Hell-Bourg, el pueblo más bonito de Isla Reunión - El rincón de Sele

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Hell-Bourg, el pueblo más bonito de Isla Reunión

Es cierto que Isla Reunión no guarda monumentos, al menos destacables, de un pasado más o menos reciente. Este enclave del archipiélago de las Marcareñas comenzó a ser habitado de forma permanente hace tres siglos, pero muchas de las construcciones que fueron levantadas entonces se vinieron abajo por culpa de los ciclones o de diversas erupciones volcánicas. Pero si hay algo que merezca la pena no pasar por alto es la gran cantidad de casas criollas que conserva, las cuales mezclan con bastante gracia la arquitectura colonial francesa con la percepción del mundo de una población multiétnica venida de India, China o países africanos como Madagascar. En Hell-Bourg, la que fuera una estación termal de las clases más pudientes situada en pleno Circo de Salazie, se encuentran probablemente las más pintorescas.

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Hell-Bourg está dentro de la lista de “Los pueblos más bellos de Francia”, siendo la única localidad fuera del continente europeo incluida en la misma. Su fantástico entorno y la gran colección de casas criollas son la razón de ser de la que hasta ahora ha sido una de mis escapadas preferidas en Isla Reunión.

Hell-Bourg aparece recomendado en la guía de lugares increíbles que ver en Isla Reunión así como en la lista de consejos prácticos para viajar a Isla Reunión por cuenta propia.

 Un poco de Historia de Hell-Bourg

La razón de la existencia de Hell-Bourg se debe a un descubrimiento casual. Durante una jornada de caza allá a mediados del siglo XIX se hallaron unos manantiales en una zona suficientemente alejada y aislada del Circo de Salazie, el más frondoso y lluvioso en Isla Reunión. Poco después se confirmaron las propiedades medicinales de estas aguas, lo que provocó nacieran allí mismo unas termas.  Éstas se hicieron tan famosas en la isla que a su alrededor los grandes señores dueños de las azucareras y plantaciones de vainilla se construyeron in situ casas de campo para así poder permanecer más tiempo en este “nuevo retiro”. De ese modo nacería un pueblo llamado Hell-Bourg que, a pesar de que su nombre nos lleve a pensar en “el infierno”, no hay nada más lejos de la realidad, ya que el tal Hell era un Gobernador bastante conocido de la entonces colonia francesa de Madagascar. Y de infierno el lugar tiene poco.

Paisaje desde Hell-Bourg (Isla Reunión)

El apogeo de Hell-Bourg y sus maravillosas termas fue tal, que se levantó incluso un casino para dar gusto a la “aristocracia” isleña que vivía aún de las rentas de siglos de esclavitud de sus mano de obra (entonces ya se había abolido, aunque mantuvieron un sistema de trabajo despótico en tiempos en los que los trabajadores no tenían apenas derechos). La Belle Époque de la localidad se mantuvo durante finales del siglo XIX y principios del XX. Pero la construcción de nuevos balnearios en Cilaos y otras poblaciones de Reunión, así como el anquilosamiento de las instalaciones de la casa de baños, iniciaron un declive muy difícil de remontar.

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Muerte y resurrección de Hell-Bourg

Un devastador ciclón tropical en el año 1948 terminó de arruinar el concepto de estación termal, puesto que todo se vino abajo (las termas estaban junto al río, hoy todavía quedan las ruinas). Y de ese modo Hell-Bourg fue abandonado progresivamente hasta que décadas más tarde, sin saber por qué, se volvió a poner de moda, lo que llevó a que se rehabilitaran las casas criollas que había y se levantaron otras nuevas sin perder la armonía que siempre tuvo. En Isla Reunión todo lo que va unido a la palabra créole tiene éxito y, de la noche a la mañana, la resurrección de Hell-Bourg se traduce en que éste no sólo se trate del pueblo más bello de la isla sino también uno de los más destacados de la República francesa con la inclusión en la prestigiosa lista de Les plus beaux villages de France que uno se harta de seguir el Périgord, Midi-Pyrénées, Costa Azul, Valle del Loira y compañía.

Cartel de Les Plus beaux villages de France en Hell-Bourg (Isla Reunión)

Hell-Bourg, una etapa esencial en todo viaje a Isla Reunión

Contar con una buena colección de casas criollas así como un emplazamiento bucólico entre montañas hace que la Estación Termal sea considerada por los viajeros como una etapa incuestionable de su recorrido en Isla Reunión. En mi caso decidí además comenzar por el Circo de Salazie, quedándome a dormir en una de las casas de huéspedes con que contaba el pueblo (concretamente en L’Orchidée Rose, muy bien ubicada y confortable. 60€ la habitación individual con desayuno de croissants y brioches recién hechos que estaban para chuparse los dedos).

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Aunque Salazie y Grand-Ilet cuentan con hospedaje, el encanto de Hell-Bourg lo hace insuperable. Además es base para numerosas rutas de senderismo (Bélouve, Trou de fer, etc.) y posee una eficaz oficina de turismo donde te informan de las muchas posibilidades que tiene la zona. Pero, sobre todo, atesora una colección extraordinaria de casas criollas que hacen de la localidad un auténtico museo al aire libre del concepto créole sin el cual sería imposible explicar Isla Reunión.

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La Rue du Général de Gaulle

La disposición de Hell-Bourg es tan sencilla como una calle principal de la que salen a ambos lados otras calles secundarias. El pueblo es bastante pequeño y manejable a pie. Tanto, que se puede hacer el casco urbano de punta a punta en menos de diez minutos a paso lento. Como viene ocurriendo en otras localidades francesas (no perdamos de vista que Isla Reunión es un Departamento de Ultramar de la República de Francia cuyos ciudadanos se consideran tan galos como Astérix) se ha puesto el nombre de Rue du Général de Gaulle a la calle más importante.

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A la entrada del pueblo hay un pequeño kiosko inglés que sirve de mirador para contemplar algunas mansiones criollas (y desde el que sale un paseo bastante agradable que se aleja de lo más conocido). El resto uno se lo va encontrando a izquierda y derecha. Llama la atención la gran diversidad de colores y formas de las casas. De hecho sólo se parecen las unas y las otras en algunos detalles, como los lambrequines u ornamentos típicos que se incluyen en ventanas, tejados y barandas.

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Colores, barandas y lambrequines y sabor tropical

El lambrequín, probablemente, se trate del símbolo más definitivo para identificar una casa criolla. Sus formas geométricas adornan muchas de las casas típicas tanto de Hell-Bourg como de otras poblaciones de Isla Reunión (Saint Denis, entre la Avenida de la Victoria y la Calle París cuenta con otro “museo al aire libre” de la arquitectura colonial en este enclave francés a orillas del Océano Índico).

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Las paredes son de madera, con muy pocas excepciones, las cuales han sido pintadas de amarillo, azul, rojo, verde o blanco. Da igual la elección, ya que se ponga lo que se ponga siempre queda bien con el paisaje de fondo. Las viviendas más altas siempre exhiben grandes balconadas, consideradas también como elemento imprescindible de una casona criolla. Las ventanas, abiertas desde que sale el sol hasta que se pone a llover (y en el Circo de Salazie llueve mucho), dejan entrever las flores el sabor tropical de la isla con frutas o productos típicos de Reunión que se muestran al visitante.

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El encanto de Reunión se llama Hell-Bourg

Hell-Bourg me gustó muchísimo. Andurrear una y otra vez por su calle principal, donde se encuentran la mayor parte de los comercios o sitios para comer, fue para mí un auténtico placer, aunque mucho más dedicarme a tomar caminos perpendiculares hacia ninguna parte. Y es que fuera donde fuera siempre tenía premio. No me terminaré de cansar de decir la suerte que tuve de visitar un destino como Isla Reunión para viajar en solitario.

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El encanto de Hell-Bourg es digno de admirar. A falta de monumentos importantes en Isla Reunión (aunque opino que aquí no hay mejor monumento que un paisaje) es posible buscar el carácter créol al otro lado de una puerta de entrada y un jardín. Además el reunionés es hospitalario de por sí y gusta de una buena conversación, aunque sea chapurreando un francés que en mi caso es de párvulos.

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La clave no está en visitar Hell-Bourg sin más sino despertar en Hell-Bourg. ¡Qué digo! ¡Emocionarse en Hell-Bourg! De lo contrario un viaje como éste a Isla Reunión se quedaría huérfano de padre y madre. Y uno a estas alturas no está por la labor de serle infiel a los clásicos que han decidido no marcharse nunca.

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