Veraneo en el entorno de Sanxenxo desde que apenas era un crío. En un tranquilo hotel de los alrededores de este municipio pontevedrés pongo mi base y trato de ir, al menos, unos días cada año. Es como si fuera mi retiro espiritual, un rinconcito del mundo donde me encuentro con rostros cotidianos y los mejores recuerdos de mi niñez. De hecho creo que todos necesitamos ese sitio, sea el que sea, en el que dejar el teléfono móvil en la mesilla para dedicarnos única y exclusivamente a disfrutar. Para mí ese paraíso particular se encuentra en las Rías Baixas de la que considero miña terra galega. A lo largo de todos estos años he visitado muchísimos lugares del entorno y creo que es momento de desvelarlos unos cuantos a través de una pequeña guía que incluya una veintenta de rutas o excursiones cortas para hacer desde Sanxenxo o alrededores y compartir de ese modo buenas ideas para unas vacaciones en la zona.

¿Queréis conocer todos esos sitios que podemos visitar desde Sanxenxo y que quedan los bastante cerca para hacerlos en una ruta de medio día o un día como máximo? Os propongo que me acompañéis a través de un itinerario al cual mi cabeza viaja cada vez que ansía tranquilidad. Prometo que estaremos de vuelta en el hotel antes de la cena… 

¿Qué ver o hacer desde Sanxenxo, Portonovo o alrededores? 20 ideas para escaparse

Las opciones realmente son inmensas, por eso he tenido que acotar lo suficiente para no salirme de lo que afecta a la ría de Vigo, la de Pontevedra y el sur de la ría de Arousa. Por supuesto abarcando parte del interior. Salvo algunas excepciones, como los lugares que forman parte del Parque nacional de las Islas Atlánticas de Galicia (por ejemplo, las Cíes), hablamos de sitios que se encuentran a un máximo de tres cuartos de hora (una hora apurando mucho) de distancia de las ciudades costeras de Sanxenxo (o incluso la vecina Portonovo). Son escapadas, en su mayor parte, de medio día (para hacer playa por la mañana y ruta por la tarde, o viceversa), aunque si algunas se combinan pueden dar para una jornada entera.

¿Queréis conocer cuales son mis escapadas preferidas cuando voy a la zona de Sanxenxo? No me extiendo más y aquí las tenéis:

EN TORNO A LA PLAYA DE A LANZADA Y PENÍNSULA DE O GROVE

1.  Visitar la ermita románica de Nuestra Señora de la Lanzada

Pocas playas hay tan populares no sólo en Rías Baixas sino también en toda Galicia como A Lanzada. Hablamos de una extensión de dos kilómetros y medio (que se llenan durante los fines de semana de verano) de punta a punta. Pero esta vez la idea nos convierte exclusivamente en paseantes y buscadores del buen patrimonio histórico gallego. Y nos lleva hacia uno de los extremos de la playa, donde la pequeña ermita de Nuestra Señora de la Lanzada nos aguarda con su esplendor románico en pleno siglo XII en compañía de ruinas de distintas épocas. De hecho se habla del paso de los fenicios, celtas, romanos y los vikingos por esta zona (hay restos arqueológicos de un pequeño castro y de la torre de un castillo).

La ermita es un lugar excepcional para contemplar el atardecer. Y, aunque en muchas ocasiones sus puertas están cerradas, si coincidimos con alguna ceremonia o misa, encontraremos un interior maravilloso decorado con algún que otro barco en miniatura colgando de la pared y que hace referencia a esa relación inseparable que tienen los gallegos con el mar.

2. Caminar por las pasarelas del sendero marítimo de San Vicente do Mar

Tras dejar nuestro vehículo en el puerto de Pedras Negras de la localidad de San Vicente do Mar, en plena península de O Grove (Plaza A Lanzada y a mano izquierda) nos espera una de las rutas costeras a pie más fotogénicas de las Rías Baixas. Son apenas dos kilómetros de pasarelas de madera entre Pedras Negras y con Negro, con las cuales se cubre una caminata escénica ideal para todos los públicos (y estados de forma) en la que el paisaje de costa es absolutamente prodigioso.

Tres consejos al respecto:

+ Si os gusta la fotografía no os dejéis la cámara en la habitación del hotel o el apartamento. La fotogenia del lugar lo merece.

+ Hay pequeñas playas y calas estupendas a lo largo del camino.

+ Los días nublados son perfectos para disfrutar del paisaje en toda su magnitud. Esos «bolos graníticos» con el gris del cielo hacen una fusión extraordinaria.

Tenéis mucha más información sobre esta ruta en el artículo publicado en este blog: Paseo fotográfico por el sendero marítimo de San Vicente do Mar (Pedras Negras – Con Negro)

3. A por el marisco de O Grove

La localidad de O Grove es una de las capitales del marisco galaico, ibérico y mundial. Si bien es conocida por su Festival del marisco que se celebra desde 1963 en pleno mes de octubre, no les faltan motivos para celebrar cosas en el entorno de su puerto marítimo. Que si la exaltación del centollo, las fiestas de San Martín, San Vicente, El Carmen o los carnavales.

Es el lugar idóneo para darse una buena mariscada o comer un buen arroz en un entorno 100% marinero. Además supone un punto de partida esencial para hacer una ruta marítima en lancha o catamarán por la ría de Arousa, acercarse a las bateas y observar el duro trabajo de los marisqueiros o incluso para conocer las islas de Sálvora o Areoso.

Algunas excursiones en barco que salen de puerto:

• Paseo en barco por la ría + degustación de mejillones.
• Paseo en barco por la ría (con comida, incluyendo mariscos de la zona).
• Excursión  en barco a la isla de Sálvora.

4. Ruta circular (y talasoterapia) en la Isla de La Toja (A Toxa)

Desde O Grove a la Isla de La Toja (en gallego oficialmente Illa da Toxa) hay una separación que se calcula en los apenas 400 metros que mide el puente que une a ambas desde hace más de un siglo y por el que se puede pasar caminando, en coche, moto, bicicleta o sea cual sea el vehículo que utilicemos. Se trata de uno de los pequeños paraísos termales con que cuentan las Rías Baixas, y sus balnearios y tratamientos de talasoterapia son algunos de los motivos por los que este rinconcito adhiere a su terreno los conceptos de lujo y bienestar.

Si no nos hospedamos en el Gran Hotel La Toja o en el Talaso Hotel Louxo La Toja, quizás podamos contratar por unas horas unos baños en los mismos así como algún tratamiento con el que reparar nuestros daños cotidianos. Otra opción, mucho más económica, consiste en hacer una ruta circular a pie por la isla, respirar aire puro y visitar una pequeña iglesia (Capela de San Sebastián) cubierta por completo de conchas de mar.

EN BARCO POR LAS RÍAS BAIXAS

5. Travesías en barco por la ría

Una vez estamos en puerto. ¿Qué tal si nos damos un paseo en barco? Las opciones son múltiples. En este caso O Grove se convierte en un punto predilecto para Excursión  en barco a la isla de Sálvora  (con una aldea abandonada y una historia excepcional sobre un naufragio) o disfrutar de la brisa de la ría. Pero también hay excursiones en barco o catamarán con salida desde Sanxenxo o Portonovo  desde las que ver Combarro y sus emblemáticos hórreos desde otra perspectiva, las bateas así como bordear la boscosa isla de Tambo.

Una de las excursiones en barco más interesantes es la que recrea la ruta de la traslatio. Se trata de una Ruta Xacobea marítimo-fluvial por la Ría de Arousa y el río Ulla con la que se conmemora la llegada a Galicia por mar del cuerpo del Apóstol Santiago el Mayor, tras haber sufrido martirio en Jerusalén. Este tipo de itinerarios no tienen salida regular, como los anteriores, y requiere reservarlos con antelación en algunas de las compañías marítimas que los ofrecen. Pueden comenzar en San Vicente do Mar, O Grove o incluso Villagarcía de Arousa y terminan en Padrón. Además atraviesan las enigmáticas Torres de Catoira.

Más información y reservas sobre:

• Rutas en barco por la ría desde O Grove.
• Rutas en barco por la ría desde Combarro.
• Rutas en barco por la ría desde Sanxenxo.
• Rutas en barco desde Vilanova de Arousa.

6. Un día en las Islas Cíes y la mejor playa del mundo

La de ir a las Islas Cíes es una de las mejores excusas que se me ocurren para viajar a Rías Baixas. Porque esta belleza natural que capitanea el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia no sólo tiene como atractivo la playa de Rodas que muchos califican como la más bonita del mundo (aunque puede estar también entre las más frías en las que me he bañado en toda mi vida) sino poder hacer estupendas rutas a pie como, por ejemplo:

+ La ruta del faro de Cíes (7 km).

+ La ruta del faro da Porta (5,2 km).

+ La ruta Alto do Príncipe (3 km).

+ La ruta de Monteagudo (5,6 km).

La más clásica es la de Alto do Príncipe, porque resulta sencilla de hacer (requiere aprox hora y media ida y vuelta) y ofrece una panorámica envidiable de las Cíes. Ideal si no se lleva tanto tiempo y se quiere dedicar una parte del día a pasarlo en la playa. Rodas es, por supuesto, la más famosa, aunque todo continúa en la Praia dos Viños y en Nuestra Señora. Y también hay una playa nudista, das Figueiras, más conocida como la de los alemanes.

Desde que The Guardian estableciera que Rodas era la playa más bonita del mundo en su ranking publicado en 2007, la popularidad de las Islas Cíes se ha disparado, lo que hace que el transporte en barco se deba reservar con suficiente antelación para tener garantía de plazas en temporada alta. Los puntos de partida para viajar a este archipiélago situado en la boca de la Ría de Vigo son los puertos de Vigo, Baiona, Cangas, Sanxenxo y Portonovo. Y la duración del trayecto va entre los 40 minutos y 1 hora.

7. La sorprendente Isla de Ons

Si bien el rey absoluto del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia es el archipiélago de las Cíes cada vez aprieta más fuerte la presencia de la Isla de Ons. Mucho mejor comunicada en barco a través de servicios directos diarios desde los puertos de Sanxenxo y Portonovo (no hay que irse a Vigo o a Cangas como en Cíes), se ha convertido en una de las excursiones de medio día o jornada completa para hacer desde estas localidades costeras.

La isla de Ons tiene su Rodas particular de arena blanca y aguas claras en Area dos cans. Pero Canexol o Pereiró también tiene su éxito. Melide es la playa nudista por antonomasia de Ons y no está nada mal tampoco.

A diferencia de las Islas Cíes, Ons sí cuenta con población permanente (poca si lo comparamos con el medio millar de habitantes que tenía en los años cincuenta) y eso se nota en que hay un mayor número de construcciones. El faro del Alto do Cucorno, uno de los más grandes de España, está recubierto por azulejos, como si fuera un guiño con la vecina Portugal. Lleva dando luz nada menos que desde 1865.

Se pueden realizar diversas rutas a pie. Dar la vuelta a toda la isla son 14 km, pero si se hace el recorrido sur (6,2 km), norte (8,1 km) o la del faro (4 km) puede basta para hacernos una idea de cómo es la isla. Y para rematar, conviene saber que uno de los mejores pulpos de toda Galicia se sirven en Casa Acuña.

RUTA POR LA RÍA DE PONTEVEDRA

8. Combarro, el pueblo de los hórreos

Por la carretera escénica que siluetea la cara norte de la Ría de Pontevedra (PO-308) aparecen nuevos puntos para una buena escapada. Apenas a 13 kilómetros aparece en nuestro horizonte Combarro, considerado por muchos, entre los que me incluyo, el pueblo marinero más pintoresco y hermoso de las costas gallegas. Su casco histórico es realmente agradable y compacto, siendo un auténtico museo viviente de la arquitectura rural gallega que nos permite salir al encuentro de casonas de granito de los marineros, de espigados cruceiros y, por supuesto, de una concentración de hórreos realmente insuperable.

En Combarro los hórreos están prácticamente al ras de las aguas de la Ría de Pontevedra. Y cuando sube la marea, sus bases de piedra se mojan. Esta situación se debe a que los agricultores necesitaban moverse en bote para acudir a los campos de cultivo de los alrededores y en dichos hórreos aprovechaban para almacenar trigo, patatas y otros productos.

Los estrechos callejones de Combarro son paralelos a la ría. Pero es fácil guiarse a través de los cruceiros y las casonas marineras con flores en los balcones, muchas de ellas reconvertidas en comercios, tabernas y vinotecas donde maridar un buen Albariño con una fuenta de mejillones o una empanada de bacalao y pasas.

9. Visita al monasterio de Santa María de Armenteira

Apenas 3 kilómetros antes de llegar a Combarro nos desviamos a la altura de O Covelo por las PO-303. Hacemos caso de las indicaciones porque nos espera una subida magnífica que deja atrás el horizonte marino para adentrarse en un bosque de pinos y eucaliptos, de los de nieblas matutinas y silencios interrumpidos por el viento. Porque no se escucha nada más. Eso debieron pensar los primeros monjes que se establecieron en el monasterio de Santa María de Armenteira. En torno al año 1150 se fundó el primer cenobio, que fue la base del actual edificio, con San Ero como padre fundador. Curiosamente este personaje aparece en las Cantigas de Alfonso X el Sabio, que cuentan que tras rezar incesantemente a la Virgen María para que le mostrara el paraíso, se fue al bosque quedándose embelesado por el canto de un pajarillo. Cuando regresó al monasteiro del que era abad y se encontró con otros monjes se dio cuenta de que habían pasado nada menos que trescientos años, cayendo muerto en ese preciso instante.

El monasterio de Santa María de Armenteira, ahora habitado por monjas cistercienses, recibe a los visitantes en un recinto amurallado de piedra completamente rodeado por un frondoso pinar, quienes pueden visitar su iglesia medieval del siglo XII, caracterizada por un preciosos rosetón en la fachada, así como el claustro renacentista que se reconstruyó durante el último tercio del siglo XX por el empeño de  Carlos Valle-Inclán, hijo del célebre autor de «Luces de Bohemia», quien encontró aquí uno de los lugares en los que se basó su padre para escribir «Aromas de leyenda».

Eso es precisamente Armenteira, un hálito de leyendas y de quietud. Un lugar que te transforma con sólo pisar su recio suelo y respirar la humedad disfrazada de piedra.

10. En busca de los petroglifos en Outeiro do Cribo

Apenas a 4 kilómetros desde la Armenteira algún que otro cartel, que no muchos, comentan que allí cerca hay una ruta de petroglifos. Los petroglifos son dibujos grabados sobre la piedra o la roca muy comunes durante el neolítico.  Los hombres de aquella época plasmaban los símbolos que significaban algo para ellos. A lo largo de una pista de tierra y dentro del bosque se pueden encontrar numerosos dibujos de laberintos (como las espirales que se asocian a los celtas), caballos o ciervos.

La de Outeiro do Cribo representa una curiosa colección de arte rupestre de la Edad del Bronce. Y es escasamente transitada (incluso cuesta encontrar algunos petroglifos). La mejor luz para fotografiarlos es la de la tarde.

11. Hacer la ruta da pedra e da auga

La ruta PR-G 170 , más conocida como la Ruta da Pedra e da Auga, arranca oficialmente junto a la oficina de turismo de Ribadumia (en la rotonda de la VG  4.2 que une la AG-41 con Cambados) y termina en el concello de Meis, concretamente en el Monasterio de la Armenteira. Incluso se puede iniciar un poco más adelante, en la rotonda de la AG-41 con la EP-9507 (hay señales para encontrarlo) para sólo hacer el tramo correspondiente a Meis.

Se trata de una ruta bien señalizada de 6,8 km. en la que se va siguiendo el curso del río Armenteira y se puede encontrar un enorme número de molinos de agua, muchos de ellos ya restaurados y que poseen un alto valor etnográfico. Esta ruta requiere de ida algo más de dos horas y es apta para pequeños y mayores, ya que no existe un desnivel destacable. De hecho hay bastante gente que hace todo el recorrido en bicicleta de montaña.

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12. Pasear por el claustro del monasterio de San Xoan de Poio y admirar el hórreo más grande de Galicia

Sobre un altozano el monasterio de San Xoan de Poio (en castellano San Juan de Poyo) domina la Ría de Pontevedra. En realidad este monasterio es doble, ya que conserva las antiguas dependencias de los benedictinos, las cuales abandonaron durante la desamortización de Mendizábal, y existe un nuevo edificio hecho en los años sesenta albergar a los monjes mercedarios que rigen los designios de San Xoan de Poio desde 1890.

El monasterio de Poio es superior en tamaño al de la Armenteira. Y su fundación alcanza los mil años de antigüedad, aunque las dependencias fusionan conceptos renacentistas con detalles barrocos. Posee dos claustros visitables, el de la portería del Siglo XVIII, con enorme mosaico representando a las diversas clases  sociales de peregrinos que caminan desde París a Santiago de Compostela, así como el que durante el siglo XVI diseñó el arquitecto Ruíz de Pamames, conocido como claustro procesional, con una hermosa bóveda de crucería.

La visita (que apenas cuesta 1’5€ por persona) lleva a conocer salas como el refectorio e incluso las cocinas, aunque la biblioteca, con una colección maravillosa que incluye curiososos volúmenes de diminuto tamaño, es una de las estancias que más sorprende a la gente.

El monasterio de Poio además se vanagloria de poseer el hórreo más grande de Galicia en superficie, aunque son más largos los de Araño, Lira y Carnota. Tiene nada menos que 56 pies sosteniendo esta estructura tan típica de esta tierra. .

13. Recorrido nocturno por el casco histórico de Pontevedra

Lo que voy a decir lo siento como tal. Pontevedra me parece una de las ciudades más bonitas de España. Y una de las grandes desconocidas. Esto no lo digo tan sólo por su rico patrimonio histórico y artístico, con la espléndida fachada plateresca de la Real Basílica de Santa María la Mayor que uno podría quedarse horas mirando, la iglesia de la Peregrina cuya base repite la forma de una concha vieira o las ruinas góticas de Santo Domingo. Pero lo de Pontevedra va mucho más allá de su patrimonio. Su secreto es que su casco viejo, extraordinariamente compacto y armonioso, está hecho por y para los propios pontevedreses y los visitantes que recuerdan por una vez que las ciudades deben ser para ellos.

Pontevedra es peatonal y para recorrerla más vale dejar el vehículo particular en un parking fuera del centro histórico. Porque para disfrutar esta ciudad bastan dos pies y dos ojos bien abiertos para recorrer sus rúas de piedra, plazas encantadoras como la de la Leña y entrar a sus más de mil tabernas en las que degustar la mejor gastronomía gallega. Un consejo que es éxito seguro está en entrar al Bar O Parvadas (Rua Gonzalez Zúñiga 4), a un costado de la iglesia de la Peregrina, y no hacer caso a su entrada sobria y algo tosca donde sólo pone «bar». Las apariencias engañan. Si se accede al interior y se suben las escaleras de su patrio trasero uno encontrará una espléndida terraza de verano recubierta de parras donde hartarse de comer un pulpo y unos calamares espléndidos, entre otros platos. Este local cumple las tres «b» de bueno, bonito y barato. Lo complicado es dar con él si nadie te lo indica.

Pontevedra da para dedicarle unas cuantas horas, pero su momento álgido llega por la noche. Con una iluminación perfecta, se llena de vida en cuanto el clima da una pequeña tregua. En verano toda la gente se echa a la calle para sentarse en alguna terracita, brindar con Ribeiro o Albariño y gozar de una ciudad tan pequeña como sorprendente.

14. Viajar a la Edad Media cruzando el puente levadizo del castillo de Soutomaior

A poco más de veinte minutos al sur de la ciudad de Pontevedra tenemos un encantador rincón medieval en Soutomaior. Su castillo, fundado en el siglo XII aunque reconstruido en el XV, perteneció a Pedro Álvarez de Sotomayor, más conocido como «Pedro Madruga» y cabeza de uno de los linajes más poderosos al sur de Galicia.

Una gruesa muralla copiosamente almenada, dos torres unidas por un cuerpo central, con foso y puente levadizo, dan forma a este conjunto arquitectónico en el que destacan el patio interior, la capilla, así como algunas estancias como «la galería de Damas» (de arcos neogóticos muy de cuento de hadas). Los jardines exteriores a partir de la primavera son también dignos de ver. Además durante buena parte del año la Diputación de Pontevedra organiza visitas teatralizadas al castillo.

Abre sus puertas durante todo el año. Entre octubre y abril (incluidos) lo hace de martes a domingo de 10:00 a 19:00 horas, mientras que de mayo a septiembre lo hace de lunes a domingo de 10:00 a 21:00 horas. El coste de la entrada es de 2 euros.

VIGO Y PENÍNSULA DEL MORRAZO

15. De compras (y ostras) por el Mercado de A Pedra en Vigo

Vigo es una ciudad con cada vez más propuestas interesantes para quienes la visitan. Pero hay un clásico donde los haya para pasarse una mañana lo suficientemente agradable. Ir al mercado de la piedra (Mercado de A Pedra), en el casco viejo vigués y pegado al puerto, deja dos opciones cosas estupendas. Por un lado podemos ir de compras y encontrar algunas gangas en cuanto a ropa, artesanía, artilugios electrónicos, relojes, etc. Siempre fue muy famoso por las buenas imitaciones de marcas pero años atrás se empezó a controlar este tema, con razón, y cerraron muchos establecimientos. Poco a poco se va recuperando y sigue teniendo mucho movimiento. La otra propuesta es irse de ostras. ¡En la zona de A Pedra hay una calle completamente dedicada a este manjar! Son muchos los puestos, bares y terracitas veraniegas en las que darle buena cuenta a las ostras y al buen marisco gallego.

Darse un paseo por el casco viejo de Vigo siempre está bien, por cuenta propia o con guía privado. Y cada vez la zona del puerto está más animado, con muchas ofertas de ocio (y la posibilidad siempre apetecible de tomar un barco a las Islas Cíes o a las bateas de la ría de Vigo y comer buenos mejillones).

16. Asombrarse con las vistas de Cotorredondo

Entre Vilaboa  y Marín, en plena región de Morrazo y a tan sólo 10 km al sur de Pontevedra, existe un mirador estupendo que en días claros permite divisar tres de las Rías Baixas: La ría de Vigo, la ría de Pontevedra y la ría de Arousa. La del mirador de Cotorredondo es una excursión muy agradable cuando el clima acompaña, si se suma al cercano Lago de Castiñeiras (un prodigio para fotografías otoñales) que da nombre a este parque natural.

Esta zona se repobló con árboles de distintos lugares del mundo, pudiéndose contemplar robles americanos, acacias negras australianas, abedules, cipreses de Florida, araucarias de Chile, sauces, avellanas y castaños (de ahí que en otoño el colorido sea formidable).

SUBIENDO LA ORILLA ORIENTAL DE LA RÍA DE AROUSA

17. Descubrir Cambados y hacer una cata en la capital del Albariño

A menos de 20 minutos al norte de Sanxenxo, subiendo por la orilla este de la Ría de Arousa, se encuentra una localidad que puede presumir de contar con uno de los conjuntos históricos mejor preservados de Galicia. Su casco viejo de granito y suelo empedrado concentra fachadas ilustres, pazos señoriales así como la monumentalidad que concentra en una sola a nada menos que tres villas históricas de O Salnés.

La plaza de Fefiñáns, con su mítico pazo de inspiración toscana y la iglesia de San Benito, custodiada por fortachones de granito, así como el arco-puente que ha sobrevivido a otros tres que ya no existen, conforman un motivo más que justificado para visitar a la noble Cambados de la que escribieron maravillas su hijo predilecto Ramón Cabanillas (su casa-museo en Plaza Alfredo Brañas está abierta al público) así como otros genios de las letras como Pardo Bazán, Valle-Inclán y compañía. Sus calles están acompasadas con la grandiosidad de tan emblemática plaza y los bares se han convertido en auténtica enotecas donde probar deliciosos albariños.

• Visita guiada tipo Free Tour por Cambados de la mano de un experto local.

Cambados es precisamente la capital de esta Denominación de Origen, que se ha convertido en auténtica religión popular. Apenas a 3 kilómetros del centro de Cambados las Bodegas Martin Códax proporcionan una experiencia enoturística integral en la que descubrir mediante una visita guiada los secretos de la elaboración del albariño (Reservas online para visitas y catas).

18. La buena mesa en un restaurante de Illa de Arousa que, en realidad, es un faro

La isla de Arosa (oficialmente Illa de Arousa), comunicada por tierra gracias a puente de 2 kilómetros de longitud desde 1985, es uno de los paraísos naturales y paisajísticos bañados por las aguas de la ría más grande de Galicia. De hecho la considerada como «Reserva Natural» atesora 36 kilómetros de costa de los cuales deja 11 para espléndidas playas de arena blanca. Es un destino para hacer trekking, montar en bicicleta, admirar un molino de mareas, observar aves en Carreirón, alucinar con las vistas de O Con do forno así como pasar el día en alguna de las playas más hermosas de las costas gallegas.

Pero de todas estas cosas reconozco tener debilidad por el Faro de Punta Cabalo, que funciona desde 1853 en un extremo rocoso de la isla. Lo más curioso es que su interior se han convertido en un restaurante de alto copete (saca su terraza en verano para comer o beber vino mirando al mar). Y no todos los días se puede comer o cenar tan bien en un faro con más de siglo y medio de antigüedad. Eso sí, más vale reservar con antelación porque tienen poquísimas plazas y una alta demanda. Teléfono de reservas: 661122987.

Al lado del faro hay dos playas 100% recomendables: Playa de Sualaxe y de la Playa de Area da Secada. Así que se puede combinar un formidable día de playa con una comida cinco estrellas en el faro.

19. Admirar las torres de Catoira que mantuvieron a raya a piratas y vikingos

Para los amantes del mundo medieval las torres de Catoira son algo más que un símbolo. A orillas del río Ulla, y en plena ruta jacobea de la traslatio, se levantaron hace mil años las conocidas como torres de oeste para repeler los ataques de vikingos y contrabandistas (muchas veces británicos) y, de ese modo, evitar cualquier posible incursión con barcos a Santiago de Compostela. Uno de los máximos artífices de la fortaleza fue el obispo de Iria y Santiago, Don Crosconio, quien ordenó reforzar la construcción con gruesos muros, levantar poderosas torres y tender una gruesa cadena entre las dos orillas del río para no permitir el paso de las naves.

Hoy día son unas ruinas de gran valor histórico y el escenario de una de las romerías más curiosas que se conmemoran en Galicia. Cada primer domingo de agosto se celebra en este lugar la conocida como “Romería Vikinga”, declarada Fiesta de interés turístico internacional y en la que miles de visitantes ven desembarcar a los vikingos en sus barcos típicos para emprender combate en la orilla. Tras una espectacular recreación histórica los participantes acaban empapados en vino, bailando al son de las gaitas y degustando pulpo, sardinas y otras viandas típicas de la región.

20. Pasar un feliz día de playa en auténticos paraísos costeros

Hacer turismo está muy bien, pero uno de los grandes motivos para viajar a Rías Baixas es aprovechar sus muchas playas. Con un índice de banderas azules superior a la media nacional, se puede decir que en la zona hay un número indecente de playas fantásticas.

Elegirlas es complicado, así que nuevamente va una selección muy personal y subjetiva con mis playas preferidas de mis muchos años de veraneo en el área de Sanxenxo. Tomad nota si tenéis a bien ir a disfrutarlas:

• Areas: Tranquila, de arena blanca y con hermosas vistas de la ría de Pontevedra. La playa de mi niñez.
• Canelas: Pequeña y con un color del agua «carribbean style». Ideal para las tardes. Una de mis favoritas.
• A Lanzada: La playa más larga y conocida de Rías Baixas. Perfecta para pasear y para quien le guste bañarse con oleaje.
• Lapamán: Cerca de Bueu y algo lejos de Sanxenxo pero el paisaje merece la pena. Eso sí…¡cuidado con las fanecas!
• Bascuas: La playa nudista por antonomasia del concello de Sanxenxo.
• Rodas: En las islas Cíes está la que para muchos es la playa más bella del mundo (y fría también).
• Silgar: Una playa urbana con mucho estilo para cualquier hora del día (y de la noche).
• Playa Abelleira: En el paseo por pasarelas de madera de San Vicente do Mar hay playas y calas estupendas. Y Abelleira es una de ellas.

¿Nos hemos dejado demasiado? ¡Seguro que sí!

No existe lista que sea justa, pero estas son veinte recomendaciones muy personales de los lugares que he ido conociendo en estos años. Si hubiera abierto la mano con los tiempos podría ir hasta Santiago o A Coruña, al castro celta de Santa Tecla, a disfrutar de las vistas de Baiona desde el Parador e incluso habríamos llegado hasta la fortaleza portuguesa de Valença do Minho. Pero he tratado de no pasarme de una distancia superior a una hora desde el punto de origen.

Por supuesto, se admite completar esta guía de excursiones desde Sanxenxo o Portonovo con vuestros comentarios, que siempre serán bienvenidos.

Hoy me he abierto un poco las carnes para llegar hasta el corazón y mostraros los lugares en los que he sido (y sigo siendo) completamente feliz (de hecho allí mi he llevado a mi hijo antes incluso de cumplir su primer año). Espero haber estado lo más acertado posible con esta recopilación. Y si no ha sido así, tomaros un pulpiño a vuestra salud, que un buen pulpo quita todas las penas.

Sele