Radiografía de una jornada de safari móvil en Botswana - El rincón de Sele

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Radiografía de una jornada de safari móvil en Botswana

Durante mi último viaje a Botswana pude conocer un nuevo concepto de safari. Se trata de una manera de recorrer el país apta para aventureros que no desean prescindir del confort ni sacrificar una gota de autenticidad. Una ruta en la que el campamento base se va trasladando en camión mientras los todoterrenos se adentran en la naturaleza para concentrarse en la búsqueda de vida animal. Una expedición en que las horas de rastreo no se rigen por horarios fijos e inamovibles sino por la pasión y la coherencia de un equipo que toma las riendas de propia aventura. A dicho concepto se le denomina «Safari móvil», el cual reconozco ha sido la clave para descubrir una manera excepcional de vivir Botswana con los cinco sentidos.

El todoterreno con el que hicimos nuestro safari móvil en Botswana

¿Qué es exactamente un safari móvil? ¿Cómo fue nuestro día a día en Botswana? A continuación radiografiamos al detalle una jornada de safari móvil en Botswana recorriendo los mejores parques naturales del país. 

Botswana en un safari móvil

Dada la intención de Isaac (Chavetas) y mía de recorrer una pequeña parte del país africano en su mítica porción norte que aglutina rincones como el Delta del Okavango, la Reserva Natural de Moremi o el indiscutible Parque Nacional Chobe (la santísima trininidad de Botswana), queríamos vivir un safari muy completo pero sin perder pureza. Que fuera organizado pero con posibilidad de manejar el tiempo en función de la fuerza y pasión del equipo que compusiera la expedición. Sin que fuera necesario contar con hotel ó lodge privado pero pudiendo acampar en tiendas de campaña en las que dormir dentro de los propios parques naturales. Y, sobre todo, con unos rastreadores de nivel. Siempre he repetido hasta la saciedad que un buen guía lo es todo en un safari (No te pierdas estos 20 consejos para hacer un safari en África). En definitiva, queríamos un safari para muy pero que muy aficionados, que no se cansasen al tercer día. Un safari en el que echar muchas horas y no cupiera la saturación, pero sin prescindir de la confortabilidad en los momentos en que hiciera falta relajarse o descansar.

Cebras en Moremi (Botswana)

Y eso es precisamente lo que vivimos durante dos semanas que resultaron intensas y muy prolíficas (así lo atestigua la cámara de fotos, que aún no deja de echar humo). Tras haber dialogado durante meses con la agencia española Mopane Game Safaris, al final nos unimos a su primera expedición de septiembre, en plena época seca (y, por tanto, ideal para localizar animales allá donde hubiera agua). El plan «Safari móvil en el norte de Botswana» con guía de habla española, dos rangers locales, un máximo de 12 ocupantes en dos todoterrenos abiertos con tres filas (es decir, dos por fila) o comidas incluidas durante la ruta nos pareció muy atractivo. ¡Y no habíamos visto aún las tiendas de campaña! Porque esas también eran para nota…

El grupo de Mopane en uno de los coches

INFORMACIÓN PRÁCTICA: El presupuesto para un viaje de este tipo (15 días entre ida y vuelta), calcado al que hicimos nosotros con esta agencia, es de unos 2500 euros por persona (vuelos no incluidos). Y siendo Botswana, que no es barata precisamente, nos pareció un precio bastante competitivo.

Así era una jornada normal durante nuestro safari móvil en Botswana

Este viaje a Botswana se puede dividir en tres partes diferenciadas. La primera con una base tipo lodge en el inicio y fin de ruta en el país, es decir, Maun y Kasane respectivamente (aquí no meto los últimos días en Livingstone, Zambia). La segunda con el campamento móvil ya montado en uno de los parques o reservas naturales (Moremi o Chobe) tras haber sido trasladado en camión. Y la tercera tendría que ver con los traslados de un parque a otro (o de un campamento a otro). Los días, por tanto difieren. Yo me quiero centrar en la segunda opción, en lo que sucede en una jornada rutinaria en el que despertamos y nos acostamos en el mismo campamento. ¿Queréis saber cómo es un día normal en Botswana con un safari de este tipo? Aquí tenéis una radiografía:

05:30 am – Despertar minutos antes del amanecer

A las 5:30 de la mañana (que en la ciudad no han puesto las calles pero que para los animales de África es hora punta) una voz de fuera se cuela cada día en la tienda de campaña con un GOOD MORNING. Madrugar es difícil, salvo cuando es por una buena razón. Y hacer un safari lo es. Los mejores momentos para ver fauna en éste u otro continente, con muchas especies eminentemente nocturnas, es durante las primeras y últimas horas de sol. Y un amanecer en África siempre conviene aprovecharlo.

El sol sale en Botswana

Un espacio para el agua caliente fuera de cada tienda de campaña nos servía para lavarnos la cara, cepillarnos los dientes o peinarnos con más o menos tino. Y mientras uno va volviendo a la vida, el desayuno está listo para servirse. Justo al frente de las tiendas hay montada una mesa larga donde se despliegan una serie de productos (pan, mantequilla, mermelada, bollería, frutas, yogur), así como el reconfortante primer café (o té) del día.

Desayunando en el campamento móvil de Mopane (Botswana)

Es importante salir ya vestido con capas. A esa hora hace frío pero irá desapareciendo minuto a minuto. Uno puede empezar con forro polar, chaleco o cortafríos (muy útil éste) y terminar a las dos horas manga corta. En el invierno austral las mañanas y las noches son algo frescas (en septiembre ya no tanto) y conviene tenerlo en cuenta.

06:30 am – Arranca el safari matutino

La administración de los parques naturales y reservas en Botswana permite circular desde las 6:30 de la mañana hasta las 18:30. Hacerlo fuera de horario puede ponerte en un problema (y quitar la licencia a los conductores), por lo que conviene se muy estrictos con los horarios. A las 6:30 recién amanece y las primeras luces del día permiten ver durante unos instantes cómo ha ido la noche en la naturaleza. Es el momento de buscar a los depredadores volviendo de cazar (o comiendo su presa) y toparse con interesantes escenas acariciadas por una luz increíble.

El rastreo en un safari es esencial

En el comienzo de una jornada de safari, dado que salvo los documentalistas (de National Geographic, Discovery y cía) nadie ha podido circular por la noche, adquiere vital importancia ver y seguir las huellas frescas en los senderos. La arena nos da el DNI de los individuos. Y un buen rastreador al volante permitirá saber si las huellas son recientes, si se trata de un león, leopardo, hiena o guepardo y, quien sabe, darnos la pista definitiva sobre su paradero. Botswana no es Kenia en el sentido de que aquí hay más frondosidad en la vegetación y aunque los animales pueden aparecer de repente, hay que buscarlos. Eso le confiere a los safaris en el sur de África un grado de emoción muy motivante. (Leer «Especies animales que ver y fotografiar en un safari a Botswana»)

León macho en Botswana (Safari móvil con Mopane)

El aire frío de la mañana sirve para despertarte definitivamente. Es esencial que no sólo trabaje el ranger sino que tú también utilices tus sentidos y atención para ver animales. Así es como funcionan las cosas en un coche. ¡Trabajo en equipo!

Safari en Botswana (Foto tomada en el Chobe NP)

8:00 am – ¿Hay suerte?

El safari avanza. A esta hora es probable que ya nos hayamos topado con alguna(s) escena(s) digna(s) de retratar. En Botswana la cantidad de avifauna que uno puede encontrarse es extraordinaria. Son asequibles los elefantes, jirafas, cebras, antílopes (grandes como el kudu o pequeños y numerosos como los impalas) y un largo ectétera. Los leones, siendo los depredadores más fáciles de avistar, quizás se han dejado ver. Muy pronto el sol puede pegar más fuerte, lo que les obliga (sobre todo a los machos holgazanes) a refugiarse bajo un árbol de mopane o una acacia para dormir (¿Sabías que los leones macho pueden dormir hasta 20 horas diarias?). Pero aún es buena hora para encontrarlos en movimiento.

Leonas en Savuti (Chobe NP, Botswana)

Especialmente escurridizo es el leopardo (y el guepardo muy pero que muy complicado de ver en este país), lo que hace que los guías pongan especial atención en su búsqueda. Ya no valen tanto las huellas como los sonidos de la naturaleza o, por supuesto, la ayuda por radio de otro ranger que haya dado en el clavo. Todo sirve, por supuesto.

Leopardo con impala en el Chobe (Botswana)

Si el tiempo pasa y encontramos poco (o nada), que puede suceder perfectamente, conviene no venirse abajo. En África todo puede pasar en cualquier momento, incluso cuando hayas bajado los brazos. Algunos de los mejores instantes de nuestro safari surgieron cuando menos nos lo esperábamos. La naturaleza se deja ver cuando ella quiere, no cuando nosotros lo pedimos. Ser conscientes de ello nos enseñará a no agobiarnos (la positividad es la clave para los buenos safaris).

Antílope sable en Chobe (Botswana)

10:00 am – Un cafecito sobre el capó del 4×4

A partir de las 9:30 puede ser un buen momento para bajar del coche, estirar las piernas, ponerse detrás de un árbol o un arbusto para expulsar líquido y recargar pilas con un café y un re-desayuno. Los guías escogen lugares despejados y normalmente seguros dentro de los parques para poder hacer un necesario descansito. Es momento de socializar con el grupo, con el otro coche (en nuestro safari íbamos 10 personas en 2 vehículos) y comentar la jugada. También de conocer las intenciones de los guías (¿Cuál será su próximo objetivo?). Lo que viene siendo analizar las primeras horas del día.

Un café durante el safari móvil con Mopane (Botswana)

Probablemente éste fuera el café que mejor nos sentaba en todo el día.

Sele tomando un café (safari móvil en Botswana con Mopane)

10:30 am – El safari matutino no termina aquí

Si bien durante muchos safaris en Botswana o en otros países africanos como Kenia, Tanzania o Sudáfrica, uno da por finiquitado el asunto a eso de las 10:00 u 11:00 de la mañana para volver al campamento o lodge de turno, en nuestra aventura lo que se hacía era abrir un segundo turno. En función de cómo fuera la cosa alargábamos el safari hasta mediodía. Obviamente es lógico pensar que cuanto más calor hace menos probabilidad hay de ver animales (los depredadores buscan sombra), pero si algo hemos aprendido en este safari móvil realizado en Botswana es que cualquier cosa puede suceder en cualquier instante. De hecho el mejor momento del viaje, una espectacular escena en la que unos leones cazaron un búfalo delante de nuestras narices, sucedió pasado el mediodía y con un sol abrasador sobre nosotros.

Leones cazando un búfalo en Botswana

Hicimos safaris intensos, que no intensivos. Porque cuantas más horas le eches a un safari, más oportunidades tienes de éxito. Y recuerdo que aquí no hubo ni un miembro de la expedición que se agotara de ver animales. De hecho ser insaciables (y muy pacientes) nos llevó a vivir grandes momentazos en Botswana.

Sele en Botswana

12:30 pm – 15:30 – La vida en el campamento

Tras largas horas de rastreo es ocasión de tomarse las cosas con más calma. Normalmente en nuestro caso pedíamos agua caliente para darnos una ducha en la tienda, la cual ya tenían preparada para nuestra llegada (gracias a una hoguera constante), y nos refrescábamos después de haber tragado mucho polvo. Sin sudores y con ropa limpia era fácil ver las cosas de otra manera. E incluso como nos tumbáramos sobre la cama (porque no dormíamos en sacos de dormir sino en camas en el interior de las tiendas dobles) cabía la posibilidad de echar una cabezadita.

Tiendas de campaña Meru del Campamento móvil de Mopane en Botswana

Interior de una tienda Meru de Mopane en la que dormimos durante nuestro safari en Botswana

En Moremi no hizo tanto calor como en Savuti, por lo que en este caso se estaba mejor fuera a la sombra. O leyendo un libro sentado en una silla o compartiendo vivencias con los demás miembros del grupo. También revisando fotografías tomadas horas o minutos antes. E incluso recargando baterías, portátiles y teléfonos móviles aprovechando los medios de los que disponían nuestros vehículos. Dado que se pasan varios días incomunicados sin corriente ordinaria resulta genial saber que uno puede recargar sus dispositivos electrónicos con tranquilidad (aunque aún así recomiendo llevar baterías de sobra porque se acaban necesitando).

Mesa del campamento en Botswana (Mopane)

La vida en el campamento durante el día es una buena manera de parar en boxes para recuperarse, destensarse (con la emoción se suelta adrenalina por los cuatro costados) y, por supuesto, abrir apetito para la hora de la comida. A un safari móvil como este de Mopane Game Safaris viene siempre una cocinera y un staff super profesional que se ocupa de que no falte nada ni al campamento ni a los miembros de la expedición. Gente sin la cual toda esta parafernalia no sería posible. Aquí no hay ni peones ni reinas sino que todos son imprescindibles por igual.

Oscar leyendo fuera de la tienda de campaña (Mopane en Botswana)

Durante nuestra estancia en este safari organizado por Mopane, tengo que decir que la comida me pareció excelente. Nada de andar por casa, ni siquiera ligeramente repetitiva. Tanto que no nos dio tiempo a echar de menos la gastronomía de casa (y vaya si es raro eso). Y es que cada comida o cada cena era una sorpresa. Con vajilla además, nada de vasos, platos o cubiertos de plástico (lo que no sé es cómo harán para que con tantos botes que debe dar el camión no se estropee nada). Esa dualidad de aventura sin prescindir del confort fue algo que se repitió de manera constante durante nuestra estancia en Botswana. En África el lujo son las cosas más simples de las que desde nuestro sofá somos incapaces de percatarnos.

Escena cotidiana en el campamento del safari móvil de Botswana con Mopane

Cuando hacía calor soñábamos con una piscina de agua fresquita. Pero cuando pensábamos que un lodge dentro de los parques de Botswana vienen a costar más de 800€ la noche nos despertábamos. Soñar es gratis… por ahora.

¿Queréis saber cómo era nuestro campamento móvil? ¡No os perdáis este vídeo donde os lo mostramos al detalle!

15:30 – 18:30 – Safari de tarde

Las tres últimas horas de luz son, probablemente, mis favoritas de toda la jornada. Quizás sea porque la tarde trae el mejor colorido para las fotografías, que vuelve a haber mucho movimiento de animales y, por supuesto, que los elefantes durante la época seca se recrean y chapotean en cada río, canal, charca o poza que se encuentran, tras una larga jornada de calor. De Botswana dicen que es tierra de gigantes, puesto que posee más elefantes que cualquier otro país africano. Y encontrarse a manadas inmensas dándose un buen baño aseguro que es digno de ver (además ya no hay riesgo de que aparezca el Rey emérito de España, Don Juan Carlos I, rifle en mano, porque la caza se prohibió definitivamente en el país, cosa que celebro enormemente).

Elefantes en el río Khwai (Botswana)

Durante el tramo de la tarde tanto en Okavango, Moremi y Chobe vimos leones devorando su presa, elefantes cargando contra leones, una inocente cría de leopardo esperando a su madre, una jauría de licaones dirigiéndose a beber a una charca, avestruces corriendo sin respiro, jirafas bebiendo agua, hipopótamos saliendo a comer, cocodrilos hambrientos a orillas del río Chobe, curiosos chacales, zorros orejudos e incluso un leopardo adulto escondido detrás de un termitero.

Una leona pasa por delante del todoterreno de Mopane Game Safaris (Botswana)

No debemos olvidarnos, además, de las aves, que tuvieron también su papel en este viaje de naturaleza. Pudimos disfrutar de garzas, grullas, carracas, abejarucos, cigueñas de pico amarillo o pico tenaza, tocos, marabúes, águilas pescadoras, secretarios, avutardas, jacanas, buitres e incluso la que para mí es la Rock Star de las aves el África austral, el jabirú, una especie de cigüeña gigante con un enorme pico inundado de color. Ya sea para carroñeras o zancudas tengo que reconocer, como aficionado a los pájaros que soy (y cada vez más), que Botswana es uno de los mejores destinos ornitológicos del planeta (sobre todo el Delta del Okavango). Así que recomiendo no dejarse en casa los prismáticos y asegurarse que la cámara tenga un buen zoom u objetivo para inmortalizar todos los momentos que nos regalan estas adorables seres voladores.

Jabirú fotografiado en Botswana

Por otro lado, además de ver un montón de animales es por la tarde cuando llega uno de los momentos que nos llevamos con nosotros para siempre. Y no porque no se repita nunca. Porque lo hace cada día. Me refiero al atardecer, a esas puestas de sol multicolor que pintorrojean el horizonte africano de rojo, naranja y malva. A esa enorme bola de fuego que multiplica su tamaño en los últimos instantes previo a esconderse hasta la jornada siguiente y que sigue emocionando por muchas veces que seamos capaces de contemplarla.

Jirafas al atardecer en Chobe (Botswana)

En nuestro safari móvil  practicábamos lo que se conoce como sundown (y ésto sí es un clásico de todo safari en África). Consistía únicamente en bajarnos del coche para disfrutar de la caída del sol mientras nos tomábamos algo fresquito. Llevábamos una meganevera en cada vehículo con cervezas, refrescos y agua. Y compartíamos los dos coches ese broche final con el que clausurar de la mejor manera un espectáculo de muchas horas.

El equipo de Mopane en el típico sundown (Botswana)

18:30 – 20:00 – Relax (y un poco de trabajo)

A las 18:30 en el África austral se puede decir que uno se encuentra en el Reino de la noche. Ya de vuelta en el campamento lo usual es aprovechar para lavarse, abrigarse para lo que se viene encima y salir a charlar al fuego. En el caso de Isaac y mío dedicábamos ese tiempo para hacer anotaciones, descargar las fotos del día en el portátil, hacer un back-up por seguridad y, si daba tiempo, ir editando una pequeña selección de imágenes con objeto de no acumular demasiado trabajo a la vuelta (Y así empezar a publicar cuanto antes en los blogs).

Lo mejor era saber que teníamos un fuego y nuestras sillas alrededor esperando que llegáramos. Y no hubo día en que no se respirara un gran entusiasmo. Eso sí, éramos insaciables. Aunque hubiésemos visto una escena magnífica no podíamos dejar de pensar en la siguiente.

20:00 – La cena está servida

La mesa estaba lista para la cena a eso de las ocho de la tarde, por lo que el lugar de reunión lo hacíamos compartiendo los platos que había preparado la super cocinera del campamento. Siempre reclamaba nuestra atención con un peculiar sonido gutural que es típico en algunos países de África y se le puede considerar un resquicio conservado de una tradición ancestral. Entonces enunciaba cada uno de los platos y nos emplazaba a levantarnos para llenar nuestro plato. Plato del que no quedaba nada al cabo de unos minutos porque no seré rácano para reconocer que comíamos como señores.

Cena en el campamento de Mopane en Botswana

La cena se alargaba hasta las 21:00 o incluso más. Y es que durante la noche jugábamos a un juego creado de forma espontánea en el que cada uno debía apostar por un animal que teníamos que ver seguro al día siguiente (no valía repetirlo más de dos veces). Tenía que estar dentro de una lista (no valía el impala, por ejemplo) y llevaba una puntuación determinada. Y el que más acumulase puntos al final del safari, ganaba. Quien perdiera, en cambio, le tocaría pagar una ronda de cervezas en Kasane.

Parece mentira, pero dicho juego nos regaló muchas conversaciones y muchas risas. Además tratábamos de sonsacar a nuestros conductores, Willy y Costa, sobre por dónde irían sus pesquisas a la jornada siguiente. Da la impresión que en un safari muchos volvemos a ser niños otra vez.

21:30 – La hoguera que no cesa

Una vez cenados podíamos meternos a las tiendas a dormir, puesto que se madrugaba todos los días, o seguir compartiendo historias con los demás. Alrededor de un fuego salen muchas cosas a la palestra. Y no me refiero únicamente al mar de estrellas que iluminaba nuestras cabezas o al aullido inquietante de las hienas que se movían tras los árboles. Sino a que las mejores reflexiones, las más espontáneas y que se hacen con el corazón, tenían a ese fuego que no se apagaba como testigo mudo de nuestra manera de mirar el mundo.

Hoguera en el campamento de Mopane en BotswanaEsta fotografía la hizo Noelia Sánchez García (@kanowe), que escribió con la linterna la palabra MOPANE durante una noche de hoguera en el campamento.

22:00 – Buenas noches, Botswana

Reventados por un día muy intenso, nos íbamos a dormir entre las diez y las once como muy tarde. Cuando el campamento se quedaba en absoluto silencio era el momento de abrir nuestros oídos a los sonidos de la naturaleza. Y escuchábamos de todo. Leones rugiendo o comunicándose entre manadas para marcar el territorio, elefantes traviesos o las clásicas ramas meciéndose sospechosamente junto a la tienda. No hay que olvidar que el campamento que se pone no es fijo (de ahí el concepto de safari móvil), que se coloca en mitad de los parques naturales sin vallas de seguridad rodeándolo y que, por supuesto, los animales pueden merodear por él cuando les plazca (por algo es su casa). Razón por la cual me parece tremendamente útil que la ducha y el servicio se sitúe en el interior de cada tienda y no sea necesario salir para nada durante la noche (Era la primera vez que utilizaba una tienda de campaña con su propio cuarto de baño y ducha).

P1080274 por ti.
Esta hiena la fotografié en mi primera vez en Botswana (ver relato titulado Noche de hienas)

No hay que olvidar, de todas maneras, que la mayoría de los animales tienen más miedo al ser humano que a otra cosa. Pero sí que son curiosos. Y si un elefante tiene a bien comerse un árbol a cien metros de ti mientras desayunas (cosa que ocurría en ocasiones), pues uno lo observa con cierta prudencia y nada más. En estos casos aplicar la lógica y tener respeto al entorno en el que nos encontramos puede aplastar muchos miedos (aunque reconozco una noche un elefante ruidoso que se veía por el respiradero de la tienda me mantuvo en cierto vilo hasta que se marchó).

Puede parecer loco, pero dormirse con el arrullo de los leones me parece algo sencillamente maravilloso. Es la plena comunicación con naturaleza, ese lugar del que procedemos realmente. Sientes que la Madre Tierra está ahí fuera para darte las buenas noches y que nadie podría separarte de ella…

Sele

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