubs de la ciudad, razón por la cual atrae a todo tipo de gente que viene aquí a comer, a cenar o a salir de fiesta. Al sur del Vaticano y al oeste del Tíber se forja día a día este distrito a base de buenos alimentos, capaces de hacer la boca agua al más pintado.
Recorriendo la animada Via della Lungaretta, flanqueada por edificios medievales de color rojizo, llegamos a la bonita plaza Santa Maria in Trastevere. Durante el camino, así como en la Plaza, no había prácticamente sitio para sentarse en uno de los numerosísimos restaurantes que nos fueron apareciendo. Y los precios estaban relativamente inflados por «la fama» que se ha ganado el Trastevere. Pensamos que probablemente saliéndonos unos metros de esa vía principal, podíamos tener alguna oportunidad. Así que bordeamos por atrás la Plaza de Santa Maria y en un callejón llamado Via dell´Arco di San Calisto encontramos en los números 45-47 del mismo el que a la postre sería el elegido para aquella noche. El Restaurante Arco di San Calisto nos sirvió espectaculares platos de pasta y pizza, regados con vino rosado, y presentados por un personal realmente simpático que nos atendió a la perfección en todo momento. Al final salimos a 17 euros por persona en lo que sin duda fue una velada fantástica en la que nos ocupamos seriamente de que nada se quedara en el plato.
Después de cenar fuimos a tomar algo a un local de copas con estética muy setentera y nos volvimos al hostel porque a eso de las dos de la madrugada estábamos literalmente «rotos» de todo el día. Si la noche anterior me dormí entre risas, el sábado me dejé llevar por esa clase de carcajadas que después dejan dolor en el pecho. No sé quien dijo más tonterías en plena oscuridad, pero creo que hacía mucho tiempo que no me pasaba más de media hora riéndome sin parar. Y vaya, no fui el único.
DOMINGO 15 DE NOVIEMBRE: CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO
Levantarse aquella mañana tan temprano fue un dolor. Entre unas cosas y otras dormimos menos de cinco horas. El desayuno rancio del hostel, a base de pan duro, mantequilla y mermelada y el café con aguachirri no fue capaz de espabilarnos lo más mínimo. Tan sólo cuando me dio por cantarle a una mujer que nos dijo en la mesa las palabras «piano, piano», tan musicales ellas pero con las que quería pedirnos que bajásemos un poco la voz. Si es que los españoles hablamos tan alto, que se nota a la legua de dónde venimos.
El plan previsto para aquel día estaba dividido en dos bloques: Por la mañana el Vaticano y el Castel Sant´Angelo; Por la tarde nada fijo, ir donde nuestros pies nos llevaran. Aunque Susana por un lado, y Azucena y Sonia por el otro, habían quedado con amigas de Madrid que viven en Roma. El resto, Nacho, Rebeca, Maite y yo, ya veríamos qué hacer. Todo hasta aproximadamente las seis de la tarde, cuando debíamos tomar el Leonardo Express de Termini al Aeropuerto Roma Fiuminino. Finalmente el recorrido que realizamos fue a grandes rasgos el siguiente:
UNA VISITA AL VATICANO, EL PAÍS MÁS PEQUEÑO DEL MUNDO
Cuarenta y cuatro hectáreas conforman el Estado de la Ciudad del Vaticano, Sede de la Iglesia católica, apostólica y romana. Junto al Coliseo, el conjunto de Basílica, Plaza de San Pedro y Museos Vaticanos son los más visitados de Italia. Aunque el Vaticano no es exactamente Italia, sino un país independiente con su monarca, el Papa, elegido por los Cardenales por medio de los conclaves celebrados en la Capilla Sixtina cuando muere un Pontífice. Habitantes son tan sólo 900, entre sacerdotes, monjas, guardias, diplomáticos y encargados de la custodia de los museos y dependencias. Pero con todo y con eso, el que está considerado como el país más pequeño del mundo, tiene un poder superior al de varias potencias juntas.
Para ir al Bastión de la Iglesia Católica utilizamos la linea A de metro desde Termini (dirección Battistini) hasta la Estación Ottaviano – S. Pietro, ubicada a aproximadamente cinco minutos de la Plaza de San Pedro. Seis paradas en un tren lleno hasta la bandera, mayoritariamente de turistas que acudían como nosotros a visitar el Vaticano. Al llegar bajamos a pie Via Ottaviano y cuando ya se veían los muros que rodean el Estado Vaticano nos detuvimos unos minutos para tomar un capuccino y algún refresco. Aquí nos llamó la atención la diferencia de precio del café si se tomaba en barra o se hacía en una de las mesas que tenía dispuestas el bar en cuestión. La primera opción se pagaba a 1´50 euros, en cambio la segunda costaba cuatro euros. Casi el triple, y en un bar normalito de Piazza del Risorgimento. Obviamente no sucumbimos a semejante atraco y nos conformamos con tomarnos todo en la barra.
Pero lo que ya quería era volver a llevar a cabo el ritual seguido por mi madre y por mí en el Vaticano dos años antes. Alguna vez he explicado en el Rincón de Sele que me gusta ir con la cabeza gacha hasta un punto en concreto desde el cual se vea la totalidad del conjunto a visitar. Esto aplica sobre todo el sitios «grandes» del tipo Taj Mahal, Catedral de Milán, Castillo de Himeji, Abu Simbel, etc… La primera visión de la Plaza de San Pedro, con la columnata de Bernini, el obelisco en el centro y la Basílica detrás, se queda marcada para siempre, por lo que lo mejor es que al menos sea desde un punto ideal. Recomiendo hacerlo a todo el que vaya y quiera sorprenderse y permanecer unos segundos maravillado y sin palabras. Conseguí que Rebeca y mis amigos lo hicieran y creo que surtió efecto.
La Piazza San Pietro fue proyectada por el gran Bernini a mediados del Siglo XVII. Convirtió la explanada en una forma elíptica de columnas rematadas por 140 Santos, los Padres y Triunfadores de la Iglesia Católica, que portan los símbolos que les identifican y que los fieles eran capaces de reconocer. Dichas columnatas parten de la Basílica y actúan como brazos que acogen a los visitantes al interior del conjunto. En el centro está ubicado un obelisco egipcio que, según los escritos, estuvo próximo al lugar en que fue crucificado San Pedro, el Circo Vaticano. Cuando fue colocado en la Plaza se le llamó el «Testigo mudo» ya que el enorme bloque de piedra habría estado presente en el martirio del dueño de las llaves del cielo para los cristianos. A ambos lados hay dos fuentes que juegan con la simetría del conjunto. El diseño de la Plaza de la Concordia en París se basó precisamente en la disposición de elementos de la Piazza San Pietro. Obelisco y fuentes.
Aunque si hay algo que no puede igualar la Concordia es la Basílica de San Pedro, el más grande e importante Templo de la Cristiandad. Tiene de alto 44´5 metros, y de largo 193. Este edificio no asombra únicamente por sus dimensiones, que son ya considerables, sino también por lo que significa en sí mismo. Desde su balcón central se asoma el Papa a ofrecer la bendición «Urbi et Orbi» (a Roma y al Mundo), se nombran nuevos Pontífices, se proclaman beatificaciones. ¿Quien no ha visto alguna vez al Papa, ya fuera el fallecido Juan Pablo II o al actual Benedicto XVI, con los brazos extendidos en dicho balcón? Sin duda es una imagen ya muy reconocible por todos.
Pasamos un control de metales para entrar a la Basílica. La seguridad más notoria de la Ciudad del Vaticano le corresponde desde hace siglos a la Guardia Suiza, que porta siempre un uniforme muy colorido que se dice fue diseñado por el propio Miguel Ángel. Uno de ellos custodiaba hierático una de las puertas con lo que parecía una lanza. Mientras, nosotros caminamos más para ponernos por fín en la entrada de columnas y superar los majestuosos portones que dejan abierto el templo a los ojos de todo el mundo.
El interior de la Basílica de San Pedro es algo inconmensurable, casi sobrenatural. La magnificencia del edificio es aún mayor por dentro que por fuera. Y más cuando a los dos pasos uno mira a su derecha y se encuentra con otra de esas obras cumbres de la Historia del Arte, la famosa Piedad de Miguel Ángel. Esta escultura de mármol parece cobrar vida por sí misma. Un Virgen María triste sostiene el cuerpo inerte de Jesús. El conjunto escultórico es absolutamente desgarrador. Los rostros y las formas de ambos cuerpos son una obra maestra de ese artista que cincelaba el mármol como si lo hiciese con plastilina. Representa dulzura, amor, tristeza sin ira.
Pero enseguida la vista se va directa a la Nave Central, con su fondo de oro y las retorcidas columnas del Baldaquino de Bernini, que guarda más abajo los restos de San Pedro. Las cuatro columnas salomónicas sostienen el palio que cubre y venera a quien Jesús dijo: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia«. El fantástico baldaquino que precede al reluciente altar aúreo es junto a la Cúpula, los símbolos más impresionantes de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Porque hay decenas de altares laterales, estatuas de Santos a ambos lados del pasillo central, capillas y relicarios. Pero siempre uno se dirige y emociona en este punto contemplando tanto la Cúpula de Miguel Ángel como la maravilla de Bernini. Una sublime fusión de Cielo y Tierra.
Se sea religioso o ateo, la Basílica de San Pedro así como la Piazza, se salen de su sola significación cristiana para dejarse admirar por todo el mundo. No es necesario creer en Jesús y en la Iglesia. Si uno es Humano y le gusta el Arte, se encontrará inmerso en el Paraíso de la belleza física y tangible. Tan sólo hace falta respirar para rendirse a la evidencia. Aunque algunos recuerden que los fondos con los que se financió San Pedro del Vaticano procedían de las indulgencias, razón de peso para que Lutero provocara otro cisma en la religión cristiana, el Protestantismo.
Lamentamos no poder visitar los Museos Vaticanos, la mayor colección artística de la Iglesia Católica que cuenta, entre otras cosas, con la celebérrima Capilla Sixtina. Pero los domingos cierran (exceptuando el último de cada mes, que además es gratis) y además necesitan invertir un tiempo que para este viaje era más que limitado. Afortunadamente pude transitar sus interminables galerías durante mi primer viaje a Roma porque si no me hubiera quedado con las ganas como le ocurrió a los demás. Pero así ya tienen otra excusa para volver a esta ciudad, porque ciertamente los recomiendo a todo el que pueda. A pesar de los precios (14€ la entrada general) y de las larguísimas colas que se forman para poder acceder. Afortunadamente esto último es superable si se adquieren los tickets de los Museos Vaticanos de forma online (Pincha aquí para comprar tus entradas).
EL CASTILLO SANT´ANGELO, MORADA DE TODOS LOS ÁNGELES
Salimos de la Piazza y tomamos la Via della Conciliazione, una ambición de Benito Mussolini para conectar en una ancha Avenida el Vaticano con el Castel de Sant´Angelo. Con nosotros ya no estaba Susana, que se fue a celebrar la Fiesta Baby Shower con una amiga suya que estaba embarazada. Al parecer estas celebraciones tan americanas consisten en llevar a cabo distintos juegos y hacerse regalos para celebrar el nacimiento de un bebé que está al llegar. Así que nos quedamos seis personas, las cuales recorrimos los 500 metros de esta Vía con la que el dictador fascista quiso unir dos emblemas, uno religioso y otro histórico. Paralelo a la orilla oeste del río Tíber, la Via della Conciliazione cuenta con Palacios renacentistas como el Torlonia, que para la curiosidad de los que visiten Roma diré que es el de la familia del Conde Lecquio, y al que llevó a conocer no hace mucho a Javier Sardá en el Programa Dutifrí. Al final del camino se alza la fortaleza circular que otrora fuera Mausoleo del Emperador Adriano, otro de esos monumentos indispensables de Roma, el Castillo Sant´Angelo.
Esta fortificación circular de cinco plantas coronada por el Arcángel San Miguel fue levantada en el año 123 D.C. para ser la última morada de los restos incinerados de Adriano y su familia. Al final la tradición llevó a albergar las cenizas de más Emperadores. En el año 401 su función varió para funcionar como Fortaleza Militar, razón por la cual se perdieron muchos de sus elementos originales, tanto en el exterior como en el interior. Se dice que decenas de estatuas de bronce y piedra fueron lanzadas al suelo durante la invasión de los Godos. Más tarde, en el año 590 durante una plaga de peste que azotaba Roma el Papa Gregorio I tuvo la visión del Arcángel San Miguel en la cima portando una espada, lo que se interpretó como el fin de la Epidemia. Desde entonces la Fortaleza se le conoce como Castel Sant´ Angelo para conmemorar este hecho. Para mí la panorámica del castillo desde el Ponte Sant´Angelo es sin duda mi preferida.
Pero no hay que conformarse con admirar su muralla circular desde fuera y pasar a su interior de forma indiscutible. El precio al público en general es de 5 euros y abre todos los días de la semana a excepción del lunes (Confirmar horarios y precios actualizados en su web www.castelsantangelo.com) . Nosotros nos encontramos con la agradable sorpresa no especificada en ninguna parte de que los portadores del Roma Pass podíamos pasar sin pagar. Una buena noticia para el bolsillo, aunque hubiésemos entrado igualmente porque, repito, vale la pena.
El Castel Sant´Angelo tiene cinco pisos. El primero se recorre por la rampa originaria del Mausoleo de Adriano. En el segundo se encuentran las mazmorras, algunas ubicadas en lugares tremendamente lúgubres. La tercera planta es de carácter militar. La cuarta conserva hermosas dependencias papales, profusamente decoradas. Y la quinta es probablemente la mejor de todas, la gran terraza desde la que personalmente opino que se pueden obtener las mejores vistas de Roma. Muchos dicen que eso se logra desde lo alto de la Cúpula de San Pedro, pero a este razonamiento le veo un pequeño y a la vez gran inconveniente. Se ve toda Roma, menos la Basílica de San Pedro…
Así que me quedo con Sant´Angelo para lo que a buenas vistas se refiere. Desde arriba incluso se aprecia un elemento muy novelesco pero absolutamente real, il Passeto di Borgo. Este es un pasadizo de 800 metros de largo por el cual los Papas huían del Vaticano cuando se encontraban en peligro ya que une el Castillo con el Palacio Apostólico. A través de las paredes interiores de una muralla del Siglo XIII, los Pontífices tenían esta vía de escape que podía librarles de ser apresados o asesinados. Encontré en Youtube un video muy ilustrativo de il Passeto, el cual se abre al público desde hace unos años únicamente en los meses de verano.
En la terraza del quinto piso se marcharon durante un rato las dos hermanas, Azu y Sonia, que habían quedado en Piazza Navona con una amiga suya del barrio que lleva varios años residiendo en Roma. Hasta la tarde estuvimos, por tanto, Nacho, Rebeca, Maite y yo, quienes dedicamos un rato más a ver el Castillo, y después nos fuimos paseando hacia Campo dei Fiori, no sin antes darnos la vuelta en el Ponte Sant´Angelo y disfrutar de una de esas estampas de Roma que nunca se olvidan.
ROMA VESTIDA CON EL TRAJE DE LOS DOMINGOS
Si el sábado pensamos que había mucha gente en la calle, el domingo el ambiente era frenético. Auque al menos por primera vez desde que llegamos los italianos made in Roma superaban a los turistas. Domenica é domenica, se dice en Italia, convirtiendo a este día en uno de los más especiales y esperados por todos. La Via de los Foros Imperiales, por ejemplo, se cierra al tráfico y se cede al peatón durante veinticuatro horas, dejando la opción de pasear por la carretera en un magnífico entorno. Además aquel día 15 de noviembre parecía más primaveral que cercano al invierno. Debíamos estar rozando los veinticinco grados, que ya es para la época en la que estábamos. Sin duda el tiempo loco que estaba haciendo hacía un gran favor a que la afluencia de público en la calle fuera grande. Uno de los lugares preferidos por los italianos para tomarse algo es el Campo dei Fiori tal y como dimos cuenta. No había ni un sitio en las terrazas que veían ampliar «su agosto» varios meses después. En un 2009 de crisis, los hosteleros acusaron tanto el golpe gracias, entre otras cosas, al tiempo tan benigno que apareció mucho antes que en verano.
Las callejuelas rebosaban de vida mientras que el color ocre de los edificios se oscurecían porque aunque el clima acompañaba, las horas de Sol sí que correspondían a las propias del verano. Ya a partir de las dos o dos y media la luz no incide de la misma manera. Aún así aún restaban tres horas hasta hacerse de noche. Teníamos por medio darnos otro homenaje gastronómico, aunque no sabíamos dónde. Cuando ya llevábamos más de una hora caminando nos dimos cuenta que estábamos en Plaza Venecia, enfrente del Monumento de Víctor Manuel II, lo que nos hizo pensar a todos lo mismo: ¿Y si comemos donde ayer?
Así nos vimos de nuevo en el Restaurante Pastarito de la Via 4 Novembre nº 139 donde se pidió una tabla de salami y queso, una deliciosa pizza de masa fina,y dos platos con raviolli y pappardelle cocinados con dos salsas distintas. Ni que decir tiene que nos pusimos morados a comer. Las conversaciones en la mesa se sucedieron, unas más polémicas que otras, pero en nosotros ya había un tono nostálgico porque nos veíamos en menos de 24 horas en la oficina. Y en vez de pedir a la carta teníamos que escoger del menú rácano de la empresa que un compañero nuestro se dedica a leernos con afán día tras día. Romper con la rutina de forma tan brusca es una espada de doble filo, que por un lado entusiasma, pero que por otro te devuelve a la realidad y antes de que te des cuenta todo se ha terminado.
LA BOCA DE LA VERDAD Y LA CALAVERA DE SAN VALENTÍN ECHAN EL CIERRE AL FIN DE SEMANA
Después de comer los siete nos volvimos a juntar en Plaza Venecia. Nos quedaba una hora aproximadamente antes de retornar al hostel para coger nuestras mochilas e iniciar el camino de vuelta. A los chicos les hacía especial ilusión ver la Bocca della Veritá (La Boca de la Verdad), en la Iglesia medieval de Santa Maria in Cosmedin. Así que este fue el lugar elegido para terminar nuestra visita a Roma.
El origen de la Boca de la Verdad es desconocido, aunque probablemente pertenezca al Siglo I de nuestra Era. Es una enorme máscara circular de mármol que representa a un personaje que aún no se ha sabido identificar. La Leyenda cuenta que al que meta la mano y mienta, su boca se cierra. En la película «Vacaciones en Roma» Gregory Peck le hace una broma a Audrey Hepburn escondiendo su mano bajo la manga para hacerle creer que la boca se ha cerrado sobre ella. Desde entonces largas filas de turistas repiten día tras día la tradión de meter la mano en La boca de la verdad. Si mordiera de verdad creo que nueve de cada diez turistas se iban mancos a su casa.
Particularmente me parece más interesante la Iglesia de Santa Maria in Cosmedin en sí que cumplir con el rito de la Bocca della veritá. Es uno de los mejores ejemplos de construcciones religiosas altomedievales, tal y como se puede ver en su interior, aprovechado de un Templo romano anterior. Su larga torre románica recorre de siempre las portadas de numerosos libros de Arte. Recuerdo que cuando estudiaba en el Instituto tuve que describir este templo religioso en un examen. Si entonces hubiera ido a Roma otro gallo hubiera cantado…
COLORÍN COLORADO, NUESTRO CUENTO DE ROMA SE HA ACABADO…
El camino de vuelta nos llevó de nuevo al Mosaic Hostel donde teníamos guardadas las mochilas en la Luggage Room y después a Termini para pagar nuevamente los 11 euros del Leonardo Express que nos dejara en Fiumicino. Había tantas ganas de que no se acabara el fin de semana que ya las caras no eran ni la sombra de las que sonreían sin parar durante todo el día.
Si os apetece hacer estas visitas por Roma con un guía en castellano aquí tenéis algunas opciones:
En el aeropuerto nos tocó correr porque apuramos más de la cuenta, unos con unas cosas y otros con otras. Se nos fue la noción del tiempo y por poco nos llegamos a la puerta de embarque. Pero al final no llegó la sangre al río y pudimos subirnos al avión de Easyjet que nos dejaría a las once de la noche en Madrid.
El viaje había sido positivo para todos. Tanto que ya hablábamos de repetir en el próximo año. Y doy por hecho de que va a ser así. La verdad que lo estoy deseando.
29 Respuestas a “Roma 2009: La Eternidad entre amigos”
Un fin de semana aprovechado hasta el último segundo,muy buena crónica.
Saludos
Un relato muy «currado» para los días que estuviste. Tienes razón, la ciudad «eterna» son de aquellas ciudades que puedes ir 2, 3…o tantas veces como haga falta en tu vida. Siempre la encontrarás interesante. Ahora esperaremos el desenlace del viaje a África. Nos tienes en vilo con el tema de fin de año….no nos puedes dar alguna pista ¿continente?…¿distancia de Madrid? je je je….
Genial la crónica, Sele, y que me vendrá de maravilla ya que el próximo puente, uno de los destinos que estoy barajando y que sale desde Zaragoza es Roma.
Qué buenos recuerdos me ha traido, de mi visita en 2005 a Italia, con una parada, que se me hizo cortísima de tres días en la Ciudad Eterna.
Un saludo
Miguel Nonay
Maravilloso viaje!!! Ha sido mi primer viaje a Roma y espero que no sea el último. Es una ciudad mágica que respira por todos sus poros arte e historia. Entrar a cualquier pequeña iglesia supone descubrir un tesoro único. Todo el mundo debería ir a Roma al menos una vez en su vida.
¡¡Qué maravilla poder revivir Roma a través de tus siempre completísimos relatos!! Tan sólo hace dos meses que pude disfrutar de esta maravillosa ciudad y con sólo ver las fotos dan ganas de repetir.
Enhorabuena, como siempre, tus crónicas no defraudan.
Muy bonito, Sele. Las fotos son preciosas ,como siempre.Creo que esta es la quinta o sexta vez que visito Roma, pero cada vez es diferente.En esta ocasión creo que lo mejor de Roma fue la compañía (menuda cuchipandi).Me he reido tanto …..Y sí, no han visto la Capilla Sixtina , pero para eso están las monedas en Trevi.Doy fe que funcionan, siempre vuelves.
Maravilloso fin de semana que tuvisteis que pasar en Roma. Gracias por contárnoslo tan detalladamente.
Para mi Roma es el sumun de la civilización. Un lugar que deseo visitar, del que he estado muy cerca en tres ocasiones y que, por una cosa u otra, he tenido que posponer.
Soy un enamorado de la Historia y de la civilización romana y creo que cuando este por allí la emoción que sienta será inmensa.
Por cierto. Lo del viaje de fin de año me suena a Marruecos. Que Ryanair ha inaugurado unas rutas a ese país hace poco. Me decantaría por Marrakech.
Un saludo compañero.
Te ha quedado, genial y muy detallado, haciendo vivir aunque desde lejos vuestras vivencias, que dia a dia nos relatas hasta en la oficina. De tu amigo y compañero de trabajo. Javier Coca.
Hola Sele,
Esperaba darme una vuelta por Roma con este relato y lo has conseguido,es un fin de semana en que has sintetizado la ciudad, pero sin dejarte nada en el tintero de su esencia. Y me apunto el restaurante Pastarito para mi próximo viaje a Roma, porque en ciudades tan turísticas encontrar donde comer bien sin que te claven, ya es díficil.
Chao. Un beso
Muy buen relato,hace pocas semanas que conozco tu pagina pero me tiene enganchado y he leido ya casi todos los articulos de tus viajes estan genial y dan muchisimas ideas para futuros viajes.
En cuanto al viaje de fin de año y año nuevo,creo que el destino será TUNEZ.
Un saludo
Hola Sele..
Genial relato ….
Yo he ido a Roma un par de ocasiones y siempre ves algo nuevo….. es un sitio increible…
Por cierto.. lo de «La fuerza» te ha delatado… Va a ser Tunez.. jejejeje…
Taluegooooooooooo
Me alegra que este relato os llevara por unos minutos a todas las Romas, la Imperial, la Barroca, la Renacentista, la del Siglo XX, la de la gastronomía…. Todas ellas son una. Muy pocas tienen «la carga histórica y sentimental» que me provoca esta ciudad.
Ya veo que han empezado las quinielas para ver el lugar donde voy a pasar el fin de año. No me pronuncio aún. Le daré una semanita más a este tema. Aunque pienso que con las pistas se puede sacar. Me gusta que los «dos personajes» que van a venir con Rebeca y conmigo sean tan silenciosos porque en esta última semana sus comentarios «están entre nosotros». Esto está bien chicos (Por cierto, tengo que comentaros algo sobre el coche)
Hasta luego, me voy a ver con Rebeca un monólogo de Luis Piedrahita, que me encanta. Seguiremos informando.
Sele
PD: Yadnakis, tú y yo tenemos que hablar de ese peaazo viaje a India que te has pegado.
Roma, siempre estupenda aunk un fin de semana sepa a poco… Por cierto, en fin de año amigo jedi, k la fuerza te acompañe mientras recorres las sendas de Tunez…?
Un saludo.
Menudo finde más bien aprovechado y como lo revives!!!me encanta.Yo al menos una o dos veces al año voy a Roma, me encanta es u8na ciudad maravillosa.Me ha encantado sumergirme en el relato y revivir Roma de tu mano durante un ratito.
Un saludo.
Miryam (Rayo Mc Queen LP)
Hola amigo,
Gracias por haberme hecho recordar, los buenos momentos que pasé en Roma hace unos años.
Como siempre el relato está super trabajado, diez sobre diez.Estás poniendo muy alto el listón, tú mismo…
Un abrazo.
Victor
Hola Sele.
Aunque aún no he leído el relato completo (que lo haré, descuida) debo decirte desde ya que me va a venir perfecto. En breve tenemos programado un finde un poco largo y estamos dudando entre Londres y Roma, pero parece que ésta tiene más posibilidades, así que te usaré como guía de viaje, jejeje, 😉
Un saludo
Que guay…me ha encantado el relato de Roma. Que envidia (sana…sana) de haber estado ahi en la ciudad eterna, y sobre todo en la via condotti, via benetto ( o como se diga)…mirar otras maravillas italianas. Pero sobre todo echarme unas risas con todos vosotros, eso es lo que más me apetecia
Jolín, siempre que leo algún destino en tu web me vienen ganas de ir o de volver…en Roma estuve con 12 años, fue mi 2º viaje fuera de España. Y al leerte me dan ganas DE VOLVER!!!!
Enhorabuena por como haces cundir 48h!!!!
Besos a los dos!
PD Rebe, comentamos tímidamente escaparnos al Imperio del Sol Naciente, y aunque esté «ahí» yo lo contemplaría como algo factible…que lo sepas rubia 😉
Chapeau!!!! Joder tío!! Cómo te lo has currado!! Mil gracias, de veras! Nos servirá de gran ayuda ya que vamos sólo 3 días!! Ciaoooo!!!
Seleeeeeeee!!! ya hemos vuelto de Romaaa!
Nos ha encantado todo 🙂
A ver si nos vemos pronto para que te contemos todo lo que hemos aprovechado el tiempo y nuestra experiencia alli, porque ha sido un viaje increíble, ROMA es M A R A V I L L O S A !!!
cuidate mucho y ya hablamos para quedar!
un beso!!!
P.D: gracias por facilitarnos las cosas a todos los españoles por el mundo, jijijiji!
Un placer, Sarita. Ya te dije que os iba a gustar mucho. Roma es de esas ciudades que no te dejan indiferente. Y te habrás dado cuenta de una cosa… que tienes que volver! Y estoy seguro de que lo harás.
A ver si después de volver de Camboya nos juntamos todos y nos vemos de una vez. Que me temo que este verano no me voy a poder pasar por Galicia ni un mísero fin de semana. Seamos los que seamos. Nos escribimos, ponemos una fecha y lo cerramos.
Un besazo niña, y dale un abrazo a Rubén de mi parte.
Ciaooo!
Sele
A riesgo de parecer un poco impopular…tuve la sensación en Roma ( dejando fuera el Vaticano, por supuesto) que tienen un caos arquitectónico brutal, y que no se preocupan lo mas mínimo de su patrimonio ni de su turismo. Es algo así como que saben que al menos una vez en la vida todo el mundo se va a desplazar allí y tampoco les interesa mucho si vuelves o no. No lo necesitan.
Tengo sentiminetos encontrados respecto a esa ciudad. Siempre coincido mucho con Sele, pero con esta ciudad no puedo.
No me castiguéis mucho por mis comentarios, jeje
Hola Ricardo,
Yo es que adoro Roma. Creo que ese caos es el secreto de su éxito. Pero ya se sabe, para gustos los colores. Volvería con los ojos cerrados. Ah, y me alegra que te fuera bien en Goteborg. Tuve allí a un amigo haciendo el
ORGASMUSERASMUS y volvió completamente nuevo.Hasta otra!
Sele
Realmente la palabra que define el articulo, es brutal. Yo he tenido la suerte de poder estar en roma en 3 ocasiones, en cada una de las visitas he encontrado algo nuevo que ver, eso si, mi lugar preferido es la piazza della rotonda en si, al margen del Panteón que es impresionante, considero esta plaza la ideal para viajar en el tiempo, desde el primer día que la visite, me transmitió calma y tranquilidad, eso si, siempre he tenido la suerte de no encontrar la plaza abarrotada de gente, supongo que eso también ayuda.
Roma es punto y aparte y justifica cuantos viajes quieras,siempre tendras algo que descubrir!Coincido con Debora con la plaza de la Rotonda y el Panteon, uno de los shock mas tremendos de mi vida, me tiro para atras enfrentarme al Panteon, asi de pronto, con una «violencia» atroz, me quede en una pieza literalmente! Roma esta en mi Corazon!
Supongo que en otro viaje habras visto la catedral de Roma( Basilica de San Juan de letran) y la Basilica de Santa Maria Maggiore), y un monton mas de iglesia en Roma que son delirantes. Dudo que con lo pateador que eres se te hayan pasado por alto! Roma es incredible!
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